Capítulo 3.

LA DESPROGRAMACIÓN. Mis primeros pasos.

Este apartado es el más importante de todos. Muchas personas se preguntarán: ¿Es posible desprogramarse? ¿Cómo? ¿Quedan secuelas?

No quiero dar una respuesta rápida a estas preguntas; pues todo depende de la voluntad del sujeto. Y me refiero a algo más profundo: cómo en cuestión de dos meses se pueden conseguir metas increíbles. Pero, por supuesto, lo haré desde lo que he vivido personalmente.

Nada más salir del grupo tenía una sensación de vacío impresionante. Como un: "¿qué me ha pasado?", "¿quién soy?", "¿qué sucede en mi mente?". Todo era un caos. Por primera vez en mi vida comencé a sentir asco de la vida; quería morirme. Sobre todo, porque la gente no me entendía, y la mayoría de las visitas que recibí con la intención de apoyarme, detecté que eran más un club de curiosos a los que mi vida les parecía novedosa. Otros venían a decirme que a ellos jamás les pasaría algo así; y me daban "consejos de ciego". Expertos en teorías y teóricos en la práctica.

Todo esto me hacía sentirme solo. Aparentemente tenía apoyo; realmente aceleraban los dolores de cabeza que sentía cuando recordaba lo sucedido. Lejos de animarme, me hacían ver lo "tonto" que había sido al dejarme engañar.

También vinieron los que me animaban con mentiras. Me explico: me hablaban que todos me apoyaban, que la gente estaba orgullosa de mí, etc. Pero yo no veía eso; no estaba tan ciego. Y lejos de animarme, todo aquello me parecía ruido y más ruido. Creí que acabaría loco. Sentía la necesidad de estar solo. Y me alegro muchísimo que esto mismo me lo confirmara el médico en manipulación mental que me trató. Me dijo que me tomase un tiempo de soledad; y que en ese tiempo aprendiera a tomar decisiones.

Parecía mentira; pero esto era el inicio de una etapa totalmente nueva. Rápidamente me puse manos a la obra. Un familiar muy querido me facilitó un apartamento junto al mar. Allí pase doce días; doce días inolvidables; doce días que iban a dar un vuelco a mi vida.

Lo primero que hice fue relajarme, disfrutar del mar, del batir de las olas contemplándolas, paseando por la orilla, etc. Después me iba al apartamento. A veces me quedaba mirando al vacío; como dejando que mi mente se descargará. Dedicaba bastante tiempo al descanso: Unas 9 horas diarias. Esto era mucho para mí, teniendo en cuenta que en el grupo muchos días dormíamos de 3-5 horas.

Otras veces encendía el televisor. Parecía un aparato nuevo para mí. Hacía años que no lo veía.

También tuve momentos de luchas fuertes. Me venía el desánimo. Entonces me hundía. Y lo que me ayudaba a salir era el pensar que si mi vida tenía sentido era por mis seres queridos. Pensando en ellos todo cambiaba. Llegué a llorar, recuperando el cariño que les tenía, y que en el grupo me hicieron perder.

Estando solo tenía muchos momentos aburridos; pero veía que me iba recuperando. Necesitaba seguir solo. Podía haber salido a bailar, quedar con algún amigo, etc. Pero pensé que para eso ya tendría tiempo. Era el momento de tomar mis decisiones.

Parece, o puede parecer, curioso; días antes había pedido permiso a mi padre para utilizar el teléfono; a mi madre le había dicho, un día que salí con los amigos, con quién estaría, a qué hora volvería, etc. Me había convertido en un niño. Un ex-adepto me dijo que comenzase a hacer pequeñas opciones, sin miedo a equivocarme. Que así comenzaría a madurar.

Esto se me grabó, y lo recordé el tercer día de soledad. Entonces me puse a reflexionar. Y pensé cómo tendría que ser mi vida en adelante. Veía la necesidad de ser yo mismo; nunca lo había sido. Quería que aquello de estar solo se alargara. Diez o doce días no eran muchos. Para estar solo ... pensé ... necesito trabajar; no puedo dejar que mis padres me sigan manteniendo. Sí, pero había perdido cuatro años, y no tenía experiencia ni recordaba casi nada de lo que sabía. ¿Qué podía hacer? Me lancé, sin experiencia; y comencé a enviar curriculums. Algunas de las cosas que decía saber, las había olvidado en parte o por completo. Y esto me daba miedo. Pero después pensé que un "no" ya lo tenía; y que no perdía nada por enviar esos currículum. Todo lo contrario: podía ganar un puesto de trabajo. Y conseguir la independencia que necesitaba. Así fue, y me contrató una empresa.

