Lunes 27 de Julio de 1987. A eso de las tres de la tarde los integrantes del batallón, escolta y Banda de Música estábamos de regreso en el colegio, luego de haber desfilado en el Campo de Marte. Habíamos pasado por tres días de desfiles continuos, y en lo único que pensábamos era en irnos a descansar a nuestras casas. Más aún cuando muchos de nosotros estábamos incluidos en el grupo del Viaje de Promoción, y aún no habíamos alistado las maletas. De pronto, notamos que cierto barullo se armaba frente al Dpto. de Normas, así que decidimos acercarnos. Una vez ahí, nos enteramos que Don Juan había convocado a todos los del Viaje de Promoción para una reunión de emergencia. Esta sería a la mañana siguiente, y los presagios no eran de los mejores... Martes 28 de Julio de 1987. Eran las 10:00 am, y casi todos los viajeros estábamos reunidos en la puerta principal del colegio. Los rumores sobre el motivo de la reunión eran de los más diversos, pero casi todos coincidían en que el viaje corría el riesgo de ser cancelado. De pronto, Don Juan hizo su aparición, y muy serio nos invitó a pasar al aula del Quinto "C" para iniciar la charla. Le hicimos caso, y en cuestión de minutos todos ya estábamos dentro del salón ubicado al lado del Auditorio, sentados inclusive de a dos, puesto que las carpetas eran muy pocas para la cantidad de gente que había en ese momento. Por fin, Don Juan cerró la puerta, y de golpe decidió hacerle frente a los rumores. En efecto, nos confirmó que la reunión había sido convocada para discutir la cancelación del viaje, debido a que los Bancos no habían abierto el día anterior, y por lo tanto no había cómo sacar el dinero para realizar el esperado viaje. Sin embargo, cuando todos empezábamos a manifestar nuestro malestar por la situación, él sonrió y nos comunicó que la noche anterior ya había sido solucionado el problema, gracias a algunos padres de familia que nos habían facilitado el dinero mientras se superaba el problema bancario. Así pues, todos volvimos a sonreir, y casi de inmediato comenzamos a alistarnos para volver a nuestras respectivas casas. De pronto, mientras medio mundo ya estaba de pie, Don Juan nos invitó nuevamente a tomar asiento. Extrañados, le volvimos a hacer caso. Y fue entonces cuando un Don Juan muy distinto al que habíamos conocido de toda la vida hizo su aparición. El hombre recto y serio se hizo a un lado, y dio paso a alguien bromista y juguetón. Cogió una tiza, y dibujó un mapa en la pizarra, señalando con pequeños puntos las ciudades que conoceríamos en los próximos días; todo esto mientras nos confirmaba que él también iría con nosotros al Viaje de Promoción (aunque sin especificar con qué grupo). Acto seguido comenzó a describir todos y cada una de los puntos que íbamos a visitar, mientras entre nosotros sacábamos por conclusión que el entusiasmo que le ponía a su exposición se debía a que Don Juan era natural de Trujillo, ciudad que formaba parte de nuestro inminente recorrido. Una hora después, luego de bromas y más bromas, la charla terminó. Don Juan nos invitó a retirarnos, recordándonos que debíamos llegar puntuales el día de la partida. Por fin, todos salimos presurosos, siempre con la idea de irnos a descansar... pero también con el entusiasmo encendido, ante la cercanía de nuestro Viaje de Promoción. Jueves 30 de Julio de 1987. Eran las 6:50 am cuando salí presuroso de mi casa para tomar un taxi. Las calles lucían desiertas, a pesar de ser día laborable, y esto incrementaba mi nerviosismo. Se suponía que debía estar en el colegio a las 7:00 am, porque sino... de repente apareció un pequeño taxi, y casi sin regatear hice el trato para el viaje hasta el Parque de la Bandera. Raudamente me despedí de mamá y subí al vehículo, para de inmediato partir hacia el punto de reunión establecido. Mientras hacíamos el recorrido, el taxista me buscaba conversación, pero yo casi ni le prestaba atención. Los nervios me consumían, y ya estaba imaginando lo que haría si no llegaba a tiempo. Por