"Se
trata, de hecho, de hacer jugar saberes locales, discontinuos,
descalificados, no legitimados, contra la instancia teórica
unitaria que pretendería filtrarlos, jerarquizarlos, ordenarlos
en nombre de un conocimiento verdadero, en nombre de derechos de
una ciencia que sería detentada por algunos"
Michel
Foucault[1]
(declaraciones de un sobreviviente de
Auschwitz)[2]
Con textos de la
tortura y el psicoanálisis: casos.
Una frase LA TORTURA NUNCA
concluye un escrito de Helena Besserman Viana, psicoanalista de
Rio de Janeiro, Brasil, se trata del libro: No se lo cuente a
nadie. Política del psicoanálisis frente a la dictadura y a la
tortura (Editorial Polemos, Buenos Aires,1999). Texto donde
estudia el caso de Amilcar Lobo, médico, psicoanalizado, alumno
de una asociación psicoanalítica de Brasil y que en esa época
era parte del equipo médico de un campo de concentración
clandestino del ejército de Brasil. Allí se ejercía la tortura
a los prisioneros y en ese lugar Amilcar Lobo fue reconocido por
una prisionera en el libro no está el nombre y apellido de
ella- al escuchar ese nombre en boca de un prisionero que
regresaba de la sala de torturas[3] . Besserman con su estilo interroga los efectos
de una cura sobre aquel que se sometió a ella y sus efectos
cuando se accede al lugar de analista. Esos eventos tienen ya un
largo historíal público que se remonta hasta el año de 1973[4].
Los argumentos de Helena Besserman Viana,
incluida esa frase, en particular esa, recibieron , también en
el campo del psicoanálisis, una respuesta:
si nos
atenemos estrictamente a semejante declaración excluyente, tal
como está escrito la práctica de la tortura cualquiera
que ella sea, está también excluido analizar.
¿Qué hará, para no mencionar aquí más que un solo caso,
el psicoanalista firmante de tal declaración pública, al cual
se dirigiría, para terminar con su síntoma, esta mujer obsesiva
que un día fue objeto de una presentación de enfermos de Lacan,
y que relataba (ese era el síntoma en cuestión) que cortaba las
uñas a su niño hasta sangrarlo y sin dejar ella de gozar de tal
acto? Ese analista no podría más que rechazar recibirla, dejándola
de lado metiéndose también él mismo de costado, a falta de lo
cual él sería cómplice de la tortura
Esta respuesta p.104 y ss-
es parte del libro escrito por Jean Allouch, psicoanalista
que vive en París, Francia, cuyo título es LA ETIFICACIÓN
DEL PSICOANÁLISIS. CALAMIDAD (Edelp, Buenos Aires,
1997). Allí se menciona el fragmento del comunicado de la
Sociedad Psicoanalítica de Río de Janeiro, Brasil, el día 7 de
diciembre de 1986: la práctica de la tortura cualquiera
que ella sea . Ante las confusiones
clínicas, doctrinarias, institucionales y políticas de esa
respuesta este ensayo propone desplegar la clara distinción
entre una madre al gozar de cortar las uñas a su hijo hasta
sangrarlo frente a la tortura sea cual sea. Una distinción con
la cual se deja espacio, quizás, para bastos alcances
subjetivos.
4.- Marie Bonaparte, en diciembre de 1936,
recibía una carta de Freud que le informaba sobre Nuestro
Ministro de Educación ha emitido un formal anuncio en el sentido
de que la época de la labor científica que se realice al margen
de ciertos supuestos previos como era el caso en la era
liberal- ha pasado ya; desde ahora en adelante, toda ciencia
deberá trabajar al unísono con Weltanschauung
cristiano-germánica...[9]
5.- Entre marzo (mes del Anschluss,
anexión de Austria al III Reich) y abril de 1938, tuvo
lugar lo que Jones llama una curiosa escena, se trató
de lo siguiente: la casa de Freud había sido invadida por
otra banda de los S.A., y dos o tres de ellos se abrieron camino
hacia el comedor. La señora Freud, como suele ocurrir en un caso
de emergencia, sacó fuerzas del fondo de su corazón. En el más
amable tono hospitalario ofreció un asiento al centinela...le
resultaba desagradable ver a una persona extraña de pie en su
casa...estaban debatiendo los planes de mezquino pillaje que la
situación les permitiría realizar, cuando en el vano de la
puerta apareció...Freud atraído por el alboroto.[10] Años
antes (1934) Freud le decía a su paciente J. Wortis que estaba
garantizaba la absoluta privacidad de lo que dijese.
La instalación posterior del guardia de las SA afuera[11] del
consultorio ¿afectaba esa garantía? Cuando Jones comenta esa
escena con Freud este le contesta ¡Solo! ¡Si
yo estuviera solo, hace mucho tiempo que ya me habría
desprendido de la vida![12]
6.-Antes del 4 junio de 1938, fecha de su
partida hacia Inglaterra, Freud es obligado a firmar una
declaración donde indicaba haber recibido buen trato de parte
de las autoridades y en especial de la Gestapo después del Anschluss.
Freud no tenía más oportunidad que firmarlo y según una
versión se limitó a solicitar incluir una frase al texto
firmado: De todo corazón puedo recomendar a la Gestapo a
cualquiera[13].
Esta frase no fue encontrada en ese documento.
Luego de este breve recorrido una
pregunta se impone: la paralisis que padece el psicoanálisis
tanto en Alemania como en Austria ¿no es una consecuencia de esa
esterilización previa?
Veamos ahora un caso que marcó los destinos
del psicoanálisis en la ciudad de Budapest, Hungría, se trata
de la experiencia que vivió el psicoanalista húngaro Itszván
Hollos:
a.- El régimen derechista de Horthy, le
quitó su derecho a ejercer la jefatura de un Hospital Psiquiátrico,
debido a su origen judío;
b.- Tenía vedado su acceso a la Universidad
pues la ley de Númerus Clausus se lo impedía;
c.- En el año de 1944, los alemanes invaden
Hungría cuando Horthy trata de romper su alianza con el Reich,
es destronado y el poder lo toman las tropas nacionalsocialistas
de Szàlasy. Ellas implantan las deportaciones masivas con un
agregado no solicitado por los nazis alemanes: en el camino hacia
los trenes lanzan al rió Danubio ancianos y niños. Hollos con
su mujer están en uno de esos convoyes y la intervención del
diplomático sueco Raoul Wallenberg logra salvarlos. Terminada la
guerra es elegido presidente de la Asociación Psicoanalítica Húngara;
d.- Luego de tres años de democracia, en
1948, la Asociación Psicoanalítica es prohibida y la práctica
del análisis debe hacerse en la clandestinidad, Hollos, sufre la
perdida de su esposa y pasa por un período de crisis que lo
mantienen internado en un hospital psiquiátrico. Como analista,
para disgusto de Freud, descubrió que los episodios psicóticos
y las psicosis respondían a una situación que involucraba no sólo
al loco sino a su entorno. La locura incluía una respuesta al
medio ambiente, una forma de precisar que las psicosis
son respuestas en relación con...
Hungría era una de las sedes más activas
por su creatividad del movimiento psicoanalítico fuera de Viena
donde residía Freud, entre otras cosas por que los analistas húngaros,
en el terreno de la doctrina, de la practica, del despliegue del
acto en las sesiones se permitían hacer un psicoanálisis que no
necesariamente respondía punto por punto a los criterios
de Freud[14]. Hoy ese lugar es un páramo que no encuentra
una vía de salida, quizás por que no se ha estudiado la puerta
de entrada a ese marasmo.
Por último, veamos la experiencia de
un psiquiatra y joven psicoanalista que en 1939 recibía su título
oficial de psicoanalista, reconocido por la IPA: se trata de
Jacques Lacan, quien desde fines 1939 hasta el 28 de septiembre
de 1946 guarda la siguiente posición:
Durante
varios años me he apartado de todo propósito de expresarme. La
humillación de nuestro tiempo, bajo los enemigos del género
humano, me alejaba de ello, y después de Fontenelle me he
abandonado a la fantasía de los puños llenos de verdades para
cerrarlos mejor sobre ellos. Confieso esta ridiculez porque marca
los límites de un ser en el momento en que éste va a dar
testimonio. ¿Habría que denunciar en ello algún
desfallecimiento ante lo que de nosotros exige el movimiento del
mundo, si nuevamente se me ha ofrecido la palabra en el momento
mismo en que se revela hasta para los menos clarividentes que una
vez más la infatuación del poder no hecho más que servir a la
astucia de la razón? Júzguese con toda libertad cuánto puede
sufrir mi búsqueda.[15]
Estos casos delimitan un campo de estudio
para precisar las formas de incidencia de la cultura en el
ejercicio del psicoanálisis. Esas incidencias tensan un arco de
fuerzas que oscila entre un obstáculo, una imposibilidad, una
anulación, y un en forma de, o si se lo prefiere,
tomando la propuesta de Helene Deuscht, el como sí.
Este es un problema que tiene abierto su tratamiento con ciertos
los elementos del análisis. Uno de ellos es el campo del
Otro, terreno previo y constituyente de cada sujeto. Este
elemento de localización permite, al menos, comenzar a
desbrozar el camino. Para ello partimos de una constatación: el
psicoanálisis no opera al margen de las condiciones del campo
del Otro.
