EL AUTISMO
Alma Rosa Lujan
E
l autismo es un trastorno de aparición temprana en la infancia, es una distorsión general del proceso de desarrollo donde se ven implicados tanto los procesos de comunicación, de socialización como del pensamiento o cognitivos del niño. Consiste en una falta de respuesta ante los demás, con un importante bloqueo y deterioro de la comunicación. Aparece en una proporción aproximada de cuatro niños de cada diez mil, y es tres veces más frecuente en niños que en niñas.Definición de autismo según el DSM-IV:
La definición de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) recogida en el DSM-IV incluye el autismo en la categoría de los "trastornos profundos del desarrollo". La principal sintomatología del autismo consiste en una falta de respuesta a los demás, un deterioro importante en las habilidades de comunicación y la existencia de respuestas "raras" a diversos aspectos del medio, todo ello desarrollado en los primeros treinta meses de vida. También se destaca el carácter "extraordinariamente incapacitante" del trastorno.
Criterios diagnósticos:
Respecto del funcionamiento cognitivo, el cociente intelectual en los niños autistas funciona de un modo muy semejante a como lo hace en cualquier otro grupo de individuos. Los niños autistas con cociente intelectual bajo están igual de retrasados que cualquier otro con cociente intelectual bajo. Aunque se ha demostrado que el autismo y el retraso mental coexisten con frecuencia. Se ha descrito que en el 40% de los casos el CI se encuentra por debajo de 50 y sólo un 30% tiene un CI de 70 o más. Existe una gran variabilidad intelectual que se ve dificultada de evaluar, especialmente la verbal. Estos niños suelen obtener mayores rendimientos en las tareas que requieren habilidades manipuladoras, espacio-visuales o de memoria. Las habilidades generales de estos niños pueden ser mayores o menores dependiendo de su cociente intelectual y de su capacidad de comunicación verbal.
Los síntomas más comunes que pueden observarse son:
Además, las conductas auto-lesivas y el retraso en el control de esfínteres pueden también presentarse en los niños autistas, pero estos síntomas no aparecen en todos los casos.
La edad de comienzo de la alteración suele ser anterior a los treinta meses, aunque existen casos en los que se desarrolla el síndrome tras varios meses de evolución normal del desarrollo infantil.
Su clínica general varía según la edad, por ejemplo en un lactante es frecuente observar la emisión un balbuceo monótono y tardío. No muestra interés por su entorno, ni siquiera por las personas que están en permanente en contacto con él, como sus padres o familiares más allegados, no importándole tampoco ni la comida ni el contacto. Permanece rígido, sin lenguaje gestual ni imitación del adulto y puede entretenerse mucho con un solo objeto sin llegar a entender para qué sirve. No atribuye un significado al mundo real que lo rodea.
En la etapa preescolar, el niño autista se muestra extraño, no habla. Le cuesta asumir la entidad "yo" e identificar a los otros. No muestra contacto (físico, oral, visual). Si a los cinco años hablan utilizan un lenguaje diferente de los otros niños. Pueden presentar conductas agresivas. Sus respuestas sensoriales son anormales (podría no reaccionar frente a una gran explosión).
En cuanto a la etapa escolar, en la mayoría de ocasiones no consiguen ingresar en la escuela. Si se les aísla pueden llegar a autoagredirse.
Durante la adolescencia aproximadamente un tercio de los autistas suelen sufrir ataques epilépticos. En esta edad suelen aparecer actuaciones de carácter sexual como por ejemplo, exhibiciones, abrazar a las chicas por la calle. Persiste el déficit de comunicación y el mantenimiento de la fijación de ideas.
Desde un punto de vista clínico, una de las características principales del síndrome autista es su extrema heterogeneidad, la existencia en la población afectada de grandes diferencias individuales. Esta importante variabilidad es visible en relación a los síntomas fundamentales, a los síntomas asociados y al cociente intelectual. Es evidente que no todos los autistas manifiestan el mismo grado de alteración de las relaciones interpersonales o de la comunicación, y que no todos presentan el mismo deseo de invariabilidad, ni el mismo nivel de restricción de sus intereses y actividades.
Evoluciona de forma crónica y el resultado final es altamente incapacitante, de forma que es raro que un niño autista acabe realizando una vida normal e independiente. La esperanza es que uno de cada seis llegue a una adaptación social adecuada y pueda realizar un trabajo reguar en su vida adulta.
Todavía no existe una explicación clara del origen del autismo. Algunos especialistas afirman que se trata de una forma muy precoz de esquizofrenia infantil, aunque la mayoría consideran que estos son dos trastornos diferentes. Sí se han encontrado factores predisponentes como el trastorno metabólico del recién nacido (fenilcetonuria), la encefalitis, la meningitis y la esclerosis tuberosa.
Tratamiento:
El tratamiento se basa en técnicas educativas especiales que se asocian al uso de psicofármacos. Este tratamiento debe ser llevado conjuntamente por diversos especialistas como médicos, psicólogos, pedagogos y asistentes sociales.
Como tratamiento farmacológico utiliza el haloperidol en dosis bajas, reduce el retraimiento, las estereotipias y la hiperactividad. A largo plazo la aparición de disquinesia es muy frecuente (25%) que desaparece al quitarlo. También se trabaja con los antagonistas opiáceos con intención de disminuir el retraimiento interpersonal mediante el bloqueo de los opiáceos endógenos. El litio puede ser beneficioso para controlar los comportamientos agresivos o autolesivos.
El ingreso hospitalario se hace en centros que difieren de los hospitales tradicionales y donde todo el personal trabaja de forma coordinada y en contacto permanente con el niño.
Bibliografía:
Lorna, W. Autismo infantil aspectos médicos. Madrid. Alhambra.
Lovaas. El niño autista. Madrid. Debate
Polaino, L. Introducción al estudio científico del autismo infantil. Madrid. Alhambra