Ella estaba tumbada en el sofa.La televisión encendida mostraba una película a la que ninguno de los presentes estaba haciendo caso. Julia dormitaba, ajena a lo que a su alrededor sucedía.....
Mario llevaba la vista fija en las luces de su automovil, los faros reflejaban las ramas de los arboles de las cuales escurria la lluvia incesante, y en ocasiones los furiosos relampagos iluminaban el bosque con siniestros rayos de luz multicolor. En su mente, Mario trataba de comprender porque Julia lo habia llamado con tanta urgencia; no podia imaginarse que podria ser tan importante que no podia esperar hasta la manana siguiente.
Fuera la tormenta que se iniciara hora antes estaba en todo su
apogeo.La lluvia golpeaba furiosamente los cristales de las ventanas.Era una noche de tormenta.Pero aquella noche no sería como las otras...
Mario Garduno era un hombre de mediana edad, culto, egresado del Instituto de Tecnologia de Massachusetts y actualmente Director del Laboratorio de Investigacion de Fenomenos Siquicos en Richmond Virgina; su relacion con Julia se habia iniciado solamente tres semanas antes, cuando ella habia llamado a su oficina para consultarle acerca de extranos episodios en su
residencia en los cuales su hija Nora estaba estrechamente involucrada. El automovil seguia la azarosa ruta hacia la casa de Julia, y Mario ignoraba que dentro de pocos minutos se veria envuelto en un terrible caso de multiple personalidad.
"Solo espero que no se trate del Sindrome de Salem, hace cuatro anos casi perdi la vida con uno de esos....." murmuro a si mismo Mario, evadiendo los grandes charcos y tratando de concentrarse en la conduccion del vehiculo en la pertinaz tormenta.
Victor L.
Mientras Mario seguia atento al volante de su
automovil no pudo evitar el recordar a Nora. Nora era
una chica joven, demasiado para él, aunque quizás
fuera precisamente eso lo que más le atraía de ella.
En ella todavía quedaban resquicios de esa inocencia
que Mario no había encontrado nunca en ninguna de sus
excasas amantes. Mario recordaba ahora cuando la vio
por primera vez en la casa hacia la que ahora se
dirigia, con un camison blanco con bordados que junto
con la melena rubia que le caía a ambos lados de los
hombros le hacian parecer más una divinidad que una
jovencita a veces maleducada por la pasion de la
juventud.
De repente Mario vio la imagen que estaba recordando
delante de él, en mitad de la carretera, con ese mismo
camisón, aunque esta vez empapado por la lluvia y en
un rostro que le dejo petrificado.
Mario giro bruscamente el volante y se estrelló con un
árbol al lado de la carretera.
Afortunadamente a Mario no le gustaba la velocidad.
Eso le salvó la vida.
Jose E. Bosch
Muchas gracias por la colaboración
o © Myriam Navas 1999