PRÓLOGO
La gran riqueza minera de la provincia de Huelva, originó desde la antigüedad la aparición de innumerables asentamientos urbanos, en las proximidades de las minas. En algunos casos, esas edificaciones evolucionaron y se convirtieron en prósperos pueblos o aldeas, que aún perviven en la actualidad. En otros casos, no pudieron salvarse y fallecieron, como Peña de Hierro, por citar uno de tantos ejemplos.
Este problema se acentuó considerablemente, a medida que transcurría el siglo XIX. Donde quiera que se explotaba un yacimiento minero, por pequeño que fuera, allí se improvisaban unas cuantas casas que servían de albergue a los trabajadores. Después, estos grupos poblacionales sin apenas importancia, se salvaban o morían, según fueran rentables o deficitarias las minas que había a su alrededor.
De cualquier modo, hubo pueblos, que aunque tuvieron una vida efímera, significaron una fuente de ingresos primordial para sus habitantes. Este fue el caso de la Peña de Hierro. Surgió como tantos otros, a mediados del siglo XIX, como consecuencia del vigoroso impulso que experimentó la producción de cobre y la obtención industrial del ácido sulfúrico, a partir del azufre contenido en las piritas. Como dato curioso, conviene señalar que quienes explotaron las minas del Suroeste Peninsular y quienes invirtieron en éllas mayores sumas de dinero fueron empresas inglesas, francesas o alemanas, en su mayoría. Casi todos los yacimiento onubenses estaban en manos extranjeras antes de 1.955, fecha en que el gobierno de Franco nacionalizó algunas minas. La última en pasar a manos españolas fue la compañía Tharsis, en 1.978.
Así, con la vorágine de las piritas onubenses, fueron alumbrándose nuevos poblados, hasta mediados del siglo en que estamos, para luego ir muriendo casi todos ellos, a raíz de la decadencia del cobre y del azufre; y como consecuencia del hallazgo de otras piritas extranjeras de más calidad y menor costo. Todos esos pueblos fallecidos tuvieron su propia historia: pequeña o grande, raquítica o hermosa, monótona o activa, próspera o vulgar... Pero historia, a fin de cuenta; historia que merece ser tenida en consideración, aunque lo único que sirva ya para dar testimonio de esos pueblos, sean unos cuantos papeles empolvados, unas cuantas paredes ruinosas y un paisaje muerto, con túneles y socavones anegados.
Aún así, el caso de la Peña de Hierro es más lamentable aún: La proximidad de sus criaderos ferrocobrizos a los de Minas de Ríotinto, le ha restado importancia, incluso en sus años prósperos; y ha motivado el hecho de que Peña se quedara siempre en un segundo plano de la mineria local. La omnipotencia de la RíoTinto Company Limited no ha permitido nunca que puedan conocerse o escribirse otras historias menos importantes que la suya. De no haber sido asi, Peña de hierro seguiría existiendo como pueblo y como explotación minera; y es probable que hasta algún historiador humilde, le hubiera dedicado un considerable espacio en las páginas a imprenta de algún libro actual. Pero la historia de los pueblos siempre se rompe por el lado más débil. aunque Peña de Hierro siguiera viviendo años de relativo auge, siempre sonaría RÍOTINTO como un cuerno de guerra victorioso.
El criadero ferrocobrizo de Peña está situado en la margen Suroeste del Cerro San Cristóbal, a unos tres kilómetros al Norte de Nerva. La sección horizontal de dicho criadero es de forma ligeramente oblonga. Aumenta en profundidad hasta el piso 9, donde alcanza unos 13.000 m2 de superficie; y a partir de este nivel se va estrechando progresivamente hasta el piso 12, donde solamente tiene 4.000 m2 de superficie. Ya a partir de este nivel, por los sondeos efectuados, la sección vertical de dicho criadero se asemeja a una punta de lanza, algo torcida, con vértice a unos 30 o 40 metros de profundidad, donde se supone que el mineral se acaba.
