MANEJO AGUDO DE LA ENFERMEDAD CEREBROVASCULAR EN LA SALA DE URGENCIAS

Gabriel A. Centanaro
Neurólogo Clínico - Intensivista

Introducción

El manejo de la enfermedad cerebrovascular está pasando por una fase de importantes cambios en el ámbito mundial, en los que la aplicación de la moderna tecnología, el uso de estrategias de tratamiento basadas en la evidencia y la aplicación de nuevas y revolucionarias drogas está haciendo virar notablemente el pronóstico y el curso natural de la enfermedad en un gran porcentaje de casos.
La prevalencia en nuestro medio de la enfermedad cerebrovascular es de casi el 1% y la incidencia es de más de 100 por cada 100.000 habitantes. El impacto personal y familiar de esta enfermedad es enorme y sus costos son muy altos.
El moderno manejo de la enfermedad cerebrovascular (ECV) incluye:
  1. Medidas para diagnosticar tempranamente el accidente cerebrovascular (ACV)
  2. Limitar las consecuencias neurológicas del mismo
  3. Prevenir y tratar las complicaciones
  4. Estrategias para prevenir un nuevo episodio, incluyendo modificación de factores de riesgo y terapia antiagregante e hipolipemiante (Prevención secundaria)
  5. Promover una efectiva rehabilitación

Terminología

El término enfermedad cerebrovascular (ECV) se refiere a todo el proceso que afecta a parte de la vasculatura cerebral y al tejido cerebral que irriga, desde mucho antes de las manifestaciones clínicas, cuando se inicia el proceso trombótico o de daño endotelial, y el término accidente cerebrovascular (ACV) se refiere al ictus o evento neurológico agudo que afecta en forma súbita al tejido cerebral y compromete el estado neurológico del paciente, causado por una oclusión súbita de un vaso de origen trombótico o embólico (isquémico) o por una hemorragia intraparenquimatosa, subaracnoidea o intraventricular, de origen aneurismático, hipertensivo o secundario a un tumor o malformación arteriovenosa (hemorrágico). Algunos autores, sin embargo, utilizan ECV indistintamente para indicar ambos procesos patológicos. En este protocolo los usaremos en forma distintiva.

Evaluacion Y manejo inicial del paciente con sospecha de ACV

1. Reconocimiento temprano

Debido a las grandes repercusiones que tiene el ictus en sí (ACV) para la vida y calidad de vida del paciente, es de vital importancia su reconocimiento temprano y el inicio inmediato de la terapia encaminada a disminuir el impacto del mismo.
El inicio súbito de los síntomas neurológicos es el marcador diagnóstico más importante en ACV. Sin embargo, aproximadamente un 20% de los pacientes en quienes inicialmente se sospecha ACV tienen otra patología. Las más frecuentes incluyen encefalopatías metabólicas por hipoglicemia, hiperglicemia o hiponatremia, hematoma subdural, tumores del sistema nervioso central, migraña complicada, estado postictal (parálisis de Todd), absceso cerebral, meningoencefalitis, intoxicación exógena y sobredosis de drogas psicoactivas.
Las características clínicas más frecuentes del ACV, corresponden generalmente a la aparición súbita de cualquiera de los síntomas siguientes: La mayoría de los pacientes no tienen depresión de la conciencia dentro de las 24 horas iniciales. Si aparece depresión de la conciencia debe sospecharse hemorragia, hipoxia, aumento de la presión intracraneana, edema cerebral (infarto de gran tamaño), compromiso de tallo cerebral o crisis epiléptica relacionada con el ACV. Debido a que afasia, compromiso de memoria, heminatención y defectos de los campos visuales son importantes signos localizantes, estos deben investigarse siempre en el paciente alerta.
Las áreas más frecuentemente afectadas por un evento cerebrovascular son los hemisferios cerebrales, el tallo y el cerebelo. Los síndromes correspondientes a estas áreas pueden agruparse en tres grandes grupos que son:

Síndromes del hemisferio cerebral izquierdo

Síndromes del hemisferio cerebral derecho

Síndromes del cerebelo y tallo cerebral

Infarto o hemorragia

Debe realizarse un examen neurológico rápido pero completo. Este debe incluir el fondo de ojo y la flexión del cuello para descartar signos de hemorragia intracraneana. Las características clínicas del infarto (isquemia) pueden ser idénticas a las de la hemorragia, sin embargo esta última puede asociarse más tempranamente a signos de hipertensión endocraneana y generalmente en el infarto puede identificarse clínicamente un síndrome correspondiente a un territorio vascular específico y en algunos casos, como en el síndrome de Wallemberg (isquemia dorsolateral del bulbo por oclusión de la P.I.C.A.) puede prácticamente asegurarse una etiología isquémica. Por otro lado, la hemorragia subaracnoidea se asocia frecuentemente no sólo a hipertensión endocraneana sino también a signos de irritación meníngea sin déficit neurológico focal. De todos modos las características clínicas nunca dan certeza absoluta y por esto es siempre necesario realizar una tomografía cerebral simple de urgencia.

