Gabriel A. Centanaro
Neurólogo
Clínico - Intensivista
Introducción
El manejo de la enfermedad
cerebrovascular está pasando por una fase de importantes cambios
en el ámbito mundial, en los que la aplicación de la moderna
tecnología, el uso de estrategias de tratamiento basadas en la evidencia
y la aplicación de nuevas y revolucionarias drogas está haciendo
virar notablemente el pronóstico y el curso natural de la enfermedad
en un gran porcentaje de casos.
La prevalencia en nuestro medio
de la enfermedad cerebrovascular es de casi el 1% y la incidencia es de más
de 100 por cada 100.000 habitantes. El impacto personal y familiar de esta
enfermedad es enorme y sus costos son muy altos.
El moderno manejo de la enfermedad
cerebrovascular (ECV) incluye:
- Medidas para diagnosticar
tempranamente el accidente cerebrovascular (ACV)
- Limitar las consecuencias
neurológicas del mismo
- Prevenir y tratar las
complicaciones
- Estrategias para prevenir
un nuevo episodio, incluyendo modificación de factores de riesgo
y terapia antiagregante e hipolipemiante (Prevención secundaria)
- Promover una efectiva
rehabilitación
Terminología
El término enfermedad
cerebrovascular (ECV) se refiere a todo el proceso que afecta a parte
de la vasculatura cerebral y al tejido cerebral que irriga, desde mucho
antes de las manifestaciones clínicas, cuando se inicia el proceso
trombótico o de daño endotelial, y el término accidente
cerebrovascular (ACV) se refiere al ictus o evento neurológico
agudo que afecta en forma súbita al tejido cerebral y compromete el
estado neurológico del paciente, causado por una oclusión súbita
de un vaso de origen trombótico o embólico (isquémico)
o por una hemorragia intraparenquimatosa, subaracnoidea o intraventricular,
de origen aneurismático, hipertensivo o secundario a un tumor o malformación
arteriovenosa (hemorrágico). Algunos autores, sin embargo,
utilizan ECV indistintamente para indicar ambos procesos patológicos.
En este protocolo los usaremos en forma distintiva.
Evaluacion
Y manejo inicial del paciente con sospecha de ACV
1. Reconocimiento
temprano
Debido a las grandes repercusiones
que tiene el ictus en sí (ACV) para la vida y calidad de vida del
paciente, es de vital importancia su reconocimiento temprano y el inicio
inmediato de la terapia encaminada a disminuir el impacto del mismo.
El inicio súbito de los
síntomas neurológicos es el marcador diagnóstico más
importante en ACV. Sin embargo, aproximadamente un 20% de los pacientes en
quienes inicialmente se sospecha ACV tienen otra patología. Las más
frecuentes incluyen encefalopatías metabólicas por hipoglicemia,
hiperglicemia o hiponatremia, hematoma subdural, tumores del sistema nervioso
central, migraña complicada, estado postictal (parálisis de
Todd), absceso cerebral, meningoencefalitis, intoxicación exógena
y sobredosis de drogas psicoactivas.
Las características clínicas
más frecuentes del ACV, corresponden generalmente a la aparición
súbita de cualquiera de los síntomas siguientes:
- Debilidad o torpeza en
un lado del cuerpo
- Dificultad en la visión
por uno o ambos ojos
- Severa cefalea no usual
en el paciente
- Vértigo o inestabilidad
- Disartria y alteraciones
del lenguaje
- Alteraciones de la sensibilidad
La mayoría de los pacientes
no tienen depresión de la conciencia dentro de las 24 horas iniciales.
Si aparece depresión de la conciencia debe sospecharse hemorragia,
hipoxia, aumento de la presión intracraneana, edema cerebral (infarto
de gran tamaño), compromiso de tallo cerebral o crisis epiléptica
relacionada con el ACV. Debido a que afasia, compromiso de memoria, heminatención
y defectos de los campos visuales son importantes signos localizantes, estos
deben investigarse siempre en el paciente alerta.
