RAMIRO
A. PESTANA-TIRADO M.D.
Residente IV Cirugía General, Universidad de Cartagena. Coordinador Comite Investigación y Publicación, E.S.E-Hospital Universitario de Cartagena. |
GENARO
JESUS ARIZA SOLANO M.D.
Residente IV Cirugía General, Universidad de Cartagena. Miembro Comite Investigación y Publicación E.S.E Hospital Universitario de Cartagena. |
LUIS IGNACIO OVIEDO CASTAÑO M.D. Cirujano General, Universidad de Cartagena. |
LUIS MORENO BALLESTEROS M.D., SCC. Cirujano General, Cirujano Pediatra. Profesor asociado III, Fundador Sección de Cirugía Pediátrica, Universidad de Cartagena. Gerente de la Empresa Social del Estado Hospital Universitario de Cartagena. |
Trib Med 1997; 96: 282-96
PALABRAS CLAVES
Apendicitis aguda, Abdomen agudo, Urgencia quirúrgica, Diagnóstico clínico, Clasificación, Antibióticos profilácticos, Tratamiento, Cirugía ambulatoria.
RESUMEN
La apendicitis aguda es el diagnóstico clínico más frecuente que debe tener presente el médico general cuando se enfrenta a un paciente de cualquier sexo, edad y raza que consulta por dolor abdominal, siendo ésta la entidad nosológica más frecuentemente intervenida por el cirujano general en los servicios de urgencias.
Aún con el avance tecnológico actual, el diagnóstico es netamente clínico: depende de un excelente análisis de la anamnesis y un examen físico exhaustivo, teniendo presente que la signología es hasta en un 80% clásica.
Habitualmente la apendicitis aguda se ha clasificado en 4 estadíos dependiendo de la fase evolutiva encontrada: edematosa, supurativa, necrótica y perforada, con estancia hospitalaria prolongada; con la presente revisión proponemos una nueva clasificación basada en los hallazgos macroscópicos intraoperatorios y sugerimos se realice el postoperatorio en forma ambulatoria, basados en un diagnóstico y tratamiento precoz.
INTRODUCCION
La apendicitis aguda es un proceso inflamatorio del apéndice cecal y se constituye en la entidad quirúrgica más frecuentemente intervenida por el cirujano general en los servicios de urgencias, siendo el 1% de todas las operaciones abdominales (1-4).
Está descrita una incidencia anual de 1,33 casos por 1000 hombres y de 0,09% casos por 1000 mujeres (5-7). Afecta ambos sexos con una proporción hombre-mujer según diferentes autores de 2:1 y 3:2 con un pico máximo entre los 10 y los 30 años, la relación hombre-mujer se equilibra posterior a los 35 años. La apéndicitis es escasa en menores de 2 años, con una mortalidad actual de 4 decesos por millón (3,6,8-12).
Giacomo Berengario da Carpi profesor de medicina de Bolonia, considerado como uno de los más prestigiosos cirujanos de su época, fue quien en 1521 describió por primera vez la apéndice cecal como elemento anatómico (13,14); Jean Fernel médico francés en 1554 dió la primera descripción conocida de apendicitis como hallazgo en una autopsia (15,16); la primera apendicectomía la realizó Claudius Amyan en 1736 (14,17,18); en 1824 Loyer-Villerman hizo la presentación de dos casos de apendicitis aguda a la Real Academia de París (6).
Gorbel en 1830 fue quien acuñó el término tiflitis y peritiflitis al referirse a la apendicitis aguda (6), ésto representó el retardo en un quinquenio en el diagnóstico y comprensión de ésta patología; hasta que en 1886 Reginald Fitz, profesor de anatomía patológica de Harvard presentó el 18 de Junio de ese año en la reunión de la Association of American Phisicians el informe titulado "Inflamación perforante de la apéndice vermicular: Con especial referencia a su diagnóstico y tratamiento precoces", en donde analizó los resultados postmorten de 257 pacientes recomendando al gremio médico de la época la apendicectomía temprana, también empleó por primera vez el término apendicitis que desplazó a los confusos tiflitis y peritiflitis (6,7,9-11,16,18-20).
