Al estudioso de la literatura religiosa
española del SXVI le admiran dos hechos fundamentales:
1) El número de escritores extraordinarios
que cultivaron la literatura ascético-mística.
2) La maravillosa calidad de estos escritores.
Sus obras elevan un monumento al buen gusto literario, a la sana
retórica y hacen de ellas uno de los momentos más creativos de
toda la litera-
tura española.
Comúnmente se suelen considerar a los
santos Carmelitas, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz como las cimas más
puras y más representativas de la literatura ascético-mística.
Esto no debe ser motivo para olvidar a otros autores. Como el número
de éstos, que merecen ser estudiados, analizados y recordados, es muy
amplio, vamos a ofrecer una visión de conjunto; estudiando
las tendencias ascético-místicas más representativas
tal como se vivían en las Órdenes Religiosas
,a las que pertenecen estos escritores. Se trata de un criterio operativo y
funcional pues lo que separa a una Orden Religiosa de otra son simples
matices en la forma de imitar a Cristo en pobreza, obediencia
y castidad, esencia de la vida religiosa consagrada.
ESCUELA FRANCISCANA.- Esta escuela es fiel
continuadora del espíritu de Francisco de Asís, tanto en su forma
existencial y vital, como en su idea de una espiritualidad basada en la afectividad;
los aspectos intelectuales y puramente especulativos son pospuestos. El carácter
popular de la espiritualidad franciscana motivó que sus principales representantes
utilizaran un prosa ágil, con ritmo lírico, muy poco argumentativo;
las estructuras del periodo oratorio son dinámicas; en el ornato
(estética del discurso) son los símiles, con su valor para la
ejemplificación y con su didactismo, el recurso más utilizado.
Los autores más representativos de esta escuela son: Bernardino
de Laredo, San Pedro de Alcántara, Francisco de Osuna, autor del famoso
tratado ascético TERCER ABECEDARIO, del que Sta. Teresa escribe
con evidente gratitud:
" Me dio aquel tío mío que
tengo dicho un libro, llámase "Tercer Abecedario", que
trata de enseñar oración de recogimiento;
y puesto que este primer año había leído
buenos libros, no sabía cómo proceder
en la oración ni recogerme, y así holguéme
mucho con él y determinéme a seguir
aquel camino con todas mis fuerzas. Y como
ya el Señor me había dado lágrimas
y gustaba leer, comencé a tener ratos de sole-
dad y a confesarme a menudo y comenzar aquel
camino teniendo aquel libro por
maestro" ( Vida, c.26)
Es, sin embargo, Juan de la Ángeles
quien mejor representa la gran riqueza prosística de la escuela franciscana,
en su obra la ingenuidad poética de una prosa dúctil y sencilla
se une a un orden lleno de armonía, exposición clara y sencilla
; un ornato ajeno a toda afectación, pero lleno de un arrebatado lirismo.
Sobre este gran prosista, injustamente olvidado, escribe D. Marcelino Menéndez
Pelayo.
"Juan de la Ángeles es uno de los más
suaves y regalados prosistas castellanos,
cuya oración es río de
leche y miel (...)no es posible leerlo sin amarlo y sin dejarse
arrastrar por su maravillosa dulzura, tan
angélica como su nombre" ( Historia de
las ideas estéticas..)
ESCUELA DOMINICANA.- La escuela mística
dominicana tiene especificidades que se manifiestan no sólo en la concepción
de la mística, sino y, muy principalmente, en su expresión literaria.
En esta escuela por su carisma fundacional, orientado al estudio de la
Teología en sus distintos contenidos: bíblico, espiritual, dogmático,
moral, según los criterios científicos expuestos por su más
importante teólogo, Tomás de Aquino, quien en la primera
parte de la SUMMA, demuestra el carácter estrictamente científico
de la Teología; la mística es sometida a un riguroso análisis
científico-teológico. No faltan grandes teólogos dominicos
., como Melchor Cano, quienes opusieron serios reparos a los místicos
debido a ciertas teorías pseudo-místicas ,como las defendidas
por los quietistas e iluministas, claramente heterodoxas. Frente a esta reserva
ante la mística, los escritores dominicos tratan con especial dedicación
los temas ascético-morales. En esta escuela destaca un prosista y retórico,
extraordinario ,Fray. Luis de Granada, en sus obras más importantes:
GUÍA DE PECADORES y EL LIBRO DE LA ORACIÓN Y MEDITACIÓN,
une de forma magistral el más puro espíritu especulativo con la
más genuina tradición retórica ciceroniana. Su prosa
es sobria , con claro predominio del estilo llano, marcado por un acento pretendidamente
didáctico. Fray. Luis de Granada dejó un huella indeleble
en todos los prosistas de los siglos XVI y XVII, no sólo con su obras
ascéticas, sino y, muy principalmente, con su interesante preceptiva
retórica.:" ECLESIÁSTICA RETÓRICA SIVE ARS CONCINANNDI".