Hipertensión endocraneana aguda

Irritación meníngea

2. Reanimación y limitación del daño

En el examen inicial debe evaluarse especialmente el "ABC" de la reanimación, buscar señales de trauma y tratar al paciente de acuerdo a las pautas del Advanced Cardiac Life Support (ACLS), y el Advanced Trauma Life Support (ATLS), buscando con esto asegurar la máxima perfusión cerebral y una adecuada oxigenación, con el objeto de limitar la extensión del daño cerebral. Esta evaluación y manejo deben realizarse antes de iniciar otros estudios diagnósticos como la escanografía, e incluye:

Vía aérea

El manejo de la vía aérea debe ser siempre el primer paso, inspeccionando la orofaringe para cuerpos extraños y la habilidad del paciente para manejar las secreciones. Evaluar aquí su estado de conciencia y realizar rápidamente las maniobras necesarias para asegurar una adecuada ventilación incluyendo la intubación orotraqueal si es necesario (en caso de ser requerida, esta debe efectuarse preferiblemente bajo sedación y relajación para evitar el aumento súbito de la presión intracraneana). Una vez la vía aérea es segura, deben efectuarse gases arteriales (o por lo menos medición de la saturación de pulso) para comprobar la adecuada ventilación y oxigenación (la saturación debe ser de por lo menos 95%).
Si el paciente presenta compromiso de la conciencia al ingreso debe sospecharse hipertensión endocraneana aguda y posible hernia cerebral (generalmente subfalcial o transtentorial). La escala de Glasgow, diseñada especialmente para trauma, ha probado también ser de utilidad en la evaluación de pacientes con ACV. Un puntaje menor de 9/15 está asociado frecuentemente a hipertensión endocraneana y a más pobre pronóstico. En estos pacientes debe considerarse además del manejo inicial de la vía aérea con intubación orotraqueal bajo sedación y relajación, la necesidad de ventilación mecánica y el ingreso a UCI, incluso antes de efectuar la escanografía cerebral y otros estudios. Es por lo tanto muy importante realizar aquí una cuidadosa evaluación del estado previo del paciente, las complicaciones asociadas, el estado neurológico actual y el beneficio de una terapia intensiva agresiva.

Circulación

La evaluación de la circulación incluye tensión arterial media (TAM), frecuencia cardiaca, y pulso en todas las extremidades (la disección aórtica puede presentarse como un evento neurológico). Debe tomarse un EKG y colocar monitoreo cardiaco si hay arritmias o cambios que sugieran isquemia miocárdica. La lesión cerebral aguda se asocia a descarga de catecolaminas la cual puede producir inversión de la onda T (esta se observa en un 15 a 20% de los pacientes con ACV), insuficiencia cardiaca congestiva, edema pulmonar y aún infarto miocárdico. El tratamiento de las arritmias y la isquemia miocárdica deben instituirse rápidamente y antes de llevar el paciente a escanografía.
El rango donde se sabe que la tensión arterial media después de ACV asegura una adecuada perfusión cerebral en el área isquémica es de 90 a 110 mmhg para un sujeto sin hipertensión arterial sistémica crónica (en aquellos con hipertensión arterial sistémica crónica el rango es más alto, dependiendo de la severidad y la cronicidad de la hipertensión).
La tensión arterial debe tomarse cada 15 minutos y la hipotensión debe evitarse y tratarse agresivamente buscando mantener la TAM idealmente por encima de 100 mmhg o aproximadamente un 10 a 20% por encima de la TAM usual del paciente (tener en cuenta que en hipertensos crónicos la curva de autorregulación esta desviada a la derecha, de modo que en estos pacientes niveles "normales" de tensión arterial pueden constituir realmente hipotensión). Para corregir la hipotensión pueden utilizarse cristaloides, coloides y vasopresores en la medida de lo necesario (el antiguo concepto de que una relativa deshidratación era útil en pacientes con patología neurológica ha sido completamente abatido y olvidado). En cambio, la hipertensión es común después de un ACV. Recuerde que la simple elevación de la cabeza a 30 o 45º por encima de la cama puede disminuir la hipertensión arterial por disminución de la presión intracraneana. En general, en las primeras 48 horas se aconseja no tratar agresivamente la hipertensión si la tensión arterial diastólica es menor de 120 mmhg (ver más adelante manejo de la hipertensión arterial) y es de vital importancia mantener el gasto cardiaco y la volemia en niveles óptimos.
Si existe sospecha de hipovolemia importante, esta debe corregirse rápidamente usando sólo solución salina normal y evitando soluciones dextrosadas. Aunque generalmente un catéter periférico de mediano calibre es suficiente, debe evaluarse aquí el beneficio de colocar un catéter central para medir presión venosa en aurícula derecha (sí existe posibilidad de trombólisis deben evitarse punciones en venas proximales de mediano y gran calibre, es preferible colocar catéter central por vía periférica).