El tratamiento quirúrgico de la apendicitis aguda está descrito desde Amyan; Hancock en 1848 en Londres drena un abceso apendicular, igual procedimiento realizó Parker en 1867; la primera apendicectomía con la intención de curar la apendicitis se atribuye a Thomas Morton y el primer informe escrito de una apendicectomía se debe a Kronlein en 1886 (6,10,11). La difusión e imposición de los certeros conceptos de Fitz se debió a Charles Mc Burney de New York quien realizó su primera apendicectomía por apendicitis no perforada el 21 de marzo de 1888, publicando al año siguiente su experiencia en esta patología, describiendo la incisión que lleva su nombre (21,22), éste procedimiento alcanzó mayor popularidad con las enseñanzas de John Benjamin Murphy, reconocido cirujano de su época a quien Willian J Mayo describió como el "genio quirúrgico de nuestra generación" (11,23). A partir de ese momento se presentó un descenso progresivo en la mortalidad del 26,4% en 1902, al 4,3% en 1912, 1,1% en 1948, hasta 0,6% en 1963 que persiste hasta nuestros días (6,11,24).
En los albores del siglo XXI con el avance tecnológico, la clínica no ha podido ser superada en el diagnóstico de esta patología tan frecuente en las salas de cirugía de urgencias, cuyas complicaciones si no se realiza un diagnóstico y tratamiento temprano pueden ser funestas.
En el Hospital Universitario de Cartagena en el año de 1993 se realizaron en total 380 apendicectomías, de las cuales correspondió al sexo masculino un 56% y 44% al femenino, en un 77% de los casos la edad correspondió entre los 11 y 34 años, se encontró un 7% de apéndices normales, la mortalidad fue de 0,4%, con una estancia hospitalaria postquirúrgica en promedio de 2 a 4 días; lo que está acorde con la literatura nacional e internacional (2,18,25-27).
En el presente trabajo se realiza una revisión de la entidad, haciendo énfasis en los aspectos anatómicos, etiológicos, diagnósticos, terapéuticos y se propone una nueva clasificación basada en los hallazgos macroscópicos encontrados por el cirujano y se expone el criterio para el manejo ambulatorio de la apendicectomía en los estadíos iniciales de la clasificación propuesta.
CONSIDERACIONES ANATÓMICAS
Embriológicamente el apéndice cecal es un órgano muscular y mucoso que proviene del intestino medio (21), característico de los antropoides y el hombre, es un divertículo vermicular de 7,5 a 10 cmts de largo que nace en la cara posterointerna del ciego, en la convergencia de las tres cintillas musculares longitudinales (tenias coli), a 2,5 - 3 centímetros por debajo de la válvula de Bauhin o ileocecal (6,29-31), aunque su cuerpo y punta pueden ser muy móviles, encontrándose ésta retrocecal (65%), pélvica (30%), subcecal (2%) y otras posiciones menos frecuentes como paracólica derecha y preileal (6,9).
Hay cuatro casos en los que se puede encontrar un apéndice izquierdo: Situs inversus viscerum, mal rotación intestinal, ciego migratorio por mesenterio redundante y apéndice excesivamente largo que sobrepasa la línea media (32).
El apéndice cecal posee las cuatro capas del intestino y en su submucosa hay alrededor de 200 folículos linfoides, sin lograr determinar su función hasta el momento; su irrigación arterial proviene de la mesentérica superior a través de la rama apendicular de la ileocecoapendicocólica y el drenaje venoso se realiza a la vena mesentérica superior (9,18,31).
FISIOPATOLOGÍA
La etiopatogenia de la apendicitis aguda fue descrita en este siglo, específicamente en 1904 por Van Zwalengerg y en 1934 por Wangensteen; quienes relacionaron la obstrucción, el aumento de presión y la infección subsecuente (18); por lo cual la apendicitis aguda se considera una forma especial de obstrucción intestinal que conlleva a distensión, isquemia y posterior invasión bacteriana del apéndice, cuyo curso natural es la gangrena y la perforación a la cavidad abdominal. Una vez iniciado el proceso obstructivo, se incrementa la producción de moco, el cual se acumula por falta de vías de drenaje, la producción continua de moco y la dificultad para el drenaje linfático conlleva a un edema de la pared, aumentándose la presión intraluminal, que sobrepasa la presión de perfusión capilar presentándose una isquemia de la mucosa, que es susceptible en este momento a la invasión bacteriana, que progresa a todas las capas de la pared apendicular, produciéndose posteriormente la necrosis y destrucción tisular que conlleva a la perforación del apéndice, generalmente en el borde antimesentérico, sitio de menor irrigación; sobreviniendo la infección bacteriana a la cavidad peritoneal (2,9,10,12,33).
