EL CEREBRO EN LA REANIMACION

Gabriel Centanaro M.D. – Neurólogo Clínico

INTRODUCCION

 
    Uno de los más importantes factores de morbilidad y mortalidad en la Unidad de Urgencia y en la UCI es la disfunción neurológica. La alta incidencia de esta disfunción ha estimulado una intensa búsqueda acerca de como proteger el sistema nervioso central de situaciones que producen hipoxia-isquemia, como la hipotensión prolongada, la enfermedad cerebrovascular, el trauma craneoencefálico severo y sobre todo, el paro cardiorrespiratorio. Sabemos que tal protección se debe iniciar en forma temprana manteniendo un flujo sanguíneo cerebral adecuado para la demanda metabólica, pero el reto de hoy es poder interrumpir la compleja cascada de eventos bioquímicos y celulares que se inician en ese momento y que de hecho llevan a la muerte neuronal.
Es bien conocido que el éxito de un intento de reanimación cerebrocardiopulmonar depende de las condiciones previas del paciente, el tipo y duración del evento causal y la reanimación temprana y eficaz, pero generalmente se olvida algo muy importante: la protección cerebral en el estado post-reanimación.

    Es importante recordar que el ABC completo de la reanimación incluye:

A: Vía aérea
B: Respiración
C: Circulación
D: Drogas
E: Monitoreo EKG
F: Desfibrilación
G: Determinar y tratar causas
H: Protección cerebral
 I: Cuidado Intensivo

    Las estadísticas hasta ahora son muy desoladoras: varios estudios de morbimortalidad después de reanimación han demostrado que sólo en 40% de los casos se restaura la circulación, a más o menos un 20% se les da de alta y solo un 4 a 7% del total retornan a su estilo de vida anterior.
De 231 pacientes resucitados de paro cardiaco y seguidos por más de un año, 116 pacientes nunca recuperaron la conciencia, de los 115 restantes ninguno recobró la conciencia antes de 30 días y sólo 40 de éstos lograron recuperación casi completa después de 3 meses (Jorgensen EO, Hospital de Bispebjerg, Copenhagen, Dinamarca, 1998).
En resumen, más de un 80% de los sobrevivientes de pacientes sometidos a reanimación cerebrocardiopulmonar nunca regresan a una vida productiva.
 
 

BASES BIOLOGICAS

Mientras que el tejido pulmonar resiste la anoxia hasta 2 horas, el tejido hepático de 1 a 2 horas, las células tubulares renales aproximadamente 30 min y las células miocárdicas hasta 30 min, el tejido cerebral en 5 min presenta daño neuronal irreversible y después de 10 min hay muerte neuronal.
Puede producirse lesión cerebral por múltiples factores pero el más común de ellos es la falta de nutrientes esenciales: oxígeno y glucosa. Esta puede ocurrir separadamente por cada uno de ellos en una situación con flujo sanguíneo preservado (hipoxia o hipoglicemia) o, más frecuentemente, por ambos a causa de ausente o reducida perfusión cerebral (isquemia o infarto). La reducción en el aporte de estos precursores energéticos es el mecanismo más frecuente de lesión cerebral independientemente de la etiología. Por esto es muy importante el conocimiento de este tipo de lesión y la lesión causada por la reperfusión.
 

