¿Síndrome de ADD? 

Lic. Beatriz Janin

Me voy a referir en este artículo a los llamados "síndromes" desarrollando, en particular, el Síndrome de Déficit de Atención e Hiperkinesia, por ser uno de los diagnósticos más difundido últimamente en nuestro país.

Si hablamos del llamado síndrome de ADD (Attention Deficit Disorden) o ADHD (Attention Deficit Hyperactivity Disorder), hay cuatro problemas en torno a este tema:

    1. El diagnóstico. La construcción de la categoría síndrome.
    2. La medicación y sus efectos.
    3. Qué significan desde una lectura psicoanalítica los déficits de atención, hiperkinesia e impulsividad, es decir cómo se entienden la motricidad y la atención.
    4. Cómo podemos los psicoanalistas encarar los trastornos de la motricidad y de la atención (partiendo de que no hay un sólo trastorno). Cuál es el abordaje y qué intervenciones podemos realizar trabajando con niños que presentan estas patologías.

¿De qué diagnóstico se trata?

En relación al primer punto, el del diagnóstico, considero que el riesgo es que la subjetividad se pierda y se obturen preguntas cuando hablamos de síndromes.

Considero que no hay un diagnóstico único, que hay diversos trastornos de atención y motricidad y que, para tratarlos, es básico pensar a qué determinaciones responden.

Los trabajos médicos que pude rastrear sobre los llamados síndromes (ADD, pánic attack, Gilles de la Tourette, etc.) se caracterizan por la descripción fenoménica de la sintomatología y la investigación detallada de los efectos de los fármacos. Sin embargo, considero que son insuficientes, en tanto no dan cuenta de la producción y mantenimiento de los trastornos a partir de una dinámica psíquica y de los vínculos intersubjetivos. Tampoco hablan de los efectos de un tratamiento psicológico sobre ellos. Y, en cuanto a la relación entre las diferentes patologías, se contradicen entre sí.

Lo que se combina en toda la bibliografía médica sobre el tema es el trípode : diagnóstico: síndrome de... ; medicación y terapia conductista y esta combinación parece ser ideal para contentar a los adultos y ubicar a los niños como "enfermos".

El orden de determinaciones se invierte. Ya no es que un niño tiene tales manifestaciones sino que a partir de las manifestaciones se construye una identidad que se vuelve causa de todo lo que le ocurre dejándolo encerrado en un sin salida. Una categoría descriptiva pasa a ser explicativa de todo lo que le ocurre. Ya no es "se mueve mucho y desordenadamente", ¿por qué será?, sino : "Es ADD por eso se mueve mucho y desordenadamente". Hay preguntas que se obturan. Y se eluden todas las determinaciones intra e intersubjetivas, como si los síntomas se dieran en un sujeto no escindido, y aislado de un contexto.

Así, hay niños en los que se diagnostica ADD cuando presentan cuadros psicóticos, otros están en proceso de duelo o han sufrido cambios sucesivos (adopciones, migraciones, etc.) o es habitual este diagnóstico con niños que han sido víctimas de episodios de violencia.

¿Cuáles son los efectos psíquicos en un niño cuando es ubicado como síndrome?. Así, hay nenes que dicen : "Yo soy ADD", perdiendo el nombre propio y adquiriendo una identidad prefigurada, que lo unifica en la invalidez y en la dependencia a un fármaco.

Hay escuelas primarias en las que la mitad de los alumnos están medicados por ADD sin que se formulen preguntas acerca de las dificultades que presentan los adultos de la escuela para contener, transmitir, educar y acerca del tipo de estimulación a la que están sujetos esos niños dentro y fuera de la escuela. Es decir, se supone que el niño es único actor en el proceso de aprender.

La medicación aparece como una respuesta rápida frente a cualquier conflicto infantil. Es la primer salida frente a las dificultades de aprendizaje, indicada en muchos casos desde los mismos maestros. Y ésto en un mundo en el que lo que importa es el "rendimiento", la "eficiencia".

Es decir, son generalmente demandas sociales las que motorizan la medicación.