El requisito histológico para el diagnóstico de apendicitis aguda es la infiltración de la capa muscular por leucocitos polimorfonucleares (33-37).
En general la gangrena y la perforación es un proceso evolutivo que requiere entre 12 y 36 horas (12,38). El curso a seguir depende de las respuestas inmunes del paciente y de los mecanismos propios del peritoneo, pueden ser: plastrón apendicular, absceso o peritonitis generalizada.
Dentro de las causas que originan o determinan el proceso obstructivo inicial tenemos:
2. Fecalitos: Explica un 35% a 65% de los casos de apendicitis. La formación del fecalito se inicia con el atrapamiento de fibra vegetal en la luz apendicular lo que estimula la secreción y precipitación de moco rico en calcio, siendo detectados con estudios radiológicos de un 5 a 10% (2,6,9,10,12,31,33,40).
3. Cuerpos extraños: representan alrededor de un 5% de los casos. Pueden ser parásitos como oxiurus, tricocéfalos, amebas, áscaris, semillas u otros objetos inertes ingeridos ocasionalmente (2,6,10,12,31,33,40-43).
4. Tumores o estenosis: son supremamente raros, alrededor del 1%, siendo más frecuente en ancianos y presentándose el tumor carcinoide como la neoplasia más común del apéndice, con una prevalencia de 0,1 a 0,3% (3,44), los mucoceles apendiculares son hallazgos incidentales que se observan en 0,07 a 0,3% (44,45), seguido por adenocarcinomas (6). Algunos autores han investigado sobre la posición anatómica como factor predisponente, encontrando una mayor incidencia deapendicitis en las apéndices retrocecales, asociado ésto a mayor complicación, por lo que sugieren resección profiláctica del apéndice solo en estos casos (18).
En general un 5-15% de los apéndices extirpados son reportados por el servicio de anatomopatología como sanos (2,25,26,33).
CLASIFICACIÓN
A través del tiempo se ha intentado clasificar la apendicitis aguda, tratando de corresponder con los estadíos clínicos.
Ellis la divide en apendicitis aguda perforada y no perforada (6); Caballero las clasifica en tres estados conocidos como edematosa, supurativa y perforada (12); Pera las identifica en catarral, flemonosa, gangrenosa y perforada (9).
En 1994 Moreno Ballesteros, en el XIV Congreso Panamericano de Cirugía Pediátrica realizado en la Habana (Cuba) propuso una clasificación basada en los hallazgos macroscópicos intraoperatorios, estableciendo seis estadíos (Tabla I)(Fig 1-5).
Basado en ésta clasificación menciona su experiencia en 40 pacientes con edades comprendidas entre 6 y 17 años, con manejo ambulatorio precoz en los estadíos I al IV y manejo intrahospitalario para los estadíos V y VI (47).
Consideramos esta clasificación muy fácil, práctica y didáctica, siendo realizada por el cirujano (Tabla I) (Fig.1- 5).
CLÍNICA
El cuadro clínico se presenta de manera clásica hasta en un 60% de los casos lo que va a estar determinado por la posición anatómica del apéndice con relación al ciego y estados especiales como el embarazo y la edad avanzada (11,48-53).
Está caracterizado por síntomas mayores, cuyo orden de aparición fue descrito por Murphy en su clásica cronología: dolor, náuseas, vómitos y fiebre (9,54).
El dolor constituye el principal síntoma de la apendicitis aguda, se produce en las primeras 6 a 12 horas de iniciado el cuadro clínico, es de características vagas y de difícil descripción, por ser estrictamente visceral; se localiza en epigastrio y mesogastrio en un 75% de los casos, no se modifica con los cambios de posición, está condicionado por la distribución metamérica y correlacionado estrechamente con el plexo solar.
Posteriormente las características del dolor se modifican, se
ubica en fosa ilíaca derecha, es sordo, continuo, tornándose
más intenso y agudo con los movimientos y maniobras que aumenten
la presión intraabdominal como la tos. Es de tipo somático,
por irritación del peritoneo parietal local al entrar en contacto
con el apéndice inflamada y es un signo que se presenta en 100%
de los casos. En un 30 a 35% de los casos se presenta un cuadro de dolor
atípico, más común en ancianos, localizándose
desde un principio en la fosa ilíaca derecha o en forma generalizada.