Las áreas más
frecuentemente afectadas por un evento cerebrovascular son los hemisferios
cerebrales, el tallo y el cerebelo. Los síndromes correspondientes
a estas áreas pueden agruparse en tres grandes grupos que son:
Síndromes del hemisferio
cerebral izquierdo
- Afasia
- Desviación de
la mirada a la izquierda
- Hemianopsia homónima
derecha
- Hemiparesia derecha
- Hemihipoestesia derecha
Síndromes del hemisferio
cerebral derecho
- Anosognosia e heminatención
izquierda
- Mirada desviada a la
derecha
- Hemianopsia homónima
izquierda
- Hemiparesia izquierda
- Hemihipoestesia izquierda
Síndromes del cerebelo
y tallo cerebral
- Signos cruzados
- Hemiparesia o cuadriparesia
- Hemihipoestesia o pérdida
de sensibilidad en los cuatro miembros
- Anormalidades de los
movimientos oculares
- Debilidad orofaríngea
o disfagia
- Vértigo o tinnitus
- Nausea y vómito
- Hipo o anormalidades
respiratorias
- Depresión de la
conciencia
- Ataxia troncular, de
miembros o de la marcha
Infarto o hemorragia
Debe realizarse un examen neurológico
rápido pero completo. Este debe incluir el fondo de ojo y la flexión
del cuello para descartar signos de hemorragia intracraneana. Las características
clínicas del infarto (isquemia) pueden ser idénticas a las
de la hemorragia, sin embargo esta última puede asociarse más
tempranamente a signos de hipertensión endocraneana y generalmente
en el infarto puede identificarse clínicamente un síndrome
correspondiente a un territorio vascular específico y en algunos casos,
como en el síndrome de Wallemberg (isquemia dorsolateral del bulbo
por oclusión de la P.I.C.A.) puede prácticamente asegurarse
una etiología isquémica. Por otro lado, la hemorragia subaracnoidea
se asocia frecuentemente no sólo a hipertensión endocraneana
sino también a signos de irritación meníngea sin
déficit neurológico focal. De todos modos las características
clínicas nunca dan certeza absoluta y por esto es siempre necesario
realizar una tomografía cerebral simple de urgencia.
Hipertensión endocraneana
aguda
- Cefalea severa
- Depresión de la
conciencia
- Nausea y vómito
- Diplopia horizontal
- Papiledema o hemorragias
retinianas
Irritación meníngea
- Dolor y rigidez en cuello
- Fotofobia
- Signos meníngeos
- Ocasionalmente midriasis
unilateral asociada incluso a un tercer par completo (ruptura de aneurisma
de A. Comunicante posterior)
2. Reanimación
y limitación del daño
En el examen inicial debe evaluarse
especialmente el "ABC" de la reanimación, buscar señales de
trauma y tratar al paciente de acuerdo a las pautas del Advanced Cardiac
Life Support (ACLS), y el Advanced Trauma Life Support (ATLS), buscando
con esto asegurar la máxima perfusión cerebral y una adecuada
oxigenación, con el objeto de limitar la extensión del daño
cerebral. Esta evaluación y manejo deben realizarse antes de iniciar
otros estudios diagnósticos como la escanografía, e incluye:
Vía aérea
El manejo de la vía
aérea debe ser siempre el primer paso, inspeccionando la orofaringe
para cuerpos extraños y la habilidad del paciente para manejar las
secreciones. Evaluar aquí su estado de conciencia y realizar rápidamente
las maniobras necesarias para asegurar una adecuada ventilación incluyendo
la intubación orotraqueal si es necesario (en caso de ser requerida,
esta debe efectuarse preferiblemente bajo sedación y relajación
para evitar el aumento súbito de la presión intracraneana).
Una vez la vía aérea es segura, deben efectuarse gases arteriales
(o por lo menos medición de la saturación de pulso) para comprobar
la adecuada ventilación y oxigenación (la saturación
debe ser de por lo menos 95%).
Si el paciente presenta compromiso
de la conciencia al ingreso debe sospecharse hipertensión endocraneana
aguda y posible hernia cerebral (generalmente subfalcial o transtentorial).
La escala de Glasgow, diseñada especialmente para trauma, ha probado
también ser de utilidad en la evaluación de pacientes con
ACV. Un puntaje menor de 9/15 está asociado frecuentemente a hipertensión
endocraneana y a más pobre pronóstico. En estos pacientes
debe considerarse además del manejo inicial de la vía aérea
con intubación orotraqueal bajo sedación y relajación,
la necesidad de ventilación mecánica y el ingreso a UCI, incluso
antes de efectuar la escanografía cerebral y otros estudios. Es por
lo tanto muy importante realizar aquí una cuidadosa evaluación
del estado previo del paciente, las complicaciones asociadas, el estado
neurológico actual y el beneficio de una terapia intensiva agresiva.
Circulación
La evaluación de la
circulación incluye tensión arterial media (TAM), frecuencia
cardiaca, y pulso en todas las extremidades (la disección aórtica
puede presentarse como un evento neurológico). Debe tomarse un EKG
y colocar monitoreo cardiaco si hay arritmias o cambios que sugieran isquemia
miocárdica. La lesión cerebral aguda se asocia a descarga
de catecolaminas la cual puede producir inversión de la onda T (esta
se observa en un 15 a 20% de los pacientes con ACV), insuficiencia cardiaca
congestiva, edema pulmonar y aún infarto miocárdico. El tratamiento
de las arritmias y la isquemia miocárdica deben instituirse rápidamente
y antes de llevar el paciente a escanografía.
El rango donde se sabe que la
tensión arterial media después de ACV asegura una adecuada
perfusión cerebral en el área isquémica es de 90 a
110 mmhg para un sujeto sin hipertensión arterial sistémica
crónica (en aquellos con hipertensión arterial sistémica
crónica el rango es más alto, dependiendo de la severidad
y la cronicidad de la hipertensión).