En el marco de un estado con formas
totalitarias no liberales dirigido a cambiar las estructuras de
la sociedad de Brasil, entre los años de 1970 a 1980; el marco
incluía la aniquilación de sus opositores; allí se suscitaron
los acontecimientos que estudia Helena Besserman Viana en No
se lo cuente a nadie. Política del psicoanálisis frente a la
dictadura y a la tortura: una paciente
reconoce a Amilcar Lobo su psicoanalista, desempeñando
funciones en un campo de tortura de prisioneros políticos. La
respuesta de J. Allouch en La etificación del psicoanálisis.
C a l a m i d a d, pese a tomar notar de esos acontecimientos
los deja de lado a nombre de una erotología demasiado general y
poco aprensible caso por caso. Es de lamentar que tanto uno
como otro texto no hagan del marco parte del caso. Ese marco
permitirá localizar cuando estamos en un caso o en otro o cuando
se trata de casos distintos.
¿Qué es un marco? Aquello que permite
dintiguir entre una pared y un recorte de ella. La tensión
sostenida entre dos libros respecto de un caso abre
preguntas sobre sus recortes ¿Se reduce él a los efectos
producidos por la dictadura brasileña en 1973? ¿Queda excluida
la aparición del libro en Brasil, durante 1994? ¿La presentación
parisina de la edición en francés (1997) y los incidentes se
integran o no? Los tiempos trastocados de las respectivas
publicaciones castellanas de ambas obras ¿en qué posición
quedan? Las proposiciones teóricas que guían el armado literal
del caso tanto en uno como en otro autor ¿en
qué grado constituyen ese marco? Tantas preguntas indican
la conveniencia de no optar por una en detrimento de otra y
entonces, aceptarlas una por una.
Introducimos un recorte al guiar nuestra
lectura por una constatación: el psicoanálisis no está al
margen del tejido cultural de la ciudad donde el psicoanálisis,
el analizante y el analista operan. Ese recorte fue producido ya
por otros, así Jacques Lacan en Los complejos, factor
concreto de la psicología familiar, al estudiar la crisis de
la familia, subrayo:
El
sublime azar del genio no explica quizás por si solo que
haya sido en Viena -dentro de un Estado que era el melting-pot
de las más diversas formas de la familia, de las más arcaicas
hasta las más evolucionadas, de los últimos grupos agnáticos
de campesinos eslavos a las formas más reducidas del hogar pequeño
burgués y a las formas más decadentes de pareja inestable,
pasando por los paternalismos feudales y mercantiles- que un hijo
del patriarcado judío haya imaginado el Complejo de Edipo[16]
Con ese subrayado daba cuenta de un hecho
trivial y por trivial, quizás, menos percibidas sus
consecuencias. Freud era un hombre de su época, debido a eso
inventó lo que inventó. Las articulaciones de Freud con su época
eran en extremo complicadas y nada índica que él se percatara
de sus alcances. Esa situación quedó ilustrada por la
dedicatoria de una sus obras, Por qué la guerra:
A Benito
Mussolini, con el cortés saludo de un anciano que reconoce en el
soberano al héroe cultural. Viena, 26 de Abril de 1933.[17]
La dedicatoria dice mucho y poco
al mismo tiempo. Dice mucho pues muestra que alguien no controla
las condiciones de recepción e inserción de una dedicatoria
dirigida a un personaje político que estuvo en el centro
de la arena pública. Y a eso se agrega que el redactor también
era y es un personaje nodal en la vida cultural. Dice poco pues
revela que Freud no tomaba nota de las condiciones de ese héroe
cultural , lo cual no impide que su dedicatoria sea tomada
como eso, una dedicatoria. Freud en este caso ¿sufría las
influencias que otros, y no pocos, vivieron ante los primeras
apariciones del régimen fascista en Italia y del régimen
nacionalsocialista en Alemania?
El libro de Besserman Viana trata un
episodio ocurrido cuando el estado de Brasil estaba tomado por un
régimen militar. Ese régimen enfrentaba mediante una
represión generalizada a los opositores, en especial sometía a
secuestros, desapariciones forzadas y torturas a militantes de
organizaciones de izquierda, con particular violencia, sobre
aquellas que ejercían una oposición armada.
Helena Beserman V. lee las articulaciones
del psicoanálisis con la política con el alfabeto de una ética.
Las complicadas articulaciones (cultura-psicoanálisis-política)
quedan simplificadas en exceso por la recurrencia a una ética
generalizada. Esa generalización es ineficaz para la práctica
analítica pues cada cura está organizada caso por caso y esta
es una ley que no excluye a ninguna opción estética dentro del
heteroclíto campo del psicoanálisis.
Las tesis de H. Beserman V., a pesar de esa
recurrencia fallida subraya, gracias a ese error, otro hecho de
particular importancia: su escrito trae nuevamente a la palestra
pública las formas de acceso al título de analista y por ello añade
una corroboración más a la lista de fracasos de la vía
institucional para resolver esa incognita. Su añadido no le hace
sombra al tema. El acceso al lugar del analista será uno de los
componentes marcados en la travesia del caso, no podía ser
menos tratándose de un psicoanalista torturador.
Jean Allouch en la parte final de su
respuesta a esa ética generalizada propone tomar apoyar en
situaciones. Una de ellas es hecho acontecido en una institución
de la psiquiatría francesa durante la segunda guerra mundial. Un
grupo de la resistencia activo dentro de ella, decidió fusilar a
un enfermo pues en su delirio, de viva voz, ponía en peligro las
actividades de ese grupo. Ese acontecimiento mortal para el
enfermo y , posiblemente, trágico para los resistentes dibuja la
notoria articulación de las condiciones culturales con ese acto.
A partir de esa introducción La
etificación... contínua con otra situación donde está
presente la guerra. Es la experiencia de Ludwig Wittgenstein
quien: en sus cuadernos, escritos entre 1914 y 1916, y
donde se puede leer la primer versión del Tractatus,
Wittgenstein, se lo ha indicado, no consagra una sola palabra a
la guerra. Así si los borradores del Tractatus
logico - philosophiicus[18][19] no contienen una palabra
destinada a la guerra. La situación de Wittgenstein al
escribir un texto mayor de su obra no harbía guardado relación
alguna con ella.
En esta posición se podría llegar llegar a
sostener por extensión que no hay articulación entre la
guerra y la escritura de esa obra de Wittgenstein. Él habría
hecho filosofía sin estar impactado por el lugar, el tiempo y
los acontecimientos en los cuales escribe. Ese no fue el caso de
los fundadores griegos y latinos de la filosofía en
Occidente[20]
.
Ese desamarre atribuido al filósofo vienes
es una petición de principios.¿Cuál es esa petición? Se le
solicita a esos borradores escribir todavía más sobre ese tema,
no bastaría con escribirlos en la guerra. La petición ignora
que quien lo escribió vivía en la guerra, participaba de ella
era soldado y luego fue prisionero de ella. Ese ambiente
¿no era suficiente? ¿cuál sería la razón para aislarlo de
eso que le permitió escribir lo que escribió? ¿cómo se puede
aislar el borrador del lugar donde era escrito?
Ese ambiente indica las condiciones mínimas
y necesarias que articulan el arte de la escritura con la
persecución descripto por Leo Strauss. Escribir bajo la
persecución implica escribir de un tema que no se puede escribir,
ni siquiera mencionar[21]
. Al no mencionarlo puede ocurrir que se pueda hablar de él. En
el caso de que Wittgenstein no hubiese escrito ese término, ¿llegaremos
a exigirle que solo la palabra guerra debe dar
cuenta de su experiencia de prisionero de guerra?
Wittgenstein hizo, años después, un ajuste
de sus puntos de vista con la obra de 1921 y formulo:
Llamaré a
estos juegos juegos de lenguaje, y hablaré a veces
de un lenguaje primitivo como un juego de lenguaje...Llamaré
también juego de lenguaje al todo formado por el
lenguaje y las acciones con las que está
entretejido[22]
Esta proposición tiene valor para la
experiencia psicoanálisis en el campo de las locuras, llamadas
también psicosis, basta señalar su papel
organizador en La locura Wittgenstein, escrito
por Françoise Davoine a partir de su experiencia[23]. Y es
un elemento a considerar cuando se trata de localizar las
relaciones del autor, su obra y las condiciones en las que se
encuentra la cultura que a él y su obra le conciernen.
Veamos el sesgo literal de la situación
de Ludwig Wittgenstein. ¿Por qué ese sesgo? Sin la literalidad
el psicoanálisis pierde la condición de posibilidad de
construir casos[24] Precisemos
¿para qué demandarle a Wittgenstein que escriba más de eso que
estaba escrito en sus diarios? Jean Allouch no aclara
cuáles diarios tomó como base para su conclusión. En la lengua
castellana están editados los Diarios Secretos (Alianza
Universitaria, Madrid, 670) en las entradas del 7/10/1914 y 30/11/1914,
para sólo citar dos de ellas, está presente el término
guerra y las actividades articuladas con ella[25].
La proposición de Allouch sobre la situación
de Wittgenstein es tautológica pues pretende demostrar que un
filosofo, un arquitecto, un científico, un artista, y en
particular un analista cuando están en su actividad no hacen política.
Para hacer en su actividad no requieren tomar posición ante cual
o cual episodio de la cultura donde viven. Esa tautología, J.
