Sus antecedentes se sitúan en otro instrumento: el organistrum. Este instrumento ya estaba representado en diversas iconografías de los siglos XII y XIII. Puede verse en capiteles de diferentes iglesias y catedrales como la Catedral de Santiago de Compostela (Pórtico de la Gloria). También pueden encontrarse representaciones en otros países europeos como Francia, Alemania, etc. El número de teclas era variable pero no así el número de cuerdas, siendo siempre tres, lo que lleva a pensar su utilización en música polifónica de la época.
Poco a poco, el organistrum fue desplazado de las iglesias por los órganos, se redujo su tamaño, pudiendo ser tocado por una sola persona. A este instrumento se le llamó cinfonía y es el precursor directo de la actual zanfona.
En el siglo XI, el monje benedictino Guido de Arezzo, perfeccionando el sistema musical griego, tomó como escala el exacordo y formó la escala a partir de la nota Sol con una extensión de dos octavas, que es la que da la zanfona. Se tocó frecuentemente hasta el siglo XV, siglo en el cual empezó a ser un instrumento de ciegos y mendigos, razón por la cual cayó en desuso. En el siglo XVIII hay un resurgimiento de la zanfona en Francia, instrumento conocido allí como vielle. Su uso en la corte y la atención dedicada por compositores como Haydn o Vivaldi, lo convierten en un instrumento culto.
Volviendo a Galicia, la recuperación de la zanfona se debe a Faustino Santaelices, musicólogo y abogado, quien en el año 1952 vuelve a tocar una zanfona tras un gran trabajo de investigación y recuperación del instrumento.
Pertenece a la familia de los instrumentos de cuerda y su funcionamiento se basa en una palanca que, al ser girada por la mano del músico, gira a su vez una rueda que roza las cuerdas, las cuales marcan las notas al ser accionadas por los botones presionados por la otra mano del músico.
Se compone de cinco cuerdas: tres son las cantantes, situándose en el interior de la caja del teclado y siendo tocadas directamente por las espadillas al ser accionadas al pulsar el tocador, variando de esta forma la longitud de vibración de la cuerda y produciendo así el sonido.
Los dos bordones producen las notas pedales del instrumento y determinan la tonalidad.