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DESCUBRIENDO A
MUERTITO HEAVEN:
EL VIAJE A
COROZAL


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Era el verano del 1997, caluroso y pegajoso como siempre.  Me sentía mal porque vivo en un ensueño tropical de vacaciones pero tenía que trabajar en una oficina-fogón encerrado mientras los tourists regresaban a casa y que "de vacaciones".  Ahí lo tienes, todo el mundo deja su hogar para irse de vacaciones mientras los puertorriqueños regresamos a casa a vaguear.... debe ser una de esas cosas freudianas o algo por el estilo.  De todos modos, decidí tomar libre el próximo día y volé en una hora desde Ceiba al pueblo interior de Corozal, donde me preguntaban "¿Y dónde queda Ceiba....?".

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El pueblo de Corozal esta localizado en la zona montañosa norcentro de la isla de Puerto Rico, al sur de Toa Alta, colindando con el pueblo de los changos, Naranjito.  Todo el santo día el pueblito, la plaza y la iglesia se bañan en ese sol glorioso por el cual aquellos de nosotros que hemos dejado a Puerto Rico por el exilio por cualquier tiempo añoramos en los inviernos fríos, húmedos, oscuros y deprimientes de los nuevayores y otros barrios puertorriqueños de los u-nai-e-stays.  El párroco, un español que me conocía desde mi propia ordenación sacerdotal, era celoso con los libros parroquiales, un verdadero Neo-Conquistador, listo a darlo todo por la protección de ese patrimonio.  Pero yo tenía que intentar conseguir aquella información pues cada vez que me enfrentaba con un vacío de documentos o la fundación de pueblos y parroquias, todos las indicaciones eran que el pueblo de Corozal era el lugar donde encontraría las piezas perdidas del rompecabezas genealógico.  Y, para decirle la verdad, estas eran demasiado de fuertes para ignorar aunque había tratado de esquivarme de ir a Corozal desde los 1980's.



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Escudo de Corozal


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Pues, allí llegué, un martes veraniego por la madrugada.  Recuerdo eso porque la oficina está cerrada los lunes (ni Dios mismo sabe porqué) y porque el párroco estaba de un humor estupendo pues se le acercaban las vacaciones a la Madre España.  Su estado era tan bueno que me invitó al almuerzo y luego, luego me llevó al sanctum sanctorum, el cubículo donde la secretaria se encerraba, entronizada entre los archivos preciosos que anticipaban la fundación del pueblo por varios años.  Allí, donde reposaba aquella muchedumbre de Tomos y Volúmenes, me dejó solito y salió.

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La última vez que había estado allí había notado que alguien se había equivocado al forrar los libros en una tela roja. Ahora, cincuenta años o más después, los cubiertos de tela estaban desgarrados y sangraban color de rosa y rojo en todo lo que tocaban. Yo me había preparado para esa eventualidad y con una tremenda toalla de baño y una máscara (pues soy alérgico hasta a mi sombra, ni hablar de la humedad, el olor y el hongo colectado en libros de casi dos cientos años), me senté con dicha máscara en su sitio y la toalla cubriéndome la camisa sacerdotal azulmarina y abrí el segundo volumen de los archivos matrimoniales, buscando por los
OQUENDO, MALDONADO y RIVERA del árbol genealógico por parte de papi, así como los parientes por lado de mami con los apellidos LAUREANO, ALVADALEJO y LÓPEZ.  Inmediátamente, el santo patrón de genealogía (o ¿serían los espíritus benévolos de mis antepasados vascos?), me miró con favor por lo cual me arranqué aquella maldita máscara que apestaba a acerrín, la toalla, pues qué me importaba, yo odiaba el color azulmarino y me deshice del cuello romano ya que el calor me sofocaba, y comencé a leer:


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Certificado Matrimonial

 "En esta Santa Yglesia de Jesús, María y José...."


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  Era el certificado matrimonial del 1826 de los abuelos paternos de uno de nuestros bisabuelos, cuyos nombres sabíamos de los documentos bautismales y matrimoniales de sus nietos e hijos pero nada más.  Ahora teníamos sus nombres con los dos apellidos: Domingo OQUENDO SORIANO y María de la EncarnaciónDE LOS SANTOS MORALES (les juro que ese era su nombre, a lo mejor fracasó hasta el kinder pues imagínese tener que aprender a escribir ese nombrazo), y también los nombres de sus padres: José OQUENDO, María del Rosario SORIANO, Manuel Cecilio DE LOS SANTOS y Benedicta (pobresita) MORALES

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Mientras leía y escribía me entusiasmaba más y más al realizar que había encontrado seis antepasados directos en menos de cinco segundos después de haber abierto el libro, seguramente un hito en mi búsqueda.  Para calmarme, fui e hice aquello que ya no se permite en el continente del norte en los lugares públicos pero que gracias a Dios aún se podía gustar en la isla.  ¿Sería esto posible?  ¿Sería esto divino?  ¿Sería esto vida?   Terminando con mi placentero apegamiento, regresé a la búsqueda, pero casi inmediatamente me desmayaba de estupor: encontré las entradas matrimoniales de dos de los hermanos de Domingo: Ramón con Gregoria
GARCIA ROSADO y Carlos con María de Jesús ORTIZ CAMACHO.  Anonadado, abrí un libro bautismal, pensando que quizás encontraría un enlace a los OQUENDO de Morovis, y de nuevo por poco me fuí de culata.