Pese a todo seguía teniendo miedo; miedo a no acertar bien en el trabajo. El miedo es algo que te inculcan de cara a todas las decisiones a tomar. Así consiguen anularte, y que pidas permiso para todo.

El miedo se había grabado en mí, y lo veía más que nunca ahora. Esto es algo de lo que me voy desprogramando poco a poco.

Comencé a trabajar. De nuevo veía mi vida útil. Me busqué un piso, y comencé a vivir solo. ¡Lo necesitaba! No tenía que dar explicaciones a nadie; todo se reducía a cumplir con mi jornada laboral, y después llegar a casa, prepararme la cena y ver una peli. Otros días ponía música. Y relajado me iba a dormir. Esto me iba auto - desprogramando. Estos ratos de soledad me servían para tomar nuevas decisiones; tal y como había hecho en aquella población al lado del mar.

Ahora necesitaba nuevos amigos. Pensé en conseguirlos del trabajo. Pero eso supondría un tiempo. Y yo los necesitaba para el fin de semana. Era muy importante comenzar a relacionarme, y ser alguien normal. Me sorprendió que donde venían ofertas de empleo, había una revista que se anunciaban grupos para salir a cenar y bailar. Quise saber de qué se trataba, y si no eran grupos tapaderas de sectas. Llamé y quedé. Entonces comencé a salir cada sábado con ellos. Me fue muy bien. Podía expresarme como yo era, pues nadie me conocía. Pronto comencé a hacer amigos y amigas con los que quedaba. Y hasta llegué a iniciar una relación. También mantenía contacto telefónico con mis padres.

De este modo lograba estabilizar lo que ahora son para mí los 4 pilares básicos del hombre, y que creo que son inolvidables; y son:

Cualquier grupo que intenté quitar estas 4 columnas debe ser considerado sospechoso. Alguien dirá: "Yo añadiría o pondría un 5º, que es Dios". Pero ya estamos hablando de creyentes. Y lo que escribo deseo que sirva para todos. Ponga o no a Dios no va a quitar esos 4 pilares; poner a Dios no significa quitar o tumbar los otros.

¿Qué más añadir? Que soy feliz sin disimulos. Que cualquier persona tiene derecho a la libertad, y que la libertad puede conseguirse. Y para eso no es necesario aislarse en un "grupo de salvados" frente a una "sociedad cruel", que va contra el grupo. Pero hay bien cierto otra cosa: cada uno podrá conseguir la libertad según las ganas que ponga.

Termino contando un caso, y expreso esto ultimo. Conocí a una familia que había pertenecido a un grupo de estos. Detecté un fallo cuando les vi, pensaban que no habían estado tan enganchados, y que por tanto no necesitaban poner tantos medios como yo. Poco después me dicen que se sentían muy mal; que aquello de descubrir lo que les habían hecho era muy duro; y que, después de todo, se sentían muy solos. Entonces tenían ganas de volver. Les conté lo mío, y les invité a cambiar de lugar, si fuese necesario, o lo que necesitasen para olvidar aquel maremagnum. Y la respuesta que me dieron me dejó triste: "sabemos que eso es algo malo; pero es donde mejor nos encontramos". Como DROGADICTOS, incapaces de dejar la droga. Tenían soluciones; pero no querían moverse de sus casas, sino quedarse allí mirando y aquejadas de lo mal que estaban. Logré hablarles de las técnicas de control mental, y evité que volvieran a recaer.

Quiero decir con todo esto que el poder desprogramarse comienza con el querer desprogramarse. Y querer desprogramarse supone:

  1. Ver lo que han hecho conmigo, y reconocerlo (no ocultarlo).
  2. Estar dispuesto a lo que sea para salir del "hoyo":

Desde mi vida, un vivo deseo de empujar a los más que pueda a salir de la "esclavitud mental" a la que fuisteis sometidos. Además un saludo fuerte, diciendoos:

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