No 2572

Miércoles, 6 de enero de 1999

 

Reunión para responsables de sede central de octubre-Parte 2 de 2

 

EL CREDO ETERNO DE LA SOKA GAKKAI YACE

EN ESTAR AL SERVICIO AL PUEBLO

 

(A continuación se transcribe la segunda y última parte del discurso pronunciado por el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, durante la vigésimo séptima reunión para responsables de sede central de la Soka Gakkai, realizada en el Centro en Memoria del Presidente Makiguchi, Hachioji, Tokio, el 22 de octubre de 1998.)

 

Si me permiten, quisiera hablar un poco más. Después de todo, el capítulo "La duración de la vida del Así Llegado" (decimosexto) del Sutra del Loto habla de "no descuidar ni un instante la tarea del Buda".

Hoy nos acompañan las nobles madres del kosen-rufu de los Estados Unidos, es decir, las integrantes del Grupo Pioneras de la División de Damas. ¡Mi bienvenida más afectuosa a todas ustedes! Gracias por haber recorrido semejante distancia para estar hoy con nosotros. Tengo gratísimos recuerdos de todas ustedes, desde los primeros días de nuestro movimiento. Han hecho una labor extraordinaria en su país de adopción.

También tenemos aquí a representantes del grupo Young Power (Poder Joven), de la División de Artistas, formado por talentosos animadores que hacen resplandecer la Soka Gakkai como brillante constelación de estrellas. Felicitaciones, además, por el trigésimo aniversario de su agrupación.

Cuando los miembros de la División de Artistas organizan alguna reunión, los centros comunitarios se abarrotan de gente. ¡Ningún líder de la SGI tiene tanta convocatoria como ustedes, eh? Siento que la División de Artistas está promoviendo el kosen-rufu a través de infundir alegría ilimitada al pueblo. ¡Mi sincero agradecimiento a todos ustedes!

 

El Daishonin fue un paladín de la igualdad de derechos

 

Nichiren Daishonin escribió muchas cartas que expresan su admiración y respeto a las mujeres, a las señoras que se empeñaban seriamente en su práctica, a las viudas que valerosamente perseveraban en la fe sin nadie que las sostuviera. Siempre las elogiaba y valoraba con elocuencia la sincera devoción de estas mujeres al Budismo. En la sociedad dominada por la óptica masculina de aquel entonces, el Daishonin recalcaba la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, e insistía en que no debía haber discriminación entre ellos.

La madre de Oto Gozen (hoy se cree que esta mujer ha sido Nichimyo Shonin) había emprendido sola el peligroso y largo viaje hasta la isla de Sado, para visitar al Daishonin en su exilio. A ella, en una carta, el Daishonin le escribe:

 

Yo, Nichiren, he sido desterrado a este lugar por una razón. El hecho de que usted, una mujer, haya recorrido semejante distancia me hace pensar que el sentido de mi exilio ha sido hacerle revelar a usted su poderoso espíritu de búsqueda en la fe. Cuando pienso en ello, siento un inmenso y profundo agradecimiento.

 

¡Qué maravillosa es su fe!, es como si le dijera. "Me han exiliado a Sado para que usted pueda revelar la espléndida profundidad de sus convicciones. ¡Qué sorprendente que haya podido llegar hasta aquí! Estoy embargado de gratitud. Jamás olvidaré su fe sincera. Sin falta, disfrutará eterna felicidad y plenitud, en existencia tras existencia". Probablemente, estos hayan sido los sentimientos que el Daishonin llevaba en su corazón. Es, sin duda, un gosho muy significativo.

 

Los obstáculos forjan una fe genuina

 

Los obstáculos y las adversidades son lo que nos hace forjar la fe sincera. En realidad, deberíamos sentir agradecimiento cada vez que embisten contra nosotros.

La Soka Gakkai ha avanzado de acuerdo con las enseñanzas del kosen-rufu y del Gosho, enfrentada a los tres obstáculos y los cuatro demonios. Esto es prueba de que la nuestra es una organización verdaderamente dedicada a emprender la amplia propagación del Budismo de Nichiren Daishonin. En el hecho de ser perseguidos por las fuerzas que buscan destruir la ensenanza correcta debemos ver una prueba de autenticidad y veracidad.

Siempre que la Soka Gakkai enfrentó persecuciones, lo que sobresalió fue el coraje de la División de Damas. La sinceridad, la fe firme y el fabuloso temple de nuestras mujeres refleja exactamente las cualidades de las damas que brillan en las páginas del Gosho.

Podrá haber muchos hombres que se pavonean con aires de grandeza que no merecen de verdad, pero el beneficio que acumulan nuestras señoras de la División de Damas como resultado de su esfuerzo incansable por el kosen-rufu les pertenece a ellas por derecho propio; es el fruto de su ardua labor.

