El cáncer es la segunda causa de muerte
en la población española, y un elevado porcentaje de pacientes
(del 50 al 90 %, dependiendo del estadío de la enfermedad), padecen
dolor oncológico.
El dolor ha sido definido como "una sensación
desagradable y experiencia emocional asociada a una lesión tisular",
y por tanto, la intensidad dependerá tanto de la extensión
de la lesión, como del estado psicológico del paciente. Esta
definición es especialmente aplicable al dolor oncológico
por la asociación, junto a la enfermedad de base, de temor y miedo
al deterioro físico y a la muerte, lo que origina un estado de ansiedad
y/o depresión que exacerbará la experiencia dolorosa total.
1.- Valoración clínica del
dolor.
Comprende: a.- El diagnóstico preciso del síndrome doloroso
oncológico (óseo, nervioso, visceral....,). b.- Evaluación
de las características del dolor: localización, severidad,
cronología....; c.- Valoración de los componentes psicológicos,
personales y sociales.
2.- Estrategia terapéutica.
Tiene que conseguir el control inmediato y continuado del dolor, para ello
debe ser flexible y seguir un patrón secuencial y multidisciplinario,
dado el número de terapias y técnicas disponibles.
Las terapias del dolor oncológico pueden ser:
* Activas (antineoplásica para disminuir el tamaño del tumor): radioterapia, quimioterapia, hormonoterapia y cirugía.
* Sintomáticas: no invasiva (farmacológica, psicológica, neuroestimulación, rehabilitación) e invasiva (analgesia regional y cirugía neuroablativa).
Tratamiento farmacológico del dolor oncológico
Se basa en el uso sucesivo o simultáneo de analgésicos no opiáceos, opiáceos y farmacos coadyuvantes (corticoides, antidepresivos, ansiolíticos...), dependiendo de la intensidad del dolor. Este método, conocido como la escalera análgesica, es el recomendado por la O.M.S. para el tratamiento de estos pacientes.
También es fundamental que el tratamiento farmacológico se rija por los siguientes principios: a.- Siempre que sea posible se utilizará la vía oral para comodidad del paciente; b.- debe estar pautado a intervalos regulares dependiendo de la duración del efecto analgésico, para evitar la reaparición del dolor; c.- Debe ser escalonado siguiendo las recomendaciones de la OMS para evitar o retrasar la aparición de efectos secundarios y/o tolerancia; y d.- Debe ajustarse individualmente (fármacos, dosis e intervalos) a cada paciente, contemplando tambien el control de efectos secundarios, con otros fármacos ( antiácidos, laxantes, antieméticos).
Tipos de fármacos utilizados
Los tipos de analgésicos indicados según la intensidad del dolor se muestran en la tabla 1.
1. Analgésicos no opiáceos
- dolor leve / moderado
- Aspirina
- Paracetamol
- Antiinflamatorios no esteroideos
2. Analgésicos opiáceos débiles
- dolor leve / moderado
- Codeina, Dihidrocodeina
- Dextropopoxifeno
- Tramadol
- Buprenorfina
- Pentazocina
3. Analgésicos opiáceos fuertes
- dolor severo
- Morfina
- Metadona
- Petidina (meperidina)
- Buprenorfina
Analgésicos no opiáceos
Administrados a las dosis adecuadas, solos o asociados a coadyuvantes y/o opiáceos menores, son efectivos en dolor de intensidad moderada. Presentan otra ventaja y es que, por la inhibición de la síntesis de prostaglandinas que producen, son especialmente útiles en el dolor producido por metástasis óseas o con un elevado componente inflamatorio. El principal inconveniente en tratamiento crónico es la aparición de efectos secundarios, que suele limitar la utilización a largo plazo. La aspirina es considerada como el fármaco de elección y el paracetamol como la mejor alternativa, aunque en ocasiones la preferencia del paciente, en términos de eficacia y efectos secundarios, puede ser un factor determinante en la elección. Las características de estos analgésicos se muestran en la tabla 2.
Tabla 2: Analgésicos no opiáceos en dolor oncológico
Fàrmaco
Dosis orales
Intervalo Eficacia analgésica
Fármacos coadyuvantes
Son los fármacos que, asociados a los analgésicos opiáceos y no opiáceos, permiten controlar síntomas asociados al dolor, potenciar el efecto analgésico, o controlar los efectos secundarios.
- Corticosteroides: Son útiles en cuadros inflamatorios y compresivos, además de mejorar el estado subjetivo del paciente. Se recomienda la Dexametasona a dosis de 4 mg. cada 4-6 horas por su baja potencia mineralcorticoide.
- Antidepresivos: Además de poder ejercer efecto analgésico "per se", mejoran los estados depresivos o ansiosos. Se recomiendan los menos selectivos como amitriptilina, imipramina o clomipramina. Se utilizan dosis bajas (amitriptilina 25 / 75 mg/día) y administradas en dosis única nocturna para facilitar el descanso.
- Neurolépticos: Son útiles como antieméticos y sedantes. Se utiliza el Haloperidol por vía oral a dosis de 1-4 mg cada 8-12 horas.
- Benzodiazepinas: Se
utilizan en cuadros de ansiedad.