No 2712

Sábado, 26 de junio de 1999

 

LA VICTORIA SE ALCANZA SOLO DESPUÉS DE

GRANDES PRUEBAS Y DESAFÍOS

 

(A continuación se transcribe el discurso pronunciado por el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, durante la ceremonia de graduación realizada en las Escuelas Secundaria Elemental y Superior Soka de Tokio, y transmitida vía satélite a las Escuelas Soka de Kansai, en Osaka, el 16 de marzo de 1999.)

 

Siento que el momento más feliz e importante del año es cuando se realizan las ceremonias de graduación y de ingreso en las Escuelas Secundaria Elemental y Superior Soka, y en la Universidad Soka.

A pesar de que se anunciaron lluvias para hoy, el mal tiempo no se presentó, y estamos disfrutando de un cielo azul y despejado. Sé que en Kansai hace un espléndido día de sol. ¡Felicitaciones!

Quisiera proponerles algo: ¿Qué les parece si grabamos en una placa el nombre de todos los profesores de las Escuelas Soka de Tokio y de Kansai, que están hoy reunidos aquí, y los colocamos en el nuevo edificio central de la Universidad Soka? Deseo que se honre eternamente el maravilloso esfuerzo que han realizado sus profesores así como su enorme contribución al establecimiento y avance de las Escuelas Soka. Quisiera que agregáramos también, como un recuerdo imperecedero, el nombre de todos aquellos que han colaborado con la fundación de las escuelas y el de los alumnos que fallecieron mientras cursaban sus estudios aquí. Me haría muy feliz si tuvieran en cuenta mi sugerencia en una próxima reunión directiva.

 

Absoluto rechazo por cualquier forma de violencia

 

Me gustaría comenzar diciendo algo que deseo que recuerden siempre en el futuro. Un libro que se publicó hace poco habla crudamente de la violencia que existe en las escuelas de Japón: alumnos que atacan e insultan a los profesores; docentes que hacen daño a los estudiantes, y jóvenes que se agreden mutuamente.

Sin embargo, las escuelas son, originariamente, lugares de aprendizaje, centros de educación, donde se forjan la personalidad y el carácter. Desconocer su verdadero propósito y convertirlas en ámbitos donde se da rienda suelta a las injurias y a la violencia es algo terrible. No es otra cosa que el reflejo del estado de Aninalidad. Si las instituciones educativas del Japón y del resto del mundo se transforman en lugares donde solo reina la barbarie, no podremos esperar más que un futuro de violencia interminable para la humanidad.

Los estudiantes vienen a la escuela para aprender, y creo firmemente que deben respetar a sus profesores. Aun hoy, yo siento un profundo respeto por quienes fueron mis maestros de la escuela elemental. Las personas que son capaces de mantener ese sentimiento, son realmente “buenos alumnos E A su vez, cuando uno desdeña a sus maestros, no es nada más que un “animal instruido E como diría Nichiren Daishonin.

El rechazo más absoluto por la violencia es un principio fundamental de las Escuelas Soka. Si apareciera alguien agresivo entre el alumnado, espero que ustedes, los estudiantes, hagan un esfuerzo consciente para analizar el problema y se unan para proteger a su escuela de cualquier clase de violencia.

Lo mismo sucede con la familia. ¡Qué tristeza deben de sentir algunos padres que dedicaron su vida a criar a sus hijos, al ver que estos se vuelven en contra de ellos cuando crecen!

Hay un relato en las escrituras budistas acerca de un hijo que mató a su padre. Es la historia del rey Ajatashatru. Cuando este soberano abrazó el Budismo, se arrepintió profundamente de lo que había hecho y cambió completamente su vida.

Amar y cuidar a los padres, y hacer lo posible para que no tengan preocupaciones ni sufrimientos, es prueba de un verdadero humanismo. Tal vez ustedes sientan que ellos siempre están regañándolos; pero aun así, traten de superar esas situaciones con un espíritu amplio y buen ánimo. Díganse, por ejemplo: “Papá se esfuerza mucho y está demasiado cansado; tal vez no puede aliviar su tensión de otra manera E o piensen también: “Mamá está pasando por un momento difícil, así que la voy a dejar que se ‘desestrese E#060;B> un poco, si eso la hace sentir mejor E Por favor, sean afectuosos con sus padres y hagan todo lo posible para que su casa sea un hogar feliz y alegre.