fin, luego de atravesar parte de Lince y Jesus María, tomamos la Av. Mariano Cornejo, y a lo lejos comenzábamos a divisar mi Alma Mater. Ibamos llegando, y todo estaba tan silencioso como el resto de la ciudad. Mi corazón se aceleraba. Finalmente llegamos a la puerta principal y... ¡sólo habían tres gatos!. Pagué la carrera, y mientras bajaba del taxi, me acordaba cariñosamente de los que propusieron aquella hora tan temprana para el encuentro. Los siguientes 15 minutos fueron de cambios muy bruscos, anímicamente hablando. Ahora me encontraba eufórico, luego de superar la desmoralizada inicial y la creciente alegría vivida por la llegada cada vez más constante de mis diversos compañeros. Por ahí aparecieron Jaime Chang y José Komt, quienes luego de dejar sus cosas junto a las mías, me propusieron ir en busca de los que vivían a unas cuadras del colegio, y que sin embargo aún no habían llegado. La idea me pareció buena, así que la acepté. Salimos del Colegio, y nos dirigimos hacia el grifo ubicado en la parte posterior de nuestra Alma Mater. Luego de breves comentarios, ya estábamos en casa de Luis Nalvarte, quien justo estaba saliendo rumbo al colegio (¡en auto, viviendo a cuadra y media!). Esta situación no estaba en nuestros planes, así que las esperanzas de un buen desayuno debían esperar. José propuso caminar un poco más, para llegar a casa de Ivan Martinez, y nuevamente acepté la idea, mientras comenzábamos a recorrer las tranquilísimas calles paralelas a la Av. Tingo María. Por fin, y luego de haber pasado por un mercado cercano para comprar algunas pequeñas cosas, obviadas por la rauda salida de casa (cepillo de dientes, por ejemplo), llegamos al jato de Ivan, con el apetito cada vez más intenso. José tocó la puerta, y al rato salió un familiar de robotito, quien nos dijo que él ya había salido hacía un buen rato. Este segundo chasco fue demasiado para nosotros así que, ignorando los reclamos de nuestros estómagos, decidimos regresar al colegio. Y a toda prisa, pues sin pensar ya llevábamos como media hora dando vueltas, y nos estábamos corriendo el riesgo de quedarnos sin viaje. Minutos después Jaime, José y yo llegamos hasta la puerta principal. Grande fue nuestra sorpresa al comprobar que aún no habían llegado los Omnibus, pero que el número de compañeros se había incrementado notablemente, a tal punto que no podíamos encontrar nuestras propias cosas, en medio de todas las maletas que yacían regadas por toda la zona de Infantil. En eso apareció el Teacher (¡Ya era hora!), quien cámara en mano comenzó a tomar las primeras fotografías de la jornada. Por ahí recuerdo haber visto a Vicky Quiroz, Luisa Barton, Claudia Menendez y a Janeth Fuentes posando juntas, como cuatro niñitas que recién ingresaban al Primer Grado. Y también a Yumín Choy, Pablo Saenz y otros más. Todo esto siempre en la puerta principal. De repente apareció el profesor Ugarte (el popular Gansito), quien semanas antes había rechazado la invitación para ser uno de nuestros acompañantes al viaje; y cuando le interrogamos sobre un supuesto cambio de opinión, él sonrió y nos dijo que no podía hacerlo por motivos personales (¡Hey, no éramos tan terribles como para que se nos corriera, profe!). Acto seguido nos dejó, no sin antes agradecer el manifestado interés por su persona. Las 9:00 am. Mientras los más puntuales no terminaban de llegar, los que ya llevábamos casi dos horas en el lugar comenzábamos a manifestar nuestra preocupación por el retrazo de los Omnibus que nos llevarían al norte del país. Los grupos estaban casi completos (incluyendo a los profesores), así que no existían motivos como para una demora aún más prolongada. La gente iba y venía, ya sea dando vueltas por el plantel o acudiendo a los baños cercanos; todo con tal de hacer tiempo y olvidar la creciente tensión. Una hora después, el ambiente no era de lo mejor. Los reclamos por parte de los más palomillas no hacían más que poner más y más nervioso al Teacher Tan, quien trataba de restarle importancia