PSICOTERAPIA Y AUTISMO
Romeo Lucioni – Sabrina Cirrincione
El análisis de la problemática psíquica y mental de un niño autista nos hace entender la inmensa tarea que enfrenta el psicoterapeuta, un sadhana, una guía, un Yo auxiliar necesario para superar (aunque sea mínimamente) los límites y las dificultades que interfieren como obstáculos.
La complejidad del trabajo, las fuertes emociones que se activan, la honestidad ideológica y profesional, el desempeño personal, la constancia y la inmutabilidad frente a las frustraciones son todos elementos que hacen de la psicoterapia aplicada al autismo un verdadero camino utilizado para remover de la mente las costumbres y las anormalidades productos del "miedo".
La alteración autista, considerada en su compleja globalidad, se separa de cualquier otro cuadro psicopatológico, que puede ser medido en su contenido dentro del esquema de un conflicto; el autismo tiene que ver con el desarrollo global de la psique y de la mente de un ser humano.
Es por esto que la psicoterapia se perfila como la puerta de ingreso a la "humanización", al amor, descubrimiento de la verdad que está en nosotros, estructuración de espontaneidad y, sobre todo, de coparticipación, de reciprocidad, de altruismo.
La relación con el Yo-auxiliar, Otro-Sí mismo-terapeuta, es un llamado de atención, tangible y experimentable, hacia la meta que no puede ser otra que el descubrimiento de Sí mismo, la autosatisfacción y la autovaloración en la dinámica "envolviente" y creadora de la socialización.
Como dice Chitshakti Vilas (modificado) cada alcance del niño se sostiene en el afecto hacia el terapeuta que lleva a la identificación y a la creación de un Yo-Ideal que nos facilita el acceso al pensamiento y a la comprensión, que conquista "el sentido de la verdad", que logra penetrar al yo y a los objetos, que delinea el perfil de los comportamientos "correctos", que ilumina la conciencia y la autoconciencia.
Siguiendo esta lógica, la terapia del autismo tiene como meta volver conciente, activo y real aquel "sentido de ser" que el autista percibe en sí mismo, si bien en forma no muy clara, deformada e indescifrable.
El mismo se pone a prueba, revive momentos ligados a la experiencia y a la percepción, estructura transfert: la psicoterapia es una experiencia catártica profunda que termina con el abandono de sí mismo para descubrir, a través de la experiencia del espejo (Lacan) la espontaneidad y la identificación que se corresponden al Yo-ideal y que sostienen toda la vida psíquica y su dinámico devenir.
La experiencia psicoterapeutica conduce a un "despertar". Este proceso se manifiesta de modo diverso en cada autista y esta "grandeza " es percibida en forma empática por el niño que inconcientemente busca la propia individualidad, la propia libertad e independencia.
Sin guía, esta fuerza interna que puja desestabiliza las líneas del desarrollo y el resultado es el cuadro autista, por otro lado la intervención psicoterapeutica es capaz de reestablecer el equilibrio y de activar el proceso de crecimiento psico-mental.
El autismo, por sus características psico-patológicas forma parte de la categoría de las "alteraciones específicas del desarrollo psico-mental.
Consideraciones minuciosas y precisas nos llevan a evidenciar características específicas que en el último de los casos nos dirigen directamente hacia la intervención terapéutica solicitada.
El acercamiento al autismo exige observaciones clínicas y teóricas, así que cada caso exige, como nos recuerda Ricardo Rodulfo, un estudio capaz de clarificar un cuadro que es siempre "único" y de dar una dirección precisa a la terapia.
El autismo, desde un punto de vista psicoanalítico, se delinea por fuera de las tres estructuras fundamentales (neurosis, psicosis, perversión) y justamente por esto resulta muy dificultoso hacer un "diagnóstico", no solo desde la perspectiva objetivamente clínica, sino que también para lo que denominamos "alteración del desarrollo". Esto engloba tanto el nivel orgánico como el intrapsíquico.
Esta modalidad sintomática deviene clara y puede ser vista con una minuciosa mirada fenomenológica.
-la incapacidad de soportar que el Otro se ausente (se asemejan a las crisis de celosía producto del no cuidado del educador), por lo que podemos decir que el Otro funciona como ‘ordenador" de las percepciones y de lo vivido.
-un esquema "especular" se establece entre Sí mismo y el Otro (demostrada también por el cambio del pronombre yo por tu) que toma forma solamente partiendo desde el punto de vista del Otro
Nuestras explicaciones y enseñanzas se traducen como documentos "escritos" en el agua, que son inestable y desaparecen rápidamente.
Las estereotipias y los comportamientos obsesivos pueden ser leídos como una necesidad de estructurar algo que sea estable, que no desaparezca, que no se disuelva.