Allouch, la sostiene particularmente respecto del analista para
rebatir las posiciones Helena Besserman Viana que sostiene
la tesis del compromiso político en nombre de una norma ética[26].
Mientras, entre ambos textos, encontramos
con una experiencia del psicoanálisis ilustrado por lo
acontecido a varios psicoanalistas basta con uno- en
la ciudad de Buenos Aires, Argentina, durante una recesión ecónómica
acompañada de hiperinflación y desocupación. En ese momento se
registrarón efectos en las formas de pago de las sesiones,
alteraciones de la periodicidad de las sesiones, frecuencia
creciente de interrumpciones de las curas,
trastocamiento del honorario fijado a las sesiones
debido al ritmo inflacionario, un aumento inucitado de lo que se
llama reanálisis. Por otro lado, en una situación
semejante en Viena el tiempo de las sesiones de Freud fue
modificado para recibir a más pacientes, en especial americanos
que en tiempos de hipenflación pagaban con dólares. En
ese tiempo Freud aceptaba, además, recibir sus honararios en
especie. Ante hechos semejantes ¿se puede afirmar que los
movimientos del campo del otro no operan sobre la práctica de la
experiencia analítica?
La vía tautología se abre con un argumento
de autoridad. El texto La etificación..., en su primera página
introduce una cita de Paul Roazen que cita unas
palabras de Max Eastman, esta cita es tomada de un texto de Rene
Major. Max Eastman recibió la siguiente respuesta de Freud a una
pregunta:
¿Qué es
usted políticamente?
Si tiene algún asidero que el hombre es el
estilo, el estilo de aquel a quien se dirige, y como estamos ante
una bon mot [ocurrencia][27] queda
por determinar a quién hiba dirigida esa respuesta Esta
pregunta limita las conclusiones genéricas que por apretar mucho
no ciñen nada y ciñen mucho menos si solo se sostienen con la
inclusión de Freud en el episodio citado.
Max Eastman escribió un libro Einstein,
Trotsky, Hemingway, Freud and Other Great Companions [
Colliers Books; Nueva york, 1962], allí está insertado el
relato de un encuentro con Freud -apartado Differing with
Sigmund Freud, p.129. Freud corrigió una opinión
de su entrevistador respecto de América[28] ,le aclaró, no la odia,
simplemente la compadecía. Esta bon mot [ocurrencia]
es ¿analítica? ¿pertenece a un episodio de análisis de
Eastman? ¿es cultural?, ¿es política?, ¿es todo ello más lo
contrario? A veces, el que parte y reparte trata de
quedarse con la mejor parte hasta que se enfrenta a la constación
de que lo mejor es enemigo de lo bueno.
En conclusión una bon mot [ocurrencia]
cuyos alcances singulares requieren de ser precisados. Por el
momento sólo contamos,por su letra, que Eastman la recibió de
Freud ¿se puede generalizar a todas las circunstancias?
Hacerlo otorga solidez incalculable a las premisas de un compromiso
ético. Esa ocurrencia ¿resuelve la cuestión de las
redes políticas que atraviesan, sin solicitar autorización, el
lugar de la práctica analítica y su doctrina?
La tortura está articulada
El horizonte del campo del Otro es una
constatación dada, veamos cómo se artícula allí la tortura.La
tortura como significante, como cualquier otro reune una amalgama
que oculta su gamas; suele olvidarse que el significante siempre
tiene relación con..., de ahí, la dificultad para toda empresa
que quiera mantener, a nivel del significante, una existencia
solitaria o en soledad de alguien que se
ubica solo. Tomamos nota que la tortura opera
respecto de un cuerpo y de ahí se deriva una pregunta ¿el
cuerpo se deja reducir sólo al campo significante?. Veamos
algunas articulaciones de la tortura con...
La práctica de una política de la tortura
cuya expresión absoluta la encontramos en los campos de
concentración y en los campos de trabajo organizados por el régimen
nazi. En ese luar se trató de una política cuyo objetivo fue la
extinción metódica del cuerpo y de sus restos; también está
el caso de una política de la tortura efectuada por el régimen
de Pol Pot, un egresado de La Sorbonne. En Camboya el ejercicio
de la política era una tortura destinada a obtener e implantar
una reeducación gobernada por la extinción de todo elemento
impuro (desviado) que afectará la reconstrucción de
Ankara, el topos ideal del khmer rojo. La tortura, se dirigía,
por ejemplo, a dejar al órgano visual, de los prisioneros, sin
anteojos e incluso su empleo era motivo de mayor tortura o
de la ejecución:
El propósito
de la tortura es conseguir respuestas
No es algo
que hagamos para divertirnos
Sólo debemos
lastimarlos que respondan con rapidez
Hay que hacer
que pierdan la voluntad
Los golpeamos
para atemorizarlos, no para matarlos
Para
torturarlos hay que revisar su estado de salud primero y la
condición del látigo
No seas tan
cruel como para matarlos rápidamente o nunca obtendrás la
información necesaria
Encuentra sus
puntos débiles
Doblégalos
con propaganda o con tortura
No permitas
que mueran
No permitas
que se deterioren al punto de que no sea posible interrogarlos
Nunca se
interroga a un prisionero al cien por ciento
Un prisionero
puede confesar, pero si se ha tragado anzuelos, tiene que pasar
mucho tiempo entre doctores y medicinas útiles
El partido es
pobre y no puede darse esos lujos...[29]
Estos prisioneros ¿pueden ser
tomados como víctimas propiciatorias de un supuesto goce
que los aniquiló?
La práctica de la tortura política muestra
una forma material de la persecución que no se reduce a la
persecución del significante. Esa tortura tiene por objeto la
obtención de una información; allí las condiciones subjetivas
del torturador no cuentan y el torturado está despojado de la
subjetividad. El objetivo de esa práctica se dirige a obtener
una información devastadora para el torturado y para otros.
Ella está organizada por un método junto a una técnica,
enseñada en centros especializados. Su despliegue incluye
elementos científicos. El torturado es despojado de su cuerpo;
luego ese cuerpo es reducido a la condición de despojo por la
tortura y el torturado queda despojado por una violenta, absoluta
e ilimitada intervención del otro. Esta práctica del absoluto
priva al sujeto parlante de su relación con tener un cuerpo.
En estos casos se podría hacer la hipótesis
de que enfrentamos a sujetos víctimas de ungoce
ilimitado e inconfesable. Sólo resta un problema para tal análisis:
si es inconfesable ¿cómo tomamos noticia de él?
La tortura religiosa, a cargo del Tribunal
del Santo Oficio, la Inquisición, es de otro orden y de otro
tiempo histórico, así lo demuestra con claridad Carlo Guinzburg,
en el caso Menochio[30]: la inquisición torturaba para obtener una
confesión de aquello que el conductor de la tortura ya conocía
y requería la convalidación del torturado. En estos casos queda
claro un régimen del orden institucional que opera generando las
condiciones para sostener una verdad, de ahí el anónimo
torturador, cubierto por una capucha.
Cuándo, por ejemplo, una madre tortura
a su hija o hijo; cuándo esa misma madre
nos relata esa tortura habiéndonos previamente
tomado como una figura del sujeto supuesto al saber ¿ante qué
situación estamos en uno y en otro caso? Cuando estamos en el
campo de la experiencia analítica se produce un vuelco ya no se
trata de la experiencia de una tortura efectuada sino de
relatos dirigidos a otros donde está el término tortura,
se trata de un relato dirigido a otro tomado en el lugar del
analista ¿ese otro tiene alguna información que obtener? ¿está
operando para obtener un conocimiento o para confirmar un saber?
Ese relato dirigido a otro genera
un plus que en ciertos casos dará lugar o no a profundas
transformaciones. En el encuentro de alguien con un analista se
organiza una experiencia, verdaderamente, sin ninguna duda,
ya estructurada por algo artificial tal que ella está
constituida por la confesión por el sujeto de algo que él viene
a decir al médico, y lo que el médico hace con eso, y es a
partir de allí que todo se elabora, y es esto lo que es su
instrumento de entrada, su modo operatorio primero[31] La
operación del sujeto supuesto saber modifica la situación de un
torturado, se le abre la posibilidad de un sujeto y se establece
una clara y nítida diferencia con las prácticas institucionales
de la tortura y con las formas sádicas o masoquistas de alguien
fuera de un análisis. Allí se instala, nos guste o no , una
dimensión del goce con alcances subjetivables para un sujeto.
Freud en A propósito de un caso de
neurosis obsesiva(1909) analiza la incidencia de un relato de
una tortura y del
rostro de muy
rara composición, y que sólo puedo resolver como horror ante su
placer, ignorado [unbekennen] por él mismo.
Prosigue con todas las dificultades: En el momento me
sacudió la representación de que eso sucede con una
persona que me es cara.
Esa representación surge a consecuencia de
que Freud le dice no poder evitarle la pintura de los detalles
pues no esta a su alcance dispensarlo. Notemos un hecho clínico,
es un relato dirigido a otro, no se trató de una experiencia de
ese paciente.
El placer, ignorado por el
paciente era una mostración a Freud pues el relato el paciente
se lo dirigía a él me sacudió la representación de que
eso suceda con una persona que me es cara. La tortura
en esa experiencia analítica es llevada al terreno del
significante y, por ende, a hablar de otra cosa; en ese pasaje de
registro, el cuerpo del torturado no interviene pues sólo queda
el goce atribuido a otro y una serie de significantes, lo cual es
una diferencia.