Búsqueda de traumas

La búsqueda de las señales de trauma está encaminada principalmente a descartar trauma cervical y craneano. Deben buscarse equimosis y realizarse otoscopia buscando hemotímpano. Si existe sospecha de una fractura de columna cervical, debe inmovilizarse ésta.

Temperatura

Después de hipoxia o isquemia, la lesión producida al SNC es dependiente de la temperatura. Se sabe que la fiebre aumenta el daño neurológico. El tratamiento de esta debe ser agresivo con medidas generales de enfriamiento y medicaciones antipiréticas. Algunos estudios experimentales han reportado que la disminución de la temperatura puede disminuir el tratamiento del infarto.

Estado metabólico

Debido a que el tejido cerebral después de hipoxia o isquemia es mucho más vulnerable a alteraciones metabólicas e hidroelectrolíticas, deben mantenerse estos parámetros dentro de límites estrictamente normales. Es fundamental impedir la hiperglicemia (evitar usar soluciones dextrosadas), por cuanto esta estimula la glicólisis anaerobia y la producción de lactato; debe corregirse rápidamente la acidosis y mantener el PH arterial en límites normales, así como los niveles séricos de electrolitos y de la osmolaridad sérica.

Aplicación de una escala

El uso de escalas es de gran ayuda para definir conductas terapéuticas y también pueden tener valor pronóstico. La escala de Glasgow, diseñada especialmente para trauma, ha probado también ser de utilidad en la evaluación de pacientes con ACV. Es útil también utilizar además la escala para evaluación de la extensión del infarto cerebral del Instituto Nacional de Salud (NIH) de los Estados Unidos, la cual es fácil de aplicar y además es necesaria para la selección de candidatos a trombólisis. Si existe la posibilidad de trombólisis con RTPA debe llenarse esta escala rápidamente y determinarse enseguida si el paciente cumple con los prerequisitos para trombólisis, con el fin de agilizar los pasos siguientes y así poder aplicar el RTPA en el tiempo indicado.
La escala de evaluación de infarto cerebral del NIH (NIHSS) fue diseñada sólo para ACV isquémico pero puede ser útil en todos los casos de ACV. El rango va de 0 (normal) a 42 (coma). Los puntajes mayores de 20 son más vulnerables a transformación hemorrágica y están asociados a más pobre pronóstico. Su utilidad para ayudar a determinar los posibles candidatos a RTPA ha sido probada. Se transcribe la escala en español de acuerdo a la Academia Americana de Neurología.

3. Estudios paraclínicos iniciales

Los estudios iniciales en el paciente con ACV se requieren para establecer que es este la causa de los síntomas del paciente, para diferenciar isquemia de hemorragia, para determinar si el paciente llena todos los criterios para la administración de RTPA y para determinar la causa más probable del ACV. Los estudios que no llenen estos requerimientos prioritarios no deben efectuarse en forma urgente ya que pueden interferir con la adecuada atención inicial del paciente y comprometer su vida o aumentar la morbilidad.

Estudios hematológicos

El cuadro hemático completo con plaquetas, la glicemia, el PT y el PTT deben obtenerse en forma inmediata. Debe ordenarse sin embargo una química completa al tomar la muestra, incluyendo electrólitos y nitrogenados, aunque no tenemos que esperar estos resultados para tomar las decisiones urgentes del manejo inicial.