La masa pirítica, al igual que en otras minas de la provincia de Huelva, arma entre pórfidos cuarcíferos por el Norte y Noroeste; y pizarras meta- mórficas, muy caolirizadas, por el Sur y Sureste.
La masa ferrocobriza de Peña, no parece que fuera explotada con an- terioridad a 1.853. Sin embargo, es muy probable que los romanos acometieran algunas trabajos de escasa importancia, según se desprende del hallazgo de ciertas escorias depositadas en los alrededores. Dada la proximidad de las Minas de RíoTinto, lo lógico es pensar que todos sus esfuerzos estuviesen concentrados en aquellos criaderos donde los minerales fueran más ricos y abundantes.
A partir de 1.854 es cuando comienza la explotación a gran escala. Al principio se practicaron tres niveles subterráneos: El primero (Piso 1º ) se hizo a seis metros de profundidad, por debajo de la línea divisoria entre la montera de hierro y la pirita no oxidada. A unos siete metros por debajo, se practicó el segundo nivel (Piso 2º), que comunicaba con la superficie por un pozo y dos socavones de desagüe. Por último, a unos doce metros por debajo, se trazó el nivel tercero (Piso 3º ), el cual comunicaba con el de más arriba por una rampa, y con la superficie a través de un socavón de desagüe. E! método de extracción utilizado fue el de huecos y pilares. Según Gonzalo Tarín, en esa época inicial, se produjeron en Peña numerosos hundimientos; debido a la falta de correspondencia entre las columnas de los diversos niveles, motivada más por el afán de
Arrancar lo cobrizo y dejar lo pobre, que por errores topográficos . Estas circunstancias dificultaban el arranque y lo hacían considerablemente peligroso; por lo que en 1.883 se inició la explotación a cielo abierto, en la zona donde la montera alcanzaba espesores de tres a cinco metros. A partir de entonces se combinó la minería a cielo abierto con la de interior.
Los primeros trabajos de importancia fueron acometidos por D. Agapito Artaloitia, quien mantuvo la explotación de los yacimientos de Peña hasta finales de 1.853, fecha en que todas sus propiedades fueron vendidas a la Sociedad minera "NUESTRA SEÑORA DE LOS REYES". Esta segunda sociedad debió suspender los trabajos en 1.886, ya que a partir de esa fecha no aparecen estadísticas de producción, pero no se extinguió hasta 1.882-83. No conozco la fecha exacta en que se disolvió; pero el último documento que poseo, relativo a la mencionada sociedad, está fechado el 27 de mayo de 1.882. también obra en mi poder un documento de "Promesa de Venta", escrito a puño y letra, fecha en la ciudad de Sevilla el 4 de julio de 1.881. como representante de la sociedad "Nuestra Señora de los Reyes" figura su presidente y propietario D. ANGEL DE AYALA Y URBINA; y como representante de la nueva empresa que se formalizaría a continuación D. EDUARDO DU WELR Y RYEX, ingeniero de minas nacido en la Flandes Oriental.
Las catorce propiedades del citado D. ANGEL DE AYALA, fueron transferidas, libres de hipoteca, a la compañía minera denominada "LA PENINSULAR"; que explotó los yacimientos de Peña, primero como sociedad limitada (THE PENINSULAR COPPER, Cº Ltd) con sede en Ámsterdam y luego como sociedad anónima (S.A. PENINSULAR) con sede en Bruselas, a partir del 9 de febrero de 1.895, fecha en que los bienes de la citada compañía fueron inscritos en el Registro de la Propiedad de la Provincia de Huelva.
La " SOCIEDAD ANÓNIMA PENINSULAR", explotó los minerales de Peña hasta finales del año 1.900, año en que se disolvió y fueron liquidados sus bienes, gravados de hipoteca. Un año más tarde, el 22 e marzo de 1.901, se constituyó una nueva sociedad inglesa, bajo el nombre de "THE PEÑA COPPER MINES Cº Ltd.", domiciliada en Londres, en la calle Lombard Street nº 3.