LA AUTORREGULACION CEREBRAL

Existe dentro del cráneo, una elaborada arquitectura vascular, con abundantes arterias colaterales, designada para asegurar un adecuado flujo sanguíneo y una gran cantidad de mecanismos protectores internos para mantener un flujo sanguíneo cerebral siempre constante a pesar de las variaciones en la presión de perfusión cerebral.
Si la presión de perfusión cerebral disminuye, los vasos se dilatan y si esta aumenta los vasos se contraen, asegurando así un flujo sanguíneo cerebral casi constante de aproximadamente 55 cc por cada 100 gr de tejido cerebral por minuto en un amplio rango de variación de la tensión arterial media de 50 a 150 mmHg. Esto se conoce como “presión de autorregulación”. Este rango de autorregulación varía con la edad, la hipertensión crónica, y lo más importante, se pierde después de someter el tejido cerebral a hipoxia, como en un paro cardiaco. Esto implica que es indispensable mantener la tensión arterial media en un nivel estricto (aproximadamente entre 90 y 100 mmhg en una persona no hipertensa crónica) después de un paro cardiaco.
Otros factores como la glicemia, la PaCO2, la PaO2 y el PH, influyen también marcadamente en el flujo sanguíneo cerebral, y también esta influencia se hace más notable después de un paro cardiaco. La PaCO2 además de ser el factor que más influye sobre el flujo sanguíneo cerebral, controla el PH del líquido cefalorraquídeo. Después del paro cardiaco y la reanimación, se pierde la capacidad del tejido cerebral para mantener un adecuado control sobre los niveles de todos estos factores y por consiguiente del flujo sanguíneo cerebral, por lo que es necesario monitorizarlos y controlarlos estrictamente.
 

LA PENUMBRA ISQUEMICA

Se conoce como área de penumbra isquémica a aquella porción de tejido cerebral que en un momento dado recibe un flujo sanguíneo cerebral insuficiente para permitir el funcionamiento neuronal normal pero más o menos suficiente para mantener a la neurona viva, es decir, el flujo sanguíneo cerebral que recibe no permite desencadenar un potencial de acción pero permite mantener un pequeño potencial de reposo mediante actividad de las bombas de sodio, que mantiene a la neurona viva, obviamente por un tiempo limitado. Este margen de flujo sanguíneo cerebral insuficiente, donde se presenta la penumbra isquémica, se ha establecido que está entre 10 y 25 cc por cada 100gr de tejido cerebral por minuto. Por debajo de 10 cc se presenta falla de la membrana debido a ausencia del ATP necesario para soportar la bomba iónica y la neurona muere rápidamente.
Durante el paro cardiaco, la reanimacion convencional aporta solo una perfusión cerebral marginal (generalmente menos de 10 cc/100gr de tejido cerebral por minuto), por lo tanto esta mantiene a todo el cerebro en una isquemia importante, por lo cual después de ésta se presentan todos los procesos fisiopatológicos del tejido sometido a isquemia. En las primeras horas después de la reanimación, en el estado postreanimación, la perfusión cerebral generalmente no sobrepasa los 25 cc/100gr de tejido cerebral por minuto, por lo que el cerebro entero se encuentra en una penumbra isquemica.
 

LA ISQUEMIA

Con la isquemia se inicia una cascada de eventos que conllevan a la muerte celular. La reducción del oxígeno y la glucosa disponibles disminuye la producción aérobica del ATP y se aumenta el lactato el cual produce lesión neuronal directa y disminución del PH. Este ambiente acidótico deteriora la función cerebral con cada vez menor posibilidad de recuperación mientras más tarde en recuperarse el metabolismo oxidativo.
La disminución del ATP causa falla de la bomba de la membrana permitiendo la entrada de iones sodio, calcio y cloro y la salida del potasio. Esto desporaliza la célula y activa receptores de kainato, quisqualato y NMDA los que a su vez producen apertura de canales de sodio y cloro y liberación de aminoácidos excitatorios (glutamato), los cuales aumentan aún más la entrada de calcio extracelular a la célula permitiendo la salida de calcio mitocondrial con el consiguiente mayor aumento del calcio intracelular. Este influjo de iones causa edema celular, y además activa enzimas proteolíticas y lipasas que causan daño celular por degradación de enzimas citosólicas y liberación de ácido araquidónico y otros ácidos grasos libres con el consiguiente aumento de la producción de prostaglandinas y radicales libres. Además la isquemia también aumenta la hipoxantina, convirtiéndola en xantina oxidasa, que contribuye aún más en la producción de radicales libres.
Ocurren también otros efectos en el ámbito nuclear con interferencia en los mecanismos implicados en la replicación del DNA y producción de RNA necesarios para la futura producción de proteínas. Esto puede explicar porqué la recuperación clínica y celular es parcial aún con la restauración del equilibrio iónico y de niveles adecuados de ATP después de una reanimación y reperfusión exitosas.
 