al asunto haciendo bromas y tomando cada vez más fotos. De pronto, desde la Dirección hizo su aparición Don Juan, quien junto con la Srta. Perla Puell (Directora del plantel) nos invitó a coger nuestras cosas, para formarnos frente al Dpto. de Normas. Repentinamente, todos nos pusimos serios, pues el recuerdo de la reunión del 28 de Julio salía a flote... Una vez que todos estuvimos alineados, la Srta. Perla comenzó a aconsejarnos sobre como debíamos comportarnos, recordándonos que en este viaje representábamos al plantel, y que era nuestra obligación dejar muy en alto el nombre de nuestro colegio en todos los lugares que visitáramos. Todo perfecto... pero casi nadie le prestaba atención, gracias a la tensión reinante; más aún cuando nadie explicaba los motivos de la demora. De pronto, escuchamos a lo lejos que dos Omnibus se estacionaban frente a la puerta principal del colegio, y luego de algunos murmullos apareció la Miss Gloria Salazar, diciendo que por fin habían llegado los vehículos para nuestro viaje. Repentinamente, el alicaido ambiente se transformó, y todo el mundo se salió de control por la alegría. Los profesores se iban cada quien por su lado para ultimar los preparativos, mientras nosotros pensábamos en iniciar la carrera rumbo a la puerta principal. En eso, cuando todos ya nos íbamos entre gritos y empujones, la voz del profesor Tenorio puso orden en el grupo; ¡Fila de a uno!, gritó él... y a duras penas le hicimos caso. Minutos después, todos ya estábamos listos para la partida. El Teacher reapareció con algunos documentos en mano, y luego de darnos algunas indicaciones, empezó a llamarnos a cada uno de nosotros. Primero fueron los chicos del Quinto "C", quienes aparentemente se lograron apoderar del mejor Omnibus. Luego seguimos los del grupo combinado del "A" y el "B" (al cual yo pertenecía), aunque con un trato más minucioso que con el "C" (¡Eramos terribles!). Primero subimos los varones, y nos fuimos acomodando en la parte delantera del Bus. Luego empezaron a subir las chicas, quienes se acomodaron en la parte posterior. Sin embargo, este orden no se mantuvo por mucho tiempo, pues las mujeres se quejaron por estar muy atrás. El Teacher estaba de muy buen humor aquella mañana, así que accedió a cambiar las ubicaciones, quedando finalmente las chicas por la parte delantera, y los varones por la parte posterior del Bus, lo cual dejó satisfechos a todos. Segundos después, las primeras palomilladas hicieron su aparición, aprovechando que aún no habían subido nuestros profesores acompañantes, y que el Teacher andaba ultimando otros detalles en el Omnibus del "C". De pronto, nuestros mayores temores se hicieron realidad, cuando notamos que una conocida silueta subía a nuestro Bus... ¡Era Don Juan!. Pudiendo escoger a los del "C", él había preferido viajar con nosotros. ¡Noooo!... Finalmente, todo quedó listo. La Srta. Perla subió a nuestro Bus para despedirse, y con una súbita sonrisa rechazó una improvisada invitación para que también nos acompañase al viaje. En eso regresó el Teacher a nuestro Omnibus, luego de haberle entregado el mando del otro vehículo al Profesor Tenorio. Esto no hizo más que alegrarnos la mañana, pues ahora resultaba que en nuestro transporte viajaríamos ni más ni menos que con Don Juan y con el Teacher juntos (¡Sálvese quien pueda!). Aunque bueno, tanta autoridad se balanceaba con la presencia de la Miss Gloria Salazar, quien era una buenísima persona. Mientras terminábamos de acomodarnos, veíamos que el grupo viajero se completaba con uno de los hijos mayores de Don Juan, con el hijo de la Miss Gloria (Ralph), y con el hijo del Teacher (Denis). ...Y así, a eso de las 11:00 am, nuestros vehículos por fin encendieron sus motores y, mientras todo el mundo se asomaba por las ventanillas para despedirse de sus respectivos familiares, tomaron la ruta que iniciaba el momento más esperado por cualquier chico de secundaria: el Viaje de Promoción.
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