La tensión arterial debe
tomarse cada 15 minutos y la hipotensión debe evitarse y tratarse
agresivamente buscando mantener la TAM idealmente por encima de 100 mmhg o
aproximadamente un 10 a 20% por encima de la TAM usual del paciente (tener
en cuenta que en hipertensos crónicos la curva de autorregulación
esta desviada a la derecha, de modo que en estos pacientes niveles "normales"
de tensión arterial pueden constituir realmente hipotensión).
Para corregir la hipotensión pueden utilizarse cristaloides, coloides
y vasopresores en la medida de lo necesario (el antiguo concepto de que una
relativa deshidratación era útil en pacientes con patología
neurológica ha sido completamente abatido y olvidado). En cambio, la hipertensión es
común después de un ACV. Recuerde que la simple elevación
de la cabeza a 30 o 45º por encima
de la cama puede disminuir la hipertensión arterial por disminución
de la presión intracraneana. En general, en las primeras 48 horas se
aconseja no tratar agresivamente la hipertensión si la tensión
arterial diastólica es menor de 120 mmhg (ver más adelante
manejo de la hipertensión arterial) y es de vital importancia
mantener el gasto cardiaco y la volemia en niveles óptimos.
Si existe sospecha de hipovolemia
importante, esta debe corregirse rápidamente usando sólo solución
salina normal y evitando soluciones dextrosadas. Aunque generalmente un
catéter periférico de mediano calibre es suficiente, debe
evaluarse aquí el beneficio de colocar un catéter central
para medir presión venosa en aurícula derecha (sí
existe posibilidad de trombólisis deben evitarse punciones en venas
proximales de mediano y gran calibre, es preferible colocar catéter
central por vía periférica).
Búsqueda de traumas
La búsqueda de las señales
de trauma está encaminada principalmente a descartar trauma cervical
y craneano. Deben buscarse equimosis y realizarse otoscopia buscando hemotímpano.
Si existe sospecha de una fractura de columna cervical, debe inmovilizarse
ésta.
Temperatura
Después de hipoxia o
isquemia, la lesión producida al SNC es dependiente de la temperatura.
Se sabe que la fiebre aumenta el daño neurológico. El tratamiento
de esta debe ser agresivo con medidas generales de enfriamiento y medicaciones
antipiréticas. Algunos estudios experimentales han reportado que
la disminución de la temperatura puede disminuir el tratamiento del
infarto.
Estado metabólico
Debido a que el tejido cerebral
después de hipoxia o isquemia es mucho más vulnerable a alteraciones
metabólicas e hidroelectrolíticas, deben mantenerse estos
parámetros dentro de límites estrictamente normales. Es fundamental
impedir la hiperglicemia (evitar usar soluciones dextrosadas), por cuanto
esta estimula la glicólisis anaerobia y la producción de lactato;
debe corregirse rápidamente la acidosis y mantener el PH arterial en
límites normales, así como los niveles séricos de electrolitos
y de la osmolaridad sérica.
Aplicación de una
escala
El uso de escalas es de gran
ayuda para definir conductas terapéuticas y también pueden
tener valor pronóstico. La escala de Glasgow, diseñada especialmente
para trauma, ha probado también ser de utilidad en la evaluación
de pacientes con ACV. Es útil también utilizar además
la escala para evaluación de la extensión del infarto cerebral
del Instituto Nacional de Salud (NIH) de los Estados Unidos, la cual es
fácil de aplicar y además es necesaria para la selección
de candidatos a trombólisis. Si existe la posibilidad de trombólisis
con RTPA debe llenarse esta escala rápidamente y determinarse enseguida
si el paciente cumple con los prerequisitos para trombólisis,
con el fin de agilizar los pasos siguientes y así poder aplicar el
RTPA en el tiempo indicado.
La escala de evaluación
de infarto cerebral del NIH (NIHSS) fue diseñada sólo
para ACV isquémico pero puede ser útil en todos los casos de
ACV. El rango va de 0 (normal) a 42 (coma). Los puntajes mayores de 20 son
más vulnerables a transformación hemorrágica y están
asociados a más pobre pronóstico. Su utilidad para ayudar
a determinar los posibles candidatos a RTPA ha sido probada. Se transcribe
la escala en español de acuerdo a la Academia
Americana de Neurología.
3. Estudios
paraclínicos iniciales
Los estudios iniciales en el
paciente con ACV se requieren para establecer que es este la causa de los
síntomas del paciente, para diferenciar isquemia de hemorragia,
para determinar si el paciente llena todos los criterios para la administración
de RTPA y para determinar la causa más probable del ACV. Los estudios
que no llenen estos requerimientos prioritarios no deben efectuarse en forma
urgente ya que pueden interferir con la adecuada atención inicial
del paciente y comprometer su vida o aumentar la morbilidad.
Estudios hematológicos
El cuadro hemático completo
con plaquetas, la glicemia, el PT y el PTT deben obtenerse en forma inmediata.
Debe ordenarse sin embargo una química completa al tomar la muestra,
incluyendo electrólitos y nitrogenados, aunque no tenemos que esperar
estos resultados para tomar las decisiones urgentes del manejo inicial.