La medicación :

Algunos datos tomados de revistas médicas nos pueden resultar interesantes.

En un artículo de Pediatrics de 1997 se afirma que del año 90 al 95 aumentó la prevalencia de indicación de Metilfenidato (ritalina) en un 2,5%. Y que a mediados de 1995, en Estados Unidos, un millón y medio de sujetos entre 5 y 18 años estaban medicados y que había aumentado la duración de los tratamientos. Llamativamente, este trabajo es para demostrar que el aumento no fue tan escandaloso como venían denunciando los medios de comunicación, que hablaban de un 6%. Como si un millón y medio de chicos medicados no fuera algo que debería promover un cuestionamiento colectivo...

A la vez, en el libro de Goodman y Gilman’s de Farmacología, del 96, se plantea que el metilfenidato tiene el mismo potencial abusivo que las anfetaminas, lo que nos hace pensar en el camino que se abre hacia las adicciones... También nos informa que los efectos secundarios de esta droga son : insomnio, dolor abdominal, anorexia y pérdida de peso que puede derivar en supresión del crecimiento.

Y un estudio muy interesante del Centre for Communnity Child Health and Ambulatory Paediatrics, Royal Children Hospital, de junio de 1998, plantea que, tomando 102 sujetos a los que se les administró metalfenidato o desanfetamina, hubo un desacuerdo importante entre los padres y los niños en cuanto a los resultados de la medicación. Mientras que muchos niños afirmaban sentirse peor que antes de la medicación, por los efectos colaterales de la misma, los padres sostenían las ventajas de la medicación. Considero que esto es un dato fundamental a tener en cuenta. Seguramente, la ritalina aumentó el rendimiento escolar y esto fascinó a los padres... pero no parece haber sido igualmente satisfactorio para los niños.

Esto no implica que no haya casos en los que la medicación, si es transitoria, no sea necesaria, sobre todo cuando no hay una familia que soporte, contenga y de tiempo a un cambio. Pero me parece fundamental analizar cuáles son los determinantes de la falta de atención para no obturar con una pastilla problemáticas que van a insistir, a veces, de modos más destructivos.

Frente a esto, hay muy poca bibliografía psicoanalítica que plantee directamente estos temas.

El psicoanálisis y los déficits de atención y de motricidad:

Me voy a detener en dos puntos : cómo se pueden pensar estas manifestaciones desde el psicoanálisis y cómo podemos intervenir los psicoanalistas para modificarlas.

El DSM IV plantea tres ítems: desatención, hiperactividad e impulsividad. Profundizar en el modo en que se constituye la atención y la motricidad, así como en sus trastornos, nos puede acercar algunas respuestas.

La atención :

Desde la teoría psicoanalítica, hay dos tipos de atención : una atención refleja, en el límite entre lo biológico y lo psíquico y una atención psíquica o secundaria.

En el Proyecto de una Psicología para Neurólogos, Freud habla de la conciencia y la atención, planteando la diferencia entre el registro perceptual y las sensaciones, entre registro de estímulos externos y registro de sensaciones y afectos.

Si la atención es investidura, podemos pensar que hay diferentes tipos de desatenciones. Y nos podríamos preguntar si hay alguien que "no atienda" en absoluto. Quizás lo que podemos hacer es intentar registrar las diferentes perturbaciones de la atención.

Un niño que está conectado con sus propias sensaciones no podrá atender a los estímulos del mundo. Así, tenemos, en primer lugar, niños que han retirado sus investiduras del mundo pero también niños que nunca lo han investido.

Sabemos que el mundo no es investido automáticamente, o que lo que se inviste casi automáticamente son las sensaciones (la conciencia primaria de Freud). Pero para que haya registro de cualidades, de matices, se debe diferenciar estímulo y pulsión, para lo cual los estímulos externos no deben ser continuos, sino que tiene que haber intervalos.

A la vez, la investidura del mundo se logra por identificación con un otro que va libidinizando a ese mundo y otorgándole sentido. Cuando la mamá muestra el sonajero, lo hace sonar, etc.....está atrayendo la atención del bebé hacia un objeto. Pero si la mamá no puede erotizar nada que no sea su propio cuerpo o sus propias sensaciones, si no puede transmitir un dirigirse al mundo y no hay un sustituto que realice esta tarea, difícilmente el bebé invista un exterior a sí.