 

Seguir el camino que han elegido

 

A comienzos del siglo XIX, vivó un gran educador suizo llamado Johann Heinrich Pestalozzi (1746-1827). Cuando yo era joven, escribí un artículo sobre su vida y su logros. Pestalozzi les hablaba de esta manera a los que egresaban de la escuela que él mismo había fundado: “Han recibido una excelente educación. Se han convertido en personas sobresalientes. Ahora, están listos para servir a la humanidad, a partir de su propia iniciativa... ¡Mis queridos amigos, perfecciónense, cada uno, en el campo del quehacer humano que hayan elegido! E

Con ese mismo espíritu, quiero brindar mi elogio a los graduados, que han alcanzado un desarrollo tan impresionante. ¡Mis felicitaciones a todos los que hoy egresan de las Escuelas Soka de Tokio y de Kansai, y de las Escuelas Soka de enseñanza elemental. Hoy es una día de victoria, una asamblea de jóvenes y jovencitas que han sido coronados con los lauros del saber. ¡Todos son triunfadores!

Deseo también ofrecer mis más sinceras felicitaciones a todos los miembros de sus familias, a los profesores y al personal de las Escuelas Soka.

Tenemos la gran buena fortuna de contar con la presencia del señor Zhou Li Gao, rector de la Universidad de Macao, quien está asistiendo a la ceremonia de graduación en Kansai. Esa universidad es una importante institución educativa que ha contribuido grandemente al entendimiento entre Oriente y Occidente, con miras al próximo siglo. El doctor Zhou no solo es un gran educador, sino un reconocido especialista en electrónica. ¡Quiero agradecerle profundamente que nos honre con su presencia en el día de hoy!

Hideki Okuda, catedrático de la Universidad de Macao que acompaña al doctor Zhou en su visita a Japón, es un egresado de la Escuela Soka de Kansai y de la Universidad Soka.

 

Diez mil graduados

 

Hasta el día de hoy, las Escuelas Secundaria Elemental y Superior Soka de Tokio han visto egresar a 10.215 estudiantes, y la de Kansai, a 7.602. Se ha iniciado, de ese modo, una marea incesante de personas capaces. Dentro de muy pocos meses, comenzara el siglo XXI, el siglo de la Soka.

El certificado de graduación número 10.000 ha sido entregado a la señorita Yuriko O’uchi. Ella viajó dos horas todos los días para llegar a la escuela desde Funabashi, en la prefectura de Chiba, y realizó, además, intensas actividades en el círculo estudiantil de Koto (harpa japonés). Una de sus hermanas menores también es alumna de la Escuela Soka de Tokio, y otra ingresará en abril. Quiero felicitar también a Noriko Udagawa y a Yoko Oshikane, quienes recibieron los certificados de graduación números 9.999 y 10.001, respectivamente. Siempre sigo con atención las actividades de todos ustedes y los tengo presentes, sin excepción, en mis pensamientos. ¡Sigan adelante, entonces, llenos de convicción, y logren excelentes progresos en sus tareas!

 

Vayan adonde la necesidad sea mayor

 

Hace tres años [1996], en junio, apenas unos meses después de que iniciaran el ciclo de segunda enseñanza superior, viajé a Cuba. En ese momento, existía una enorme tensión entre ese país y los Estados Unidos, y muchas personas se opusieron a mi visita. Varios amigos norteamericanos me manifestaron también su preocupación al respecto. Pero soy un león. Precisamente, cuando arrecian las dificultades, uno debe ir adonde la necesidad es más grande. No concibo la vida de otra manera. Por el bien de la gente, la paz y el futuro de la humanidad, siempre he actuado fiel a mis convicciones, con la más absoluta sinceridad y sin el menor temor por las consecuencias. Quiero que ustedes también se conviertan en leones.

Cuando estaba en Cuba, recibí un doctorado honorario de la Universidad de La Habana, institución educativa de gran prestigio, con una orgullosa historia de doscientos setenta años. En los últimos tres años, he recibido, como fundador de la alma máter de ustedes, veintiséis doctorados honorarios y galardones académicos de universidades e instituciones de todo el mundo. Si sumáramos las próximas distinciones sobre las que ya me han notificado, el número total ascendería a ochenta y dos. El mentor y el discípulo son una unidad inseparable, lo que significa que todos ustedes, nuestros estudiantes, también son destinatarios de esos honores. Yo soy el medio; ustedes, el fin. Estoy aquí solamente por el bien de cada uno de ustedes.

El acto de entrega del doctorado honorario de la Universidad de La Habana se realizó en un enorme salón, cuyas paredes y techo estaban cubiertos de hermosas pinturas que representaban la dedicación al estudio. En medio de la ceremonia, se desató una fuerte tormenta eléctrica. Entonces, dije, cuando subí al estrado:

 

¡Qué truenos más espléndidos! Es una música celestial, con su retumbar de tambores y su espléndida sinfonía celeste, que aplaude el progreso de la humanidad hacia la victoria de la paz.

