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Blade Runner: la pregunta como forma de ser

© Jesús Ademir Morales Rojas [ cioranmx@yahoo.com.mx ]




En un mundo devastado y agónico, en donde poco a poco lo artificial ha colmado cada centímetro de la realidad de los hombres; en donde el hábitat natural, verde y húmedo, lleno de sol, ha dado paso a un Kraken de urbanizaciones sin sentido; donde la noche eterna, propiciada por el manto de contaminantes en la atmósfera, derrama lágrimas de acido sutil sobre las cabezas de los desquiciados habitantes de este hormiguero fúnebre; justo allí, en ese lugar que Dante y Milton no quisieron mencionar, quizás debido a una secreta piedad, las cosas se miran en el espejo, y demandan una explicación acerca de su ser.

Tal mundo evocado es el nuestro, y no lo es: es el creado por la cinta futurista “Blade Runner”, del director británico Ridley Scott, basada en la novela “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” del inmenso Philip K. Dick . Se refiere tal nefasto panorama, a la ciudad de Los Angeles en el año 2019, pero como casi siempre, la realidad ha superado a la ficción, y mucho de lo antes presagiado con la esperanza de no suceder, ha dado paso al suceso cotidiano de la desesperanza.

Y sí; las cosas se miran en el espejo y demandan una explicación acerca de su ser. Los replicantes relatados en la obra cinematográfica citada, seres artificiales creados con el fin de realizar tareas peligrosas en la exploración espacial, una manera de extender el cáncer de lo humano a los ámbitos cósmicos, de pronto, motivados por un entorno en donde hasta los animales más ínfimos tienen ya engranes o transistores, se rebelan contra las condiciones de existencia que les han sido otorgadas por sus creadores humanos, y les piden cuentas (cuenta y razón: logos-mundo), les exigen la facultad de erigirse, como autores de su propio destino, y lo hacen demandando más tiempo de "vida", debido al hecho de haber sido impuesto en su sistema vital, de funcionamiento artificial, un tiempo limitado de antemano: cuatro años.

¿Qué es lo que sucede aquí? ¿Qué quiere decir que el hijo se revele ante el padre y le pida más vida, siendo insuficiente para él la que se le ha otorgado en un inicio?

Si meditamos un momento, el ser humano es humano precisamente por tener conciencia de ser, por persistir en ese mismo ser, y en su conciencia de ello. Y si ha logrado obtener esta facultad, ha sido precisamente por actuar de la misma manera que su vástago, lo cosificado, el brote de materialidad omnipresente a la que ha dado gestación, en su propio ser.

Podemos conjeturar acerca de a quién, o a qué fue lo que exigió tomar las riendas, de su propio “salir fuera de”, su existir particular. Pero independientemente de todo, ese pedir cuentas, ese ser re-contado, re-escrito, pedir una explicación, un por qué, es la clave para comprender cómo el hombre ha llegado a ser, o a no ser lo que se muestra en nosotros, por lo que dejamos de ser fuera de nosotros: el cielo es el límite, ilimitado aún.

Y si el hombre vio así la luz de su ser, ¿cómo tomar pues, ese cuestionamiento insolente, al que someten a sus diseñadores?, Tal vez como una mínima esperanza, de que el mundo que hemos hecho ahora, en base a la técnica, y ya no vivido, habitado, como antes; ese peligroso ámbito del hoy, guarde en lo profundo una esperanza de renacimiento pleno. “Lo peligroso no es la técnica. No hay ningún demonio de la técnica; más bien, el misterio de su esencia” dice Heidegger, la esencia de la técnica es un secreto y un misterio. Si nos abrimos a ella, nos hallamos de súbito, y sin anticiparlo, ante un horizonte de liberación. Porque en efecto dice el poeta Hölderlin:

Donde hay peligro, crece también lo que salva

Heidegger propone recordar que el crecimiento siempre se da, a partir de las raíces más profundas, aquellas menos a la vista. Es por lo cual insensato des-cubrirlas de modo inmediato y sin habernos pre-parado con anticipación. Es en tal esencia honda y escondida, donde yace lo que puede dar liberación, las llaves de la jaula de luces que es el mundo. La esencia de la técnica no es solamente lo que provoca, sino que a la vez, puede ser leída como una manera di-versa de acaecer la verdad, junto al Otro, a los otros.