DISTINTOS UMBRALES LESIONALES FRENTE A LA ANOXIA

No todas las regiones del SNC reaccionan igual a la isquemia. Existen regiones más susceptibles como aquellas zonas más densas en glutamato, la corteza hipocampal (sector de sommer), la corteza cerebelosa (células de Purkinje), la corteza parietoccipital capas 3, 5 y 6, las zonas con “flujo frontera”, la médula espinal entre la arteria espinal anterior y la arteria de Adamkiewicz, algunas zonas específicas de los ganglios basales y algunas zonas irrigadas por arterias estenóticas. El grado de recuperación de estas zonas varía y es siempre menor que el de otras regiones del SNC después de isquemia.
 

REPERFUSION

La lesión producida por células del sistema inmune después de la reperfusión (principalmente leucocitos activados) se considera el factor más importante en la lesión por reperfusión. Estos leucocitos pueden tapar vasos sanguíneos en condiciones de bajo flujo e impedir la restauración de la perfusión en ciertas áreas (fenómeno de “no-reflujo”). Además, parece que estos leucocitos aumentan la producción de radicales libres e inician una cascada de mediadores inflamatorios los cuales potencian la destrucción celular. Los vasos sanguíneos lesionados pueden también activar la cascada de la coagulación llevando a trombosis y agregación plaquetaria. La fosforilación oxidativa en la reperfusión aumenta el calcio mitocondrial, lo cual puede destruir la mitocondria y liberar aún más calcio.
Todo lo anterior condiciona más edema, el cual disminuye aún más la posibilidad de adecuada perfusión por aumento de la presión intracraneana (hipoperfusión postanóxica).
No está claro si el aumento de oxígeno en la reperfusión produce más radicales libres, pero de todos modos, este es necesario para restaurar todos los procesos oxidativos.

En resumen, en el estado post-reanimación, existe una inadecuada energía (ATP), deterioro de la bomba, edema y acidosis tisular, excitotoxicidad, aumento en la producción de radicales libres, reacción inflamatoria tisular e hipoperfusión postanóxica, todo lo cual conlleva destrucción celular y mayor vulnerabilidad cerebral. Aunque ha habido muchos avances en el entendimiento de estos fenómenos, la aplicación completa de este conocimiento está aún por definirse, y hasta ahora sólo disponemos de algunas opciones para tratar de disminuir el daño producido por la cascada de eventos bioquímicos y celulares que son disparados por la isquemia y la reperfusión.
 
 
 

PROTECCION CEREBRAL POST-REANIMACION

La lesión neurológica producida por la anoxia-isquemia afecta a todo el organismo y lo primero es establecer una adecuada función vital. El manejo de la vía aérea para asegurar una adecuada oxigenación, ventilación y protección de la misma es una prioridad fundamental. Además, el manejo adecuado y temprano de esta vía es esencial para iniciar una disminución de la PaCO2, ya para normoventilación o ya para hiperventilación en el manejo de la hipertensión endocraneana.
 