Oximetría
Es suficiente la oximetría
de pulso en la evaluación inicial. Si hay desaturación o compromiso
clínico de la ventilación pueden ser de ayuda unos gases arteriales.
Estos generalmente sólo se efectúan si es necesario, ya que
deben evitarse punciones arteriales si el paciente va a ser sometido (o
fue sometido en las 24 horas previas) a trombólisis.
Electrocardiograma
Debe obtenerse un EKG de urgencia
de 12 derivaciones para diagnosticar arritmias e isquemia miocárdica,
los cuales frecuentemente concurren con el ACV. Estos pueden causar ACV
o ser el resultado de este.
Escanografía cerebral
simple
Este es el estudio de emergencia
más importante. Debe disponerse las 24 horas del día y poder
efectuarse inmediatamente. No debe utilizarse contraste pues este interfiere
con la visualización de la sangre, además de que consume un
tiempo vital.
Punción Lumbar
Si la sospecha es una hemorragia
subaracnoidea y la escanografía es normal, es necesario realizar
una punción lumbar. Aproximadamente un 5-10% de los pacientes con hemorragia
subaracnoidea tienen escanografía normal.
Radiografías simples
Si se sospecha trauma, es necesario
realizar una radiografía de columna cervical y entre tanto la columna
cervical debe ser inmovilizada. Debe realizarse también en todos
los casos una radiografía de tórax para la evaluación
rutinaria cardiopulmonar y descartar posible edema pulmonar.
Otros exámenes
Otros paraclínicos rutinarios,
no urgentes, son el parcial de orina (para evaluar hematuria), velocidad
de sedimentación globular, serología, enzimas hepáticas,
perfil lipídico y enzimas cardiacas.
4. Manejo
médico inespecífico
De acuerdo a lo revisado anteriormente,
el manejo médico general que se debe realizar en todos los casos
de ACV (ya sea isquémico o hemorrágico incluyendo HSA) incluye:
- ABC: Mantener vía
aérea y evaluar respiración, determinar la necesidad de IOT
y ventilación mecánica.
- ABC: Obtener signos vitales,
monitorizar TAM y tratar agresivamente la hipotensión o hipovolemia.
- Cabecera a 30º -
Posición neutra
- Nada vía oral
- Oxígeno por cánula
nasal a 3 lts por minuto (a menos que la clínica o la oximetría
de pulso indiquen otra cosa)
- Colocar un catéter
endovenoso por vía periférica e iniciar solución salina
normal IV (100 a 150 cc/h)
- Realizar glucometría
y corrección de hipoglicemia
- Protección gástrica
(es preferible utilizar ranitidina IV, 50 mg c/8 hs).
- Anticoagulación
profiláctica (Puede utilizarse heparina a 5000 UI subcutáneas
c/12 hs o enoxaparina 40 mg subcutáneos/día).
- Escala de Glasgow
- Estabilizar cuello si
hay sospecha de trauma
- Obtener una muestra de
sangre para cuadro hemático, PT, PTT y química sanguínea
- Obtener EKG y continuar
monitoreo electrocardiográfico si hay signos de arritmia o isquemia
- Obtener peso
- Realizar Historia Clínica
(síntomas, antecedentes, medicamentos, síntomas sugestivos
de IAM o hemorragia)
- Realizar TAC cerebral
simple
- Realizar radiografías
de columna cervical y tórax
5. Manejo
médico específico
De aquí en adelante
los pasos a seguir dependerán de la información suministrada
por el TAC:
Si el TAC muestra hemorragia
intracerebral:
- Determinar la causa posible
- Solicitar Panangiografía
cerebral si se sospecha malformación arteriovenosa o tumor
- Solicitar valoración
urgente por Neurología o Neurocirugía
- Solicitar valoración
urgente por UCI si el Glasgow es de 8/15 o menor o si hay desviación
de la línea media mayor de 5 mm o disminución de las cisternas
perimesencefálicas
Si el TAC muestra hemorragia
subaracnoidea:
- Escala Hunt y Hess
- Escala de Fisher
- Solicitar pruebas de
coagulación
- Iniciar Nimodipina IV
3 cc/h y aumentar hasta 5-8 cc/h lentamente monitorizando TAM
- Iniciar fenitoína
IV (125 mg c/8 hs)
- Solicitar Panangiografía
cerebral
- Solicitar valoración
urgente por Neurocirugía
- Solicitar valoración
urgente por UCI si el Hunt y Hess es de dos o mayor o si el Fisher es de
dos o mayor
Si el TAC muestra infarto
cerebral:
- Verificar criterios para
trombólisis
- Escala NIH para infarto cerebral
- Solicitar valoración
urgente por Neurología
- Solicitar valoración
urgente por UCI si el Glasgow es de 8/15 o menor o si hay desviación
de la línea media mayor de 5 mm o disminución de las cisternas
perimesencefálicas
Si el TAC es normal:
- Considerar otra causa
de los síntomas (Crisis epiléptica, migraña o hipoglicemia
- Escala NIH para infarto cerebral
- Solicitar valoración
urgente por Neurología
- Solicitar valoración
urgente por UCI si el Glasgow es de 8/15 o menor
- Si los síntomas
y exámenes de laboratorio son consistentes con infarto cerebral
y el paciente llena todos los criterios de inclusión y no tiene
criterios de exclusión para la administración de RTPA, iniciar
la administración de éste y proveer del manejo médico
de soporte correspondiente (Ver Anexos 1 y 2).