Las náuseas y los vómitos son por lo general posteriores
al dolor, no son persistentes y son más frecuentes en niños
y adultos jóvenes. La temperatura se eleva uno o dos grados luego
de iniciado el proceso y se caracteriza por una disociación de temperatura
axilar y rectal. Se ha mencionado como síntoma la presencia de anorexia,
pero éste ha pérdido importancia debido a que en los pacientes
jóvenes la sensación de hambre generalmente persiste, pero
es un síntoma que ayuda en la propedéutica diagnóstica
de esta entidad. Suele existir constipación aunque en un 18% de
los pacientes se presenta diarrea (6,9,11,54,55).
DIAGNÓSTICO
Cuando el médico enfrenta el reto diagnóstico de un cuadro de dolor abdominal, debe tener en mente que la apendicitis aguda es el proceso intrabdominal más frecuente, la apendicectomía es la cirugía más realizada en los servicios de urgencia y sólo algunos pacientes tiene un cuadro típico, es una entidad de diagnóstico clínico y manejo quirúrgico, dependiendo de la precocidad de este último se evitan complicaciones que pueden ser funestas para el paciente (1,2,11,54,55).
Además de la anamnesis con la exploración física se puede llegar a un diagnóstico fácil si se aplica los signos semiológicos que en muchas ocasiones se omite (56):
2. Signo de Sumner. Defensa involuntaria de los músculos de la pared abdominal sobre una zona de inflamación intraperitoneal. Es más objetivo que el dolor a la presión y se presenta en 90% de los casos (58).
3. Signo de Blumberg. Dolor en fosa ilíaca derecha a la descompresión. Se presenta en 80% de los casos (6,9,31,54,55).
4. Signo de Mussy. Dolor a la descompresión en cualquier parte del abdomen. Es un signo tardío de apendicitis ya que se considera en este momento la presencia de peritonitis (54).
5. Signo de Aaron. Consiste en una sensación de dolor o angustia en epigastrio o región precordial cuando palpamos la fosa ilíaca derecha (54).
6. Signo de Rovsing. Dolor en fosa ilíaca derecha al comprimir la fosa ilíaca izquierda, es explicado por el desplazamiento de los gases por la mano del explorador del colon descendente hacia el transverso, colon ascendente y ciego, que al dilatarse se moviliza produciendo dolor en la apéndice inflamada (11,31,54,55).
7. Signo del Psoas. Se apoya suavemente la mano en la fosa ilíaca derecha hasta provocar un suave dolor y se aleja hasta que el dolor desaparezca, sin retirarla, se le pide al enfermo que sin doblar la rodilla levante el miembro inferior derecho; el músculo psoas aproxima sus inserciones y ensancha su parte muscular movilizando el ciego y proyectándolo contra la mano que se encuentra apoyada en el abdomen lo que provoca dolor . Es patognomónico de apendicitis retrocecal (54,55).
9. Síndrome epigástrico de Rove. Caracterizado por dolor epigástrico expontáneo, de intensidad variable, acompañado de náuseas, vómitos y dolor provocado a la palpación en su porción superior derecha con aumento del tono en la misma zona (54).
10.Triada apendicular de Dieulafoy. Consiste en hiperestesia cutánea, dolor abdominal y contractura muscular en fosa iliaca derecha (54).
El signo de Rovsing no es útil debido a que es inconstante y nunca positivo sin otro signo evidente de apendicitis aguda; el signo del psoas y el obturador son de poco valor ya que necesitan sensaciones subjetivas del paciente (11).
El examen rectal sigue siendo importante en la exploración física, sin existir excepciones a esta regla, nos ayuda en el diagnóstico de los pacientes con sintomatología dudosa (11).
Cuando el diagnóstico clínico no presenta dudas sólo se realiza un hemograma y un parcial de orina antes de llevar al paciente a cirugía.
En caso de dudas diagnósticas se pueden solicitar otros estudios especiales como la serie de abdomen agudo cuyos hallazgos no son específicos (tabla II) y deben interpretarse con cautela ante el probable diagnóstico de apendicitis. El colon por enema (tabla III) se solicita en cuadros sospechosos de plastrón apendicular y sus resultados pueden ser equívocos (2,6,26).
La ecografía es de ayuda diagnóstica cuando se desea
descartar abscesos del psoas, quistes de ovario, embarazo ectópico (26).