Todo el mundo reconoce que la centuria próxima será el siglo de la mujer. Espero que, mediante su empeño, hagan de él el "siglo de las mujeres de la SGI".

 

Soberanos supremos de la filosofía; soberanos supremos del espiritu

 

Mi maestro, el segundo presidente de la Soka Gakkai, Josei Toda, decía: "La Soka Gakkai está llevando a cabo sus actividades con total convicción, de acuerdo con el Budismo, con las leyes de cada lugar y con los principios de la sociedad. Por esa razón, no tiene a nadie ni a nada que temer". La Soka Gakkai no sabe lo que es el miedo. Nuestro primer presidente, Tsunesaburo Makiguchi, murió en prisión por sus convicciones. Quienes lo hemos sucedido, el presidente Toda y yo, también fuimos encarcelados. La Soka Gakkai ha campeado increíbles difamaciones y ataques, y pudo triunfar sobre cada uno de ellos. Es sólida como la roca. Por lo tanto, avancemos siempre con dignidad y seguridad, como campeones de la filosofía y campeones del espíritu humano, vencedores de calibre incomparado y merecedores de la máxima gloria.

Hay un aforismo, una joya espiritual, que hoy quiero compartir con ustedes. El escritor chino Lu Xun escribió: "La victoria final queda determinada por el número de personas que siguen avanzando". Nosotros, en la Soka Gakkai, "seguiremos avanzando". Así que la victoria será nuestra.

 

Diálogo con estadista-filósofo

 

El ex presidente chileno Patricio Aylwin es conocido en el mundo entero por sus dotes de estadista-filósofo. Es un lider de inmenso calibre. Tengo el placer de disfrutar de su amistad. Dialogamos en el despacho presidencial del magnífico Palacio de la Moneda, en Santiago, cuando visité Chile en 1993. El señor Aylwin es muy alto pero no menos amable y atento.

En realidad, nos habíamos conocido en Tokio, en noviembre del año anterior. Nuestro encuentro, en esa oportunidad, había sido breve, pero la coincidencia en las convicciones hizo pulsar una cuerda de empatía entre ambos, y esto, a su vez, nos llevó al deseo de colaborar en un diálogo con vistas a su futura publicación. Este objetivo ya se pudo concretar, cuando vio la luz la versión japonesa del volumen Taiheiyo no Kyokujitsu (La Alborada del Pacífico). El señor Aylwin dedicó tiempo y esfuerzo al diálogo, que abarca un amplio espectro de temas.

El líder chileno da a conocer sus puntos de vista sobre la democracia y declara que: “el político debe comprender que es un servidor del pueblo, que existe para servir y no para ser servido E

Agrega asimismo: “Pero esto plantea una pregunta que todos, no sólo los políticos, deberíamos hacernos en algún momento. ¿Qué sentido tiene nuestra vida? ¿Estamos aquí para pasarla bien, para gozar, para satisfacer nuestros anhelos de placer o estamos aquí para servir? Y mi respuesta es clara. No estamos para ser servidos, sino para servir. E

Este es, también, el espíritu de la Soka Gakkai. Un líder genuino es el que presta servicio a la gente. Los que creen que pueden hacer trabajar a los demás mientras ellos mismos se sientan a dar órdenes son un fracaso como líderes. Semejante conducta es inaceptable. Por eso deseo declarar que el credo eterno de la Soka Gakkai será “estar al servicio del pueblo E

 

El poder corrompe

 

El señor Aylwin nota, también: “el fin del poder está en acercar a las personas al bien, y no orientarlas hacia el mal. EEl poder es, sencillamente, un instrumento para hacer el bien, dice. En el mismo momento en que el poder pasa a ser un fin o una meta en sí mismo, se pierden todos los ideales.

El líder chileno analiza por qué el poder corrompe: “¡Es que el poder, quiérase o no, otorga privilegios! Quien ejerce la autoridad recibe tratamientos especiales: ‘Su Señoría E ‘Honorable E ‘Ilustrísimo E ‘Excelencia E.. En la vida diaria, una persona así ocupa los primeros lugares, dispone de bienes y de servicios especiales, recibe el halago de muchas personas, mientras otras le ocultan o distorsionan la información sobre las cosas negativas y adversas. Esto halaga el amor propio y alimenta la vanidad E

Las personas que ejercen el poder, entonces, viven rodeadas de aduladores que les dicen sólo lisonjas. Así que los líderes están sujetos a sucumbir bajo la ilusión de la grandeza o a perder de vista su propia misión, de no ser por los valientes que dicen la verdad con todas las letras.