- Si el paciente no llena
todos los criterios de inclusión o presenta alguno de los criterios
de exclusión iniciar las medidas de soporte médico correspondientes
(Ver anexo 2).
- Si el paciente está
comatoso o tiene signos sugestivos de hemorragia subaracnoidea, efectuar
punción lumbar y examen del líquido cefalorraquídeo.
6. Manejo
de la hipertensión arterial
La hipertensión arterial
sistémica es un factor de riesgo muy importante en el desarrollo
de una ECV isquémica o hemorrágica y también contribuye
a la ruptura aneurismática en la HSA. Por otro lado, todos los pacientes
quienes presentan ACV hemorrágico o isquémico cursan con hipertensión
arterial importante en la etapa aguda o con una mayor elevación de
la tensión arterial en aquellos hipertensos crónicos.
Todavía es controvertido
como debe tratarse esta elevación aguda de la tensión arterial
en la fase inicial del ACV, sin embargo, hay algunos puntos claros:
- Se sabe que en individuos
con hipertensión arterial crónica, los rangos de autorregulación
se encuentran por encima de los valores normales.
- La severa hipertensión,
sobre todo si es aguda o muy por encima de los valores que venía
manejando el paciente, puede causar edema vasogénico, lesión
vascular y hemorragias.
- Por otro lado, la disminución
de la TAM (tensión arterial media) y consecuentemente de la PPC (presión
de perfusión cerebral: PPC=TAM-PIC), sobre todo en individuos con
un ACV en la fase aguda, en los que hay un incremento de la PIC (presión
intracraneana) con una mayor pérdida de la autorregulación,
puede llevar a isquemia cerebral global, incremento del área infartada,
o nuevas lesiones isquémicas. Por lo tanto, se considera que una
hipertensión leve a moderada en la fase aguda del ACV no debe recibir
tratamiento.
- En pacientes con hemorragia
intracerebral o HSA por ruptura aneurismática, no se ha demostrado
disminución del riesgo de resangrado con el manejo de la hipertensión
arterial en la fase aguda. Es más, en HSA es frecuente la aparición
de vasoespasmo aún en la fase aguda, el cual si se ha demostrado
que incrementa con la hipoperfusión o hipotensión. La hipertensión
arterial aguda en HSA se prefiere manejar con Nimodipina, 60 mg VO cada
4 horas, la cual se ha demostrado que además disminuye la incidencia
de vasoespasmo. Además, en estos pacientes debe mantenerse la normovolemia,
normotensión y normodilución a toda costa, y para esto es
necesario la colocación de un catéter central para evaluar la
presión venosa en aurícula derecha y si el riesgo de vasoespasmo
es alto, deben llevarse a terapia hipervolémica - hipertensiva con
hemodilución (terapia triple H) para disminuir el riesgo de vasoespasmo
- isquemia, la cual debe realizarse en unaa unidad de cuidados intensivos y
preferiblemente con monitoreo hemodinámico con catéter de arteria
pulmonar (Swan Ganz).
- A pesar de que una moderada
hipertensión en la fase aguda es aceptada y quizá deseable,
existen unos límites por encima de los cuales debemos iniciar terapia
antihipertensiva aun en la fase aguda.
- Recientes estudios con
PET (tomografía por emisión de positrones) han demostrado
que disminuir la hipertensión de la fase aguda en menos de un 20%,
por lo general no causa isquemia cerebral.
- En ACV hemorrágico
se recomienda que si la (TAD) tensión arterial diastólica
es mayor de 120 mmhg, o si la TAS (tensión arterial sistólica)
es mayor de 180 mmhg, debe iniciarse un tratamiento antihipertensivo rápido
y eficaz para disminuir la TAM en un 15 a 20%.
- En ACV isquémico
estos límites son ligeramente más altos, y se recomienda el
manejo agresivo de la hipertensión sólo cuando la TAD es mayor
de 140 mmhg o la TAS es mayor de 220 mmhg. En casos de hipertensión
con valores más bajos se recomienda el uso de agentes orales, preferiblemente
inhibidores de la ECA, betabloqueadores orales o clonidina. Excepción
a esta regla son los pacientes que fueron llevados a trombólisis
intravenosa con RTPA en quienes la terapia debe iniciarse con límites
más bajos por el riesgo de resangrado (TAD mayor de 105 mmhg o TAS
mayor de 185 mmhg).