PRESION DE PERFUSION CEREBRAL

Una vez asegurada una adecuada vía aérea, es esencial restablecer rápidamente la nutrición y la oxigenación cerebral con una adecuada presión de perfusión cerebral. En las primeras 24 a 48 horas se aconseja aumentar la tensión arterial media y es de vital importancia mantener el gasto cardiaco y la volemia en niveles óptimos. El rango donde se sabe que la tensión arterial media después de paro cardiaco asegura una adecuada perfusión cerebral es de 90 a 100 mmHg para un sujeto sin hipertensión arterial sistémica crónica (en aquellos con hipertensión arterial sistémica crónica el rango es más alto, dependiendo de la severidad y la cronicidad de la hipertensión).
En este sentido también se insiste en la desfibrilación temprana y adrenalina durante la reanimación, como medidas precoces en protección cerebral. Un esquema propuesto para la utilización de adrenalina es 1 mg por cada 70 kg de peso por minuto en paro si el paro lleva más de tres minutos. La idea es disminuir al máximo la hipoxia-isquemia a la que se ve sometida todo el encéfalo.
Se ha demostrado que es de beneficio la “hemodilución normovolémica”, ya que esta disminuye la viscosidad sanguínea y asegura una adecuada volemia, mejorando la presión de perfusión cerebral y el flujo sanguíneo a través de colaterales y áreas con flujo sanguíneo cerebral comprometido, ya por isquemia o por “no-reflujo”. Muchos estudios han mostrado que esta terapia puede ser utilizada con seguridad con la ayuda de un monitoreo intensivo (catéter de arteria pulmonar). No se ha demostrado beneficio con la hipervolemia.
En fin, corolario de todo esto, es que es de la máxima importancia evitar la hipotensión y la hipovolemia, utilizando cristaloides, coloides y vasopresores en la medida de lo necesario. El antiguo concepto de que una relativa deshidratación era útil en pacientes con patología neurológica ha sido completamente abatido y olvidado.
 

PRESION INTRACRANEANA

No es suficiente la obtención de una adecuada tensión arterial media, un buen gasto cardiaco y una adecuada volemia. La simultánea reducción de la presión intracraneana aumentada es de vital importancia en el manejo del estado post-reanimación, ya que de otro modo no se conseguirán una adecuada presión de perfusión y flujo sanguíneo cerebral con el consiguiente empeoramiento de la hipoxia-isquemia.
Por esto si existen lesiones intracraneanas ocupantes de espacio (tumores, hematomas, abscesos), es imperativo evacuarlas lo más pronto posible, o en el caso de aumento en el contenido del líquido cefalorraquídeo (hidrocefalia, pseudotumor cerebri) es necesario drenarlo a la mayor brevedad. De todos modos, debe establecerse cuanto antes un manejo intensivo de acuerdo al compartimento afectado. El uso de agentes osmóticos como manitol al 20% (0.25 gr/kg dosis c/6 hs), el cual se sabe tiene un adicional efecto benéfico en la reología sanguínea y como barredor de radicales libres, es de gran ayuda en el manejo del edema cerebral post-reanimación y también en el asociado a lesiones intracraneanas ocupantes de espacio. Se debe mantener el paciente con cabecera a 30° (muy acostado puede aumentarse la presión endocraneana, muy sentado disminuye la presión de perfusión cerebral) y con la cabeza en posición neutra (para no entorpecer en drenaje venoso yugular).
La hiperventilación al inducir hipocapnia y vasoconstricción, es de gran ayuda en reducir la hipertensión endocraneana al disminuir el volumen intravascular cerebral. Los niveles de PCO2 deseables van de 25 a 30 mmhg. Debido a que la hiperventilación prolongada o intensa tiene un efecto adverso sobre el flujo sanguíneo cerebral al producir hipoperfusión por vasoconstricción excesiva, ésta no se recomienda por más de 24 a 48 horas. Es importante que cumplido este lapso se aumente la PCO2 en forma lenta y progresiva, sin pasar de 33 a 35 mmhg, para evitar la vasodilatación y la hipertensión endocraneana de rebote. El cateter yugular ascendente y otros métodos de monitoreo de la saturación venosa yugular o capilar cerebral de oxígeno como el somanetics, son muy útiles para detectar hipoperfusión o hiperemia cerebral, y por lo tanto, valiosas herramientas en el manejo de la hipertensión endocraneana y en el uso adecuado de la hiperventilación.
La craniectomía transitoria está siendo usada cada vez más como medida salvadora en el manejo de la hipertensión endocraneana refractaria.
 

OXIGENACION

Debe permitirse una moderada hiperoxia (Pa02 alrededor de 100 mmHg). Estos niveles de PaO2 permiten una adecuada oxigenación en el tejido sometido a hipoxia y con flujo sanguíneo comprometido. No se ha demostrado que niveles de PaO2 altos estimulen la producción de radicales libres. Es indispensable que la PEEP se mantenga en el valor más bajo posible (menor de 10 cmH2O) para evitar el aumento indirecto de la presión intracraneana al disminuir el retorno venoso.
 

