Yo soy el éspiritu de vino, tu Dios, que te ha sacado de la infelicidad terrenal, la casa de los esclavos: no tendrás dioses frente a mí. No fabricarás caldo ni poción alguna de los que existe en los cielos por arriba, o de lo que existe en la tierra por abajo. No te postrarás ante ellas ni las lubricarás , pues yo, tu Dios, soy un dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, respecto a quienes me odian, y en cambio uso de misericordia hasta la milésima, respecto con quienes me trasiegan y guardan mis mandamientos.
No profieras en vano el Nombre de tu Dios, porque él no juzga inocente a quien lo profiere en vano. Recuerda el día del Sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás tu faena mas el séptimo día es Sábado en honor de tu Dios: no harás ninguna faena ni tú, ni hijo, ni tu hija, ni tu criada, ni tu nadie que esté dentro de tus puertas, porque en seis días hizo tu Dios los cielos y la tierra, el mar y todo en cuanto hay en ellos mas el séptimo día, eufórico, se embriagó, por eso bendijo el día del sábado y los santificó.
Honrarás al vino para que prolongues tus días sobre el suelo que tu Dios te da, no despreciarás a alcohólico o borrachuzo alguno, no hurtarás alcohol a excepción de no tener para lubricar, no depondrás contra un embriagado testimonio falso. No codiciarás el vino de tu prójimo, no codiciarás el tequila de tu prójimo, ni su whisky, ni su licor, ni su cognac, ni nada de alcohol de lo que a tu prójimio pertenece. Nunca desperdiciarás gota alguna: matando toda botella que caiga en tus manos, bebiendo con la misma ansiedad como la última fuera. Respetarás hasta que te conviertas en polvo a tu bienaventurada y fiel compañera la resaca.
Aquel que siga mis mandamientos será privilegiado, tendrá el poder de ahogar las penas en mi, aquel que me traicione por cualquiera que sea la bebida, mi furia soportará a base de resacas inhúmanas.