No 2607

 

Martes, 16 de febrero de 1999

 

CONSTRUYAMOS UNA NUEVA CIVILIZACION

DONDE PREVALEZCA LA JUSTICIA

 

(A continuación se transcribe el discurso pronunciado por el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, durante la trigésima reunión para máximos responsables de la Soka Gakkai, realizada en forma conjunta con la aceptación de un doctorado honorario otorgado al presidente Ikeda por la Universidad de Delhi, India. La ceremonia también coincidió con el sexto encuentro general de Chugoku y la décima reunión para responsables de la División de Damas, y se llevó a cabo en el Centro en Memoria del Presidente Makiguchi, Hachioji, Tokio, el 7 de enero de 1999.)

 

¡Felicitaciones por el inicio del Año Nuevo! ¡Mis mejores deseos para todos!

Quiero también felicitar a los miembros de Chugoku, que hacen su sexto encuentro general, y a la División de Damas, que celebra su décima reunión para responsables.

Al mismo tiempo, doy una cálida bienvenida a los miembros de la SGI de todo el mundo que hoy nos acompañan. Muchísimas gracias por haber viajado hasta aquí.

 

El Japón no quiere reconocer el pasado

 

En estos momentos, se encuentran de visita en el Japón el rabino Abraham Cooper, vicedirector del célebre Centro Simon Wiesenthal de Los Angeles, y el profesor Alfred Balitzer, del Claremont McKenna College de California. Durante uno de sus diálogos, formularon un comentario que quiero compartir con ustedes. Manifestaron su preocupación por la tendencia japonesa a minimizar la responsabilidad que le cupo al país durante la Segunda Guerra Mundial y a negar su pasada historia de agresión contra otros países, como si aquí se quisiera enterrar el pasado y cubrirlo con un manto de olvido. Esta actitud contrasta mucho, dijeron, con la tendencia cada vez más notoria que se ve en otras partes del mundo, especialmente en la China, los Estados Unidos y las principales naciones de Europa, y que apunta a dejar constancia de la historia correcta, en bien del siglo XXI. ¿Cómo es posible enderezar el rumbo del futuro, se preguntaban, si uno no empieza por reconocer la verdad histórica?

Su juicio es muy lúcido; y lo mismo dice la sabiduría popular en todas partes del mundo.

Sin embargo, lo que predomina en el Japón es la tendencia a enmascarar los hechos históricos desagradables o inconvenientes, y a enseñar una historia que no es la real. Hay un peligroso nacionalismo que crece en forma lenta pero sostenida.

Por eso, es imperioso que los miembros de la Soka Gakkai combatamos estas fuerzas, y luchemos con todo nuestro corazón para extender una alianza de personas basadas en la conciencia y la razón. ¡Hagámoslo, entonces!

 

[El rabino Cooper y el profesor Balitzer se refirieron al coraje que demostraba el presidente Ikeda, al denunciar y actuar decididamente en un país donde la verdad y los hechos se distorsionaban con tanta facilidad. Ambos académicos reconocieron que pedir la paz no tiene sentido cuando falta el coraje de actuar, y por eso rindieron tributo al esfuerzo del presidente Ikeda por forjar individuos de sólida personalidad, sin miedo a manifestarse en bien de la justicia y la verdad, cuando hace falta.]

 

Cuando se trata de consignar la historia del kosen-rufu, tampoco hay lugar para la ambigüedad. No cerremos los ojos frente a las personas que traicionan a la Soka Gakkai, que defraudan la confianza de sus compañeros de fe o que buscan obstruir el movimiento del kosen-rufu. En cambio, es esencial que expongamos con toda claridad sus actos, y que nos ocupemos de que se haga justicia. Si dejamos las cosas en la ambigüedad, nuestros cimientos comenzarán a desmoronarse. La única forma de asegurar un futuro brillante es seguir luchando hasta vencer totalmente sobre los que quieren destruir el Budismo.

 

 

 

Luchar hasta el último momento como "revolucionarios"

 

Dicho sea de paso, hace poco recibí un mensaje del presidente de Cuba, Fidel Castro, quien me decía que estaba muy feliz y honrado por los buenos deseos de salud que yo le había hecho llegar. Anunciaba que, como él era un "revolucionario", seguiría luchando hasta el último aliento por la dignidad del pueblo cubano y por la soberanía de la república. Y me llamó "revolucionario", porque, para él, yo luchaba todos los días por la dignidad de la gente común, sin medir las consecuencias. Reconoció las muchas horas que trabajo, siete días por semana, para lograr la paz mundial, y me deseó buena salud en todas mis actividades. También manifestó su esperanza de que, en mi próxima visita a las Américas, regresara a Cuba.