- La droga de elección
para el manejo agresivo de la hipertensión tanto en ACV hemorrágico
como isquémico son los betabloqueadores de uso intravenoso de muy
corta vida media y fácilmente titulables como el labetalol o el esmolol.
Estos no deben usarse en aquellos pacientes quienes presentan concomitantemente
asma, insuficiencia cardiaca congestiva o bloqueo de la conducción.
Los vasodilatadores (nitroprusiato de sodio, nitroglicerina, nifedipina)
no son recomendados como primera elección debido a su efecto vasodilatador
a nivel cerebral con el consecuente aumento de la PIC y disminución
de la PPC y por su muy agresivo efecto sobre la tensión arterial,
ocasionando generalmente una caída rápida de la tensión
y superior a un 20%. Sin embargo, en los casos que no responden a betabloqueadores
intravenosos o cuando no existe disponibilidad de estos, se debe usar nitroprusiato
de sodio con rigurosa atención al descenso de la tensión,
el cual debe ser gradual y nunca mayor a un 20%. También puede usarse
enalapril intravenoso si este está disponible.
7. Terapia
farmacológica inicial en ACV isquémico
Los datos que apoyan cualquier
tipo de intervención durante la fase aguda del ictus son escasos
porque no se dispone de estudios bien diseñados y que sean lo suficientemente
amplios.
Antiagregación
Los antiagregantes son efectivos
para disminuir el riesgo de nuevo ACV isquémico en alrededor del
27%. Hay suficientes estudios aleatorios y placebo - controlados (nivel de
evidencia A) que han demostrado que el uso de aspirina desde las primeras
48 horas de ocurrido el ACV isquémico reduce la recurrencia de este
y la mortalidad. Este uso es seguro y produce un neto beneficio. Por lo tanto
una vez se ha descartado la presencia de hemorragia debe iniciarse antiagregación
con aspirina. La aspirina es la droga más recomendada y económica.
La dosis ideal parece ser 250 a 325 mg (30 a 1300 mg son aceptables). Otros
agentes antiagregantes como ticlopidina y clopidogrel han demostrado un
moderado mejor beneficio que la aspirina (20 % más efectivos) en
prevención secundaria (es decir, después de ocurrido el primer
evento isquémico) siendo el clopidogrel más recomendado por
ser mejor tolerado y más seguro que la ticlopidina. Se ha sugerido
que la combinación de ASA-Clopidogrel o de ASA-Ticlopidina tendría
un efecto aditivo al unir la antiagregación plaquetaria dependiente
de cicloxigenasa con la antiagregación plaquetaria dependiente de
ADP por inhibición de la fosfodiesterasa plaquetaria, pero varios
estudios han demostrado que el efecto al unir estos dos fármacos
es más que aditivo a nivel de la antiagregación plaquetaria
por lo que se recomienda esta combinación cuando el uso de uno de
éstos fármacos en forma aislada no sea suficiente.
Los antiagregantes no influyen
en la severidad de un nuevo ACV (solo aumentan el tiempo libre de recurrencia),
pero sigue siendo la medida médica primaria más importante
para prevenir el ACV entre los pacientes de alto riesgo.
Anticoagulación
No se ha demostrado beneficio
de la anticoagulación con heparina en ACV en curso (deterioro progresivo
en horas) ni en isquemia cerebral transitoria repetitiva o ACV establecido.
En teoría la heparina
puede limitar la progresión de la trombosis y disminuir el riesgo
de recurrencia del embolismo, mejorando así la morbilidad y la supervivencia.
Por otro lado, también puede convertir infartos isquémicos
en hemorrágicos o infartos con mínima hemorragia en grandes
hematomas.
No hay consenso acerca de las
indicaciones de la heparina en ACV, ni acerca de cual sería el óptimo
nivel de anticoagulación, prolongación del PTT requerida,
uso o no de bolo inicial o duración de la terapia y no hay evidencia
de que el uso de anticoagulación con heparina mejore el pronóstico
del paciente, sin embargo se acepta el uso de ésta en cardioembolia
con fuente demostrada por ecocardiograma en aquellos casos de infartos de
pequeño a mediano tamaño, iniciándola generalmente
después de 72 horas. El riesgo de transformación hemorrágica
debe sopesarse cuidadosamente con el beneficio de una anticoagulación
plena.
La heparina está contraindicada
en las siguientes 24 horas a la administración de RTPA. La administración
de heparina profiláctica o de heparina de bajo peso molecular si
es recomendada para prevenir la trombosis venosa profunda en pacientes inmóviles.
Las heparinas de bajo peso (enoxaparina, fraxiparina) molecular han demostrado
mayor eficacia y seguridad que la heparina en estos casos.
