Programa
Fundamentación de las prácticas a desarrollar en la R.I.Sa.M.
Trabajo comunitario
El trabajo comunitario en Salud mental representa la construcción de alternativas que
desplazan a la institucionalización psiquiátrica, representada por el hospital psiquiátrico, a
una restitución a la comunidad de sus problemas de salud y enfermedad mental, para una
gestión conjunta de las soluciones.
Su objetivo principal es el de promover la participación comunitaria y el de lograr que las
comunidades utilicen sus potenciales recursos para la resolución de sus principales
problemáticas.
Trabajar con la comunidad requiere de los técnicos y trabajadores una adecuada preparación,
ya que ha sido debidamente demostrado que acercarse a los colectivos humanos con
voluntad y espontaneismo empírico no constituye más que un intento humanístico que
refuerza aquellos determinantes que han producido las fracturas en las organizaciones,
convirtiendo a las comunidades más desposeídas en verdaderas “poblaciones en riesgo”.
Prácticas de salud mental en hospitales generales.
Tradicionalmente la Medicina Mental realizó con el sufrimiento psíquico prácticas de
segregación y exclusión que intentaba recubrir con sus teorías taxonómicas, cuyo exponente
máximo es el manicomio. Así, la psiquiatría se hacía cargo del mandato social de excluir al
diferente.
Los servicios de Salud Mental en Hospitales generales, son parte de una política de
desmanicomialización, que se basa en oponer a la política de segregación y exclusión, una
de integración en todos sus niveles.
Por otro lado, no puede escindirse al hombre y a su manera de padecer, lo que deriva en
considerar a la Salud Mental como inherente a la salud integral del ser humano, los grupos y
la comunidad.
Sabido es que casi el 20% de las demandas realizadas a la medicina son fundamentalmente
demandas que derivan de expresión somática del sufrimiento mental, lo que produce un gran
obstáculo al accionar del médico, que con sus instrumentos técnicos no acierta a responder
adecuadamente a esas demandas, es así que el paciente ingresa en un largo y costoso camino
de exámenes y estudios con el fracaso reiterado en cuanto a su sufrimiento psíquico, y en
muchos casos con el siguiente aumento del malestar, tanto del paciente como del médico.
En estos casos donde la práctica de la interconsulta demuestra toda su eficacia, ya que
previene la medicalización del malestar, y colabora con el médico en su tarea de soportar la
demanda social.
Asimismo, la participación en equipos de salud y/o en equipos interdisciplinarios de
Trabajadores de Salud Mental, permite lograr espacios de trabajo interdiscursivos, lo que
redunda en un abordaje más racional y adecuado de diferentes problemáticas tales como
desnutrición, maltrato, adolescencia, embarazo temprano, Sida, enfermedades
psicosomáticas, etc.
El trabajo cotidiano en las salas permite la convergencia y el intercambio de saberes,
logrando así la desmitificación de un Saber Absoluto y unívoco, y la construcción de otras
respuestas que las tradicionales a las problemáticas de Salud Mental.
Prácticas de salud mental en problemáticas sociales.
La situación político social por la que atraviesa nuestro país, la desocupación, las políticas
de ajuste, la creciente de la fragmentación y fracturas de las organizaciones sociales, la
corrupción generalizada, el modelo mercantilista y liberal produce efectos en la población,
que manifiesta su creciente malestar con síntomas diversos.
Es frecuente observar que los estudios epidemiológicos y sanitarios revelan cifras crecientes
de problemáticas que son asociadas a la desocupación laboral y a la marginalidad:
drogadicción, alcoholismo, desamparo familiar y social, violencia. ( )
Además en los pocos estudios epidemiológicos realizados con participación de grupos
poblacionales, la población identifica como aspectos prioritarios a resolver problemáticas
como el alcoholismo, la violencia y las dificultades de niños y adolescentes con el sistema
educacional. ( )
Todo poder se ejerce en este doble requerimiento de homogeneización y exclusión de lo que
queda como resto, desecho. Por eso, estas problemáticas que aparecen como morbilidad
detectada y percibida, quedan sin respuesta desde el sistema, que parece ignorar la necesidad
que las mismas denuncian.
Proponemos abordar estas situaciones - problemas realizando un trabajo que se sostenga con
los siguientes principios:
- pasar de lo masificante a lo singularizante.
- de construir los supuestos materiales sobre los que opera la dominación (poblaciones
marginales, de riesgo, delincuencia, drogadicción).
- analizar conceptualmente las dimensiones subjetivas en que las diferentes problemáticas
se asientan.
- generar intervenciones que devuelvan al individuo su relación con lo colectivo.
- fortalecer y/o ayudar a sostener los lazos solidarios entre los sujetos.
- generar condiciones para una potenciación mayor de las cualidades en que los vínculos
humanos y sociales pueden ser creativos, desarrollar inteligencia y bienestar.
Entendemos que estas situaciones deben abordarse a través de programas específicos, que se
realicen desde una perspectiva interdisciplinaria, a través del trabajo en equipo y con
intervención de los distintos sectores o sistemas que se encuentren demandados por las
mismas (ej.: Salud, Educación, Gobierno, Acción Social, etc.).
Práctica de atención de la crisis.
Esta práctica constituye un sector de trabajo en Salud Mental que no puede definirse dentro
de los modelos asistenciales clásicos, ni tampoco pertenece enteramente a la prevención.
Se trata de intervenciones en las situaciones que clásicamente se denominan “Urgencia
Psiquiátrica”, y también en otras donde el conflicto no alcanza su resolución a través de los
medios habituales.
Una crisis puede afectar a una sola persona, a un grupo (ej.: familia, pareja, equipo de
trabajo), a un sistema o a una institución. Pero aún en los casos en los que el principal
afectado es un individuo, una crisis presenta siempre efectos en sus relaciones sociales.
La crisis representa una ruptura en una continuidad inestable, un punto de impase en cierto
equilibrio, ya sea por intervención de factores externos, contingentes, o por el devenir de
procesos esperados.
Pero la característica principal de toda situación de crisis es la imposibilidad del sujeto,
grupo o institución, de responder al conflicto y de soportarlo.
La forma de presentación de las situaciones de crisis no es ordenada, ni organizada, se
presenta con un grado muy importante de complejidad y confusión, y requiere entonces de
una adecuada recepción, ya que la intervención inicial muchas veces decide el destino
posterior de la misma. La práctica de la Atención de la Crisis se realiza en la Residencia
conformando Equipos de tres residentes a cargo de los cuales se encuentra la recepción,
diagnóstico de situación, diseño de la estrategia de abordaje y conducción de la misma,
diagnóstico de finalización de la crisis y derivación correspondiente.
Entendemos que este trabajo requiere ser realizado con modalidad intensiva y sin
restricciones de horarios, por lo que cada equipo sólo recepciona dos situaciones por vez.
Es necesario tener en cuenta la enorme variedad de circunstancias tanto en el individuo como
en los grupos humanos, y el repertorio infinito de respuestas socioculturales para la
resolución de problemas, de modo de preservar y potenciar las respuestas propias, evitando
imponer criterios normativos o de adaptación creados por el equipo.
Por otro lado, en el diseño de estrategias de abordaje, se tendrán en cuenta todos los
recursos terapéuticos con los que se cuenta actualmente en nuestro campo, siendo la
singularidad de cada situación y una posición ética frente a la práctica los principios rectores
de la tarea.