Cuando estuve en su país, hace tres años, me brindaron una recepción muy cálida.

 

[El presidente Ikeda estuvo en Cuba en junio de 1996. Durante su estancia, se reunió con el presidente Castro en el Palacio de la Revolución, en La Habana.]

 

El mundo es nuestro escenario. Nichiren Daishonin serenamente puso en su lugar a las autoridades gobernantes del Japón de su época, cuando las llamó "los regentes de esta pequeña isla".

El Budismo del Daishonin deriva de un estado de vida infinitamente vasto, que abarca el mundo entero y todo el universo. Así que los miembros de la SGI, que somos los que lo practicamos, pongamos nuestro corazón con la proa al mundo y al universo, mientras actuamos en la vecindad y en el orden comunitario.

 

Honores de la Universidad de Delhi

 

Hoy, tengo el supremo honor de recibir a distinguidos filósofos y estudiosos de la India, cuna de una tradición espiritual que se cuenta entre los tesoros de la civilización humana.

Quiero manifestar mi inmenso agradecimiento al vicerrector Mehta, a la señora Mehta, al vicerrector adjunto Ahmad y a los destacados profesores de la Universidad de Delhi, por este título de Doctor en Letras honoris causa que esta venerable institución acaba de conferirme.

En verdad, considero que es una distinción muy significativa. Pues, durante setecientos años, el sueño dorado de todos los seguidores de Nichiren ha sido formar lazos espirituales con la India, tierra natal del Budismo a la cual tanto le debemos. Los dos primeros presidentes de la Soka Gakkai, Tsunesaburo Makiguchi y Josei Toda, lucharon valerosamente para que ese anhelo fuese realidad. Por eso, quiero dedicar a mis dos nobles predecesores el honor que su ilustre universidad ha querido concederme. Tengo la certeza de que, dentro de cincuenta o de cien años, la gente recordará con tremendo orgullo esta ceremonia histórica de hoy.

 

"¡Voy a triunfar!"

 

Permítanme contarles un incidente sucedido cuando el Mahatma Gandhi luchaba por los derechos humanos en Sudáfrica. Gandhi buscaba revocar una ley muy controvertida que exigía el registro de todos los asiáticos.

 

[Esta Ley, promulgada en 1907, exigía que todos los indios mayores de ocho años, residentes en Sudáfrica, se inscribieran en un registro, donde se les tomaban las huellas dactilares y se archivaban sus antecedentes. También los obligaba a portar un carné que los identificaba como residentes asiáticos. Quien desobedecía la Ley se exponía a pesadas multas, encarcelamiento, revocación de la residencia y, en última instancia, podía ser deportado.]

 

Gandhi se dirigió directamente al general que estaba al frente del país y le dijo: "He venido a comunicarle que voy a luchar contra su gobierno".

Era un hombre de verdadero coraje. Es la única forma de luchar contra la injusticia.

El general echó a reír despectivamente y respondió: "¿Así que vino hasta acá para decirme eso? ¿Hay algo más que quiera comunicarme?".

"Sí", agregó Gandhi con tono resuelto. "Voy a ganarle".

¡Qué declaración maravillosa! Ya había decidido el resultado de su contienda. Así que, desde el punto de vista de la decisión, la victoria ya era suya.

El general, intrigado, le preguntó: "Muy bien. ¿Y cómo piensa lograrlo?".

Gandhi sonrió y dijo: "Con su ayuda".

Fiel a su anuncio, Gandhi logró convertir a ese general en aliado de su causa. Se ganó su respeto a fuerza de mostrar coherencia, integridad y valor. Y, finalmente, logró hacer que revocaran la ley. Es una historia real.

 

[Gracias a la larga lucha no violenta de Gandhi, durante la cual afrontó gustoso el encarcelamiento, la ley fue repudiada, y la legislación incorporó los derechos civiles fundamentales de los indios a partir de 1914.]