Las distinciones entre el ejercicio de
la tortura y los relatos en el campo del goce de una cura no
deja todo resuelto. Así ¿cómo se podría encarar el caso de
alguien que solicita una cura y allí indica que su trabajo
incluye ejercer o asistir a la tortura?. Ese caso, al igual que
otros, en sus coordenadas permite establecer las
condiciones para responder: No (si es que una tal solicitud ha
llegado a formularse alguna vez en la práctica analítica).
Pues ciertas solicitudes de análisis pueden rechazarse. Tal o
cual actividad del llamado paciente, psicoanalizado
o analizante son un obstáculo insalvable para un análisis.
La puesta en practica de la actividad de médico militar
en un campo de concentración clandestino del psicoanalizado
Amilcar Lobo[32], daban
lugar a un posible No.
Rehusar esa solicitud solo puede provenir de
la situación en juego, no viene de amarres con cualquier lógica
ética o institucional ajena al caso; gracias a esa ausencia de
amarres se puede en acto, ante tal caso, decirle no. Freud así
se lo hace saber a Edoardo Weis, psicoanalista que ejercía su
actividad en Roma:
Creo
que es un caso malo, nada adecuado para el análisis. Para
analizarse le faltan dos cosas, primero el cierto conflicto
doloroso entre su yo y aquello que sus pulsiones le exigen, pues
en el fondo está muy contento de sí mismo y sufre solamente por
la resistencia de circunstancias exteriores, segundo un carácter
medianamente normal de este yo, que pudiese colaborar con el
analista; procurará siempre, por lo contrario, despistar a
este último, engañarle con falsas apariencias y dejarle de lado.
Ambas deficiencias coinciden en el fondo en una sola, en la
formación de un yo monstruosamente narcisista, ególatra,
impermeable a toda influencia, que, por desgracia, puede apelar a
todos sus talentos y dones personales...
Opino
pues que no serviría para nada que él acudiese a mí o a
algún otro para un tratamiento psicoanalítico. Pero también
comprendo que la madre no lo quiera desahuciar sin hacer otro
intento. Propongo pues mandarlo a un instituto al cuidado de una
persona de eficacia terapéutica aplastante. He conocido como tal
al Dr. Groddek en Baden-Baden (Sanatorio). Naturalmente habría
que comunicarle las características del paciente. Si él no lo
quiere aceptar, se podría pensar aún en Marcinowsky, en
Heilbrun de Tölz (Baviera), pero este lo rechazará sin duda de
inmediato. En el peor de los casos, a gente como el Dr. A. se
la embarca para ultramar, digamos hacia Sudamérica, y se le deja
buscar allá su destino.[33]
Entendemos que hasta aquí hemos indicado
ciertas cuestiones de método para dar cuenta de las
articulaciones que guarda con el psicoanálisis las condiciones
del poder imperante en tal o cual ciudad, así como las
desarticulaciones de la tortura con las amplias formas de los
goces que sufre tal o cual analizante. Localizamos también un
elemento: la tortura afecta un punto material: el cuerpo; abordar
la tortura sin considerar su articulación con el cuerpo deja
fuera la experiencia analítica. Es una cuestión de método para
abordar tal o cual caso que haya vivido esa experiencia.
A partir del recorrido previo por
distinciones, triviales e incluso banales pues hace tiempo que ya
están establecidas, propongo objeciones que tornan
inaceptable la respuesta dada por Jean Allouch en La etificación
del psicoanálisis. Calamidad / Lethification de la
psychanalyse. c a l a m i t é. Esto parte de un hecho mínimo:
todo lo que es real es racional , e inversamente[34], entonces, para leer no habrá nada que
privilegiar o descartar pues cada elemento del libro y sus
articulaciones, constituyen una parte real del libro a leer. Lo
aceptable o no de un texto provendrá de ese entramado.
Las proposiciones incluso las
maniobras éticas, jurídicas, políticas- para embarcar al
psicoanálisis en una empresa de renovación o de
conformación moral bajo el nombre de una ética
el libro de H. Besserman propone eso- no constituyen
motivo suficiente para aceptar cualquier respuesta. Es un hecho
constituyente del análisis que la ética proviene de los
pliegues y despliegues de los desenfrenos subjetivos de tal o
cual caso, así Antigona revela la consustacialidad de su ética
con el deseo que la habitaba frente al funeral de su hermano. Esa
posición no viene de las leyes éticas del poder de
la ciudad.
El psicoanalista no está obligado decir
Si a cualquier solicitud; y las razones para decir
No tampoco requieren de grandes desplegados
argumentales o institucionales basta, por ejemplo, con el rechazo
subjetivo de ese analista a tratar ese caso. Esto convoca a la
cuestión de localizar el caso por caso.
Debemos reconocer que los avatares de la
edición castellana tanto del libro de Helena Beserman Viana como
el de J. Allouch contribuyen con su desorden temporal a la
deslocalización activa del caso para los lectores de lengua
castellana. Basta con señalar un hecho. El texto castellano se
editó sin que existiera posibilidad alguna de leer el
texto de Helena Besserman Viana, esa edición se produjo,
en Buenos Aires, en los primeros meses de 1999, a cargo de una
editorial de textos clásicos de psiquiatría[35].
Sin embargo, leemos en la primer cita a pie de página
de La etificación...:
Helena
Besserman Vianna, op.cit. Resulta vano
buscar en este libro [¿en cuál libro?] el
nombre del traductor al francés de la edición en portugués
publicada en Brasil, en 1994, se nos dice. También faltan las
referencias editoriales de la edición original (título, lugar
de la publicación, editor). Estas faltas resultan aquí más señalables,
si se tiene en cuenta que en sus páginas nunca se deja pasar la
ocasión de darle una lección al lector diciéndole que los
nombres deben ser dicho, que se trata de una exigencia ética (cf.
P. 18, 23, 251). Una verdadera reconsideración [mise
à plat] histórica (es lo que se pretende hacer)
también hubiera tenido que poner a nuestra disposición en francés[¡¡¡
sic; resic y recontra sic!!!] la autobiografía del
torturador A. Lobo (A hora do lobo, a hora do Carneiro, aparecida
en 1989) y otros textos relacionados. Es verdad que de pronto
hubiera sido más difícil moralizar el asunto a expensas de su
dimensión política. ¿Aún hoy se tiene miedo de excusar a A.
Lobo borrando lo político?
¡Extraño
miedo! O de revelar que las acciones emprendidas contra él tenían
otros objetivos que no eran nobles ni esencialmente morales?[36]
Al leer esta cita habrá que decidir si se
lee un texto editado en francés o se trata de una cita de la
edición castellana. En la publicación castellana esta cita está
escrita con los signos diacríticos de la lengua francesa. Se
hace así notoria y notable la ausencia del libro de Helena
Besserman Viana, pues el lector se enfrenta, en esa edición, a
un op.cit enigmático[37].
La falta de una edición francesa del libro A
hora do lobo, a hora do Carneiro de Amilcar Lobo es una
ausencia clínica que impide localizar el tema en juego.
Eso tiene efectos en ambos textos, y afecta el texto de J.
Allouch, en especial en el capítulo Tres sustituciones,
lo cual no deja de tener un costado cómico que gira hacia lo trágico,
siendo la calamidad una de sus figuras.
El imperio de un ejercicio absoluto del
poder estatal en América Latina con la excepción de México
y Costa Rica- afectaba las singularidades del psicoanálisis y
sus agentes: el analizante y el analista. Un libro organizado
alrededor del caso -por la vía del método
freudiano- enfrenta una política de la ética
-vía de la institución psicoanalítica- no dice
nada sobre la formación del analista situable
historicamente. La respuesta queda constreñida por el dualismo
de la alternativa dual método/ ética.
Lacan en la presentación de su
ternario llamó la atención respecto de la formación
del analista y del candidato a tal función:
De
principio, una cosa que es evidentemente sorprendente y no debería
escapársenos; es decir, que hay en el análisis, toda una parte
de real en nuestros sujetos, que precisamente se nos escapa, que
no se escapaba por eso a Freud,..., si eso no se le escapaba,
estaba igualmente fuera de su apreciación y de su alcance. Uno
no debería impactarse por el hecho, por la manera en la que
habla de su Hombre de las ratas, distinguiendo entre sus personalidades...hay
pues en todo esto algo que, evidentemente, no deja de
sorprendernos y que, en suma es algo con lo que todo el tiempo
tenemos que ver...nosotros, que estamos encargados de la pesada
carga de elegir a los que se someten a análisis con un fin didáctico.
En síntesis, ¿qué es lo que decimos, a fin de cuentas, cuando
hablamos, al termino de nuestra selección, si no es [de] todos
los criterios que uno invoca? ¿hace falta la neurosis para hacer
un buen analista, un poquito, mucho, seguramente, no, en absoluto?...¿es
que un sujeto tiene tela o no la tiene?¿qué sea como dicen los
chinos, she un-ta, un hombre de gran talla,
sha ho-yen, un hombre de pequeña talla
Es algo, preciso es decirlo, que constituye los límites de
nuestra experiencia. En este sentido se puede decir, para
plantear la cuestión de saber qué es lo que está en juego en
el análisis: ¿qué es? ¿es esa relación real con el sujeto,
es decir, según cierta manera y nuestras medidas de reconocerle?