Oximetría

Es suficiente la oximetría de pulso en la evaluación inicial. Si hay desaturación o compromiso clínico de la ventilación pueden ser de ayuda unos gases arteriales. Estos generalmente sólo se efectúan si es necesario, ya que deben evitarse punciones arteriales si el paciente va a ser sometido (o fue sometido en las 24 horas previas) a trombólisis.

Electrocardiograma

Debe obtenerse un EKG de urgencia de 12 derivaciones para diagnosticar arritmias e isquemia miocárdica, los cuales frecuentemente concurren con el ACV. Estos pueden causar ACV o ser el resultado de este.

Escanografía cerebral simple

Este es el estudio de emergencia más importante. Debe disponerse las 24 horas del día y poder efectuarse inmediatamente. No debe utilizarse contraste pues este interfiere con la visualización de la sangre, además de que consume un tiempo vital.

Punción Lumbar

Si la sospecha es una hemorragia subaracnoidea y la escanografía es normal, es necesario realizar una punción lumbar. Aproximadamente un 5-10% de los pacientes con hemorragia subaracnoidea tienen escanografía normal.

Radiografías simples

Si se sospecha trauma, es necesario realizar una radiografía de columna cervical y entre tanto la columna cervical debe ser inmovilizada. Debe realizarse también en todos los casos una radiografía de tórax para la evaluación rutinaria cardiopulmonar y descartar posible edema pulmonar.

Otros exámenes

Otros paraclínicos rutinarios, no urgentes, son el parcial de orina (para evaluar hematuria), velocidad de sedimentación globular, serología, enzimas hepáticas, perfil lipídico y enzimas cardiacas.

4. Manejo médico inespecífico

De acuerdo a lo revisado anteriormente, el manejo médico general que se debe realizar en todos los casos de ACV (ya sea isquémico o hemorrágico incluyendo HSA) incluye:

5. Manejo médico específico

De aquí en adelante los pasos a seguir dependerán de la información suministrada por el TAC:

Si el TAC muestra hemorragia intracerebral:

Si el TAC muestra hemorragia subaracnoidea:

Si el TAC muestra infarto cerebral:

Si el TAC es normal:

6. Manejo de la hipertensión arterial

La hipertensión arterial sistémica es un factor de riesgo muy importante en el desarrollo de una ECV isquémica o hemorrágica y también contribuye a la ruptura aneurismática en la HSA. Por otro lado, todos los pacientes quienes presentan ACV hemorrágico o isquémico cursan con hipertensión arterial importante en la etapa aguda o con una mayor elevación de la tensión arterial en aquellos hipertensos crónicos.
Todavía es controvertido como debe tratarse esta elevación aguda de la tensión arterial en la fase inicial del ACV, sin embargo, hay algunos puntos claros:

7. Terapia farmacológica inicial en ACV isquémico

Los datos que apoyan cualquier tipo de intervención durante la fase aguda del ictus son escasos porque no se dispone de estudios bien diseñados y que sean lo suficientemente amplios.

Antiagregación

Los antiagregantes son efectivos para disminuir el riesgo de nuevo ACV isquémico en alrededor del 27%. Hay suficientes estudios aleatorios y placebo - controlados (nivel de evidencia A) que han demostrado que el uso de aspirina desde las primeras 48 horas de ocurrido el ACV isquémico reduce la recurrencia de este y la mortalidad. Este uso es seguro y produce un neto beneficio. Por lo tanto una vez se ha descartado la presencia de hemorragia debe iniciarse antiagregación con aspirina. La aspirina es la droga más recomendada y económica. La dosis ideal parece ser 250 a 325 mg (30 a 1300 mg son aceptables). Otros agentes antiagregantes como ticlopidina y clopidogrel han demostrado un moderado mejor beneficio que la aspirina (20 % más efectivos) en prevención secundaria (es decir, después de ocurrido el primer evento isquémico) siendo el clopidogrel más recomendado por ser mejor tolerado y más seguro que la ticlopidina. Se ha sugerido que la combinación de ASA-Clopidogrel o de ASA-Ticlopidina tendría un efecto aditivo al unir la antiagregación plaquetaria dependiente de cicloxigenasa con la antiagregación plaquetaria dependiente de ADP por inhibición de la fosfodiesterasa plaquetaria, pero varios estudios han demostrado que el efecto al unir estos dos fármacos es más que aditivo a nivel de la antiagregación plaquetaria por lo que se recomienda esta combinación cuando el uso de uno de éstos fármacos en forma aislada no sea suficiente.
Los antiagregantes no influyen en la severidad de un nuevo ACV (solo aumentan el tiempo libre de recurrencia), pero sigue siendo la medida médica primaria más importante para prevenir el ACV entre los pacientes de alto riesgo.