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peephole


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Supe que había entrado en el cielo de los genealogistas y dije en voz alta: "Ay bendito, ¡encontré nuestros muertitos!  It is like being in heaven..."  (fue así que nació la frase de "Muertito Heaven").  Pues allí, en aquel Tomo de Bautismos, y sin duda alguna, estaban las entradas para María de la Encarnación y sus hermanos: Andrés, Juana, Polonia, Tomasa, Eusebio y Francisca DE LOS SANTOS MORALES.  Me volví loco y yendo de libro en libro a través de aquel día, encontré la entrada matrimonial un hijo de Benito MALDONADO ARROYO por su primera esposa, Agueda FERRER CRESPO, antes de que se casara con María José RIVERA MELENDEZ, y luego, buscando para ver si el mismo tenía hijos, me pegué en la lotería: un OQUENDO MALDONADO, Alejo, bautizado en el 1868.  Esto me indicaba que sí había enlace con Morovis, pues, para que sepan, recientemente había encontrado en Morovis la entrada matrimonial del 1867 de los bisabuelos de mi papi (Juan Bautista OQUENDO DE LOS SANTOS y María Isabel MALDONADO RIVERA) y había copiado unos cuantos OQUENDO cuyos segundos apellidos no constaban, racionalizándolo en esperanzas de que la Dra. Ana Cristina y yo podríamos en un futuro cercano llegar a saber quienes eran.  Ahora podíamos unir a nuestro árbol genealógico como hermanos de nuestro antepasado Juan Bautista a los siguientes con nombre de conyugé e hijos (donde aplica):,

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Francisco (casado en el 1863 con Josefa RODRIGUEZ RODRIGUEZ - con un hijo y con Guadalupe MELENDEZ en el 1877), Juan Antonio (casado con Cecilia RODRIGUEZ ROSADO - con dos hijos), Juan de la Cruz (casado en el 1866 con Josefa Simeona TORRES OCACIO - con ocho hijos), Juana María (con una hija natural), Fermín (casado con María Nicomedes ROSARIO - con cuatro hijos), Tomasa (casada con Paulino RIVERA OCASIO - con un hijo), María Paula (con un hijo natural), Gavino y Andrés.

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Esto significaba, que con los otros diez que había hallado y estos cuarentidos más, eran cincuentidos el total de los muertitos que tenía con nombre y apellidos.  Los espíritus familiares, sin embargo, no habían terminado conmigo.  La entrada de Alejo me hizo pensar en algo, y retornando a unos de los Tomos, buscaba algo que había archivado en mi mente pero que realmente no había leído.  Lo hallé y lo leí, y lo leí, y lo leí una tercera vez, asombrado: era la entrada matrimonial de Segundo DE RIVERA AYALA y su prima hermana, Lucía MELENDEZ AYALA.  Al mirar más cautelosamente, primero confusión y luego anonadamiento reinaba en mi corazón: había encontrado también el documento que nombraba a los padres de María Josefa RIVERA MELENDEZ(la bisabuela de papi y segunda esposa de Benito MALDONADO ARROYO) y el mismo contenía los nombres de los padres de Segundo y de Lucía: Victoriano DE RIVERA, Gregoria AYALA, Pedro Pablo MELENDEZ y Ursula AYALA, siendo las dos mujeres hermanas.

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noche estrellada



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Me sentí ído, como quien se pasa mirando hacia el cielo solo para marearse y sabía que debía cesar mi búsqueda pues ya eran las seis de la tarde y tenía que regresar a Ceiba.  Cuando cerraba el último Tomo, algo me hizo mirar la página y casi grité: el nombre de la bisabuela materna nuestra por lado de los Pabón Otero me quemaba los ojos: María Clemencia LAUREANO DE RIVERA.  Seguí buscando y encontré a varios de sus hermanos: Juan Manuel, Ruperto y Candelario.  Eso me hizo querer más y abrí otro volumen y encontré una tatara abuela materna, María de la Concepción ALVADALEJO LOPEZ (esta pobre también fracaso en la escuela por falta de aprenderse un nombre tan largo) y sus hermanos, Juan de Dios y Teodora.  Otro hermano, Manuel, apareció con una hija, Petrona, en Morovis, por lo cual lo uní a él también en el tesoro de nombres y documentos hallados.  La entrada de esa niña contenía los abuelos, Pedro Vicente ALVADALEJO y María Castora (la nombraron por la mascota familiar)LOPEZ por lo cual se fueron de viaje también. 

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Con estos nombres tenía yo unos 16 antepasados directos y unos 55 parientes más y aunque deberían haber más entre las páginas de aquellos Tomos, tuve que cesar a las siete.  Para ir a casa, volé por las afueras del pueblo de Naranjito, crucé por Santa Olalla, Bayamón, hacia la Muda de Caguas en la Ruta #2, donde los viajeros cambiaban caballos antes de haber carros y descansaban antes de haber autopistas en sus viajes de San Juan a Ponce y vice versa, corrí hacia Humacao por la #30, cortando por Juncos, Las Piedras y Naguabo por la #31, antes de llegar a Ceiba a las nueve en punto.  Al llegar, inmediatamente llamé a la Doctora que supongo esperaba mi llamada jalándose las greñas y comiéndose las uñas y le dije que se sentara, y le conté TODO y me apené que no tuve más tiempo para buscar lo que quería, y que habían tantos Tomos como para que varios hiciesemos el trabajo.


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Genealogy Book



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Ahora sueño con regresar y entrelazar un sinnúmero de nombres que aún tengo que revisar pero no tengo tiempo.  ME QUIERO DIL PA' MUERTITO HEAVEN.  Pues, como se puede imaginar, una vez que se encuentra uno no lo quiere dejar ir.  ¿Qué hago yo perdiendo mi tiempo con tantas otras cosas?  Bueno al menos puedo decir que he regresado a ese lugar encantador varias veces, pero esos, esos son otros viente.... elpadre



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©1998-2000 por la Dra. Ana Cristina y el Padre José Antonio Oquendo Pabón (para esta página. Todos los Derechos Reservados.) 

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