 

¡Qué osadía, qué espíritu, qué optimismo exhibió Gandhi! ¡Y qué inspiradoras fueron sus acciones! Así se distingue a un verdadero revolucionario. Quiero que todos ustedes, los revolucionarios de la Soka Gakkai, los revolucionarios del próximo siglo, aprendan de su postura.

Un revolucionario debe tener voluntad de hierro y fortaleza imbatible. Alguien dijo que, en comparación con los primeros días de nuestra organización, cada vez había más responsables faltos de coraje y de fortaleza. Notaba que muchas personas llegaban a ocupar una posición de gran responsabilidad gracias al apoyo de los compañeros miembros, pero que luego se volvían arrogantes y desagradecidas. Esta persona me decía que no había que confiar en la gente así.

¡Pido a la División de Jóvenes que se ponga de pie, una vez más, y construya una nueva Soka Gakkai!

Yo pienso ponerme de pie, aunque nadie más lo haga. ¡Aunque sea el único, voy a seguir luchando! Soy heredero del legado del señor Makiguchi. Soy discípulo directo del señor Toda. Una vez más voy a esforzarme en mi marcha hacia el siglo XXI. ¡Por favor, vengan conmigo!

 

Construir una SGI sólida como la roca

 

En el Japón y en todo el mundo, este Año Nuevo la SGI inició una tremenda partida hacia el siglo XXI, con una alianza de esperanza más numerosa y grande que nunca. No hay ninguna otra organización como la SGI en todo el mundo, cuyos miembros estén practicando exactamente de acuerdo con la voluntad y los designios del Buda. La nuestra es una organización directamente vinculada con Nichiren Daishonin.

Avancemos con total alegría, y con la decisión de que, si la SGI es sólida como la roca, el Japón y el resto del mundo también lo serán. No estamos trabajando para nadie ni para ninguna otra causa más que el kosen-rufu, la felicidad del pueblo y nuestra propia plenitud individual. Así que, si vamos a luchar con esa aspiración, ¡logremos una victoria absoluta y contundente!

 

Una visita memorable a la Universidad de Delhi

 

Hace veinte años, el 6 de febrero de 1979, llegué al aeropuerto de Nueva Delhi poco después de la medianoche. Hacía quince años que no visitaba la India.

Mientras despuntaba el amanecer, las calles de la ciudad se dejaban envolver por una mágica bruma matinal. En mi mente quedó grabada esa postal de solemnidad conmovedora...

El mismo día que llegué, lo primero que hice fue visitar su espléndida Universidad de Delhi. Como fundador de la Universidad Soka, también obsequié un lote de libros a la biblioteca, como prenda de buena voluntad. Recuerdo muy bien la ceremonia que se realizó en el Salón Tagore... Esa visita es, hasta el día de hoy, una página de oro en el diario de mi vida.

La Universidad de Delhi es un célebre centro de aprendizaje que está creando nuevos rumbos en la historia humana. Hace muchas décadas, fue cuna de la lucha india por la independencia. El Mahatma Gandhi visitó la universidad en cantidad de oportunidades, para dialogar con los estudiantes mientras lideraba el movimiento indio por la autonomía. Gandhi veía un gran rayo de esperanza en la maravillosa unión de la juventud universitaria de Delhi. Pues estos jóvenes ansiaban aprender juntos, superar las diferencias de cuna, posición social y religión.

En aquellos días, la Universidad de Delhi era una institución joven, y como tal enfrentaba muchos desafíos; entre ellos, la falta de recursos financieros y de edificios adecuados. El claustro estudiantil era aún muy reducido. Gandhi, con su penetrante visión de la historia, auguró el firme crecimiento de esta universidad. Decía: "Los comienzos siempre son tarea de pocos, y hasta de uno solo"; "La fortaleza numérica es el solaz de los débiles. El valiente de espíritu encuentra la gloria luchando solo". Fiel a la predicción de Gandhi, la Universidad de Delhi avanzó paso a paso, y acuñó una trayectoria de crecimiento espectacular.

 

Un nuevo pensamiento, nuevos valores humanos

 

El vicerrector Mehta es uno de los eruditos más prominentes de su país. Como vicepresidente de la Asociación Internacional de Rectores Universitarios, ha ejercido un vibrante liderazgo en la esfera de la educación global.

Es autor de un libro famoso, Más allá del marxismo: Hacia un enfoque alternativo, donde dice que "a la nueva revolución social debe acompañarla un nuevo hombre integral". Estoy completamente de acuerdo con esta idea.