Anticoagulación

No se ha demostrado beneficio de la anticoagulación con heparina en ACV en curso (deterioro progresivo en horas) ni en isquemia cerebral transitoria repetitiva o ACV establecido.
En teoría la heparina puede limitar la progresión de la trombosis y disminuir el riesgo de recurrencia del embolismo, mejorando así la morbilidad y la supervivencia. Por otro lado, también puede convertir infartos isquémicos en hemorrágicos o infartos con mínima hemorragia en grandes hematomas.
No hay consenso acerca de las indicaciones de la heparina en ACV, ni acerca de cual sería el óptimo nivel de anticoagulación, prolongación del PTT requerida, uso o no de bolo inicial o duración de la terapia y no hay evidencia de que el uso de anticoagulación con heparina mejore el pronóstico del paciente, sin embargo se acepta el uso de ésta en cardioembolia con fuente demostrada por ecocardiograma en aquellos casos de infartos de pequeño a mediano tamaño, iniciándola generalmente después de 72 horas. El riesgo de transformación hemorrágica debe sopesarse cuidadosamente con el beneficio de una anticoagulación plena.
La heparina está contraindicada en las siguientes 24 horas a la administración de RTPA. La administración de heparina profiláctica o de heparina de bajo peso molecular si es recomendada para prevenir la trombosis venosa profunda en pacientes inmóviles. Las heparinas de bajo peso (enoxaparina, fraxiparina) molecular han demostrado mayor eficacia y seguridad que la heparina en estos casos.

Hipolipemiantes

A pesar de que la terapia hipolipemiante no ha sido considerada un factor de riesgo importante en ECV, la reducción de colesterol con esta terapia disminuye la incidencia de eventos cerebrovasculares en los pacientes tratados. El mecanismo mediante el cual se efectúa esta "neuroprotección" tiene que ver con la reducción de la embolia arterio-arterial, la disminución de la progresión de la enfermedad arteriosclerótica carotídea, la estabilización de la placa arteriosclerótica vulnerable y la mejoría del flujo sanguíneo cerebral. Así mismo, el inicio de un hipolipemiante en forma temprana después de ACV isquémico se ha asociado con una disminución en la incidencia de recurrencia de un nuevo evento, de la morbilidad a largo plazo y la muerte por enfermedad vascular mayor (ACV o IAM). En este sentido los hipolipemiantes que han mostrado los mejores resultados son las estatinas y dentro de este grupo la pravastatina. En diferentes estudios realizados, esta ultima ha demostrado además un efecto antioxidante, notable disminución del proceso inflamatorio a nivel de la placa arteriosclerótica, inhibición de la deposición plaquetaria y mejoría del proceso de fibrinolísis. En síntesis, la pravastatina estabiliza la placa arteriosclerótica carotídea y reduce su propensión a la ruptura, lo cual es un factor muy importante en la prevención de enfermedad cerebrovascular isquémica, y además disminuye el tamaño del ateroma aórtico lo cual es un importante factor de riesgo para ECV embólica. Por lo tanto, el inicio temprano de Pravastatina a 20 mg/día por vía oral, después de un ACV isquémico, es recomendado como una terapia adyuvante muy útil en la prevención de un nuevo evento.

Trombólisis Intravenosa

El RTPA intravenoso ha sido aprobado por la FDA para el tratamiento agudo del ACV isquémico, en un intento de restaurar de forma rápida el flujo sanguíneo en la zona de isquemia, en pacientes seleccionados en las primeras 3 horas del evento. En nuestro país las limitaciones para su uso han sido esencialmente económicas. Anexo el protocolo aprobado por la FDA para Trombólisis intravenosa.

Calcioantagonistas

La nimodipina, un antagonista de los canales de calcio que atraviesa la barrera hematoencefálica, se ha usado para aumentar el flujo sanguíneo cerebral y como neuroprotector. La evidencia de su utilidad en HSA ha sido demostrada, sobre todo en la prevención del vasoespasmo, pero en ACV isquémico o hemorrágico no hay suficiente evidencia para recomendar su uso rutinario.