La laparoscopia, el TAC y la RNM se usan exclusivamente en pacientes completamente atípicos con diagnóstico diferencial difícil, teniendo las dos primeras una especificidad de 95- 100% (2,26,59,60).
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Se debe realizar con aproximadamente cincuenta entidades diferentes, basados en el grupo etáreo, sexo y enfermedades asociadas.
Su clasificación se esquematiza así:
b. Dolor agudo de origen ginecológico: Embarazo ectópico roto, enfermedad pélvica inflamatoria, quiste de ovario con pedículo torcido, endometriosis, perforación uterina por maniobras abortivas, cuerpo lúteo hemorrágico, ovulación.
c. Patologías urinarias: Infección de vías urinarias, litiasis renal, retención urinaria, prostatitis, hiperplasia prostática, epididimitis.
d. Patologías torácicas: Neumonías basales, infarto agudo del miocardio, angina de pecho, pericarditis, tromboembolismo pulmonar, infartos pulmonares.
e. Patologías del sistema nervioso central: Epilepsia abdominal, polirradiculoneuritis, tabes dorsal, sifilis terciaria, hernias discales.
f. Otros: Absceso del psoas, psoitis, tuberculosis intestinal, sarampión, fiebre tifoidea, shigellosis, amibiasis, parasitosis, enfermedad de Crohn, colitis ulcerativa, anemia de células falciformes, diabetes mellitus, insuficiencia renal crónica, saturnismo, intoxicación alimenticia (3,6,7,11,12,31,54,58,61).
Es netamente quirúrgico. De acuerdo con el tiempo de evolución del cuadro clínico, la seguridad del diagnóstico, la edad y la contextura física del paciente, el cirujano escoge la incisión apropiada para cada caso (fig. 6), que debe cumplir con los criterios de Maingot: accesibilidad, extensibilidad y seguridad (62,63).
b. Incisión de Mc Burney. Es una incisión oblicua que se realiza perpendicular a la línea imaginaria trazada desde
el ombligo a la cresta ilíaca anterosuperior, extendiéndose un tercio por encima y dos tercios por debajo de ésta línea, se atraviesan los mismos planos y tiene similares indicaciones que la incisión de Rockey- Davis (10,21,22,31,64,65).
c. Incisión pararrectal derecha. También conocida como de Battle- Jalaguier-Kammerer, es una incisión vertical, infraumbilical, que se realiza por fuera del borde externo del músculo recto abdominal y que destruye las aponeurosis del oblicuo mayor y menor antes de formar la vaina de los rectos, con destrucción de los nervios toracoabdominales 11 y 12 que inervan la parte inferior del músculo recto abdominal y piramidal y además puede lesionar los vasos epigástricos que pasan por esa zona; presenta como complicación tardía eventraciones (22,65-68).
d. Incisión paramediana derecha. Es una incisión vertical infraumbilical, dos a tres centímetros por fuera de la línea alba y que durante su diseccíon abre la vaina del recto anterior, separando el músculo hacia afuera para acceder la cavidad abdominal. Es útil y práctica cuando el diagnóstico es claro pero con un período de evolución avanzado o cuando el diagnóstico es dudoso o el paciente es obeso, se escoge por la ventaja que significa la interposición del músculo entre la cavidad abdominal y la piel, lo que disminuye la posibilidad de evisceraciones o eventraciones postoperatorias (22,64-68). e.Incisión mediana: Es una incisión vertical que se realiza
en la línea alba y que puede ser infraumbilical o extenderse y ser realizada en forma supra-infraumbilical.
Se escoge cuando hay diagnóstico de apendicitis con peritonitis generalizada, plastrón apendicular, absceso apendicular o hay posibilidades de error diagnóstico al no poder diferenciarla con otras entidades que causen abdomen agudo quirúrgico (3,65).
Al culminar la apendicectomía se puede limpiar la cavidad abdominal con compresas húmedas para retirar detritus o realizar lavado exhaustivo de la cavidad abdominal con solución salina cuando se encuentra una peritonitis secundaria generalizada, lo que disminuye la frecuencia de
complicaciones sépticas; los drenes están indicados en casos de abscesos localizados en la región apendicular y se deben utilizar y retirar según el criterio del cirujano (70).
En los últimos años se ha incursionado en la apendicectomía por vía laparoscópica, encontrándose reportes en la literatura, pero los estudios hasta el momento no son concluyentes sobre su mayor ventaja comparada con el manejo quirúrgico convencional; algunos sólo la recomiendan como alternativa y en pacientes seleccionados (71-75).
