La PET revela que circuitos se alteran en

la anhedonia que aparece en la esquizofrenia

Antonio Maldonado

La neuroimagen se ha revelado como una gran ayuda para los investigadores en el afan de aclarar los mecanismos cerebrales implicados en las funciones cognitivas superiores: pensar y sentir. Tal conocimiento permite indagar en los mecanismos biològicos cerebrales relacionados con la esquizofrenia. Estos han sido los retos de un estudio que hoy publica en JAMA el psiquiatra español Benedicto Crespo-Facorro. Un equipo liderado por el psiquiatra español Benedicto Crespo-Facorro, que ha estado investigando durante tres años en la Universidad de Iowa, en Estados Unidos, y que ahora desarrolla su labor en el Hospital Marqués de Valdecilla, de Santander, ha determinado a través de la tomografìa por emisiòn de positrones (PET) los circuitos cerebrales implicados en los pacientes esquizofrénicos que sufren anhedonia, o lo que es lo mismo, incapacidad de los individuos que padecen la enfermedad para experimentar placer y expresar emociones.

Los resultados del estudio, que hoy se publica en The Journal of the American Medical Association (JAMA), son fruto del trabajo realizado por Crespo-Facorro en el Mental Health Clinical Research Center, de la Universidad de Iowa, bajo la direcciòn de Nancy C. Andreasen y con la colaboraciòn de los expertos Paradiso O'Leary, Watkinns, Ponto e Hichwa.

Crespo-Facorro ha señalado a DM que, mientras otros estudios con PET habìan estudiado el funcionamiento cerebral durante determinadas funciones cognitivas, esta investigaciòn es la primera en emplear técnicas de neuroimagen cerebral para analizar los circuitos cerebrales implicados en la anhedonia.

"El trabajo deja clara la conexiòn entre alteraciones especìficas en el funcionamiento cerebral y la dificultad subjetiva de reaccionar emocionalmente ante los olores agradables en la esquizofrenia. Se trata de pacientes con una marcada dificultad para reconocer los olores agradables, a pesar de reconocer los desagradables de la misma manera que los sujetos sanos utilizados como control".

Flujo sanguìneo

Segùn el psiquiatra, estos resultados son compatibles con los observados en la clìnica, donde los pacientes han perdido su capacidad para experimentar placer con cosas simples o en situaciones sociales que previamente les gustaban. El ensayo se centrò en còmo 18 personas con esquizofrenia y 16 sujetos sanos experimentaban subjetivamente bien un olor agradable (vainilla) y otro malo (àcido), al tiempo que con la PET se medìa la actividad cerebral, mientras inspiraban los olores. "La PET permite observar còmo se distribuye el flujo sanguìneo cerebral, medida indirecta de la actividad cerebral mediante la realizaciò3n de pruebas especìficas cognitivas y emocionales".

De los resultados obtenidos, tal y como aclara Crespo-Facorro, se deduce que los sujetos sanos usan una parte "màs primitiva" del cerebro, el sistema lìmbico, para reconocer los malos olores, es decir, partes filogenéticamente màs avanzadas del cerebro, como el lòbulo frontal, para reconocer los olores agradables y placenteros. "Por el contrario, los esquizofrénicos no presentan este patròn de activaciòn, en el cual las regiones màs primitivas se utilizan para reconocer olores desagradables, y regiones cerebrales màs sofisticadas son reclutadas para el reconocimiento y experiencia de olores buenos".

Bases biològicas

Estos resultados comportan, a juicio del investigador, la existencia de alteraciones cerebrales, y ayudan a los expertos a acercarse un poco màs al conocimiento de las bases biològicas de la enfermedad. "De una forma fascinante, los individuos que padecen esquizofrenia usan el lòbulo frontal durante la valoraciòn de olores desagradables. Es como si las regiones frontales fueran secuestradas para asegurar el reconocimiento de olores desagradables y la capacidad del citado lòbulo se hubiera perdido". Una explicaciòn filogenética serìa la de que en la esquizofrenia se puede reconocer el mal olor, pero a costa de usar el lòbulo frontal.

(JAMA 2001; 286: 427-435).

Unir la clinica con la biologia

Crespo-Facorro, que la pasada primavera consiguiò el premio de Joven Investigador 2001 durante el Congreso Internacional de Esquizofrenia, ha precisado que la investigaciòn que hoy se publica en JAMA pone de manifiesto la necesidad de desarrollar nuevas investigaciones para reducir la distancia existente entre los sìntomas clìnicos y las bases biològicas sobre las que se sustenta la enfermedad esquizofrénica.

"En particular, la activaciòn durante el reconocimiento de olores desagradables de regiones cerebrales inespecìficas para realizar esta tarea puede motivar la existencia de un estado anormal de especial vigilancia ante estìmulos amenazantes o peligrosos en la esquizofrenia".

El citado mecanismo puede provocar una mala interpretaciòn de experiencias interpersonales y percibir a otra persona como peligrosa, dando lugar a la apariciòn de sìntomas paranoides.

 

 


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