Los amigos del cocido hemos decidido convocar el presente ACTO DE DESAGRAVIO AL CHULETÓN con el fin de lavar el mancillado honor del plato de los platos de la gastronomía abulense. A tal efecto nos conjuramos a devorar manu militari un buen chuletón de ternera de Ávila. Nos comprometemos a comernos el chuletón completo, y hasta a pegarle unos chupetones a los huesos, cual si fueran patillas de gamba, si es que el cocinero tiene a bien presentarnoslo así a la mesa.
Se ha decidido por unanimidad absoluta colocarnos bajo la invocación de nuestro ilustre prócer, el Excmo. Sr. Arias Cañete (Ministro de Agricultura en el momento de redactar estas líneas), luz que nos guía en el noble arte de tripear carnes de ternera en acto de servicio y a palo seco por cuantas ferias ganaderas ha tenido a bien presentarse, sin temor a la encefalopatía ni a pringarse las barbas de grasa.
Con este acto no pretendemos demostrar nada, tan sólo es una excusa como otra cualquiera para juntarnos y darnos una alegría al paladar. Y a los priones que les den. Si nuestros organismos han sido capaces de digerir tamaños cocidos, si no hemos sucumbido ante las toxinas de las posteriores copichuelas, menos nos arredrarán cuatro cadenas polipeptídicas desmadejadas.