Así, nos encontramos con niños que no se conectan con el mundo, conectados con sus propias sensaciones intracorpóreas, tal como describe Tustin en los niños autistas.

También, con aquellos que han investido privilegiadamente el cuerpo materno y siguen atentos a él aún en época escolar. Estos niños pueden estar atentos, en la escuela, a cuestiones tales como los ritmos respiratorios y cardíacos del otro, la transpiración, los tonos musculares, los tonos de voz.... sin registrar lo que se les dice.

Es bastante frecuente que niños criados en un ambiente de mucha violencia o que han sufrido migraciones o privaciones importantes, estén totalmente desatentos en clase, en tanto la violencia deja, entre otras marcas, o una tendencia a la desinvestidura o un estado de alerta permanente que es acompañado, a veces, con la búsqueda de estímulos fuertes.

Considero que el circuito violencia-desatención-búsqueda de estímulos fuertes en el mundo-adicción es una de las vías posibles a pensar en los niños desatentos. Lo que lleva a plantear el riesgo de dar medicación potencialmente adictiva a niños cuya estructuración psíquica tiene características adictivas.

Otra de las posibilidades es que el niño haya retirado sus investiduras del mundo (como plantea Freud en el neurótico) para investir sus fantasías. Es diferente investir las fantasías que investir sensaciones kinésicas o latidos cardíacos. El niño que se repliega en la fantasía puede hacerlo porque el mundo (y sobre todo el mundo escolar) le resulta insatisfactorio, peligroso, o pone en juego su narcisismo.

La atención presupone una investidura sostenida de un pedazo del mundo. Otorgarle valor psíquico a algo y sostener ese vínculo, implica una posibilidad libidinal que incluye un descentramiento de sí, en tanto la atención exige centrarse en un otro, y sostener esa investidura a pesar de los aspectos desagradables que puedan aparecer.

Pero hay niños que no pueden investir un mundo que suponen hostil y del que se defienden borrándo-borrándose.

Para poder atender sostenidamente a la palabra de los maestros, es necesario que opere el proceso secundario, ya que si cada gesto, cada palabra, cada movimiento, desencadena una sucesión de asociaciones imparables, es difícil seguir el discurso de un otro. También, si la palabra del maestro no puede ser valorizada, o predominan registros como el olfativo, el niño no podrá seguir la exposición.

Si bien las posibilidades son infinitas, intentaré enumerar algunos de los modos en que he ido viendo, en la clínica, trastornos de atención :

  1. Constitución de las investiduras de atención en relación a sensaciones pero no a percepciones ni a afectos. Esto puede resultar en repliegue absoluto o en atención errátil. Son los niños que están atentos a olores, sabores, etc. Las investiduras suelen ser lábiles, pasando con facilidad de un objeto a otro.
  2. Constitución de las investiduras de atención en relación a los intercambios afectivos pero no en relación al conocimiento. Son los niños que buscan la aprobación afectiva, el cariño de los maestros, pero no pueden escucharlos.
  3. Trastornos en la constitución de la atención secundaria por fijación al polo exhibicionista. Son los niños en los que predomina el deseo de ser mirados y no pueden fijar la mirada en otro.
  4. Trastornos en la constitución de la investidura de atención por desmentida de la castración (por no soportar una fractura narcisista). La retracción se da por desencanto del mundo. No hay tolerancia a las heridas narcisistas. Sólo atienden a lo que les resulta fácil.
  5. Constitución de las investiduras de atención y posterior retracción por duelo.
  6. Desatención por retracción a un mundo fantasmático. Son niños que sueñan despiertos.
  7. Atención errátil por situaciones de violencia : estado de alerta permanente. Así como hay niños que quedan como dormidos, anestesiados, por la violencia, hay otros que quedan en un estado de alerta continuo.
  8. La desatención por no estructuración del proceso secundario :
  9. La desatención por fallas en la represión primaria : el autoerotismo se opone, entra en contradicción con la atención a la palabra de los maestros. Si el autoerotismo no ha caído bajo represión, abriéndose las vías para la sublimación, el niño no atenderá en clase.