Hipolipemiantes
A pesar de que la terapia hipolipemiante
no ha sido considerada un factor de riesgo importante en ECV, la reducción
de colesterol con esta terapia disminuye la incidencia de eventos cerebrovasculares
en los pacientes tratados. El mecanismo mediante el cual se efectúa
esta "neuroprotección" tiene que ver con la reducción de la
embolia arterio-arterial, la disminución de la progresión
de la enfermedad arteriosclerótica carotídea, la estabilización
de la placa arteriosclerótica vulnerable y la mejoría del
flujo sanguíneo cerebral. Así mismo, el inicio de un hipolipemiante
en forma temprana después de ACV isquémico se ha asociado
con una disminución en la incidencia de recurrencia de un nuevo evento,
de la morbilidad a largo plazo y la muerte por enfermedad vascular mayor
(ACV o IAM). En este sentido los hipolipemiantes que han mostrado los mejores
resultados son las estatinas y dentro de este grupo la pravastatina. En
diferentes estudios realizados, esta ultima ha demostrado además
un efecto antioxidante, notable disminución del proceso inflamatorio
a nivel de la placa arteriosclerótica, inhibición de la deposición
plaquetaria y mejoría del proceso de fibrinolísis. En síntesis,
la pravastatina estabiliza la placa arteriosclerótica carotídea
y reduce su propensión a la ruptura, lo cual es un factor muy importante
en la prevención de enfermedad cerebrovascular isquémica,
y además disminuye el tamaño del ateroma aórtico lo
cual es un importante factor de riesgo para ECV embólica. Por lo
tanto, el inicio temprano de Pravastatina a 20 mg/día por vía
oral, después de un ACV isquémico, es recomendado como una
terapia adyuvante muy útil en la prevención de un nuevo evento.
Trombólisis Intravenosa
El RTPA intravenoso ha sido
aprobado por la FDA para el tratamiento agudo del ACV isquémico,
en un intento de restaurar de forma rápida el flujo sanguíneo
en la zona de isquemia, en pacientes seleccionados en las primeras 3 horas
del evento. En nuestro país las limitaciones para su uso han sido
esencialmente económicas. Anexo el protocolo aprobado
por la FDA para Trombólisis intravenosa.
Calcioantagonistas
La nimodipina, un antagonista
de los canales de calcio que atraviesa la barrera hematoencefálica,
se ha usado para aumentar el flujo sanguíneo cerebral y como neuroprotector.
La evidencia de su utilidad en HSA ha sido demostrada, sobre todo en la
prevención del vasoespasmo, pero en ACV isquémico o hemorrágico
no hay suficiente evidencia para recomendar su uso rutinario.
Antiepilépticos
No hay evidencia de que el
uso profiláctico de antiepilépticos sea de utilidad en la
prevención de crisis o de epilepsia postraumática después
de un ACV, excepto para hemorragia subaracnoidea, en la que se ha demostrado
utilidad en la prevención de crisis tempranas pero no de epilepsia
postraumática. En este caso debe utilizarse fenitoína a 125
mg IV c/8hs. También en este sentido, sin embargo, se utiliza muy
frecuentemente la fenitoína en la prevención de crisis tempranas
después de ACV hemorrágico con componente cortical o subcortical
frontal o temporal por considerarse estos fuertemente epileptogénicos.
En cualquier caso, ya sea ACV isquémico o hemorrágico, si se
presentan crisis epilépticas tempranas (durante las dos primeras semanas)
debe iniciarse rápidamente la fenitoína IV y si hay recurrencia
o estatus, utilizar la dosis de carga de 20 mg/kg. IV.
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Guías para el uso de RTPA en la práctica
clínica
Prerequisitos:
- Diagnóstico clínico claro
- Posibilidad de administrase en las 3 primeras
horas después de iniciados los síntomas (ventana terapéutica).
- TAC Normal
- Edad mayor a 18 años
- Puntaje menor de 22 en la Escala de Infarto
Cerebral del NIH
- Autorización explícita al
paciente o familiares
- Posibilidad de manejo en UCI
Contraindicaciones:
- Uso de anticoagulantes orales o prolongación
del TP > 15 seg. (INR>1 .7)
- Uso de heparina en las 48 horas previas
o prolongación del TPT
- Recuento de plaquetas menor a 100.000/mm3
- ECV o TCE severo en los 3 meses previos
- Cirugía mayor en los 14 días
previos
- TAD > 110 mmHg o TAS > 185 mmHg
antes de iniciar la trombólisis
- Signos neurológicos de rápida
resolución o déficit neurológico mínimo
- Hemorragia intracraneana previa o ssignos
clínicos sugestivos de HSA
- Punción arterial en un sitio no
susceptible de compresión mecánica en la semana previa
- Punción lumbar en la semana previa
- Mujeres gestantes o lactantes
- Glicemia menor a 50 mg/dl o mayor a 400
mg/dl
- Crisis epilépticas al inicio del
evento cerebrovascular
- Sangrado urinario o gastrointestinal en
los 21 días previos
- Infarto agudo de miocardio reciente
- Carencia de facilidades para controlar
las complicaciones hemorrágicas
Precauciones durante y después
de trombólisis:
- Control estrecho de TA
- No colocar catéteres centrales
ni SNG en las primeras 24 horas
- No colocar sondas vesicales en los primeros
30 minutos
- No usar antiagregantes plaquetarios o
anticoagulantes en las primeras 24 horas
- Si hay sangrado a partir de punciones
venosas o arteriales, controlar el sangrado mediante compresión
mecánica cuando sea posible.