¿es eso de lo que nos ocupamos en el análisis? Ciertamente no.
Es indudablemente otra cosa..¿Qué es esta experiencia singular
entre todas, que va a aportar en estos sujetos transformaciones
tan profundas? ¿y cuáles son ellas? ¿cuál es su resorte?[38]
Es justo indicar que está observación habré
una vertiente alejada y excluida del texto de La etificación...
pues ese es un tema que el libro no aborda, de eso no hace
caso. Ese tema ¿podía tratarse en las condiciones de la reunión
del 9 de febrero de 1997, donde se presentó, por primera vez, en
París, Francia, el libro de Besserman?
La presentación en el Hospital Sainte Anne
tenía un alcance político, jurídico y solidario anunciado a
los asistentes previamente por una reseña de E. Roudinezco en la
prensa parisina. Los organizadores dieron signos suficientes de
cual era su interés, no estaba incluyido interrogar un
problema de la experiencia, de la doctrina, de la formación
o de la transmisión del psicoanálisis. El nudo organizador era
denunciar algo, era una mostración.
Entonces, en un lugar así y ante semejante
escenario institucional ¿es posible discutir algo de la
experiencia o de la doctrina o de la transmisión o de la formación
del analista o de un caso? Ante una situación semejante Lacan
ofrecía su experiencia: Pues no es más que evidente que
a nivel de las exclamaciones agitadoras no puedan afinarse,
tratarse, producirse eso que pueda dar un giro decisivo a alguna
cosa (19/03/1969). Intentar una problematización en ese
lugar la integrar al desorden del mundo que se denuncia al darle
, a ese mundo, una consistencia de la que carecía.
En el happening convergen el hambre y
las ganas de comer: ya no se trata de Tres sustituciones,
ahora se agrega , al menos, dos más: un libro se presenta
ocupando el lugar de un discusión que no tuvo lugar; el método
freudiano se acerca al estilo de un psicoanálisis
aplicado.
J. Allouch coloca el caso
bajo el fuego cruzado de una serie sustituciones. Una de ellas:
A lo
largo de dos décadas el problema habría sido abordado
precisamente fuera de lo que constituía la punta visible de ese
caso: un decir público de una ex(?) psicoanalizante referido a
su ex(?)analista, o sea, su experiencia del análisis, al menos
de la transferencia y del modo en que esa transferencia fue
recibida.[39]
Luego indica la sustitución de la ex(?)psicoanalizante
así está escrito, no se sabe si así fue designada por
Helena Beserman V- por una psicoanalista, se concluye
que estamos ante :
Al
comenzar devolviéndole su lugar al caso, al menos su lugar como
caso ausentificado...[40]
El término ausentificado está
construido a partir de un infinitivo del verbo ausentar
articulado con un adjetivo: ausente, al cual se lo toma
como un verbo mediante el sufijo cado; así como está
construido: etificación, informatización, electrificación,
erotización, donde el sufijo -ción forma
sustantivos de acción.
Ese término nos muestra una ausencia en
la construcción de un caso ausentificado, mientras
que las condiciones estructurales del llamado caso
incluido el happening, permiten leer la ausencia estructural
de caso. No hay estructura de caso en la medida en que hay
algo que no cayo, hay un veinte que no nos cayó y que el libro
cuando lograría dibujar las condiciones de una caída se deslizó
hacia una operación inversa.
Las condiciones del caso
Veamos las condiciones que nos presenta el
libro:
Se
estudiará de qué modo el tratamiento de ese problema por y en
la IPA, mediante contorsiones poco agradables, habrá consistido
en mochar el asunto de lo que constituía no obstante su punto de
partida clínico.[41]
Los desarrollos de la IPA, el
tratamiento dado por sus disidentes, entre los cuales se
encuentra Helena Besserman Viana [42] , a la que se sumó la maniobra de una
política de la ética en especial Elizabeth
Roudinezco -, logro capturar a La etificación...(a pesar
y gracias a sus elaborados despliegues); esa amalgama comparte un
dato ausente ¿se trata en ese episodio de análisis? ¿Ese
episodio concierne y cierne algo de la experiencia y de la
doctrina del psicoanálisis? ¿ese algo es solo atribuible al
analizante[43]?
¿y si fuese una cuestión que solo es concernible si se incluye
a la función del analista?. Estas preguntas revelan que el
tema no puede atribuirse a las espaldas de la ex paciente
o ex (?)psicoanalizada o de la ex(¿)analizante
o de la analizante bajo el gambito de dama de la
transferencia o del sujeto supuesto al saber.
Jean Allouch relata que en medio del kilombo
entre los participantes, se logró hacerle a Helena Beserman
Viana una pregunta que aceptó responder:
Sí, había
existido alguien que al principio indentifico
al Dr. Torturador A. Lobo como un psicoanalista torturador y esa
persona era...hay que adivinar...¡una ex(¿)analizante de A.
Lobo[44]
¡Maldición! otra vez la sustitución,
ahora alguien nos cuenta la respuesta de Helena Besserman Viana y
ni siquiera nos dice qué parte corresponde al relato de ella, no
se emplean las comillas, qué parte corresponde al recuerdo
de alguien que escuchó el relato y nada nos dice de que eso lo
escribe aquel que escribe ese párrafo. ¿Pertenece al territorio
analítico de Helena Besserman Viana la designación de ex(?)analizante[45]?. En ese punto muestra un
problema con la identificación pues escribe indentifico.
Luego leemos que:
La
escena habría sido la siguiente (la transcribo de memoria, fue
relatada en medio de un cierto griterío). Alguien habría dicho,
delante de esta ex(?)analizante, que un médico integrante del
equipo de tortura tenía prendida en su guardapolvo la etiqueta
donde figuraba su nombre propio. Ese nombre, en el relato, fue
dicho en voz alta. Al escucharlo está persona [¿cuál? ¿la que
habló [sic] en voz alta o la que escuchó ese hablar en voz alta?]
habría declarado algo así como: ¡Pero es (¿era?) mi
psicoanalista!. Este es el caso [Voici donc le cas]. Pese a su
inicio incierto, abre la perspectiva de un caso donde aún queda
mucho por construir [46]
Allí se colocó una cita al pie:
Otras
dos personas presentes, durante la jornada del 9 de febrero de
1997, que escucharon ese relato oral, me aseguran que la escena
ocurrió en el mismo lugar donde se torturaba, en una pieza
cercana a la sala de torturas en la que los presos estaban
encerrados. La información habría salido de la prisión a través
de los abogados...¿Cuál era la posición de la primera
denunciante respecto de ese cambio de terreno? En todo caso, nada
nos indica por ahora que ella también hubiera deseado que otros
psicoanalistas se hicieran cargo del asunto (¿una manera de
llevarlo a otra parte y no al lugar de su psicoanalista pero
siempre en el psicoanálisis del sujeto supuesto saber?), que
fuera reconsiderado como algo atinente a lo psicoanalítico.[47]
En estas citas muestran: 1.-un ex(?)analizante
de entrada en el relato, sin que el relato le de entrada; 2.-
luego para darle entrada se requiere de una persona;
3.- el relato le da entrada a la ex(?)analizante; 4.-en
el pie de página desaparece esa figura y toma su lugar
la primera denunciante; 5.- luego esa primera
denunciante aparece con la posibilidad de desear o no
que otros psicoanalistas, amén de indicarle que
debiera llevarlo al lugar de su psicoanalista pero ¿a
cuál? ¿al consultorio de Amilcar Lobo? ¿al de Helena Besserman
Viana? Estos detalles nos dicen, al pie e la letra algo
claro, la expsicoanalizante convertida en ex (?)
analizante no dijo es [era] mi psicoanalista
torturador; solo dijo es [era] mi psicoanalista.
El relato mesurado del reconocimiento es causado por el caracter precario de los testimonios, casi inexistentes. Y de pronto, cuatro meses después, el relato sufre un transformación y se pasa a :
Me he
dado cuenta al escucharlos hoy, que de hecho si había alguno que
había dicho que Lobo era psicoanalista torturador,
ese fui yo, este libro precisamente lo tomó al nivel en que fue
dicho: analizante. Alguien planteó la pregunta, de que tiene que
ver el torturador y el psicoanalista, la pregunta está planteada
por un analizante[48]
El cambio marca una sustición: no fue el
relato de H. Besserman Viana, en medio de un griterío, que lo
dijo, ahora se trata de que Jean Allouch es quien dijo dos cosas:
a.- Lobo era un psicoanalista torturador; b.- el
ex desapareció, ahora ya es un analizante
designado por Jean Allouch. Luego se localiza el punto de
calamidad que afecta a la erotología:
A partir
de que lo hace saber públicamente, ¿qué ocurrió? Bueno, se
hicieron diez mil cosas para que no surgiera que fue dicho por
una analizante, a partir de ahí la distinción no existe más
entre la tortura como método o técnica, las diferencias entre
torturas, perversa o no, política o no, estas distinciones no
valen nada. Alguien dijo que en tanto psicoanalista es torturador.
