En estos días en los que parece ser que la sociedad nos empuja a no apreciar las cualidades de las personas, es cuando más atraido me siento a manifestar lo mucho que admiro y respeto a mi abuelito.

Nacido en Acámbaro, Michoacán en el año de 1917, desde muy temprana edad supo de las limitaciones de la vida al haber tenido que vivir una de las épocas más difíciles de la nación mexicana: La Revolución. Tal vez al igual que a la mayoría de los jovenes de su edad, la necesidad de ser diestro en un oficio era más apremiante que el obtener una educación académica. Razones que tal vez desconozco o no recuerdo, le llevaron a aprender electricidad, tarea que le ha acompañado durante toda su vida.

Aproximadamente a los 17 años de edad comenzó a trabajar para la institución que 50 años más tarde lo vería jubilarse: El Bosque de Chapultepec. Sus responsabilidades a través del tiempo fueron desde trabajar en instalaciones eléctricas de fuentes de agua, hasta colocar sistemas de calefacción especial en las jaulas de los animales del zoológico. Por ejemplo, debido a los tan comunes cambios de temperatura de la Ciudad de México, varios animales sufrían de reumas o requerían de equipos especiales para poder vivir en cautiverio. Debido pues a su trabajo, no era extraño que la familia tuviera un apego diferente "al bosque" y creciéramos teniendo un interés especial por los animales y la naturaleza.

En 1945 contrajo nupcias con una hermosa y sencilla mujer llamada Aurora de la Vega Godoy. De su matrimonio nacieron tres vastagos: Mi mamá Rebeca, mi tío Arturo y mi tía Laura Marcela. Durante el año de sus Bodas de Oro, habrían de honrar a su segundo nieto en ser padrinos de anillos durante la primera boda de la tercera gereración: la mía.

Hace bastante tiempo que he sentido la inquetud de hacerle saber a mi abuelito lo mucho que le estoy agradecido por lo que me ha enseñado a lo largo de mi vida. Hoy, al recordar cuando a mi hermano mayor Arturo y a mí nos ponía a realizar diversas tareas, me doy cuenta que la forma que siempre ha tenido de demostrarnos su amor no ha sido a base de caricias, sino a base de querer prepararnos para la vida. Tal vez el siempre ha actuado de esa manera porque deja que mi abuelita sea quien nos manifieste su amor físicamente y por ambos. Su interés por prepararnos iba desde que aprendiéramos a hacer instalaciones ocultas de electricidad, soldar con estaño cuando hubo que hacer instalaciones de cisternas, rezanar paredes con yeso,etc. Todo esto lo aprecio ahora que tengo gracias a Dios mi hogar y me toca a mí hacer pequeñas tareas que tal vez no son muy difíciles pero requieren sus mañas.

Ahora que Dios esta por darle su primer bisnieto, me doy cuenta de que todo lo que él me enseñó, me tocará enseñarselo a mis hijos y de ese modo permitir que mi abuelito siga cerca de mi a cada instante.

Abuelito, aún cuando tal vez nunca llegues a saber de la existencia de esta página, quisiera decirte que te estoy enormemente agradecido y que me siento orgulloso de ser tu nieto.

Te quiero.

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