El paisaje, en el México de fines del siglo pasado, constituye la
forma de afirmar y subrayar el culto a lo propio que la Colonia, por lo
menos en el dominio de la pintura, no había querido ni podido
inspirar.
Es movido por este afán de delinear el perfil de la patria e
incitar a amarla que José María Velasco, seguido por
artistas como Luis Coto, Gregorio Dumaine, Salvador Murillo y otros,
elevó el paisaje, en la pintura, a un alto grado de
creación artística.
Jorge Cázares sigue, en este aspecto, al maestro de Temascalcingo
recreando con amor y la nobleza de un oficio bien cultivado, los diversos
aspectos de la geografía de México, desde el altiplano al
litoral, preocupándose tanto por ofrecer una visión
artística de importantes ciudades y aldeas del país, como
de las ruinas arqueológicas de las antiguas urbes
prehispánicas.
Encomiable por el afán de proporcionarnos una imagen grata y
amable del extenso y variado territorio de la patria, el esfuerzo de
Jorge Cázares lo es, igualmente, por la alta calidad de su obra.
Se ha dicho de este artista -y lo dijo con la autoridad de maestro
Roberto Montenegro- que es él un "fiel seguidor de José
María Velasco."
Efectivamente, si vemos, por ejemplo, "Llanos de Apan", de Jorge
Cázares, somos obligados a reconocer que por la extensión
del paisaje recreado, la justa separación de los planos, la
transparencia de la atmósfera y la capacidad para alcanzar la
lejanía por el exacto manejo del tono, se inscribe este cuadro,
entre las más bellas obras de cuantos se inspiran, con
espíritu creativo, en la pintura de Velasco.
Es por ello, por la capacidad de convertir el arte de pintar en
poesía que en vez de llamar a Cázares, "fiel seguidor de
Velasco" lo consideramos uno de los mejores discípulos que el
maestro del valle de México posee actualmente, en nuestro país.
Creo, como Crespo de la Serna, que por sus indiscutibles valores debe
este fino artista ser más ampliamente conocido.
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