EL PAPA, A LAS COMUNIDADES NEOCATECUMENALES

 

Alocución de Su Santidad el Papa Pablo VI "Después del Bautismo" en la audiencia del día 12 de enero de 1977.

(Hemos transcrito sólo la parte final, de la grabación original. El discurso entero ha sido publicado en el "Observatore Romano", del 13-1-77.)

... La palabra "catecumenado" hace referencia al Bautismo. Catecumenado era el período de preparación a El bautismo. Ahora, no tiene ya, por lo menos difusiva y didácticamente, este desarrollo. Entonces estos dicen: "bien, lo haremos después del Bautismo". No ha sido suficiente la gracia santificante. Es más: la gracia santificante no ha hecho más que encender un fuego, que debe ser después luz, que se propaga durante la vida. San Agustín hace una referencia a esto: "¿No podemos anticipar? Hagamos después el Catecumenado", es decir, la instrucción, la educación, la madurez, todo el arte educativo de la Iglesia, después del Bautismo. El Sacramento de la regeneración cristiana, el cual debe volver a ser, lo que era en la conciencia y en la costumbre de las primeras generaciones del cristianismo.

La praxis, la práctica ¿no es verdad?, que es norma de la Iglesia, introdujo la santa costumbre de dar el Bautismo a los recién nacidos. ¿Qué instrucción tienen? He aquí que es necesario el padrino que suple, yo diría habla en nombre del bautizado. Pero el bautizado no saca ningún provecho de esta atestación, que el padrino da al sacerdote, dejando que el rito bautismal concentrase litúrgicamente -en efecto la liturgia todavía conserva vestigios de esta iniciación preparatoria- la preparación que, en los primeros tiempos, cuando la sociedad era profundamente pagana, precedía al Bautismo y que se llamaba "catecumenado". Más tarde la Iglesia concentró este período. ¿Por qué? Porque las familias eran todas católicas, eran todas buenas, todas cristianas; la sociedad, en el fondo, estaba orientada cristianamente: aprenderán, decía, a lo largo del camino.

Pero ahora que la sociedad ya no es uniforme, homogénea, sino que es pluralista, es más, está toda ella llena de contradicciones y de obstáculos al Evangelio en si mismo, en el ambiente social de hoy, es necesario que este método sea integrado por una instrucción, por una iniciación posterior, como decía, al estilo de vida propio del cristiano que debe ser hecha después del Bautismo.

Este es el secreto de vuestra fórmula. Es decir: dar una asistencia religiosa, conferir una preparación práctica a la fidelidad cristiana y realizar una inserción efectiva en la comunidad de los creyentes, que es la Iglesia, después de que uno ya ha entrado, efectiva y sobrenaturalmente, en la Iglesia. Ha sido como una semilla, que no ha tenido todavía el bien de desarrollarse.

He aquí, pues, el renacer de la palabra "catecumenado", que, ciertamente, no quiere invalidar ni disminuir, la importancia de la disciplina bautismal vigente, sino que quiere aplicar con un método de evangelización gradual e intensivo, que recuerda y renueva, en cierto modo, el catecumenado de otros tiempos. El que ha sido bautizado necesita comprender, pensar de nuevo, apreciar y decir amén a la inestimable riqueza del Sacramento recibido.

Y Nos sentimos la alegría de ver, que esta necesidad es comprendida hoy por las estructuras eclesiásticas institucionales, las parroquias y las diócesis especialmente, y después todas las otras de las familias religiosas. En este campo estructural, como he dicho, son fundamentales las parroquias.

Se proyecta así una catequesis posterior a la que el Bautismo no tuvo: "La pastoral de los adultos", que, como hoy se dice, viene delineando y crea nuevos métodos y nuevos programas. Además nuevos ministerios -¡cuánta necesidad de quien asista!: He aquí los catequistas; he aquí las mismas religiosas; he aquí las familias, que se convierten, también ellas, en maestras de esta Evangelización posterior al Bautismo-, "La pastoral de los adultos", como hoy se dice, viene delineando y crea nuevos métodos y nuevos programas y además nuevos misterios subsidiarios, que sostienen la exigente ayuda hoy al sacerdote y al diácono en la enseñanza y en la participación de la liturgia; formas nuevas de caridad, de cultura y de solidaridad social hacen crecer la vitalidad de las comunidades cristianas, y hacen, frente al mundo, la defensa, la apología y la atracción.

Tanta gente se polariza hacia estas comunidades neocatecumenales, porque ve que en ellas hay una sinceridad, una verdad, hay algo vivo y auténtico, es Cristo, que vive en el mundo. Que esto suceda con nuestra bendición apostólica.

 

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