Esto es un golpe, uno no puede quedarse
sentado ante eso, entonces vamos a ver
la continuación[49]
La conclusión es clara el psicoanalista no
puede quedarse sentado ante la afirmación de la distinción
entre torturas, perversa o no, política o no, estas distinciones
no valen nada ¿Dónde estará sentado quien sostiene tamaña
generalidad a nombre de una analizante?
Para no quedarnos sentados estamos
obligados a darle lugar a los escritos de Amilcar Lobo parte
integrante de este caso. Escritos publicados por
Edelp, en una edición de 200 ejemplares, ofrecida al público
7 meses después de haber publicado La etificación... y
cinco meses antes de la edición castellana del texto de
Besserman.
Un Lobo en público
Un idiota luego de un análisis da como
resultado un canalla, en este caso el canalla aporta su
autobiografía como una pieza que informa de muchas cosas, por
ejemplo:
Poco después,
fui llamado para atender a un preso que se encontraba en una sala
de interrogatorios. Estaba sentado en una silla que allí había,
con una herida grande en el cuero cabelludo. Sangraba mucho...Había
recibido un culatazo de un fusil FAL...salí, volví a la
enfermería y me llevé material de sutura y un anestésico local...cuando
agarré el frasco del anestésico, y la hipodérmica, el hombre
me imploró que no le inyectase ningún líquido...Tuve que hacer
la sutura sin anestesia y él aguantó firme, sin decir un solo
¡ay![50]
Amilcar Lobo narrando episodios como el
anterior informa que en 1981 le preguntaron:
Y luego le agrega:
Ud. Me atendió
en Petrópolis, ¿no se acuerda?[51]
En la misma página se informa que Lobo
es su apellido materno y que además era su nombre de guerra. Sólo
el abuso del traductor al castellano hace aparecer eso como
seudónimo, cuando se trata de un nombre de
guerra, nombre que tiene una posición distinta a la del
alias o a la de un seudónimo.
Amilcar Lobo en otra fecha,1970, narra que
había salido con un preso para llevarlo a la enfermería. El
preso había sufrido el pau-de-arara tormento
consistente en atar ambas brazo y piernas, y luego introducir un
barra la cual se eleva y mantiene al cuerpo colgado mientras que
se lo apalea- y entonces :
Oí por el
altoparlante al comandante diciendo a los gritos, lo siguiente:
Aspirante Lobo, haga el favor de llevar al preso nuevamente a su
celda. Esta prohibido por este comando andar con presos en el
patio interno del batallón.
Un poco después agrega:
[Coronel] Pero
yo, antes de ser un aspirante a oficial, era médico y en
consecuencia le pido a Ud. Que en adelante me llame Dr. Lobo...[respuesta]
Está claro, Dr. Lobo puede retirarse.[52]
Tenemos precisado un hilo del caso, su
nombre de guerra era Lobo, y en el cuartel mediante los
altoparlantes, en México se diría lo
bocinearon, lo llamaban aspirante Lobo para quién
lo quería escuchar. Ese artoparlante lo ubicaban como quien
aspira a conseguir un empleo, una distinción o un título. A eso
se le agregaba que a propuesta de él los militares aceptan
llamarlo Dr. Lobo (enero de 1970) dos años después
de que fue aceptado en análisis en calidad de candidato,
una forma de aspirar, al título de psicoanalista.
En 1971 narra que a él lo pasaron a llamar
Dr. Carneiro pues aquí todos usan sobrenombres
p. 46- . Quizas eso le permite informar el destinos de un
preso que él atiende en Petrópolis. Papaleo
preso político afectado por alucinaciones y delirios, síntomas
que le impedían cumplir con una tarea (salir a la
calle para señalar a otros activistas); ese preso fue asesinado
delante de él en Petrópolis pues el Dr... declaró
que no podía garantizar su estado. Amilcar Lobo recibe, delante
del preso aún con vida, la siguiente pregunta: Lobo, ¿este
podrá ir a Goias, o no? Defínase sobre esto, él responde
no veo posibilidades de que, en breve lapso, este
muchacho pudiera viajar, entonces, le contestan Es
una pena, Lobo. Esperaba lo contrario y enseguida [el
militar] hizo un disparo...que pegó justo en la cabeza de Papaleo...
p.48-. Luego más adelante escribe que posiblemente Papeleo
era familiar de un psicoanalista.
Por último, en la página 55 transcribe la
manera en fue presentado en el cuartel donde tenían presos políticos:
Este es el Dr. Amilcar Lobo, el médico del batallón.
Cualquier reclamo, por favor, lo dirigen a él personalmente.
El nombre Lobo o Dr. Lobo
circulaba dentro del cuartel o dentro de campo de detención
ilegal del Ejército de Brasil, la casa de la muerte llamada Petrópolis
con toda la impunidad que su puesto le otorgaba. Entonces el
nombre de Lobo o de Dr. Lobo, pieza
nodal que suscita la frase Pero es[¿era?] mi psicoanalista
era un nombre de guerra que estaba a disposición de muchas
personas: soldados del ejercito, altos oficiales del mismo,
presos políticos, presos por delitos del ejército y presos
secuestrados en una casa de la muerte organizada por los
servicios secretos del ejército del Brasil.
Amilcar Lobo se muestra
sorprendido pues cuando lleva su situación a debate
en el seno de la sociedad analítica donde estaba en formación
constata que los miembros ya sabían de la denuncia
en su contra. Agrega otro dato: algunos de ello lo sabían porque
pacientes de ellos hablaban en sus tratamiento de él
de Amilcar Lobo ¿como médico? ¿cómo analista
torturador? ¿cómo aspirante al título de analista torturador?
Leamos ahora el testimonio de Renato Mezan,
un psicoanalista de Brasil:
Quien denunció a Lobo fue una ex-prisionera
que lo reconoció en una ocasión publica, creo que en la calle o
algo así. Luego en un debate en favor de la Amnistía o de las
elecciones directas; en todo caso en una ocasión política, contó
lo que le había pasado. Fue así que la denuncia tomó cuerpo,
mas allá de lo que había sucedido a Helena y que ella cuenta en
su libro. Helio Peregrino y Eduardo Mascareñas exigieron que la
Sociedad a la que pertenecían ellos y donde Lobo era
candidato esclareciera el asunto. Lobo fue desligado de su
condición de candidato pero no porque hubiese esta acusación
contra él -que todavía no se había probado jurídicamente
sino porque había permanecido unos cuantos años sin
comparecer a su análisis didáctico. Cuanta hipocresía ...
Bueno, esto es. No sé si llegó a tener analizados.
Ciertamente no, como analista certificado por la IPA; quizás
haya atendido gente como terapeuta pero, no lo creo ... Bueno,
eso es lo que sé sobre el asunto.[53]
El texto de La etificación...,
continua el despliegue de argumentos:
Tal es
así que se puede esperar al escuchar de boca de un psicoanalista
cosas como (parece que esto se dice): acabo de tomar un
obsesivo en análisis, o un joven o una
mujer o lo que sea que se quiera poner como variable de la
función tomar en análisis..., que esté minimamente
advertido del carácter a-priori intempestivo
de tales afirmaciones. ¿Quién habrá sido elegido analizante?
Esto sólo se sabe, si es que se sabe, après-coup
. ¿A quién habrá tomado Freud en análisis cuando tenía sobre
su diván a Sergeï Pankejeff? El personaje que muchos años
después escribirá The Wolf-Man by the Wolf-Man? Sin duda no. Y
sin embargo...[54]
Dejemos de lado que, de esa lógica,
no está excluida la intempestiva afirmación de devolver
su lugar de un caso ausentificado. Subrayemos un
hecho, Freud tomó en análisis a Sergueï Constantinovich
Pankejeff, y eso responde a la pregunta de ¿a quién tomó?, y
abre un camino para la respuesta sobre el sujeto que de esa
operación resultó. Entonces constatamos que The Wolf-Man by
the Wolf-Man confirma que, a pesar de lo que podamos decir y
escribir sobre el caso (el título de la publicación confirma
que el método freudiano incluye una forma de nombrar al caso por
medio de un alias con tal o cual trazo de la fantasía
mientras al sujeto se le nego el acceso a su nombre y apellido)
los avatares après-coup integran los expedientes de ese
caso.
En la autobiografía de Amilcar
Lobo se lee:
Era una
tarde del día 6, dos días antes del inicio de mis vacaciones en
el consultorio. Asistía a un paciente, la sesión termina,
nos levantamos, encaminándonos a la puerta, la abro, me despido
y me encuentro con tres personas sentadas en la sala de espera.
Eran dos mujeres y un hombre. Los saludo con un "Buenas
tardes" y los hago entrar al consultorio. Una de las
mujeres me parece muy ansiosa, y es ella exactamente quien
establece el diálogo, un terrible diálogo:
Dr. Lobo, ¿no
me reconoce? Soy Inês Etienne Romeu.
La miro más
atentamente y no me viene a la memoria ningún recuerdo de
aquella imagen o de aquel nombre. Sacudo negativamente la cabeza,
pero algo sonó dentro de mí. Dr. Lobo. Lobo mi apellido materno,
era mi nombre de guerra[55]
en el Ejercito. Ella continúa:
-Ud. Me atendió
en Petrópolis, ¿no se acuerda?
Un torbellino
de pensamientos me invade en ese instante. Asistí realmente, en
1971, a una joven mujer, en la llamada Casa de la Muerte,
un aparato del Centro de Informaciones del Ejército
(CIE), localizado en la calle Arthur Bernardes, en Petropolis.