"La Uceta" era la finca más próxima a Peña de Hierro y comprendía dos suertes de tierra denominadas "La Uceta-Complemento" y la "Solana del Chamorro". "Valdejulián" estaba situada más al este, en el término del Castillo de las Guardas (Sevilla). Ambas fincas fueron vendidas a "THE PEÑA COPPER MINES Cº Ltd." Por los vecinos de Nerva Dña. Carmen, Dña Esperanza y Dña Francisca Gil de León, mediante escritura pública otorgada en ese mismo pueblo, el 16 de agosto de 1.912. hasta mediados de los años treinta, fue Peña quien explotó directamente las dos fincas mencionadas; obteniendo de ellas gran cantidad de pastos, bellotas cereales y productos hortícolas. Pero al cabo de un tiempo fueron cedidas en alquiler a los siguientes señores: "La Uceta" fue arrendada al vecino de Nerva D. Manuel Martín Piño, el 1 de julio de 1.937 por una renta anual de 2.000 ptas (hasta agosto de 1.942). "Valdejulián" fue arrendada igualmente el vecino de Nerva D. Tomás Gómez Alfonso, por el importe de novecientas pesetas anuales (hasta Agosto de 1.942). Finalmente, estas dos fincas, fueron vendidas, mediante escritura otorgada por THE PENA COPPER MINES, C Ltd. el uno de Septiembre de 1.943, en favor de D. MANUEL MARTIN PINO, por la cantidad de ciento cuarenta mil pesetas, pagaderas en varios plazos. La Escritura de COMPRAVENTA fue otorgada en Nerva, por D. OCTAVIO CERISOLA DOMINGUEZ, director de las minas en aquella época.
Desde que comenzaran los primeros trabajos de explotación en Peña de Hierro, el transporte de los minerales hasta los embarcaderos más próximos, fue uno de los problemas que con más urgencia se plantearon todos sus explotadores. Las primeras compañías, como es lógico, empezaron utilizando el ferrocarril de las Minas de Río Tinto hasta el muelle de Huelva, conviniendo unas tarifas concretas, según la cantidad de mineral arrastrado. Para ello fue necesario construir un pequeño ramal de unos cuatro kilómetros, que sirviera de enlace entre Peña y Ríotinto. Pero las tarifas establecidas por la Compañía de RíoTinto, fueron suponiendo con el paso de los años, un serio gravamen económico para Peña; y en base a estos condicionantes, amén de un abultado número de pleitos con la RIO TINTO COMPANY LIMITED se planteó seriamente_ la construcción de su propio ferrocarril, para abaratar así ei transportes de sus minerales.
El nuevo proyecto consistía en la construcción de un tramo de F.C. de 27 kilómetros, por terreno muy accidentado, entre Peña de Hierro y Minas del Castillo, en sentido Este Oeste. Finalmente, había que alcanzar en la estación de El Ronquillo , con el ferrocarril de las Minas de Cala a San Juan de Aznalfarache, que era propiedad de la Sociedad Anónima que explotaba dichas minas. La construcción del citado ramal PEÑA CASTILLO, fue iniciada en los meses finales de 1.912; y la fecha de entrega, el 14 de Septiembre de 1.914. También se proyectó con posterioridad un pequeño ramal desde Peña a Nerva, que se construiría algunos años más tarde, como consecuencia de los sucesivos pleitos que hubo de librar la compañía explotadora de Peña, con los propietarios de los terrenos afectados por el ferrocarril; y en particular, con la compañía de Ríotinto,
Hay que indicar, como nota aclaratoria que también el ferrocarril Peña Castillo contó excepcionalmente, a partir de 1.914, con un servicio público de trenes, que eran facilitados por la S.A. Minas de Cala de cierto en cierto tiempo. Durante los años que el ferrocarril PENA CASTILLO estuvo abierto al tráfico; cumplió fielmente con su finalidad, embarcando minerales, transportando mercancías y viajeros.