Antiepilépticos

No hay evidencia de que el uso profiláctico de antiepilépticos sea de utilidad en la prevención de crisis o de epilepsia postraumática después de un ACV, excepto para hemorragia subaracnoidea, en la que se ha demostrado utilidad en la prevención de crisis tempranas pero no de epilepsia postraumática. En este caso debe utilizarse fenitoína a 125 mg IV c/8hs. También en este sentido, sin embargo, se utiliza muy frecuentemente la fenitoína en la prevención de crisis tempranas después de ACV hemorrágico con componente cortical o subcortical frontal o temporal por considerarse estos fuertemente epileptogénicos. En cualquier caso, ya sea ACV isquémico o hemorrágico, si se presentan crisis epilépticas tempranas (durante las dos primeras semanas) debe iniciarse rápidamente la fenitoína IV y si hay recurrencia o estatus, utilizar la dosis de carga de 20 mg/kg. IV.

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ANEXO 1:

Guías para el uso de RTPA en la práctica clínica

Prerequisitos:

  1. Diagnóstico clínico claro
  2. Posibilidad de administrase en las 3 primeras horas después de iniciados los síntomas (ventana terapéutica).
  3. TAC Normal
  4. Edad mayor a 18 años
  5. Puntaje menor de 22 en la Escala de Infarto Cerebral del NIH
  6. Autorización explícita al paciente o familiares
  7. Posibilidad de manejo en UCI

Contraindicaciones:

  1. Uso de anticoagulantes orales o prolongación del TP > 15 seg. (INR>1 .7)
  2. Uso de heparina en las 48 horas previas o prolongación del TPT
  3. Recuento de plaquetas menor a 100.000/mm3
  4. ECV o TCE severo en los 3 meses previos
  5. Cirugía mayor en los 14 días previos
  6. TAD > 110 mmHg o TAS > 185 mmHg antes de iniciar la trombólisis
  7. Signos neurológicos de rápida resolución o déficit neurológico mínimo
  8. Hemorragia intracraneana previa o ssignos clínicos sugestivos de HSA
  9. Punción arterial en un sitio no susceptible de compresión mecánica en la semana previa
  10. Punción lumbar en la semana previa
  11. Mujeres gestantes o lactantes
  12. Glicemia menor a 50 mg/dl o mayor a 400 mg/dl
  13. Crisis epilépticas al inicio del evento cerebrovascular
  14. Sangrado urinario o gastrointestinal en los 21 días previos
  15. Infarto agudo de miocardio reciente
  16. Carencia de facilidades para controlar las complicaciones hemorrágicas

Precauciones durante y después de trombólisis:

  1. Control estrecho de TA
  2. No colocar catéteres centrales ni SNG en las primeras 24 horas
  3. No colocar sondas vesicales en los primeros 30 minutos
  4. No usar antiagregantes plaquetarios o anticoagulantes en las primeras 24 horas
  5. Si hay sangrado a partir de punciones venosas o arteriales, controlar el sangrado mediante compresión mecánica cuando sea posible.

Dosis: 0.9 mg/kg -máximo 90 mg IV. 10% bolo inicial, 90% restante en 60 minutos.

TRATAMIENTO DE LAS COMPLICACIONES AGUDAS:

  1. Edema cerebral
    1. Evitar el uso de soluciones endovenosas hiposmolares
    2. Elevación de la cabecera 30 grados
    3. Corregir la hipoxia, hipercapnia y fiebre
    4. Manitol
    5. Sedación – Relajación
    6. Hiperventilación
    7. Coma barbitúrico
    8. Monitoreo invasivo
    9. Ventriculostomía si hay hidrocefalia
    10. Lobectomía o hemicraniectomía
  2. Crisis epilépticas
    1. Difenilhidantoína y Carbamacepina
    2. Manejo del Estado epiléptico
  3. Transformación hemorrágica
    1. Solicitar de inmediato cuadro hemático, TP, TPT y fibrinógeno
    2. Reservar/solicitar productos sanguíneos (reservar al menos 4 unidades de glóbulos rojos empaquetados, 4 a 6 unidades de crioprecipitados o plasma fresco congelado y 1 unidad de plaquetas)
    3. Suspender infusión de RTPA
    4. Solicitar TAC cerebral de urgencia y valoración por Neurocirugía
    5. El drenaje de hematomas debe ser realizado después de corregir el estado fibrinolítico.

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ANEXO 2:

ESCALA NIH PARA ECV AGUDO

AMERICAN ACADEMY OF NEUROLOGY
PRACTICE COMMITTEE: Stroke Disease Management Tools
NATIONAL INSTITUTES OF HEALTH STROKE SCALE
1