adri1 chistes
Pepito llega a su casa y le dice a su mamá: Mami, aquí está mi boleta de calificaciones. La mamá la toma, la observa y dice: ¿Quuueeee? ¡Estas calificaciones merecen una golpiza! El niño le contesta: ¿Verdad que sí mamá? ¡Vamos, yo sé dónde vive la maestra!
Llega un borracho que no entiende al médico, el médico le trata de demostrar que tomar licor es malo y se lo demuestra con una lombriz, primero la mete en un vaso con agua y la saca y no pasa nada, luego la mete a un vaso con vino y la lombriz muere en pocos segundos. Luego le dice a su paciente: ¿Ya ves lo que le pasa a los que toman mucho? Sí doctor, contesta el borracho. ¡Nunca tendremos lombrices!
Un hombre va por la carretera conduciendo y de repente lo detiene la policía: Buenos días Señor, lo hemos estado vigilando desde que pasó el último pueblo, y hemos observado que respeta todas las normas, se detiene en todos los semáforos, y conduce correctamente. Tráfico ha puesto un premio al mejor conductor y se lo vamos a dar a usted. No, pero si yo no tengo licencia de conducir, dice el conductor. A lo que responde su mujer: No le haga caso, que está bebido. Y la suegra comenta: No, si ya sabía yo que con un coche robado, no íbamos a llegar muy lejos.
Está la maestra en la escuela y le solicita a los alumnos llevar artículos para su botiquín de primeros auxilios. Al día siguiente llega Juanito con alcohol, y la maestra le dice: Muy bien, Juanito, ¿Y para qué sirve el alcohol? Juanito responde: Pues para desinfectar heridas y hacer asepsia antes de las inyecciones. La maestra: Muy bien. Entonces, llega Lupita con un tanto de algodón, y la maestra pegunta: Lupita, ¿Para qué sirve el algodón? Y Lupita responde: Maestra, en esta presentación se hacen motitas y con el alcohol se desinfectan las heridas. Muy bien, dice la maestra. En eso llega Pepito con un tanque de oxigeno, y la maestra le pregunta: Pepito, ¿Un tanque de oxigeno? ¿Y para qué sirve? Pepito responde: La verdad, no sé pero cuando se lo quité a mi abuelita me dijo: !No te lo llevessssssss!
Voy a contarles mi historia, no es una historia de amor ni tiene un final
feliz, pero es la única que tengo por haber nacido así, feo, muy feo.
Cuando nací, el doctor fue a la sala de espera y le dijo a mi padre, "hicimos lo
que pudimos, pero salió".
Mi mamá no sabía si quedarse conmigo o con la placenta.
Como era prematuro me metieron en una incubadora, con vidrios polarizados.
Mi madre nunca me dio el pecho porque decía que sólo me quería como amigo. Así que en vez de darme el pecho, me daba la espalda.
Es por eso que debo haber quedado petiso, tan petiso que en lugar de ser enano, soy profundo. De chico iba por los cuarteles para que me gritaran:
¡Alto! ¡Alto!
Yo siempre fui muy peludo. A mi madre siempre le preguntaban:
Señora, a su hijo, ¿Lo parió o lo tejió?
Mi padre llevaba en su cartera la foto del niño que ya venía en la cartera
cuando la compró.
Una vez me perdí, le pregunté al policía si creía que íbamos a encontrar a mis
padres y me contesto:
No lo sé, hay un montón de lugares donde se pudieron haber escondido.
Y para colmo era muy flaco, tan flaco que un día metí los dedos en el enchufe y
la electricidad erró la patada.
Era realmente flaco, para hacer sombra tenía que pasar dos veces por el mismo
lugar.
Pero mi problema no era ser tan flaco sino ser FEO.
Mis padres tenían que atarme un trozo de carne al cuello para que el perro jugara conmigo.
Sí amigos, yo soy FEO, tan FEO que una vez me atropelló un auto y quedé mejor.
Cuando me secuestraron, los secuestradores mandaron un dedo mío a mis padres
para pedir recompensa. Mi padre les contestó que quería más pruebas.
Yo creo que no pagaron el rescate porque en casa éramos muy pobres, pero eso sí, a pesar de nuestra situación económica, somos muy honrados. Mi padre era tan honrado que un día encontró trabajo, y lo devolvió.
Por eso tuve que trabajar desde chico. Trabajé en una tienda de animales y la gente no paraba de preguntarme cuánto costaba yo.
Un día llamó una chica a mi casa diciéndome, "Ven a mi casa que no hay nadie", cuando llegué no había nadie.
A mi mujer le gusta mucho hablar conmigo después del sexo. El otro día me llamó
a casa desde un motel.
El psiquiatra me dijo un día que yo estaba loco. Yo le dije que quería escuchar una segunda opinión. De acuerdo, además de loco es usted muy feo, me dijo.
Una vez cuando me iba a suicidar tirándome desde la azotea de un edificio de 50
pisos, mandaron a un cura a darme unas palabras de aliento. Sus palabras fueron:
¡En sus marcas, listos!
El último deseo de mi padre antes de morir era que me sentara en sus piernas. Lo habían condenado a la silla eléctrica.
hala a correr que ya se han acabado
chistes 2 .
.
chistes 3 .
adrian page
.