Excerpta from the book
CIRUGIA DEL TÓRAX
by Ferdinand Sauerbruch

Editorial Labor, Barcelona 1926


Los comienzos de la Cirugía Torácica coinciden con los primeros esfuerzos terapéuticos quirúrgicos.

Ya en los tiempos prehipocráticos se menciona, entre otros el tratamiento del Empiema. HIPÓCRATES le dedica una detallada descripcion. Sus aportaciones diagnósticas, sobre la sucusión, la fiebre, la disnea, el aumento
de volumen de un lado del tórax y la imposibilidad de acostarse el enfermo sobre el lado opuesto, son clásicas.

En el tratamiento de la supuración pleural, colocaba alrededor de la mitad torácica afecta un pedazo de lienzo cubierto de arcilla hemedecida. Ulteriormente, abria el tórax por el punto en que primero se secaba la arcilla, lo que generalmente correspondia a las partes bajas del tórax. Para ello, seccionaba apliamente la piel con un bisturi y perforaba las partes profundas con una lanceta.

Hipócrates
A veces, practicaba también la abertura valiéndose de un hierro candente. El pus era evacuado poco a poco en el transcurso de 10 dias. En el entretanto, colocaba en el orificio practicdo un tapón hecho con tiras de lienzo. A los 10 dias, vertia por el orificio aceite y vino calientes, que se abandonaban en la cavidad pleural durante 12 hora, practicándose la cura dos veces al dia. En seguida que el pus adquiria un aspecto claro y viscoso, colocábase en el orifício un Tubo de Estaño que iba acortándose a medida que la cavidad pleural se secaba, para finalmente suprimirse del todo.

El adecuado tratamiento del del empiema según Hipócrates, fué con el tiempo abandonado. A Pablo de Egina, por ejemplo, le asustaba abrir la cavidad torácica mediante el bisturí o el hierro candente, contentándose con cauterizar en varios puntos el pecho y el cuello, valiéndose de la raiz de aristoloquia encendida.

Los Abscesos Pulmonares Postneumónicos fueron también conocidos de Hipócrates, quien llegó a saber que pueden abrirse en los bronquios y en la cavidad pleural. También, en tales casos, se esforzaba por abrir quirúrgicamente el foco purulento.

Las Heridas del Pecho, recibidas en los combates, ocuparon muy tempranamente a los médicos. Así, Celso describe como sintomas de herida pulmonar la disnea, el escupir sangre espumosa y la salida de aire y sangre por la herida. Más adelante, se establecia, en los casos dudosos, el diagnósticos de abertura de la pleura por un método particular de exploración. Se colocaba delante de la herida una llama, una pluma o un copo de lana, y de su movimento se deducia la salida de aire, y por tanto, la lesión de la pleura.

En los dogmáticos tiempos de la Edad Media, sólo existe un hecho digno de mención. Ambrosio Pareo describe el Enfisema Cutáneo. Dará idea de las concepciones de aquella época los procedimientos curativos de las herídas del pecho. Se vendaban en una habitación obscura, iluminada por bujías, pues la luz del dia decíase ser perjudicial.
Pare

En los comienzos del siglo XVIII se describe por vez primera el Neumotórax, designándosele con la denominación de Enfisema Interno. Hewson fué quien introdujo la palabra Neumotórax. Este mismo autor estableció ya que las adherencias pleurales impiden su aparición.

A mediados del siglo XVIII se comenzó a tratar quirúrgicamente las Hemorragias de la Pared Torácica. Para averiguar si la sangre procedía del interior del pecho o de su pared, Richter propuso un especial procedimiento, Introducia un naipe por la herida externa hasta debajo de la costilla. Según su opinión, la sangre que salía por delante del naipe procedia de la arteria intercostal. Si la sangre se escurría por debajo, dependia de una herida pulmonar. Cohibir la hemorragia intercostal ocupaba un lugar preeminente entre las medidas terapéuticas de las heridas del pecho. Casi cada cirujano tenía su método particular. La generalidad consideraba el taponamiento como el procedimiento de elección.