Para surgir victoriosos de un período de profunda transición histórica, necesitamos una corriente de talento nuevo; tenemos que ampliar las filas de valores humanos con ideas frescas y con innovadoras formas de pensar. Por lo tanto, la clave está en forjar una nueva generación de jóvenes y de líderes. No hay otra manera... Aquí está la fórmula de la victoria.

Por ese motivo, quiero que los jóvenes de la SGI avancen libremente y sin restricciones. No hay ninguna necesidad de ser tímidos o vacilantes. Sigan su corazón y hagan lo que sientan que tienen que hacer. Quiero que abran un inmenso camino del kosen-rufu, que sea el doble del que conocemos hoy... ¡y el doble de eso, todavía! Quiero confiarle todo a la División de Jóvenes, a los sucesores que merecen mi fe absoluta. El momento ya ha llegado.

También quiero aprovechar la oportunidad para felicitar a los miembros de Chugoku por su reunión de hoy. Esta zona es famosa por la capacidad de sus miembros.

Sin reparar en la recompensa ni el beneficio propio

 

En el movimiento de Gandhi participaron muchas mujeres valientes y unidas. Algunas lo hicieron en compañía de sus hijos y los vieron morir en la lucha no violenta. Pero esas madres intrépidas no dieron un solo paso atrás, y resistieron todo. Una de ellas dijo: "No derramemos lágrimas por los fallecidos, pues no habrá llanto que nos los traiga de vuelta. Es por los vivos que tenemos que trabajar".

Las mujeres y los jóvenes se unieron en la lucha por la independencia sin pensar en recompensas ni en beneficios personales. No se dejaron abatir por el dolor ni por la congoja. No cayeron en la autoconmiseración. Su dedicación desinteresada inspiraba y alentaba hasta al mismísimo Gandhi, quien al verlas decía que el respeto y los honores más sonoros no le pertenecían a él, sino a las personas anónimas.

Como observó un académico, es un insulto a la civilización que reciban tantos honores los políticos y los que utilizan a la gente, mientras que jamás se reconoce el mérito de las personas comunes, que trabajan con valor para mejorar la sociedad, lejos de las miradas de los demás.

Hoy, la División de Damas celebra su reunión de responsables. Con el mismo espíritu de veneración y de afecto que Gandhi sentía por el esfuerzo de esas mujeres, ¡hoy transmitamos nuestra gratitud a las señoras de la División de Damas, las nobles madres del kosen-rufu!

Las señoras y señoritas que practican en la SGI son el tesoro de nuestra organización. Los señores y jóvenes no tienen que conducirse en forma arrogante con ellas ni amonestarlas. La conducta altanera y presuntuosa es inadmisible en un líder.

La señora Mehta, quien hoy nos acompaña, ha hecho grandes contribuciones al bienestar social y a la educación, sin dejar nunca de apoyar la actividad incesante del vicerrector. Aplaudamos su excelente trabajo.

 

Volver al punto de partida

 

El señor Makiguchi, autor del sistema pedagógico de la creación de valores, solía decir: "Cuando uno se encuentra en un estancamiento, debe volver al comienzo, al punto de partida". Es un principio muy conocido. La humanidad está en un atolladero muy grave. Es esencial que volvamos a escuchar, con toda humildad, el profundo mensaje espiritual que sigue enviándonos, en forma serena y callada, la tierra eterna de la India.

El punto de partida de un firme humanismo es el concepto de la victoria humana basada en el dharma, es decir, en la Ley, la justicia y la verdad, tal como demostró el rey indio Ashoka (quien gobernó entre el 268 y el 232 a.C.) Hablé de este tema en mi conferencia de la Fundación Rajiv Gandhi [en octubre de 1997].

El profesor Rana, de la Universidad de Delhi, que hoy nos honra con su presencia, es un reconocido especialista en el rey Ashoka.

Cuando el señor Makiguchi fue interrogado en prisión por las autoridades militares del Japón, durante la Segunda Guerra Mundial, afirmó con gran dignidad su consagración al principio budista de basarse en la Ley, y no en las personas. La Ley es lo que importa. Las personas son volubles, pero la Ley es constante e invariable. Por lo tanto, tenemos que basarnos en la Ley.