Heidegger enuncia: "En la esencia del peligro se oculta la posibilidad de una vuelta, en la cual el olvido de la esencia del ser, hace un viraje tal, que con esta vuelta, la verdad de la esencia del ser entra propiamente en el ente".

Esto nos conduce a la posibilidad de re-conocer y valorar a los demás entes, de poder afirmar o negar a la técnica y a utilizar sus objetos y facilidades y no ser (in)utilizados, por ella.

Esto podemos verlo en la figura de Roy Batty, el líder de los replicantes, rebeldes y asesinos, que re-capacita (en) su modo de pensar durante el enfrentamiento final con Deckard, el bladerunner, el agente oficial de las fuerzas reaccionarias de lo humano, el policía encargado de “retirarlo”.

Teniendo la oportunidad de acabar con Deckard, su oponente, y quién terminó con la “vida” de sus amigos replicantes, no obstante, Batty, decide salvarle, cuando el agente estaba a punto de caer de un edificio, al intentar escapar de su furiosa venganza.

Batty lo per-dona, y en eso mismo, logra donarse él tal nuevo modo de asumir su esencia, de dejarla entrar por fin en su ente: él es un androide, una máquina, sí; una cosa tan sólo, pero una cosa que tiene la libertad y las facultades de pensarse distinto, diverso, poseedor ya, de una manera de vivir(se) más, sin vivir más mucho tiempo.

Y quizá esto nos dice la paloma que libera Batty al morir, ahora si morir y no dejar de funcionar, puesto que tal nívea criatura, aún siendo artificial también , ya no es eso solamente, y bien puede ser ahora el mismo Roy Batty , transfigurado en un ave que alcanza el cielo, al decidirse a volar.

Esto es posible advertirlo también en Rick Deckard, el bladerunner, quien al enamorarse de una bella replicante, se des-cubre distinto también, y se re-conoce cosa, androide, replicante. Puesto que, como se lo confirma su compañero policía, indirectamente, con ciertas figurillas de papel, sus pensamientos más personales han sido impuestos en su conciencia por otros: es un ser programado, un replicante.

Androides que se hacen hombres y hombres que se animan a saberse artificiales: todo es posible cuando el mundo ha olvidado su esencia falaz, la del mero ente, y se decide abrirse a nuevos modos de asumir su verdad, la verdad del ser, aun sólo con la forma de un preguntar que forma, (in)conforma y transforma Todo en todos, y el mundo en mundos posibles.

Batty al morir, poetiza su vida entera:

"Yo he visto cosas que ustedes no creerían: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad, cerca de la Puerta de Tannhäuser Todos esos momentos se perderán en el tiempo Como lágrimas en la lluvia Es hora de morir".

¿Quiere decir que podría ser el arte, el camino para esta superación?

Heidegger sólo se limita a decir: “Si al arte le es otorgada esta suprema posibilidad de su esencia en medio del extremo peligro, no lo puede saber nadie. Sin embargo, podríamos asombrarnos. ¿De qué? De la otra posibilidad de que la furia de la técnica se instale por todas partes, hasta que un día, a través de todo lo técnico, se haga presente la esencia de la técnica en el evento de la verdad”. Puede que la verdad no sea sino este incesante preguntar por ella, porque aún no siendo eso tan sólo, puede decir con todo merecimiento, quién replique por ella, que es, que bien puede ser eso y más.



©  2007, Jesús Ademir Morales Rojas.


El presente ensayo pertenece al web site Jack Blade Runner Page:
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