Es importante constatar , que Luis de Granada no sólo es un retórico
intelectualista, sino que en su prosa se encuentra una riqueza considerable
de elementos afectivos e imaginativos. Amante fidelísimo de la Iglesia,
critica con serenidad y objetividad los defectos de algunos eclesiásticos,
pero elejándose del furor reformista y , e veces un poco cínico,
de los partidarios de Erasmo.
ESCUELA AGUSTINIANA.- Uno de los momentos
cumbre de la prosa retórica religioso-mística lo representa la
escuela agustiniana. Los hijos Agustín de Hipona el
genio más grande de la historia del pensamiento, junto con Tomás
de Aquino, son partidarios de una espiritualidad en la que tanto los elementos
intelectuales, como los afectivos juegan un papel muy equilibrado. Siguiendo
el ejemplo de su Santo Fundador, quien en su célebre libro IV del tratado
DE DOCTRINA CHRISTIANA, inspirado en el modelo retórico ciceroniano,
puso los fundamentos de una auténtica retórica cristiana, la escuela
agustiniana da gran importancia a la estética y a la retórica
para comunicar con efectividad el mensaje espiritual. Entre los autores más
representativos de la escuela agustiniana está Fry. Luis
de León, quien luchó, ante la incomprensión de los tradicionalistas,
por elevar la dignidad del romance castellano, equiparándolo al latín.
Los prólogos a su obra LOS NOMBRES DE CRISTO, son todo un
tratado de estilo literario. PEDRO MALÓN DE CHAIDE, es un
prodigio de estilo retórico ;en su obra LA CONVERSIÓN DE LA MAGDALENA
se presenta como estilista brillante, de prodigiosa imaginación
y con un estilo de gran dinamismo; en su obra predomina el adjetivo
tanto antepuesto como pospuesto, elementos descriptivos que dan a su obra ,
en algunos momentos, un marcado patetismo.
ESCUELA JESUÍSTICA
Los jesuitas inspirados en la espiritualidad
militante y bélica de Ignacio de Loyola cultivaron una prosa sobria y
de gran personalidad. Los grandes escritores educados en las exigencias estilísticas
de la célebre RATIO STUDIORUM, el ordenamiento educativo más
influyente y mejor estructurado de la época moderna, plasmaron
en sus obras un prosa libre de encorsetamientos, ágil, de gran expresividad
y realismo. Los jesuitas, como no podía ser menos, subordinan la
efectividad y brillantez retóricas a la objetividad
persuasiva. Uno de los autores más representativos de la escuela
jesuitica es Alonso Rodríguez, su famosa obra EJERCICIO
DE PERFECCIÓN Y VIRTUDES CRISTINAS
es una delicia, incluso hoy, por su agilidad y espresividad.
No podemos finalizar esta visión de
conjunto de u famosa obligiosa , sin hacer una
especial mención de un escritor, difícilmente encuadrable
en ninguna de estas escuelas. Estamos hablando de San Juan de Ávila.
Su obra más representativa AUDI, FILIA , es un tratado
de mística experimental que tiene como eje temático la doctrina
de San Pablo : La Iglesia Cuerpo Místico. Juan de Ávila
es un escritor eminentemente popular, su estilo es llano, casi elemental, influenciado
por su gran vacación de predicador abierto a los más
sencillos y humildes.
Texto facilitado por:
Fidel García Martínez
Graduado en Teología.
Doctor en Filología Románica.
Catedrático Lengua Literatura.
Licenciado en Ciencias Religiosas.