El trazado de este ferrocarril se conserva íntegro, a excepción de la vía, que fue desmontada en su totalidad a partir de 1.954. (Recuérdese que esa era la fecha de expiración de la propiedad del ferrocarril, por parte de PEÑA). Las estaciones y las casas para guardavías han sufrido un importante deterioro, llegando a desaparecer algunas; pero la mayor parte de ellas conservan todavía sus viejos muros.
A pesar de todo, este ferrocarril, conserva todavía su estampa de principios de siglo; con ia diferencia que ahora no es posible escuchar el traqueteo de los vagones ni el silbido bucólico de las locomotoras, entre los sonoros montes.
Todavía, desde 1.966 hasta 1.972, hubo una actividad digna de mención en PEÑA: El bombeo de aguas ácidas hasta las basas de cementación de RÍO TINTO PATIÑO en Filón Norte, por cuenta de la COMPAÑÍA NACIONAL DE PIRITAS . Durante esos años de inactividad interior, se mantuvieron en trabajos de mantenimiento y conservación a diez operarios de los más antiguos; que seguirían residiendo allí, en las casas de la Empresa, hasta unos años más tarde.
Al margen de las personas citadas, también se quedaron a vivir en Peña, hasta que sonó la última campana, algunos ancianos y ancianas que pasaron sus últimos días en este pueblo, añorando quizás los dulces recuerdos de sus juventud. Unos murieron allí mismo. Otros se fueron a Madrid o Barcelona, de la mano de sus hijos; y otros viven todavía en Nerva, El Campillo, La Dehesa o en las actuales casas de la Compañía de RíoTinto, en El Valle, Alto Mesa y Los Cantos .
En la actualidad, el pueblo ha desaparecido totalmente, y es ya una página triste de la minería onubense. Todas las instalaciones mineras han sido destruidas progresivamente. Las últimas casas arruinadas se han hundido todas y los últimos brotes de vida colectiva se perdieron en medio de un paisaje muerto, donde sólo habitan los fantasmas de la soledad y el silencio.
Los pozos y los túneles que hicieron los mineros en la antigüedad, se han inundado todos; y allí en las negras soledades interiores seguirá doliéndose el cobre de las crueles mordeduras de las herramientas... El viejo malacate de madera falleció, víctima de un premeditado incendio, hace ya algunos años; y el fondo de la Corta en un lago de aguas ácidas de color tinto, que reposan intactas entre los precipitados taludes de pirita.
PLANTILLA APROXIMADA DE LA MINA "PEÑA DE HIERRO" EN TIEMPOS DE "THE PEÑA COPPER MINES, Cº Ltd"
(Entre 1.910 y 1.920)
CORTA A CIELO ABIERTO | 210 trabajadores |
CONTRAMINA | 95 |
FERROCARRIL PEÑA-CASTILLO | 20 |
TALLER Y FRAGUAS | 35 |
LABORATORIO | 5 |
ALMACÉN DE EFECTOS | 10 |
POLVORÍN | 4 |
CARBONERÍA | 2 |
CARPINTERÍA | 10 |
CÁSCARA DE COBRE | 20 |
CEMENTACIÓN | 30 |
CASINO | 5 |
PANADERÍA | 5 |
OFICINAS | 15 |
GUARDAS | 10 |
OCUPACIONES VARIAS | 5 |
NOTA ACLARATORIA:
Si esta plantilla de operarios se compara con el máximo censo de población en PEÑA (825 habitantes en 1.910), se observará que hay un exceso de Plantilla; en base a que no sería posible que de 825 habitantes, trabajaran 490. La explicación hay que buscarla en los trabajadores de otros pueblos como Nerva, Campofrío, La Adelfilla y de otros caseríos próximos, como Portalegre y Ermitanos, que aunque no residían en Peña, si formaban parte del TOTAL-PLANTILLA.
El presente artículo fue escrito por D. Antonio Perejil Delay en la Revista NERVAE, del Ayuntamiento de Nerva en 1.989