Recuerdo muy bien tu rostro,
también recuerdo tus palabras
que salían de tus labios tan hermosos
cada vez que con dulzura me hablabas.
Realizaste tantos milagros
e hiciste feliz a mucha gente,
pero por culpa de nuestros pecados
te condenaron a esa cruz de muerte.
Todos los niños te querían
porque les tenías un gran cariño,
las mujeres y los hombres te seguían
sin importarles lo largo del camino.
A poner la mejilla izquierda me enseñaste
cuando mi enemigo me golpeara la derecha,
pero la muerte me golpeó muy fuerte al llevarte
y no he podido reponerme hasta la fecha.
Quisiera volver al pasado
y estar de nuevo contigo,
contigo mi ser amado
aunque sea por un ratito...
De tan sólo pensar que te has muerte
y de saber que ya no estás conmigo,
he llegado a creer que es un cuento
y que me encuentro ahora contigo.
Al saber que te clavarían,
tuve un gran temor,
yo sentí que me moría,
contigo mi gran amor.
Al ver tu cruz en el calvario
y junto a ella a tu madre adolorida,
me da pena verte ahí clavado
tan maltratado y con tantas heridas.
Al ponerte la corona de espinas
cometieron un gran error,
porque tú eres el Mesías
nuestro único y gran salvador.
Quisiera haber dado mi vida,
a cambio de la tuya Señor,
aunque me hubieran hecho mil heridas
las soportaba por ti mi Dios.
Pero yo sé que tú eres poderoso
porque venciste hasta a la muerte,
tú eres lo más grandioso
y por eso siempre estás en mi mente.
Fui a ver tu cruz,
pero no te encontré allí,
enseguida me dirigí al sepulcro
pero tampoco estabas ahí.
¿Dónde estás Señor?
¿Dónde estás mi Cristo?
¿Dónde estás amor?
¿Por qué no estás conmigo...?
Ahora que te has ido
me he quedado muy triste,
pero al fin he comprendido
que tú nunca te fuiste.
Te quedaste en mi corazón,
te quedaste en la eucaristía,
te quedaste conmigo Señor
al igual que la Virgen María.
Yo sé que la única forma de verte
y de estar siempre contigo,
es enfrentarme a la muerte
y yo creo que ese es mi destino.
Te quiero con toda mi alma,
te adoro con todo mi corazón,
escucha mi voz que te clama
¡Sí, escúchala mi gran Señor!
Ahora que me estoy muriendo
ya no tengo miedo mi Dios,
porque sé que te estaré viendo
y esa es mi única pasión.
Por fin me he marchado
ya estoy en el cielo,
al fin te he encontrado
y te he dicho: "TE QUIERO"
Al decirte estas palabras
me diste un beso en la frente,
me dijiste que me amabas
y yo te abracé fuerte.
Al voltear a verte
me he perdido en tu mirada,
y tuve que confesarte
que de ti estoy eternamente enamorada...
C
ynthia Rogers Reyes 1995
La esperanza del mañana
Se están engendrando las ideas retorcidas,
el miedo nutre los ecos del estómago
y las mentiras astutas se agazapan
en el vientre parturiento de la madre.
El niño va descalzo y da vergüenza,
y descalza camina su esperanza;
sólo espinas y clavos en la verdad del hombre
y en la crueldad del trabajo, sólo esclavos.
El rencor se funde en el calvario
lleva el hombre una cruz en sus pesares.
Los hombres no hacen nada por los hombres,
paz es palabra hueca, sin sentido...
sólo existe en los periódicos, sueño lejano,
mentiras disfrazadas por necias guerras en nombre del progreso.
Sin embargo, avanzamos en el tiempo,
el progreso es necesario,
aquí están las bombillas eléctricas,
los automóviles, la bomba atómica.
La ternura de la joven de los pies descalzos,
del cántaro en el pozo, se han perdido
¡ Nadie cuenta cuentos!
La televisión y el cine han sustituido a los abuelos.
Todo se ve perdido, sin remedio,
el futuro no existe,
el mundo se ha vuelto tan pequeño
que oprimir un botón es suficiente
para acabar con todo lo existente.
Pero no, no todo está perdido,
aún queda un pedazo de mar no contaminado,
un pedazo de tierra virgen en algún lado,
un pedazo de cielo azul,
las nubes, las estrellas, el amor...
y sobre todo ¡fuerza!
¡Juventud!
En tus manos está el hacer un mundo mejor.
¡Juventud!
Tu lenguaje es abierto
porque abierto está tu corazón para el cariño,
estás en la conciencia de los viejos
y vibras en el juego de los niños.
Juventud que tienes la fuerza de la razón en el espíritu,
que tus impulsos se nutren con la fuerza vibrante de la sangre
no pases por alto la injusticia,
lucha por la razón y las verdades.
No permitas que otras luchas salpiquen nuestras tierras
como reptil que emponzoña a las ovejas,
que no amarguen el pasto de esta tierra
y que sea siempre dulce la miel de las abejas.
Tengo confianza en tu fuerza.