Los antibióticos utilizados en los cuadros de apendicitis aguda se inician 2 horas antes del acto quirúrgico y consisten en una combinación de aminoglucósidos y clindamicina o metronidazol a dosis habituales (76-83), que se pueden suspender en el postoperatorio inmediato, a las 48 horas o continuar hasta cumplir la terapia completa por 10 días de acuerdo a los hallazgos quirúrgicos y al criterio propio del cirujano.
En los últimos años algunos autores están manejando el criterio de apendicectomía ambulatoria, en donde el paciente es dado de alta en las primeras 24 horas; la primera referencia en Latinoamerica de apendicetomía ambulatoria fue esbozada por Moreno Ballesteros en 1994 en el XIV Congreso Panamericano de Cirugía Pediátrica realizado en la Habana (Cuba), donde presentó la clasificación propuesta y su experiencia en el manejo ambulatorio de 40 pacientes que fueron intervenidos en el Hospital Infantil Napoleón Franco Pareja (Cartagena) y Centro Médico Comfenalco (Cartagena) en el período de 1992-1994 (47).
En Colombia encontramos el trabajo de los autores (84), quienes sometieron la clasificación de Moreno a un estudio clínico prospectivo en el Hospital Universitario de Cartagena durante un periodo de seis meses, en pacientes mayores de 18 años, concluyendo que es posible manejar de manera ambulatoria el postoperatorio, cuando la apendicitis aguda se encuentra en los estadios del I al IV (84), manejo que actualmente se realiza en esta institución. Tambien tenemos el trabajo de Velez y cols (85); ambos expresan los beneficios del manejo ambulatorio de la apendicectomía, lo que redunda en beneficio al paciente y disminución de los costos que este manejo implica (84,85).
El plastrón apendicular es una entidad poco estudiada, cuyo manejo inicial es médico a base de reposo, líquidos endovenosos y los antibióticos antes mencionados, para posterior apendicectomía diferida a los tres meses; en caso de que la sintomatología se agrave, generalmente se forma un abceso en la fosa ilíaca derecha, que luego se drena quirúrgicamente, se coloca un dren y se instaura tratamiento antibiótico, realizándose la resección de los restos apendiculares a los tres meses (86). Estudios recientes demuestran que el 91.5% de los pacientes responde a este tratamiento inicialmente conservador (87).
Actualmente se ha vuelto a la controversia sobre el concepto de la apendicitis crónica y/o recurrente (16,88); en una reciente revisión en el Jhons Hopkins Hospital, se concluye
que la apendicitis aguda puede resolverse expontáneamente y recurrir
repetidamente en el mismo individuo; por lo tanto en pacientes con episodio
de dolor abdominal recurrente en el abdomen inferior debe considerarse
la apendicitis aguda recurrente y crónica entre los diagnósticos
diferenciales (89).
COMPLICACIONES
Las principales complicaciones de la apendicitis aguda incluyen la infección de la pared abdominal, perforación del apéndice, abceso apendicular, abcesos intraabdominales, peritonitis generalizada, compromiso de los órganos pélvicos vecinos, por adherencias o bridas, obstrucciones intestinales postquirúrgicas, ileo paralítico, fístulas cecales, pileflebitis, sepsis y ocasionalmente la muerte del paciente que actualmente está por debajo del 1% (38). Muchas de ellas obligan a reintervenir en forma temprana en 0,9 al 1% de los casos (90).
ABSTRACT
Acute appendicitis is the most frequent clinical diagnosis that a general doctor should keep in mind when he evaluates some patient, no matter sex, age or race, who are complainnig of abdominal pain; being this one of the most frequent intervention a general surgeon does in the emergency operating room. Even with the advantage of the current technology, the diagnosis is purely clinical: it depends on an excelent analisis of the history and an exhaustive physical exam, keeping in mind that clasical signs appear in over 80% of the cases. Usually acute appendicitis have been clasiffied in four stapes depending on the phase in which is found: edematose, supurative, necrotic and perphorated. With the present review we propose a new clasiffication based upon the macroscopic finding and we suggest the criteria for these patients can be treated in an ambulatory postoperative based upon the premature diagnosis and treatment the recovery.
KEY WORDS
Acute appendicitis, acute abdomen, surgical emergency, clinical diagnosis, prophilactic antibiotic therapy, treatment, ambulatory surgery.
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