19 de Agosto de 2000
Soplan nuevos vientos en los deportes de riesgo y aventura. Al igual que los montañeros más intrépidos tratan de coronar las montañas del Himalaya en solitario y sin ayuda de oxígeno, algunos de los miembros de nuestro infecto grupo hemos decidido llevar más allá los límites de nuestra osadía y papearnos un cocidito en pleno mes de agosto, cuando más aprieta el sol, sin apoyo de sherpas ni aire acondicionado.
Como "El Roca" estaba cerrado por vacaciones, la convocatoria tuvo lugar en la terraza de "El Emiliano", al olorcillo de los tentadores pinchos de jamón. Lamentablemente, tan sólo se presentaron cinco valientes. Quedan excusados los que se encontraban de vacaciones, pero es triste que un abulense (incluso de apellido) nos presente la excusa de que "es el cumple de mi mamá" para no acudir, por lo que se aprobó por unanimidad la moción de que baile el tocino en la próxima convocatoria.
Y tras los tradicionales prolegomenos, nos dirigimos a la Venta de La Colilla a enfrentarnos con nuestro destino. Emocionados ante los nuevos horizontes que se abrían frente a nosotros, decidimos conmemorar este evento bajo la invocación de algún ilustre prócer abulense, pasando a denominarlo "Primer Cocido Veraniego Agustín Díaz de Mera", en espera de un desinteresado patrocinio para futuras convocatorias.
Las ventaja de ser un grupo pequeño es que pasamos directamente a la mesa y antes de darnos cuenta estábamos ingiriendo a buen ritmo la primera de las dos exquisitas sopas que allí se sirven. Pero antes de terminar la segunda, el avieso camarero ya nos había plantado las perolas con la verdura, los garbanzos y las viandas encima de la mesa, en una actitud ciertamente intimidatoria. Finalmente, la temperatura (endógena y exógena) hizo mella, y la ingesta fue sensiblemente inferior a la habitual; en concreto, el que suscribe fue víctima del mal de altura recién entrado en el terreno carnívoro (y tuve serios problemas para progresar hasta que pude administrarme una dosis de aguardiente). Es digna de destacar la actuación del debutante Willy, que bailó el tocino como es preceptivo, aunque fue autorizado a realizarlo a la par que ingería el resto de las viandas y no a los postres.
Por último, cabe reseñar que con 4.000 pelas de fondo nos dió para pagar el cocido, las 3 rondas de botellines previas y otras tantas de copichuelas en "El Isti", amén de la que nos invitó el amable propietario de este local donde solemos reunirnos a digerir la comida; tome nota el habitual administrador de fondos para la próxima ocasión.