El señor Aylwin señala que: “Todas estas circunstancias pueden ir produciendo en el político un acostumbramiento que lo lleve a olvidar o posponer sus grandes ideales o a debilitar la solidez de sus convicciones, si realmente no posee modestia personal y firmeza de carácter. E

Por eso los líderes necesitan de algo que los enaltezca como personas. Y esta es una de las razones por las cuales brillan en la historia los logros de muchos políticos que se basaron en profundas convicciones religiosas, en distintos países del mundo.

El señor Aylwin lamenta un aspecto deplorable del poder: “[...] trae aparejados ciertos males, como la soberbia, la corrupción y el autoritarismo. EEs un hombre profundamente consciente de la naturaleza demoníaca que anida en el poder.

 

El pueblo debe ser sabio y esclarecido

 

¿Qué debemos hacer, entonces? El señor Aylwin concluye: "La sociedad, bien ha dicho usted, debe armarse de sabiduría y de fortaleza. A esas características agregaría yo una más: el interes y la participación en los asuntos que le conciernen". Recalca la necesidad de que el pueblo sea sabio, de que la ciudadanía vigile con atención las actividades de los que ejercen el poder; exhorta a la gente a condenar la injusticia y la corrupción sin vacilar, dondequiera que éstas se manifiesten. Con esta misma convicción, el señor Aylwin luchó contra el régimen militar en Chile y restauró eficazmente el gobierno democratico.

La democracia implica que los ciudadanos de una nación observen con atención a sus políticos y funcionarios, que les formulen peticiones y necesidades, que se cercioren de que su voz y opiniones hallen eco en las políticas y legislaciones de los gobiernos. En la vereda opuesta, la dictadura no permite a los ciudadanos ninguna clase de expresión.

Así que, por nuestra parte, sigamos avanzando orgullosamente por el camino de la democracia.

 

Hombro a hombro junto al pueblo

 

Zhou Enlai, ex primer ministro de la China, manifestó: "Mucho más importante [que averiguar a qué clase social pertenece una persona] es mirar dónde elige situarse. Lo que hay que observar es si se alía con el pueblo o si se acerca a los que oprimen al pueblo". Son palabras inequivocas.

En el Japón, muchos observan con interés de qué región o familia proviene uno, en qué escuela o universidad se graduó... Pero el auténtico valor de un individuo como ser humano pasa por carriles completamente distintos.

Son muchísimas las personas que han conquistado éxito y reconocimiento social sin haber completado sus estudios. Lo que cuenta es nuestro calibre como seres humanos y nuestros logros reales. Existen muchísimos, muchísimos valores humanos de corazón realmente espléndido, que no van a apabullar a nadie con sus fojas académicas ni con su fama, así como hay personas magníficas entre aquellos que padecen discapacidades o enfermedades graves, o que nunca terminaron sus estudios.

En cambio, ¿no es cierto que muchos de los que terminan envueltos en actos de corrupción y en escándalos vergonzantes han salido de escuelas prestigiosas y se han destacado por su inteligencia o desenvoltura social?

El primer ministro Zhou y su esposa, la señora Deng Yingchao, siempre marcharon resueltamente junto al pueblo. Pasaron toda su vida, hombro a hombro, con los que más sufrían. Por eso fueron grandes. Su credo en común fue vivir como "servidores del pueblo". Esta postura, decían, es esencial en los políticos y en los líderes. El mundo de hoy está colmado de líderes que son el exacto opuesto de este noble ideal.

 

Forjarnos en la adversidad

 

Una vez, la señora Deng alentó a una mujer puesta entre la espada y la pared, en una situación de profundo sufrimiento, por ser acusada de un crimen que ella no había cometido. Pocas cosas generan tanta indignación y tanta injusticia como ser acusado de algo que uno jamás hizo.

La señora Deng le dijo a esta mujer: "Soporta esta prueba. Mantente firme en la verdad. Esta lucha te fortalecerá. Desde hoy en adelante, cuando estés en problemas, ten el coraje de expresar tu propia opinión. Mantener esta clase de espíritu es algo digno de elogiar". También le dijo: "Resistir en esta instancia te dará fortaleza y templanza, física y mental. Las cosas malas, entonces, se convierten en algo bueno. Así que quiero felicitarte".

¡Qué convicción poderosa!

Tal como exhortaba la señora Deng, nosotros tenemos que tener el coraje de manifestar nuestra opinión. No debemos quedarnos callados; ser testigo de una injusticia y no decir nada es ser cómplice y propiciador del mal. Debemos hablar bien alto, para que nuestra voz sea escuchada.

Tres años antes de su muerte, la señora Deng también conmovió con estas palabras a los jóvenes de la China: "Cuando logren el éxito, cuídense mucho de caer en la arrogancia y en la indulgencia. Cuando se topen con dificultades, no pierdan el coraje ni traten de esquivarlas. Fórjense hasta llegar a ser personas fuertes e intrépidas, poseedoras de ideales, aspiraciones y fuerza de voluntad". Sus palabras son muy importantes. Espero que ustedes, los miembros de la División de Jóvenes, sucesores de nuestro movimiento, reflexionen sobre ellas profundamente.