Tenemos confianza en tu fuerza
que es compendio de todo lo que eres,
apóyate en la razón para que triunfes.
Sé que luchas con fe
porque la fe es la esencia del cosmos
y la sabia fecundante del espíritu.
¡Juventud! Despierta de este sueño que te hicieron
y tira a la basura las palabras huecas que todavía te arrullan.
¡No eres gente del mañana!
¡No!
Ya existes
tienes un aquí y un ahora propios
un presente que te pertenece.
La herencia que te dieron no es muy buena
hay valores perdidos
¡encuéntralos!
Aún puede haber amor en este mundo
y convivencia fraternal entre los hombres.
Este es tu destino, no lo esquives,
impulsa la esperanza como guía
de lo que habrás de ser desde este instante.
¡Juventud!
Levántate, camina, vive
no invoco tu nombre en vano.
¡Eres la esperanza del mañana!
Ana Belén Rodríguez Gurrola
Oración al pan
¡Hombre!
Por la belleza sacrosanta, adora y canta.
Por la belleza, música de Dios, únete a Dios.
Por la belleza, divina Eucaristía,
haz de los universos medida y armonía
¡Hombre!
Da por amor, al triste y desvalido,
tu corazón, tu pan y tu vestido.
Por amor, con tus labios virginales
besa heridas y llagas de hospitales.
Por amor, por amor, como Jesús,
ríe al dolor, cogiéndote a una cruz.
Belleza, amor, verdad...
suprema trinidad: éste es tu Dios.
¡Hombre!
¡Vive por Dios!
¡Sufre por Dios!
¡Muere por Dios!
¡Y bendito en la eterna paz serás,
porque de tanto sufrimiento en pos,
trigo de Dios
absorto en Dios, descansarás!
Trigo de abril, mies del Señor,
danos el candor.
Trigo de agosto, luz que irradia,
danos alegría.
Trigo segado en la heredad,
danos la humildad.
Trigo molido, polvo de lirio,
danos el martirio.
Trigo de trigo, miga y corteza,
danos amor, dolor y paz y fortaleza.
Trigo, danos el candor,
danos la alegría,
danos humildad,
danos el martirio.
Danos amor, dolor y paz y fortaleza.
Y así seremos el pan de Cristo,
el pan de Dios, el pan del bien:
Pan de la gloria eterna, pan de panes, amén.
A. Guerra Junqueiro
Nací libre
Nací libre, y amé la libertad.
Amé la libertad como el cóndor
en las nevadas alturas de los Andes,
como el ave que cruza en el espacio
y que desciende en paz
para posarse entre las copas de los árboles.
Nací libre, en esa dimensión del ancho cielo
y en esa inmensidad del mar abierto.
Libre tiene que ser mi pensamiento
para tocar los nublos, y para cortar el viento.
Quiero sentirme pluma, quiero sentirme ave,
desprenderme del suelo y cruzar por el espacio,
quisiera ser gaviota para extender los brazos
y sentirme en libertad en pleno vuelo.
Vivir en paz, y en esa libertad que el hacedor me ha dado.
Vivirla y repetirla a cada paso,
pero mi voz se calla...
¿Puedo hablar de libertad frente al hombre
golpeado por la estafa, y frente al engaño de palabra falsa?
¡Hablar de libertad cuando la justicia se pone en
las manos que le pagan, es algo que me cansa!
¡Hablar de libertad frente al ladrón que roba un mendrugo de pan,
es algo que me sangra!
¡Cristo Dios, no puedo sentirme libre
frente al cansancio de un hombre,
y en su inútil esfuerzo sobrehumano!
¡No puedo Señor, hablar de libertad
cuando el hambre se está convirtiendo en lágrimas!
¿Cómo hablar de libertad cuando el hermano
se transforma en fiera y ataca por la espalda,
por la mano parricida que la ataca?
¡Hablar de libertad cuando se pierden los valores
y las cárceles estallan, es algo que me amarga!
¿Alguien se siente libre cuando la razón se calla?
¿Cuándo se confabulan la fuerza y el poder para formar murallas?
¿Puedo sentirme libre cuando está dividida la sangre de mi raza,
y cuando el poderoso anula al miserable?
¡Qué triste es la libertad a ese precio,
y que desprecio a la libertad sin esperanzas!
¡Cómo hablar de libertad cuando el odio
comprende la dignidad del alma!
¡La pobreza humilla, y humilla la injusticia!
¡Pero nos sentimos libres!
Libres cuando la codicia ha puesto barreras que nos atan.
Nací libre, pero me siento atada...
quizá en la realidad sólo soy un mundo,
pero el instinto de libertad me lleva a las alturas,
a la brisa del mar, y a la húmeda espesura...
¡Me lleva a esa tibia oquedad donde el amor anida,
y donde el ave canta!
¡Quiero sentirme libre!
¡Libre como el cóndor para alcanzar las nevadas alturas de los Andes!
¡Quiero sentirme pluma, quiero sentirme ave!
¡Quiero ser gaviota en el silencio de todas mis palabras!
Catalina Pastrana Guerrero
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