Era una joven, ya muy delgada, con un estado general precario,
emocionalmente deprimida en extremo, con profundas heridas en la
parte inferior del abdomen y en la cadera izquierda, con gran pérdida
de tejidos. La mujer que se dirigía a mí, en aquel momento, era
una persona totalmente diferente, física y emocionalmente, y
podría encontrarla mil veces sin vincularla para nada con
aquella muchacha.[56]
En La etificación... se menciona el
texto de A. Lobo en la página 9 y otra vez más en la página
123, bajo la rúbrica Textos, es un libro que el
autor leyó y del cual no se permite extraer ninguna consecuencia
sobre su hipótesis de un caso ausentificado, no saca
conclusión alguna a partir de uno de los nudos de aquello que ,
quizás, constituirá un caso. Se constata entonces la ausencia
de caso, una ausencia que en ese libro se carga de
incidencias sobre temas que no abordó y parece despachar, un
poco demasiado ligeramente.
Entonces, comenzamos por esbozar otra
conclusión abierta: el llamado happening del 5 de febrero
de 1997, no tenía nada que concerniera al psicoanálisis en la
medida en que el happening estaba dirigido a organizar un
montaje institucional, que , solo por ese hecho, se aleja del
psicoanálisis y del psicoanalista, a pesar de lo obsceno, trágico,
dramático, moral, ético, heroico y erótico que esa
actividad tuvo para los protagonistas. Inclusive afectando a los
temas que ese libro trata de transmitir.
Una serie de datos no por histéricos menos
históricos, y no por ello menos histéricos en la medida que una
histeria sin historia no dice nada, permiten ubicar lo siguiente:
·
A. Lobo fue tomado en análisis y en análisis didáctico
alrededor de 1968;
·
El apellido Lobo era público;
·
Amilcar Lobo tuvo varias experiencias de análisis,
así las llama él;
·
Su actividad como médico en un campo militar era pública
y notoria entre sus colegas, aspirantes
en formación analítica; él relata que en varias ocasiones
invitaba a sus compañeros de formación a realizar
labores de reclutamiento de personal en el cuartel
del ejército, tarea que estos aceptaban;
·
Sus actividades como médico con los torturados dentro de la casa
de la muerte era , así lo escribe, parte del material
de su análisis didáctico en más de una ocasión;
·
Amilcar Lobo no dejó una sola línea que indique que fuera o
fuese una ex psicoanalizada quien lo reconoció;
el término analizante no pertenece al campo analítico
freudiano de la IPA, Lacan lo introduce a partir de 1960,
mientras que desde 1954 hasta cerca de 1971, oscila empleando a
veces el términopsicoanalizado;
·
Lobo nos informa que psicoanalizados de sus colegas
miembros de la Sociedad a la que pertenecía habían
hablado de él ¿cómo médico o psicoanalista torturador?
No lo deja en claro pero si hablaban de él en sus
sesiones;
·
Él menciona a los psicoanalizados de Helena
Besserman Viana, y ¿si esa ex(?)analizante un
verdadero contrasentido en boca de H. Besserman Viana- fuese,
nada más y menos que, una psicoanalizada que era (
¿o es en la actualidad?) psicoanalizada por su
psicoanalista: H. Besserman Viana?
·
H. Besserman no escribió el nombre de la expsicoanalizada,
eso sería, en la época del poder militar, una medida de
protección ante una previsible persecución o prisión de la
portadora de ese nombre, pero ¿cuál es el motivo para guardarlo
cuando ya no estaba ese poder al mando de la sociedad brasileña?.
Ese silencio ¿quedará explicada con reprochar a la
autora sustituirlo para favorecer una maniobra ética,
política; jurídica; de guerra
institucional?. Eso apuntar a que ella no podía decirlo
pues esa expsicoanalizante; ex(?)analizante;
extorturada; expresa política; denunciante
de A. Lobo es uno de los casos que ella tiene a su
cargo en la actualidad. Es conocido que analistas de diversas
procedencias hablan con soltura de sus casos en público cuando
están lejos de su país. Mientras Freud enmascaraba el caso con
un camuflaje, otros creen que las distancias geográficas
permiten hablar, sin consecuencias, de casos a
partir de eso casos públicos- en curso[57]. Quién puede tirar la primer piedra
sobre esto aduciendo sus manos limpias al respecto, y, además,
¿cuándo se presento un estudio de los efectos de eso?
La etificación del psicoanálisis.
Calamidad Lethification de la psychanalyse. c a l a m i t
é ha quedado atrapada en la opacidad de una formulación política,
a la cual sólo se le dio hospedaje en el terreno especular de
otra interpretación política arropada en un método, justo en
el momento en que el análisis podría permitir recibir esos
decires, los del texto de H. Besserman y los de otros, incluidos
los de R. Major y Elizabeth Roudinezco, para leer algo que allí
se dice a gritos de una opacidad analítica que Freud introdujo
en el psicoanálisis al dejar de lado el surgimiento del analista
y sus condiciones. No parece que denunciar los servicios de la
histérica al amo resuelva algún problema de un análisis, quizás
se trata de cambiar de método o de no privilegiar
uno como panacea previa a la experiencia. Eso sólo es posible a
partir de las enseñanzas de Jacques Lacan que permitieron
indicar con precisión cómo el orden de las razones de un caso,
justamente por su singularidad, permiten decirle NO a una demanda
de análisis que no requiere más que la singularidad del caso. Y
justamente fue Lacan quien llevo ese No lo llevo al terreno del
analista con formulación dell pase, allí el demandante puede
encontrar un No a sus razones para sostener el lugar
de analista sin requerir de ninguna ética ajena. Quien reciba la
negativa vera que hacer con de eso ¿quién sino él?. Por
eso Sigmund Freud le decía a S. Blanton: Cuando el
consciente está perturbado es imposible interesarse por el
inconsciente[58]
México, DF, enero del año 2000
[1] "Il s'agit, en fait, de faire jouer des savoirs locaux, discontinus, disqualifiés, non légitimés, contre l'instance theórique unitaire qui prétendrait les filtrer, les hiérarchiser, les ordonner au nom d' une connaissance vraie, au nom des droits d' une science qui serait détenue par quelques-uns" Michel Foucault, Il faut défender la societé, Cours au Collége de France (1975-1976), EHESS, París, Gallimard, Seuil,1997.La frase contiene el término locaux, que al pasarse el castellano admite : locales en el sentido de localizados en el tiempo, en el espacio, en la historia- y acepta su extensión via localizados a, por ejemplo, saberes singulares. La una no quita la otra, sino todo lo contrario en nuestra lengua y, quizás, tampoco en francés.
[2] Citado por Benoit Massin, Lhygiene de la RACE, Editións de la Decouverte & Syros, Paris, 1998. p. 1.
[3] Amilcar Lobo, en La hora del lobo, la hora del carnero, revela la identidad de la denunciante, reconoce haberla atendido en el Centro Clandestino y no la identifica como una paciente que hubieses visitado su divan.
[4] Cuestionamos 2, psicoanálisis institucional y psicoanálisis sin institución, colección Izquierda Freudiana, Granica Editor, noviembre,1973, pp-93-94.
[5] Hecho ilustrada por el régimen militar argentino de los años 1976-1983 que desapareció a un considerable numero de psicoanalistas durante su Proceso de Reorganización Nacional. La solución final se llevo entre sus patas no sólo a los judios, también alcanzó a los gitanos, a ciertos homosexuales, a los debiles mentales, a los enfermos mentales y a prisioneros políticos.
[6] Ernest Jones, Vida y obra de Sigmund Freud, Colección Psicoanálisis, Ediciones Horme, 1981, volumen 3, p. 204. La intervención de Antonio Montes de Oca permitió precisar que fue en ese año que J. Wortis comenzaba su análisis con Freud en Viena, capital de Austria.
[7] Ibidem, p.200
[8] Ibidem, 202
[9] Ernest Jones, op.cit., p. 230. Una coincidencia con el delirio místico de las Fuerzas Armadas de la Argentina al implantar su proyecto de reorganización en la República Argentina.
[10] Ibidem, p.240.
[11] Las comillas marcan una problema de clínico con el espacio en el psicoanálisis ¿cómo se decide si la sala está afuera del consultorio? ¿cuál es la topología que resuelve esa pregunta?, ¿cómo se decide que un consultorio está fuera de los temas que afectan la cultura donde está instalado?
[12] Ibidem, p.240
[13] Ernest Jones, op.cit., p.246
[14] Ver. Miguel F. Sosa, El control: una dificultad de nominación en Puntuación y estilo en psicoanálisis, en la Colección Libros de Artefacto, Sitesa, México, 1986. Ese artículo llama la atención sobre la practica singular del control por los analista húngaros en el año de 1936.
[15] Jacques Lacan, Escritos 1, Siglo XXI Editores, México, DF, 1984, p. 142
[16] Jacques Lacan, Le complexe, facteur concret de la psychologie familiale, Encyclopédie française, Paris, Larousse, 1938, tomo VIII, 40.p. 16 [edición castellana: La familia, edic. Petrel, Barcelona, 1977].