André Green sitúa entre los mecanismos de defensa contra la regresión fusional la expulsión por el acto y la desinvestidura. "Me refiero a una depresión primaria, constituída por una desinvestidura radical que procura alcanzar un estado de vacío, de aspiración al no ser y a la nada. "

Pienso que muchas veces, en los niños llamados ADD, la investidura de atención no se puede sostener en relación al mundo. Hay una desinvestidura radical y por momentos un intento fallido de restitución frente al vacío, a la nada ; no se puede sostener la unificación cinética, no hay un "yo unificado" que permite moverse, la pulsión de dominio fracasa y no se domina la propia motricidad. Falla el intercambio con el resto del mundo.

En estos niños predomina una modalidad de funcionamiento en circuito cerrado, con un bombardeo de cantidades pulsantes-excitantes que no pueden tramitar ni cualificar. Es un funcionamiento por urgencias, con captación de frecuencias y ritmos, internos y externos.

Un caso clínico puede ilustrar algo de estas cuestiones.

Consultan cuando Sergio tiene 7 años. No copia en clase. Parece no escuchar a la maestra.

El padre es un profesional muy exitoso que se identifica totalmente con este niño y plantea acuerdos del estilo de : juntos decidimos los cambios de auto. No puede decirle que no a ningún pedido del niño. Le dice que la cuenta bancaria es compartida y justifica ésto con el planteo de que el nene se olvida y para qué lo va a hacer sufrir.

Después de algún tiempo, empiezan a aparecer en las sesiones con Sergio relatos de escenas de mucha violencia entre los padres : se pegan y rompen objetos.

El nivel de adquisición de bienes es permanente. Compran vorazmente juguetes, ropa, casas. Mientras tanto, deben dinero en todos lados, les cierran la cuenta del banco, etc.

Me voy enterando, a lo largo de las entrevistas, de que en cada cuarto de la casa hay un televisor y todos están prendidos día y noche. Los padres lo justifican diciendo que si se despiertan de noche miran un ratito y siguen durmiendo.

Las maestras dicen que está en otro mundo mientras todos escriben y que resulta muy difícil el manejo del grupo porque si le piden que lea se queda callado, si le piden que escriba se queda quieto, lo que desata las risas de los otros.

En las sesiones, juega siempre al mismo juego. Un juego en el que todos se matan y en el que siempre aparecen monstruos devoradores. Juega sin mi participación y le molesta cuando intervengo.

Los trastornos de aprendizaje tienen que ver en este niño con un déficit de atención. Sergio no escucha en clase, no copia del pizarrón, se mantiene distante. A la vez, no se muestra angustiado por lo que no sabe, o lo que no puede. El déficit atencional tiene que ver aquí con la aniquilación de las diferencias : anulación de la conciencia en tanto registro de cualidades y sensaciones. En un medio violento, de gritos y golpes, Sergio ha obnubilado su conciencia.

La televisión funciona en esta familia como sustancia ligadora, que llena todos los intersticios. Pero a la vez nos podemos preguntar cuáles son las consecuencias de estar sometido permanentemente a estímulos visuales y auditivos, aún de noche.

La adquisición de bienes, vertiginosa, no da tiempo a la construcción de intervalos, de diferencias. No se trata aquí del placer sino de llenar vacíos.

A la vez, en la oposición entre quedar librado a la fantasía y someter el propio pensamiento a los criterios impuestos por la educación, Sergio se mantiene en un mundo a predominio de la fantasía. Someter el pensamiento a los criterios lógicos colectivos sería tomar distancia del padre real, interpelar sus aserciones y esto implica otro tipo de pérdidas. Se enfrentaría con el dolor que le causa la palabra sin fundamento del padre. A la vez, sin este cuestionamiento, ¿por qué otorgar valor a la palabra de los maestros?.

Una violencia que lo obnubila, promesas sin fundamento y estímulos permanentes y continuos, en un ritmo vertiginoso... ¿cómo atender y a qué atender?.