A aquellos tiempos correspondió también las primeras ideas sobre el tratamiento operatorio de las Heridas del Corazón. En la antiguedad, se consideraba mortal toda herida del corazón, especialmente si habia sido producida por la penetración de una saeta o de un puñal. Se cuenta de Epaminondas que en la batalla de Mantinea fué atravesado por un saeta. Los médicos le advirtieron de no arrancarse la misma. Sólo cuando le fué anunciada la victoria de los tebanos ordenó que le sacaran la saeta, desangrándose... Digno de mención es que ya Morgagni señalase que lo que determina la muerte es menos la herida en sí que la compresión del órgano por el derrame sanguíneo.

En la primera mítad del siglo XIX, los médicos se ocuparon de nuevo, detenidamente, de las supuraciones torácicas. Al empiema originado por la abertura espontánea de un absceso hepático o pulmonar superficialmente situado, en la cavidad pleural, se llamaba Empiema per effusionem. El reverso de éste era el Empiema per exudationem, determinado por exudación de la pleura misma en los casos de pleuresía y de pleuroneumonia. Cuando el pus se abría paso espontáneamente a través de la pared torácica, se hablaba de Empiema necessitatis.

A mediados del siglo XIX, se logró el Perfeccionamiento de los Métodos Físicos de Exploración y del diagnóstico clínico. Un progreso terapéutico fué comprender que los derrames purulentos y pútridos de la pleura deben combatirse mediante la amplia incisión del tórax.
Las observaciones realizadas en la guerra, principalmente por Larrey, condujeron al Tratamiento Operatorio de las Heridas del Pecho.Larrey se esforzaba por cerrar inmediatamente el neumotórax abierto. Dieffenbach iba mas lejos, y recomendaba la sutura circunfleja. Previamente, avivaba la herida, excindiendo la porción lesionada.
Larrey

Hasta hace poco, el tratamiento de las heridas pulmonares se limitaba, en general, a los procedimientos conservadores. Aun en casos de graves hemorragias por lesión del pulmón, Pirogoff, Demme, Stromeyer y Esmarch, contentábanse con el tratamiento de la herida externa y una sangría.

Tanto más sorprendente es esta discreción por parte de los cirujanos, cuanto que, en el entretanto, se establecían, mediante experimentos en animales, las primeras bases de una terapéutica quirúrgica llena de promesas.

Helfreich, en 1905, terminaba este capitulo de su Historia de la Cirurgia con las siguientes palabras:"Los antiguos cirujanos reconocieron la impotencia del arte médico en este punto. La "Cirugia Pulmonar", cultivada en los dos últimos decenios, sobre todo en forma de experimentos en animales, no ha acreditado todavia lo que puede dar de si aplicada al hombre."

A pesar de sus escasos resultados prácticos, estos experimentos fueron el primer impulso de un rápido desarrollo de la cirugía intratorácica.
Especialmente, gracias a Franz Konig, progresaron los conocimientos de fisiologia y de patologia experimental de los órganos intratorácicos. Muchos detalles establecidos por él, a base de experimentos en animales, han hallado aplicación práctica más adelante. Ulteriormente, han trabajado con fruto por sentar las bases de nuestros conocimientos en cirugia torácica, Gluck, Schmidt, Biondi, Helferich, Garré, Karewski, Kronlein, Murghi, Tuffier...
Tuffier

El tratamiento quirúrgico de las heridas del corazón ha sido estudiado y se ha difundido rápidamente. Hasta 1896 no se intentó en el hombre la sutura cardíaca, llevada a cabo por Farina y Capellen: sus operados murieron. Pero en el mismo año, Rehn logró curar, suturándola, una herida del ventrículo derecho por instrumento punzante, operada a las 48 horas a causa de hemorragia persistente. Después de este resultado fundamental, han sido descritas, en los 10 años siguientes, 140 suturas cardiacas.

Ha contribuido poderosamente al progreso y desarrollo de la cirugía intratorácica el Diagnóstico roentgenológico. Sus ventajas, sin embargo, no pudieron aprovecharse del todo hasta la introducción del Método de la Tensión Diferencial (1904), que facilitó y dió seguridad a la técnica de las intervenciones operatorias en la cavidad torácica
Sauerbruch


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