[17] El Dr. Kurt Eissler, secretario del Sigmund Freud Archiv, después de larga búsqueda encontró en Roma el mencionado ejemplar. Edoardo Weiss, E : Problemas de la práctica psicoanalítica. Gedisa. Barcelona. 1979.,p.40, citado por Juan Carlos Volnovich
[18] Editado en español en 1957 . Primera edición en alemán con el título de Logisch Philosophisque Abhandlung,1921, como apéndice de los Annalen der Natur Philosophie
[20] Pierre Hadot, ¿Qué es la filosofía antigua?, FCE, México, 1998.
[21] Leo Strauss, Persecución y el arte de escribir y otros ensayos de filosofía política,Novatores, Valencia, 1996. Lacan cito en sus Escritos la edición inglesa Persecution and the art of writing(1952), solo en 1989 apareció en francés. Este texto, quizás, fue la brujula que orientó el estilo de Lacan para presentar su lectura de Freud y sus formulaciones doctrinarias para el psicoanálisis.
[22] Investigaciones Filosoficas [versión bilingüe], UNAM-Editorial Crítica, México, 1988, p.25. Las comillas vienen en el original y el subrayado es de A.S.
[23] Françoise Davoine, La locura Wittgenstein, Libros de artefacto, coedición con Edelp- Bs.As.-, México, 1995.
[24] Este tema apareció en el campo del psicoanálisis abierto por Lacan con un caso El doble crimen de las hermanas Papin, de J. Allouch, E. Porge y M. Viltard, libros de Artefacto, Epeele, México, 1995 [En francés tiene otro título y fue editado en 1984]; luego siguió otro caso Marguerité, Lacan la llamaba Aimée, escrito por J. Allouch [epeele, México, 1994]; a eso se le agrega el artículo de Adela S. Leibovich de Duarte Crónica de una distorsión en psicoanálisis,[ Revista Argentina de Psicoterapia para Graduados, 17, 1991], ese texto propicio una respuesta de Jorge Baños Orellana, El escritorio de Lacan, Editorial Oficio analítico, Buenos Aires, 1999. ¿Cuál es el tema en cuestión?. Al suprimirse el carácter material de la literaridad ¿cómo es afectada la construcción del caso en psicoanálisis? El tema está abierto, su carácter nodal para la experiencia, la transmisión y la doctrina del psicoanálisis convoca a quienes estemos interesados en tratarlo.
[25] Debó este hallazgo a las lecturas de Antonio Montes de Oca
[26] Si a un sujeto se le exige o solicita un compromiso ¿no se está, en ese momento, reconociendo su falta previa de compromiso? Si así fuese ¿cómo puede hablar de un sujeto comprometido?
[27] Jean Allouch, -Hola...Lacan - Claro que no, Epeele, México, DF, 1998. Es de lamentar que los editores no hayan incorporado a esa edición castellana el texto de Alain Chevrier De mauvais bons mot [Nervure, 3/04/1988] pues a él se dirige Jean Allouch escribiendo una nueva introducción. El libro es otra versión, contiene 321 ocurrencias, de la edición de 213 ocurrencias con Jacques Lacan, Libros de Artefacto, Epeele, México, 1992. Edición que no fue publicada en lengua francesa.
[28] Freud como buen europeo comparte los prejuicios de esa geografía, él tampoco distingue entre la América anglosajona y la América latina. Se constate su inserción en el campo del otro. Un viajero de París, Francia, hacia un país de América latina observaba, quizas se mantenga aún, que el periódico Le monde, distribuido por las compañias de aviación, termina su información sobre el clima en este continente dando como único reporte el clima de la ciudad de Nueva York.
[29] Manual del interrogador del Campo S-21 (Tuol Seng, Camboya), citado por Mauricio Molina, El corazón de las tinieblas, p.8, revista Luna Cornea,11, Enero/Abril 1997, México, DF.
[30] Carlo Guinzburg, El queso y los gusanos, Muchnik Editores, Barcelona, 1986. E incluso fue parte de su reciente seminario en la ciudad de México.
[31] J. Lacan, seminario oral, Les structures freudiennes dans les psychoses, 1955-1956:une experiencie bel et bien dejà structurée par quelque chose dartificiel qui est tres precisément la relation analytique, la relation analytique telle quelle est constituée par laveu par le sujet de quelque chose quil vient dire au médecin, et ce que le médecin en fait, et cest à partir de là que tout selabore, et cest ce qui fait son instrument dentrée, son mode opératoire premier, seance du 16 novembre 1955 ( estenografía J.L)
[32] Así lo relata el psicoanalizado Amilcar Lobo en, La hora del lobo, la hora del carnero, Documentos, Edelp, julio de 1998. Allí da cuenta que su psicoanalista, sus supervisores y sus compañeros de formación analítica estaban al corriente, por boca de él, de sus actividades en el campo militar durante el gobierno militar de Brasil.
[33] S. Freud, Edoardo Weiss : Problemas de la
práctica psicoanalítica. Gedisa. Barcelona. 1979. Carta del
3 de Octubre,1920. Carta citada por Juan Carlos Volnovich en su
reseña crítica del texto de Jean Allouch, publicada en la
revista Tramas, Uam-Xochimilco, México, DF, 1998.
[33] El Dr. Kurt Eissler, secretario del Sigmund Freud Archiv, después de larga búsqueda encontró en Roma el mencionado ejemplar. Edoardo Weiss, E : Problemas de la práctica psicoanalítica. Gedisa. Barcelona. 1979., p.40. cit. Por Juan C. Volnovich. Notemos que los nazis siguieron la sugerencia de Freud luego de la 2da.guerra mundial se refugiaron en Brasil, Argentina, Paraguay , Bolivia y Chile.
[34] Jacques Lacan, El simbólico, el imaginario y el real, conferencia pronunciada el 8 de julio de 1953,
[35] Helena Besserman
Viana, No se lo cuente a nadie. Política del psicoanálisis
frente a la dictadura y a la tortura, Editorial Polemos,
Buenos Aires,1999. Aquí se invierte el título dado en francés
[36] Jean Allouch, LA ETIFICACIÓN DEL PSICOANÁLISIS. CALAMIDAD, Edelp, Buenos Aires, 1997, p. 9.[Cf: Jean Allouch, Lethification de la psychanalyse. c a m i l i t é. Cahiers de lUnbévue, Paris, 1997, p.9. (de aquí en más CU.:e.f.)]
[37] J. Allouch, La etificación..., Edelp, p. 8-9.
[38] Jacques Lacan. El simbólico, el imaginario y el real, conferencia del 8 de 1953.
[39] Ibidem,..., p. 10 [VF. P.]
[40] Ibidem, p.10
[41] Ibidem, p. 9
[42] Ibidem, p. 137 está como bibliografía: Algo más sobre tortura, Cuestionamos, nº 2, Psicoanálisis institucional y psicoanálisis sin institución, Granica Editor, Buenos Aires, noviembre de 1973
[43] En una reunión de miembros de la Escuela lacaniana de psicoanálisis, en México, DF, el 5/06/1999, Miguel F. Sosa indicó y demostró como la enunciación atribuida a una ex(¿)analizante o a una analizante, no incluyó el estudio de ninguna de las condiciones dónde esa enunciación se produjo, entre otras , el estado de su cuerpo de la enunciadora en el medio ambiente de una sala de tortura o de una celda contigua a la misma.
[44] J. Allouch, ibidem, p.78
[45] Para el estudio de las citación, ver.: Antoine Compagnon La seconde main ou le travail de la citation ,Editions du Seuil, Paris, 1979.
[46] Ibidem, pp.78-79
[47] Ibidem, pp.78-79
[48] Jean Allouch, El psicoanálisis, una erotología de pasaje, Edelp, Buenos Aires, Argentina, marzo, 1998, pp. 53-54..
[49] Ibidem, p.54. Es interesante observar que las discusión donde se hace esta firmación muestra que en Cordoba, Argentina, algunos analistas comentan en público libros que todavía no están editados en castellano. La discusión junto con la afirmación fueron suprimidas de la edición francesa de ese texto.
[50] Amílcar Lobo, La hora del lobo, la hora del carnero, Edelp, Buenos Aires, julio, 1998, p.52
[51] Ibidem., p.23
[52] Ibidem, pp.34-35
[53] Texto de un e-mail de fecha 3/06/1999 que a pregunta mía envió Renato Mezan.
[54] Ibidem, p. 16[VF.17]
[55] El nombre de guerra tiene su origen en Francia, durante la Edad Media y se tratab del nombre que tomaban quiene ingresaban a las filas del ejercito [nom de guerrre]
[56] Amilcar Lobo, La hora del lobo, la hora del carnero, Documentos, Edelp, Buenos Aires, agosto de 1998, pp. 23-24.
[57] Eso se decía en junio de 1997, en una asamblea general de la elp como parte de los argumentos para proponer la realización de un Coloquio Derrida, en efecto, en París, Derrida hace escuela para algunos miembros de la elp. Y por supuesto, otros eligen para esa práctica a Córdoba, Argentina o al D. F, México, si alguien está libre, puede por favor, tirar la primera objeción y luego apagar la luz.
[58] S. Blanton, Journal de mon analyse avec,
Freud, PUF, 1973, p.117, el encuentro con esta cita se debe a la
gentileza de Gena Ricchio, y a Antonio Montes de Oca, este último
la integro a su exposición en la reunión de la elp , México,
DF, del 5 de junio de 1999.
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