El señor Makiguchi construyó sus acciones sobre el principio fundamental del universo; es decir, la Ley invariable. Desde esta perspectiva elevada, podía despreciar el poder relativo de las autoridades militares. Así es el espíritu grandioso de la Soka Gakkai. No hay forma de vida más fuerte y feliz que la que tiene armonía con la Ley suprema.

No hay estrategia más poderosa que la del Sutra del Loto. No hay alegría más inmensa que la de invocar Nam-myoho-renge-kyo. Avancemos con esta convicción inamovible.

 

"Todas las personas son mis hijos"

 

En uno de los edictos de piedra del rey Ashoka encontramos estas palabras: "Todas las personas son mis hijos. Lo que deseo para mis propios hijos --y eso que deseo es su bienestar y felicidad, tanto en esta existencia como en la próxima-- es lo mismo que deseo a todos los hombres".

Siempre he creído que la esencia de la educación humanística yace en la determinación de los maestros de "amar a sus alumnos como a sus propios hijos".

Retribuir al pueblo lo que uno le debe

 

Otro de los edictos del rey Ashoka dice que gobernar un país significa trabajar por la felicidad del pueblo. Y otro describe la función gubernamental como la acción de retribuir al pueblo lo que uno le debe [por su apoyo y sostén].

Los gobernantes y líderes políticos que se aprovechan del pueblo para escalar posiciones y, luego, actúan inflados de pompa y de arrogancia, no saben absolutamente nada sobre el verdadero significado de "gobernar". Más deplorables aún son los que no tienen agradecimiento hacia el pueblo, los que traicionan su confianza. Esta clase de gente es lo más bajo que puede haber.

Gandhi fue un gobernante que revivió el espíritu del rey Ashoka en la era moderna; para él, la "política sin principios" ocupaba el primer lugar en su lista de siete pecados. Repetidamente enseñó que, sin firmes bases espirituales, sin el apoyo de un sólido enfoque religioso, la política se convertía en algo ruin y corrupto.

Si vemos los actos de la SGI desde las convicciones del Mahatma, lo que estamos haciendo es correcto y válido.

El profesor Mehta también dijo, con gran elocuencia y perspicacia:

 

Por mucho que pensemos, el mal siempre tendrá su lugar en el corazón del hombre, especialmente, entre los poderosos. Todos combinamos dentro de nuestra vida el bien y el mal, la brutalidad y el humanismo, aunque en proporciones distintas. Pero nuestra tarea, como seres civilizados, es no desplegar el mal sobre el mundo, sino luchar contra él y evolucionar hacia ideales superiores...

 

Estoy completamente de acuerdo con sus palabras. La lucha más profunda es la que nos enfrenta a nuestra negatividad y a nuestra tendencia destructiva, es decir, a la función demoníaca de la mente humana. Por lo tanto, tenemos que luchar contra la naturaleza perversa del poder, contra los abusos de autoridad. En especial, los líderes tienen que marchar a la vanguardia, en la lucha contra el mal y la injusticia.

 

Elevarse como un fénix

 

Mi maestro, Josei Toda, una vez compuso un poema para mí, que reflejaba su expectativa sin límites:

 

Vive eternamente,

como un fénix

que remonta el cielo

hasta sus máximas alturas.

 

Con estos versos, creo que me estaba alentando: "Así como un fénix serenamente se abre paso hasta lo más alto del cielo, ábrete paso en el mundo, toda tu vida, hasta la eternidad. Vive una existencia larga, muy larga, dedicada a trabajar valerosamente por el ideal de la paz".

Siempre atesoré en mi corazón la cálida expectativa de mi maestro; todos estos años he vivido y he luchado seriamente por la felicidad de las personas y por la paz del mundo. Espero que todos ustedes sigan mi camino.

Este es un mundo muy grande y extenso... ¡Qué tontería es preocuparse sólo por los asuntos de una pequeña sociedad, o por cosas realmente insignificantes!

 

El contacto personal con la gente de nuestra comunidad

 

Enero es el mes en que asesinaron a Gandhi. [Esto ocurrió el 30 de enero de 1948.] ¿Cuál fue la preocupación más ardiente del Mahatma, en los ultimos años de su vida, antes de que lo mataran? La India, finalmente, había logrado la independencia meses antes [en agosto de 1947]. Gandhi sentía, entonces, la necesidad de crear una estructura capaz de echar raíces en la comunidad, que prestara servicio al pueblo, para alcanzar las metas de la independencia social, moral y económica. Insistía en que las autoridades tomaran contacto personal con cada campesino y ciudadano, dentro de su jurisdicción. Gandhi era el primero en servir a la comunidad en que vivía. Esta tarea fue una de sus últimas aspiraciones.