La motricidad :

En los casos de motricidad desordenada se puede hablar de una falla en la "acción específica", de un niño que se queda pataleando en el aire, con movimientos desordenados, satisfaciendo a través de alteraciones internas lo que no satisface el otro.

Generalmente, los niños a los que se refiere el DSM IV como hiperactivos e impulsivos son niños que no pueden parar, que dan la sensación de estar "pasados de revoluciones", que están cada vez más excitados. En estos niños el movimiento en lugar de servir como acción específica promueve mayor excitación, en lugar de producir un placer y una descarga, funciona en un circuito de erotización, se les torna excitante. Es muy claro que no pueden parar solos, que necesitan de una contención externa. Contención que puede estar dada por el analista, en forma de gesto o palabra envolvente.

No es casual que, en muchos casos, los trastornos de atención estén acompañados por hiperkinesia e impulsividad.

El dominio de la motricidad, el manejo del propio cuerpo, se constituye en una historia.

En primer lugar, podemos pensar en la constitución de la pulsión de dominio (dominar los objetos, dominar el propio cuerpo, dominar al otro). Si la pulsión de dominio se constituye en un recorrido que va de dominar-dominarse-ser dominado y el órgano por excelencia es la mano, podemos pensar en los avatares del dominio de sí en relación a la construcción de la pulsión misma, en el interjuego activo-pasivo. Caminar, hablar, manipular objetos, muestran los efectos de la separación y a la vez el deseo de anularla. Evidencian la constitución de la representación de sí y del otro, esbozos de representaciones preconcientes, un cierto grado de escisión ello-yo y de fractura narcisista.

Pero si el narcisismo materno borra diferencias, quiebra distancias, si se hace por él y se le prohibe el movimiento, si se habla por él, si se lo ubica como objeto a ser tocado y mirado, el niño puede quedar sometido a la actividad materna en una posición totalmente pasiva, o puede intentar ser, demostrar que está vivo, a través del despliegue motriz.

En segundo lugar, la pulsión de dominio se intrinca con el masoquismo y la pulsión de muerte.

La meta del investimiento particular de la motricidad que se da en estos casos es la de expulsar la parte de la pulsión de muerte no intrincada.

Se puede pensar la torpeza motriz como efecto de tensiones pulsionales no integradas. Es decir, como una falla en las actividades fantasmáticas y oníricas, en la capacidad para simbolizar. Lo que no quiere decir que no haya fantasías.

Frecuentemente, el niño hiperkinético tiene un mundo fantasmático que lo acosa y le resulta terrorífico. ¿Por qué le resulta terrorífico?. Podemos afirmar que las fantasías funcionan en él como estímulos imparables, aterradores, no diferenciables de la realidad. El mundo fantasmático lo abruma y no hay proceso secundario que le posibilite frenar el pasaje a una motricidad desenfrenada.

Erik Valentin, en Somatiser, agir, représenter, habla de "fantasmas-acciones" o fantasías cinéticas.

Este autor plantea que es imprescindible que el entorno atenúe las angustias que estas fantasías suscitan permitiendo así la separación de un "adentro" y un "afuera" y la ligazón de las representantes pulsionales a representaciones verbales (es decir, la construcción de representaciones preconcientes).

Hay una dificultad para pasar del acto a la representación del acto.

Freud afirma que hay modos de traducir, de organizar los pensamientos inconcientes de un modo preconciente que son anteriores a la palabra. Es lo que llamamos preconciente cinético y preconciente visual. Por ejemplo, cuando un nene de dos años se cae y uno le pregunta qué le pasó, él repite la acción, arma toda la escena nuevamente, se tira al piso, se vuelve a tropezar con lo que se tropezó y puede decir "nene-apumba". Del mismo modo, y frecuentemente durante la etapa escolar, en los primeros años de la escuela primaria, los niños tienen más facilidad para decir con imágenes que con palabras.