Dosis: 0.9 mg/kg -máximo 90 mg IV.
10% bolo inicial, 90% restante en 60 minutos.
TRATAMIENTO DE LAS COMPLICACIONES
AGUDAS:
- Edema cerebral
- Evitar el uso de soluciones endovenosas
hiposmolares
- Elevación de la cabecera 30
grados
- Corregir la hipoxia, hipercapnia y
fiebre
- Manitol
- Sedación – Relajación
- Hiperventilación
- Coma barbitúrico
- Monitoreo invasivo
- Ventriculostomía si hay hidrocefalia
- Lobectomía o hemicraniectomía
- Crisis epilépticas
- Difenilhidantoína y Carbamacepina
- Manejo del Estado epiléptico
- Transformación hemorrágica
- Solicitar de inmediato cuadro hemático,
TP, TPT y fibrinógeno
- Reservar/solicitar productos sanguíneos
(reservar al menos 4 unidades de glóbulos rojos empaquetados,
4 a 6 unidades de crioprecipitados o plasma fresco congelado y 1
unidad de plaquetas)
- Suspender infusión de RTPA
- Solicitar TAC cerebral de urgencia
y valoración por Neurocirugía
- El drenaje de hematomas debe ser realizado
después de corregir el estado fibrinolítico.
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ESCALA NIH PARA
ECV AGUDO
AMERICAN ACADEMY OF NEUROLOGY
PRACTICE COMMITTEE: Stroke Disease Management Tools
NATIONAL INSTITUTES OF HEALTH STROKE SCALE
- 1a Estado de conciencia
- 0 Alerta
- 1 Somnoliento
- 2 Estuporoso
- 3 Coma (con o sin decorticación o descerebración)
- 1b Orientación
- 0 Bien orientado en las 3 esferas
- 1 Orientado parcialmente
- 2 Totalmente desorientado o no responde
- 1c Obediencia a órdenes sencillas
- 0 Abre y cierra los ojos al ordenársele
- 1 Obedece parcialmente
- 2 No obedece órdenes
- 2 Mirada conjugada
- 0 Normal
- 1 Paresia o parálisis parcial de la mirada conjugada
- 2 Desviación forzada de la mirada conjugada
- 3 Campos visuales
- 0 Normal
- 1 Hemianopsia parcial
- 2 Hemianopsia completa
- 3 Hemianopsia bilateral completa (ceguera cortical)
- 4 Paresia facial
- 0 Ausente
- 1 Paresia leve
- 2 Paresia severa o parálisis total
- 5a Fuerza MSD
- 0 Normal (5/5)
- 1 Paresia leve (4/5)
- 2 Paresia moderada (3/5)
- 3 Paresia severa (2/5)
- 4 Paresia muy severa (1/5)
- 9 Parálisis (0/5) o no evaluable (amputación,
sinartrosis)
- 5b Fuerza MSI
- 0 Normal (5/5)
- 1 Paresia leve (4/5)
- 2 Paresia moderada (3/5)
- 3 Paresia severa (2/5)
- 4 Paresia muy severa (1/5)
- 9 Parálisis (0/5) o no evaluable (amputación,
sinartrosis)
- 6a Fuerza MID
- 0 Normal (5/5)
- 1 Paresia leve (4/5)
- 2 Paresia moderada (3/5)
- 3 Paresia severa (2/5)
- 4 Paresia muy severa (1/5)
- 9 Parálisis (0/5) o no evaluable (amputación,
sinartrosis)
- 6b Fuerza MII
- 0 Normal (5/5)
- 1 Paresia leve (4/5)
- 2 Paresia moderada (3/5)
- 3 Paresia severa (2/5)
- 4 Paresia muy severa (1/5)
- 9 Parálisis (0/5) o no evaluable (amputación,
sinartrosis)
- 7 Ataxia
- 0 Sin ataxia
- 1 Presente en un miembro
- 2 Presente en dos miembros
- 8 Sensibilidad
- 0 Normal
- 1 Hipoestesia leve a moderada
- 2 Hipoestesia severa o anestesia
- 9 Lenguaje
- 0 Normal
- 1 Afasia leve a moderada
- 2 Afasia severa
- 3 Mutista o con ausencia de lenguaje oral
- 10 Disartria
- 0 Articulación normal
- 1 Disartria leve a moderada
- 2 Disartria severa, habla incomprensible
- 9 Intubado o no evaluable
- 11 Atención
- 0 Normal
- 1 Inatención a uno o dos estímulos simultáneos
- 2 Hemi-inatención severa
PUNTUACION NIH PARA ECV:
(Puntajes mayores de 22 se correlacionan con infartos muy extensos)
© 1997, 1998 American Academy of Neurology
1080 Montreal Avenue, St. Paul, Minnesota 55116
Telephone: 612.695.1940
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