Contribuir a la comunidad... La SGI ha estado haciendo esto mismo, durante décadas. La clave de esta lucha está en tener contacto personal con toda la gente de la comunidad.

El vicerrector Mehta también escribió, sobre este punto:

 

Necesitamos comprender que, para la mayoría de nosotros, la vida espiritual se encuentra no en el retiro de la sociedad ni en el aislamiento en las cavernas de los Himalayas, sino en la participación sincera dentro del proceso social. Uno puede sacar a relucir su mayor autenticidad como ser humano sólo cuando se consagra a los demás.

 

Nuestro potencial se manifiesta sólo a través del trabajo por la felicidad de los demás. En tal sentido, las actividades cotidianas de los miembros de la SGI, por el bien de los vecinos y amigos, constituyen uno de los movimientos populares más apropiados y certeros del mundo actual.

Nichiren, el fundador de la escuela budista en la cual nos basamos, nos dejó estas palabras:

 

Allí donde habitemos y practiquemos el vehículo único, ese lugar será la capital de la Luz Tranquila. Y, sin tener que dar un solo paso, nuestros discípulos y seguidores laicos pueden vislumbrar el Pico del Aguila en la India; pueden ir a la Tierra de la Luz Tranquila que ha existido por todos los tiempos y regresar de ella, noche y día. ¡Qué alegría indescriptible uno siente de sólo pensarlo!

 

Expuso una filosofía de vida realmente grandiosa.

Este año, avancemos una vez más, enarbolando la bandera del humanismo que practica la SGI, en la vecindad donde vivimos, en el lugar donde cada uno se encuentra en este momento.

 

Gandhi escribió:

 

Creo en la verdad implícita de que el hombre puede servir a sus vecinos y a la humanidad al mismo tiempo, a condición de que ese servicio a los vecinos no sea excluyente o egoísta. [...] Los vecinos entenderán, entonces, el corazón con que ese servicio se lleva a cabo. También sabrán que el mismo servicio a la comunidad es lo que se espera de ellos. Visto así, [el servicio a los vecinos] se difundirá como una proverbial bola de nieve, que irá cobrando fuerza en progresión geométrica hasta abarcar la Tierra entera.

 

Un siglo de justicia

 

El vicerrector Mehta ha señalado sobre el futuro: "El siglo XIX fue la centuria de la libertad; el siglo XX, la de la igualdad; el siglo XXI será la época de la justicia...". Apoyo plenamente su convicción.

La justicia, la justicia auténtica, es la felicidad y el bienestar del género humano. La base de esta justicia se encuentra en el dharma, en la Ley.

Para construir una civilización del siglo XXI que asegure una clara victoria de la justicia, estamos decididos a crear firmes lazos de amistad y de solidaridad con los valiosos académicos de la Universidad de Delhi y con su numeroso estudiantado. Con sus doscientos cincuenta mil alumnos, es uno de los centros de estudios superiores más grandes del mundo.

Si no hacemos que triunfe la justicia, prevalecerá la oscuridad. Pero en esta lucha no podemos permitirnos la derrota. Si somos vencidos, caeremos en el sufrimiento, tanto en la vida personal como en la organización. Y, para ganar, lo más importante es no tener miedo a nada.

El gran poeta y sabio Rabindranath Tagore también ha recibido un título honorario de la Universidad de Delhi. Ante una numerosa congregación de estudiantes, en la ceremonia de otorgamiento, recitó su famoso poema "Liberación del miedo".

¡No teman a nada! ¡Luchen con orgullo, con la cabeza bien erguida! Aquí está la clave de la verdadera libertad y de la victoria. Nunca teman. Nada puede compararse con la fortaleza de los que se basan en la justicia, en el dharma, en la Ley.

Por último, quiero citar unos versos del poema de Tagore El heraldo de la primavera, que tantas veces he leído con deleite en mis años de juventud:

 

La gloria del Sol

resplandece en el valor del hombre;

sus rayos alejan de esta Tierra

toda oscuridad.

 

Muchísimas gracias.

 

 

(Publicado el 11 de enero de 1999 en el Seikyo Shimbun, diario de la Soka Gakkai.)

 



 
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