Los niños "hiperkinéticos" presentan dificultades ya en la constitución del preconciente cinético, en esa organización preconciente a través de acciones, por lo que no pueden apelar a esos modos de traducción. Dificultad, entonces, en el procesamiento secundario de las representaciones en sus momentos iniciales, que lleva a un trastorno en la posibilidad de representar, de ligar, de traducir en palabras lo pulsional.

Podemos hablar así de diferentes tipos de motricidades:

    1. motricidad como descarga violenta, muchas veces ligada a la analidad. Presupone la expulsión frente a las urgencias. Es una motricidad desprovista de significatividad simbólica, pero que tiene valor psíquico. Implica la imposibilidad de procesar las exigencias pulsionales.
    2. La motricidad como acción, es decir, pensamiento en acto. Ciertos movimientos pueden ser pensados como el modo en que se dice, retorna lo que no tuvo palabras. Esta motricidad implica escenas que corresponden a vivencias y puede ser leída.
    3. La motricidad como procedimientos autocalmantes (como hamacarse compulsivamente), que neutralizan las tensiones demasiado intensas para traer la calma.

Estas diferentes series motrices se pueden combinar en el mismo sujeto. Por ejemplo, la tendencia a la expulsión puede articularse con las marcas de diferentes identificaciones, es decir, con las marcas que la historia ha dejado en la motricidad de ese niño.

Así, vemos en el consultorio niños que se mueven para constatar que están vivos a pesar del mandato materno-paterno de que funcionen como objetos. También, niños que intentan despertar a una mamá depresiva con su movimiento permanente. (Tal como afirma Francoise Dolto : "Los niños insoportables y opositores ayudan a una madre depresiva a no desplomarse"). Niños que expulsan lo no metabolizable y niños que se "calman", intentan tolerar lo insoportable, a través de un movimiento compulsivo.

Un ejemplo clínico puede ilustrar lo dicho :

El motivo de la consulta es Ariel, de cinco años. Es el segundo de tres hermanos varones.

La madre lo describe : "Es nervioso, no se puede estar en ningún lado. Rompe los juguetes, en la casa rompe todo lo que puede. Es terriblemente inquieto, no hace su vida...Hace lo que él quiere. No se lo puede manejar. De bebé no dormía, ni descansaba...Está esperando que nos descuidemos para hacer algún desastre. Como es tan peligroso no puedo ir a ningún lugar. Yo tengo la casa preparada, el resto de las casas no lo están. Fue medicado y fue peor, estaba más excitado. Si yo no estaba, no podía estar. Recién este año tiene amigos. No se acuesta, ni come. La impresión es que nos quiere molestar, pese a que es el más mimado de mi marido."El padre acota : "Quizás quiere que le estemos encima. No es malo." La madre. "Lo tengo que matar. No sé dónde ponerlo. Es él o yo...Cuando comenzó a caminar, a los doce meses, se dió muchos golpes. No gateó. Como era un chico peligroso no se lo podía dejar solo. No lo podía tener en brazos y charlar...Siempre dió problemas para dormir. Salvo que esté con el padre no duerme. Se despierta no bien siente que le falta el cuerpo. El problema de él es dormir con alguien al lado. Si hay una persona que lo atiende sólo a él no hay problema. Cuando empezó a comer sólo era un desastre, tiraba todo, tenía que atarlo a la silla. No come bien, es un desastre, no tiene conducta, no puede sentarse a comer. Siempre es un caos."

De la primera entrevista con Ariel tomaremos algunos fragmentos : Entra solo sin dificultad. Habla casi todo el tiempo. Dice que se llama Fernando, antes se llamaba Ariel pero ahora Fernando. Y que éste es un chico que se lastimó pasando por una puerta de vidrio, que había un policía que lo encerró y puso trabas y estuvo trece días preso. Quiere treparse a la ventana. Hace un avión cruzando dos plastilinas y un caracol enrollando una. Se mete detrás del pizarrón. Dibuja a la mamá enjaulada. Se mete abajo del escritorio. Va varias veces al baño.

¿Quién es Ariel ? ¿Presenta trastornos ? ¿Qué conflictos los determinan ?