TEMPERATURA

Después de hipoxia-isquemia, la lesión producida al SNC es dependiente de la temperatura. La fiebre aumenta el daño neurológico y se sabe además que la hipotermia ofrece cierto grado de protección cerebral. Sin embargo, niveles muy bajos de hipotermia pueden ser contraproducentes al aumentar la susceptibilidad a la infección.
El tratamiento de la fiebre debe ser agresivo con medidas generales de enfriamiento, líquidos endovenosos fríos y medicaciones antipiréticas. Hay varios estudios en curso acerca de los posibles efectos benéficos de inducir leve hipotermia en humanos (temperatura entre 32 y 34°C) por pocas horas después de la reanimación, pero aún no hay resultados concluyentes.
 

NORMALIZACION METABOLICA

Debido a que el cerebro después de hipoxia es mucho más vulnerable a alteraciones metabólicas e hidroelectrolíticas deben mantenerse estos parámetros dentro de límites estrictamente normales. Es fundamental impedir la hiperglicemia (evitar usar soluciones dextrosadas), por cuanto esta estimula la glicólisis anaerobia y la producción de lactato; debe corregirse rápidamente la acidosis y mantener el PH arterial entre 7.3 a 7.5 (y en esto puede ser de ayuda la hipocapnia también) y debe mantenerse la normalidad hidroelectrolítica y de la osmolaridad sérica e iniciarse un soporte nutricional temprano y adecuado.
 

SEDACION E INMOVILIZACION

La sedación y relajación del paciente son muy útiles en el manejo de la hipertensión endocraneana y optimización de la presión de perfusión cerebral. Las drogas que se prefieren en este sentido son fentanyl, midazolam y relajantes musculares de acción corta como el vecuronio.
La infusión continua de barbitúricos o de anestésicos como el propofol, reduce el metabolismo cerebral creando un silencio eléctrico cortical, y disminuyendo rápidamente la hipertensión endocraneana en animales y humanos; sin embargo, aún se proponen como una opción en el tratamiento de la hipertensión endocraneana refractaria a otras medidas y no se aconsejan como terapia de rutina en el estado post-reanimación.
 

OTRAS TERAPIAS

No se ha demostrado utilidad en el uso profiláctico de anticonvulsivantes después de reanimación pero si es claro que las crisis deben tratarse rápidamente y efectivamente, pues en este estado ellas son mucho más deletéreas.
Tampoco se ha encontrado utilidad en el uso de corticoides, incluyendo metilprednisolona, a menos que exista edema vasogénico por otra causa.
 
 

TERAPEUTICA EXPERIMENTAL

Se está trabajando sobre un sin número de sustancias con el fin de interrumpir o disminuir el daño producido por la cascada bioquímica de eventos disparada por la hipoxia-isquemia. Las más utilizadas han sido los bloqueadores del calcio como Lidoflazina, Nimodipina y Flunarizina, de los cuales los resultados aparentemente más prometedores se han obtenido con la Nimodipina, pero todavía hacen falta trabajos concluyentes para recomendarla en forma rutinaria.
Otras drogas como antagonistas del glutamato y quisqualato, inhibidores y barredores de los radicales libres, superoxido-dismutasa, quelantes del hierro (deferoxamina), lazaroides (tirilazad), alopurinol y otros, están siendo experimentadas.
 

CONCLUSION

El tratamiento de la lesión cerebral causada por la hipoxia-isquemia después de Paro cardiaco es complejo y aún hay muchas cosas por aclarar; pero el enfoque apropiado al problema se logrará entendiendo aún mejor los mecanismos del proceso patológico. Entretanto el médico debe ofrecer a estos pacientes en forma rápida y eficaz todo el soporte del ABC y todas las condiciones necesarias para minimizar la lesión cerebral post-reanimación basado en el conocimiento actual de estos mecanismos.
 
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REFERENCIAS

 

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