¿Cuál es nuestro eterno tesoro?

 

Cuando una persona llega a acumular un inmenso poder, se embriaga con la ilusión de que puede hacer cualquier cosa; esta infatuación va creciendo hasta que, un buen día, realmente llega a pensar que cualquier cosa que haga estará bien, sean cuales fueren las consecuencias. Así actúa la naturaleza demoníaca del poder.

Pero todo poder mundano es ineficaz frente a la muerte. En última instancia, nada puede igualar al Budismo de Nichiren Daishonin, que resuelve las cuestiones fundamentales de la vida y la muerte.

Hace casi cuatro siglos, el rey Felipe III de España (1578-1621), pronunció estas palabras en su lecho de muerte:

 

Ah, ya hubiese querido Dios que yo no reinara. Ah, esos años inhóspitos de mi reinado en que debí vivir en soledad... Ah, más me hubiera valido vivir a solas con Dios, pues cuánto más seguro podría entonces haber muerto. Con cuánta mayor confianza podría haber yo ascendido al reino del Señor; pues de qué provecho me ha servido toda esta gloria, más que para ocasionarme todo este tormento que sufro en la muerte.

 

Sus palabras arden con el arrepentimiento de no haber vivido consagrado a la fe. Es un grito agónico lanzado a la faz de la muerte solemne e inexorable. Es el lamento más atroz que pueda salir del corazón humano. "Más me hubiera valido dedicarme a la fe que dejarme embriagar con el néctar del poder", nos da a entender. Pero ni siquiera los lamentos le sirven de auxilio, porque ya es tarde.

Nichiren Daishonin escribe:

 

¿Cuánto dura una existencia? Si uno se detiene a considerarlo, es como una breve noche de hospedaje en una posada a la vera del camino. ¿Debería uno olvidar este hecho y consagrarse a la búsqueda de fama y provecho? Aunque uno realmente los conquiste, serán como la prosperidad acumulada durante un sueño, es decir, un deleite que apenas merece nuestra consideración.

 

En vista de tales palabras, dado que el nuestro es un viaje que continúa por toda la eternidad, poder perfeccionar nuestra existencia en esta vida es nuestro supremo tesoro y nuestra mayor felicidad.

Los que defienden la justicia y la verdad mueren con serenidad y con paz de espíritu. Cuando el célebre caballero francés Pierre du Terrail Bayard (1473-1524) fue mortalmente herido en la batalla, dijo al general enemigo, quien lo observaba con ojos transidos de lástima: "No debéis compadecerme, Vuestra Gracia, pues yo muero como hombre de virtud. Soy yo quien siente lástima de vos, pues estáis traicionando a vuestro príncipe, a vuestra patria y a vuestro juramento". Lo que esto da a entender es que los traidores invariablemente se condenan a un final patético. "Tú eres el digno de lástima", dice. El corazón de los que luchan por la justicia siempre está en paz.

Nuestro movimiento para propagar la enseñanza del Daishonin, por la felicidad de todas las personas, es una causa de suprema justicia. Los que traicionan el ideal del kosen-rufu están traicionando al Daishonin. Como señala claramente el Gosho, recibirán una grave retribución por sus actos, sin falta.

Ustedes, sin embargo, son las personas más ricas que pueda haber en el mundo. Están en posición de disfrutar la vida y la muerte con esperanza y serenidad, durante todo el tiempo eterno.

Avancemos en firme unión de propósito, con convicción, optimismo y alegría, como campeones de la SGI. Que nuestro esfuerzo incansable no decaiga jamás.

 

Una imperecedera torre del espíritu

 

Por último, quiero citar una vieja máxima coreana: "Cuando una torre está construida con la acumulación de grandes logros, jamás se desplomará". En otras palabras, no hay cómo destruir aquellas iniciativas en las cuales uno vuelca todo su ser. La Soka Gakkai es igual. Nosotros estamos poniendo todo nuestro corazón en cada esfuerzo que acometemos. Por esa razón, la Soka Gakkai jamás conocerá la ruina.

Una última máxima coreana: "Cuando pronunciamos palabras bellas, estas vuelven a nosotros". Si tratamos a los demás con cortesía y respeto, así seremos tratados. Espero que ustedes también adopten palabras cálidas y hermosas cuando dialoguen con sus sucesores y amigos.

Gracias por la prolongada atención que hoy me han dispensado.

Parece que está refrescando, así que, por favor, cuiden mucho su salud.

 

(Publicado el 27 de octubre de 1998 en el Seikyo Shimbun, diario de la Soka Gakkai.)

 

 



 
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