Este niño es alguien que molesta. Se lo quiere encerrar...y nosotros podríamos encerrarlo en un diagnóstico (por ej. niño hiperkinético). Pero ¿ a quién o qué deseos se quieren encerrar con Ariel cuando no se le permite gatear, se lo ata a la silla de comer o se lo encierra en el baño ?.

La dificultad para dormir porque "le falta un cuerpo", nos habla de la dificultad para organizar sus sensaciones en un todo. Ese contacto unificador del otro es requerido permanentemente por este niño que no puede conciliar el sueño estando solo. Trastorno narcisista en alguien que sólo se discrimina "rompiendo". ¿Podríamos hablar de un déficit en su estructuración narcisista, en la organización representacional de sí, ligado a una mamá que vive cada intento de diferenciación como peligroso ?.

¿Y el padre ? ¿Quién es Ariel para él ? ¿Es él mismo ? Este padre opera como sustituto materno. Lo tranquiliza abrazándolo, duerme con él, lo mima, pero al no darle ni darse un lugar distinto, al no ubicarlo en una línea sucesoria, lo deja atrapado, invadido por sus propias urgencias.

Y Ariel se mueve, en un intento de despojarse de sus tensiones, a la vez que arma fantasías que lo tragan, lo inundan, dejándolo aterrado y sin salida. Es decir, las dos vías con las que intenta eludir la tensión pulsional desembocan en un aumento de excitación, de descarga motriz y de terror.

Las intervenciones :

Para pensar las intervenciones con el niño es fundamental diferenciar de qué tipo de desatención, hiperkinesia e impulsividad se trata.

Es diferente pensar en un niño que no sostiene las investiduras del mundo por identificación con un vacío y al que habrá que ayudarlo a construir, de a poco, la atención hacia el mundo, acompañándolo en sus intentos, a pensar en un niño que se aterra de un mundo fantasmático en el que pensamiento y acción están indiscriminados.

También van a ser diferentes las intervenciones con un niño que no atiende porque no diferencia estímulo de pulsión y vive en un magma indiferenciado, al que habrá que marcarle las diferencias, ayudarlo a investir el mundo, nombrarle los diferentes objetos enfatizando y modulando diferentes ritmos y tonalidades, a aquellas intervenciones con un niño que no atiende porque está atento a todo, que vive en un mundo en el que toda sensación, toda percepción, cobra una dimensión excesiva, como si fueran múltiples estímulos aguijonéandolo. Con este último, el tono de voz y la actitud del analista puede ser suave, monocorde, apuntando a la contención y al sostén, hasta que el niño pueda ir escuchando tonalidades sin que éstas lo perturben.

En relación a la constitución de las representaciones, pueden existir :

  1. Fallas en el armado de la trama representacional inconciente, de las representaciones-cosas : se constituye el inconciente con agujeros representacionales que promueven la no-inscripción, la desligazón, los "vacíos" ideativos.

2) Fallas en la capacidad traductora y ligadora del preconciente, con dificultades muchas veces en formular preguntas y complejizar enlaces.

Se pueden diferenciar de acuerdo a esto dos momentos en el trabajo terapéutico:

Con estos pacientes el lugar del analista puede ser el de promotor de investiduras estables, con intervenciones tales como : "Miremos..., escuchemos...., esperá....".

Teniendo en cuenta que, cuando quedan sujetos a la exigencia pulsional, estos niños entran en un circuito de repetición del que no pueden salir solos, vamos haciendo un trabajo de encontrar vías de derivación y de mediatización de lo pulsional.

Algunos recursos que he utilizado con estos niños son:

  1. la escritura (o el dibujo);
  2. sostener el juego o crear una situación de juego a partir de un acto (Por ejemplo, un paciente me tira con una madera y yo la esquivo y armo de a poco un juego de tirar maderas, encontrarlas, volverlas a tirar, hasta llegar a un juego de esconder y buscar, primero siguiendo su ritmo, desesperado, vertiginoso, y luego, a propuesta mía, diciendo "frío, caliente...");
  3. diferenciar el juego de la realidad (en la medida en que muchas veces estos niños se sienten atrapados por un mundo fantasmático del que no pueden salir);
  4. ir incluyendo variaciones, como intermediaciones; e) ir armando una envoltura que posibilite ligazones (pensando que es necesario un aporte externo), envoltura que se arma con las palabras, el tono de voz, los ritmos del analista.

