LA MUSICA DE 2.001...

Una odisea del espacio significa en la filmografía de Stanley Kubrick, su primer paso encaminado a controlar el apartado musical de sus producciones. En sus anteriores películas la banda sonora estaba realizada por músicos de categoría que habían creado temas más o menos adecuados a las imágenes del film; es el caso de Gerald Fried en sus primeras películas, de Alex North en Spartacus (Espartaco, 1960) de Bob Harris y Nelson Riddle en Lolita (1962) y de Laurie Johnson en Dr. Strangelove (¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, 1963). En 2001 Kubrick inicia su peculiar selección de temas musicales que luego se extendería a sus posteriores films, como Clockwork Orange (La Naranja Mecánica, 1972), donde es ayudado por Walter Carlos, Barry Lindon ( 1975) con adaptaciones clásicas a cargo de Leonard Rosenman, y The Shining (El resplandor, 1980) de nuevo con Walter Carlos (convertido ya en Wendy Carlos). 

De todas las películas de Kubrick, "2.001: Una odisea del espacio" es la única que cuenta con dos bandas sonoras ya que es precisamente esta película la que marca el paso de la música compuesta expresamente a la música anterior al film. Las dos bandas sonoras son:

2001: Una odisea del espacio es ya un clásico indiscutible, la película definitiva sobre las atmósferas estelares, la obra maestra (y como tal, punto de partida para una oleada de imitaciones) de la ciencia-ficción espacial. Pero también lo es por su peculiar banda sonora, oscilante entre dos polos opuestos que fusionados no se repelen si no que consiguen el milagro de atraerse y envolver el film como un celofán transparente. Esos bornes son, por un lado, la música clásica en su sentido tradicional, y, por el otro, la vanguardia innovadora, el progresismo musical. Es decir Johann Strauss, Richard Strauss y Aram Kachaturian a la derecha, y Gÿorgy Ligeti a la izquierda. 

El técnico, el crítico o el espectador normal, podrían estar más de acuerdo con la visión fantasmal o ultramoderna de un mundo de astros y estrellas representada por la música de Ligeti, ya que al fin y al cabo es una música muy adecuada para insinuar esa sensación de vacío, ese temor a lo desconocido, esa soledad del hombre. Por ello, resultó más chocante que Kubrick optase por un vals vienés para arropar la suprema coreografía de los astros bailando, mientras las naves flotan -danzan- a su alrededor. Pero, como se ha comentado en más de una ocasión, ¿Qué otra música podría haber resultado más eficaz para representar la enorme danza estelar? 

Las películas posteriores sobre los espacios interestelares optaron por el tradicionalismo musical, con bandas sonoras sinfónicas salvo muy pocas excepciones. La grabación refleja algunos de los temas más representativos de esas películas que tienen como tema común al hombre, en sus viajes y aventuras por esos espacios ya cotidianos, pero que acontecen, eso sí, después del año 2001...


Volver a la página de 2.001: Una odisea del espacio.

1