Estas observaciones justifican la descripción de Tustin que retoma Ricardo Rodulfo "...
porque no està en juego, en el niño con trastorno, un enredo a nivel pictogramàtico con el cuerpo del otro, sino de cierto uso especular del otro, del otro como espejo para orientarse…" y que ve al autismo como una psicosis confusional.
Enfrentando el problema del autismo, encontramos un desarrollo teòrico que lo ha puesto como "trastorno" y no como enfermedad.
psico = es referido a las dificultades emocionales y afectivas que llevan a problemàticas de tipo relacional y social;
mental = es referido a disturbios en el proceso de evaluaciòn crìtica demostrados por las dificultad a dar una lectura lógica y consecuencial de la realidad;
pervasivo = es significativo de un empeoramiento constante y progresivo del cuadro psicopatològico si no se logra intervenir con un tratamiento psicoterapeutico adecuado.
Después de esta declaraciòn observamos la diferencia entre trastorno e inhibiciòn.
En este sentido, para que esto se produzca tiene que haber defensas, tiene que haber Yo, tiene que haber preconciente, tiene que haber inconciente reprimido. Solamente un niño bien estructurado puede producir una inhibiciòn.
Si en el autismo no podemos hablar de inhibiciòn, como se va a definir esa actitud tan tìpica de "alejamiento", de "extrañeza", de "aislamiento"?
Un niño puede estar "abstraído" que significa alejado, incapaz de participar de las vivencias de las personas que viven con el, del todo "indiferente" e incapaz de compartir y de demostrar gratitud o reciprocidad.
El autista parece estar conectado solamente con una parte de la vida psiquica que no le permite acceder a lo exterior; no puede investir el conocimiento porque està tratando de resolver el enigma que lo atraviesa. Su problema existencial es limitar o anular todas las relaciones y en esto gasta toda su energìa psiquica: està distraído y esto significa que cada estimulo que ingresa al aparato acciona representaciones que tienden a aparecer del lado de la percepciòn y que el Yo no logra inhibir, con lo cual no se arman totalidades ni hay capacidad de inhibir estimulos secundarios. Es corno si el aparato no estuviera cerrado, sino abierto por todos los lados, de manera que cualquier elemento no calificado puede entrar en el aparato y sacudirlo; significa que el niño està sometido a un trastorno del proceso segundario que no le permite armar totalidades.
En el diagnostico de base hay que hacer la diferencia de un sintoma (inhibiciòn) y de un trastrono y a partir de esa diferencia, pensar cual es la estrategia màs adecuada para poder lograr que este niño organice la lògica segundaria.
CONCLUSIONES
Este analisis del cuadro autistico nos permite aclarar muchas de las experiencias fenomenològicas de la clinica , sobre todo, un preciso esquema terapéutico.
La observaciòn atenta nos va a permitir una elaboraciòn de los puntos nodales que el tratamiento tiene que transitar:
Estos logros permiten estructurar prerrequisitos que, a su vez, son determinantes para empezar actividades de rehabilitaciòn que van a completar la recuperación del chico autista para las actividades familiares y sociales ademàs de la capacidad a socializar y a participar de las actividades comunitarias.
Si bien se sabe y se hace mucho por los autistas, hoy nos invade una duda o una pregunta: puede curarse el autismo?
En una reunión de especialistas, hace poco, un neuropsiquiatra infantil catedrático y un psicólogo director de un importante centro de rehabilitación, hacían esta observación "...cuando nos encontramos frente a una enfermedad esperamos curarla, pero la incompetencia profesional es tiempo perdido"
Otras veces nos encontramos con padres y educadores que renuncian sosteniendo la tesis "se hizo todo lo posible, quizás ahora sea mejor dejarlo tranquilo y feliz en su mundo".
A veces nos preguntan si tiene sentido hacer tanto esfuerzo para obtener mejoras, dado que es sabido que no lograremos "curarlo".
Dudas, dudas, dudas, quizás esta sea la base de la angustia de los padres que luego agregan "... Qué será después de mí?"
El trabajo psicoterapéutico cotidiano con los autistas nos lleva a enfrentar muchos casos, algunos desesperantes y que nos permite llegar a conclusiones que valen la pena discutir.
Respetando estos principios esperamos realmente lograr lo que nuestros niños autistas necesitan, pero no debemos perder ni la calma ni la fe porque los resultados seguramente serán importantes, pero sobre todo, veremos una sonrisa en sus bocas, el deseo en sus corazones, la voluntad en sus aplicaciones y la posibilidad de creer que vivir socialmente es siempre más bello y estimulante que estar aislados, marginados.