Pienso que esto es trabajo psicoanalítico. Y que presupone un tipo de intervenciones que implican que en estos niños no se han constituído diferencias claras entre Icc y Prcc, que responden de un modo inmediato a los estímulos pulsionales, que no hay un tiempo de espera interna ... y que la posibilidad de simbolizar es una cuestión a construir en el tratamiento psicoanalítico.

Por último, si lo traumático temprano deja marcas en el cerebro, ¿cómo operar sobre los traumas tempranos y sobre las huellas, en tanto caminos que pueden implicar reorganizaciones sucesivas?. Esto abriría el tema de la prevención en los análisis tempranos y nos plantearía la cuestión de si en esos análisis no estamos trabajando en el límite de lo constitucional (entendiendo como tal lo planteado por Freud).

Para finalizar, considero que ningún sujeto puede ser reducido a un "sello" sin desaparecer, como sujeto humano, complejo, contradictorio, en conflicto permanente, en relación a un entorno significativo. Otorgándole a un niño la posibilidad de que su historia tome rumbos impredictibles, lo ayudamos a acceder a esa libertad posible..... que es la meta psicoanalítica por excelencia.

Quizás, rescatar la libertad de estos niños sea nuestra tarea....

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RESUMEN :

En este artículo se afirma que ningún sujeto puede ser reducido a un "síndrome" sin desaparecer, como sujeto humano, complejo, contradictorio, impredictible, ligado a un entorno.

Se desarrolla este tema, en especial, en relación al llamado Síndrome de Déficit de atención e hiperkinesia (ADD). Se plantea la conexión entre la conciencia, la atención y la motricidad. Se afirma que hay diferentes trastornos de atención (por ejemplo, niños que atienden a estados emocionales pero no a palabras), de hiperkinesia y de impulsividad. Y que responden a diferentes determinaciones, tales como situaciones de violencia, déficits en la investidura del mundo por parte de los padres, duelos, adopciones, migraciones, etc.

Se concluye que es fundamental conocer dichas determinaciones para poder intervenir psicoanalíticamente y no obturar con una pastilla problemáticas que pueden insistir de modos más destructivos.

ABSTRACT :

In this paper it is mantained that the reduction of the self to a diagnostic entity entails the risk of its dissappearance as a human self, that is something complex, contradictory, permanently at odds with itself and related to a significant environment.

This subject is elaborated in connection with the so called Attention Deficit Disorder (ADD). We postulate that conscience, attention and motricity are related. We hypothetise that these disorders are not one but many, i, e, there are different kinds of disturbances of attention(e.g. children who will pay attention to emotional states but not to words), of hyperkinesia and of impulsiveness. We also consider them to be related to diverse factors such as situations of violence, deficits of investiture by the parents, adoptions, migrations, etc. It is concluded that it is of crucial importance to be aware of them so that psychoanalytical intervention is enabled, instead of plugging by means of a pill problems which may insist further in more destructive manners.

RESUMÉ :

Dans cet article, on affirme qu’aucun sujet ne peut être réduit à un "syndrome" sans disparaître comme sujet humain, complexe, contradictoire, imprévisible, lié à un environnement.

On développe le thème, particulièrement en rapport au Syndrome d’inattention-hyperkinésie (S.I.H.). On avance la connexion entre la conscience, l’attention et la motricité. On affirme qu’il existe une diversité de troubles d’attention (par exemple, certains enfants répondent à des états émotionnels, mais non à des mots), d’hyperkinésie et d’impulsivité. Et que ces troubles répondent à différentes déterminations, telles que situations de violence, investissement déficitaire du monde par les parents, deuils, adoptions, migrations et autres.

On conclut qu’il est essentiel de connaître ces déterminations pour pouvoir assurer une intervention psychanalytique et ne pas obturer avec une pilule des problématiques qui peuvent insister sous des modes plus destructifs.


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