¿Y la lluvia? ¡Magnífica! Los cielos nos advierten que no debemos dejarnos inmutar por las dificultades! ¡Avancemos con bravura a través del temporal de la adversidad!

 

Luego, en esa misma alocución, me referí al gran prócer cubano José Martí, un adalid de la independencia, que luchó y arriesgó su vida por la libertad y la justicia en América Latina, en la última mitad del siglo XIX.

A propósito, en estos momentos estoy dialogando acerca de José Martí con el doctor Cintio Vitier, fundador y presidente del Centro de Estudios Martianos en La Habana. Nuestras conversaciones aparecerán por entregas en la revista Ushio, a partir de junio de 1999.

Como ustedes saben, se han publicado los diálogos que mantuve con numerosos intelectuales de todo el mundo, en los que conversamos sobre la paz, los derechos humanos, la filosofía y la educación. Y seguiré promoviendo activamente esos diálogos en el futuro. ¿Por qué razón? Porque tengo conciencia de que la vida es muy breve, y que uno debe desafiarse todo lo posible, para comprobar cuánto es capaz de lograr, hasta qué punto puede poner lo mejor de sí en bien de un noble objetivo. Quiero seguir creando valor, en la medida de mis fuerzas.

 

Desafiar la pobreza

 

José Martí, héroe emblemático de Cuba, que salvó a su nación y cambió su historia, era el hijo mayor de una familia humilde. Tenía siete hermanas menores. Su padre tenía muchas dificultades para conseguir empleo, por lo que el joven Martí se vio obligado a dejar la escuela justo antes de terminar el nivel elemental, para trabajar en una bodega. Pero él nunca abandonó su determinación de seguir con su aprendizaje y, a los doce años, se presentó en una escuela de segunda enseñanza que estaba cerca de su casa, y se ofreció para trabajar y estudiar al mismo tiempo.

El día de hoy, en las Escuelas Soka de Tokio, se procedió a descubrir un busto del célebre científico Linus Pauling, doblemente galardonado con el Premio Nobel de la Paz y el de Química. El doctor Pauling provenía también de una familia muy humilde y perdió a su padre cuando era aún joven. Debido a la situación de su familia, tuvo que trabajar durante toda su época escolar. Un buen pasar económico no es necesariamente sinónimo de felicidad y bienestar. De hecho, es más probable que quienes llegan a ser personas sobresalientes provengan de familias sin recursos. Cuando uno vive rodeado de comodidades y supone que eso es lo natural, tiende a volverse perezoso y pierde interés en superarse.

En la actualidad, el Japón está ante una de sus etapas económicas más duras, en verdad, sin precedentes. Espero, por lo tanto, que cada uno de ustedes sepa apreciar el tremendo esfuerzo que sus padres están haciendo para que concurran a las Escuelas Soka. ¡Brindémosles, en este instante, una salva de aplausos muy fuertes, de todo corazón!

Espero que en el futuro hagan lo imposible para aliviar la pesada carga de sus padres. Que demuestren un gran corazón y, de vez en cuando, los sorprendan con algo especial. Tal vez, podrían invitarlos a viajar al extranjero, o, simplemente, llevarlos a cenar al restoran de un buen hotel. Pero, por sobre todas las cosas, estudien, estudien mucho y desarrollen su capacidad al máximo; de ese modo, retribuirán el amor sincero y la enorme devoción de sus padres, tan profundos como el mismo océano. Aprender es un derecho del que nadie los puede privar. A medida que se esfuercen más y más en el estudio, resistiendo con firmeza cualquier adversidad y sufrimiento, irán forjando una personalidad cada vez más rica, amplia y profunda.

Los animales no pueden estudiar como los seres humanos. Pero aun entre estos últimos, existen individuos de mal corazón que carecen del espíritu de aprender, en el verdadero sentido de la palabra.

 

Ampliar nuestro intelecto amplía nuestra humanidad

 

Hace un par de días [el 14 de marzo], me reuní para dialogar con el doctor Allen Sessoms, presidente del Queens College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. El doctor Sessoms, también muy renombrado como físico, afirmó, con gran orgullo, que la búsqueda del conocimiento implicaba un desafío muy difícil. Y luego sostuvo que, cuando ampliábamos los límites de nuestro intelecto, ampliábamos también nuestra humanidad.

Pero volvamos a la historia de José Martí. Finalmente, logró que le permitieran estudiar y trabajar a la vez. Se quedó a vivir en la escuela y comenzó a ayudar a los maestros a preparar las clases. Y se puso a estudiar con gran dedicación. Fue en ese mismo lugar donde conoció a su gran maestro en la vida, Rafael María de Mendive, director del establecimiento. Este era un hombre de gran integridad, con una personalidad excepcional. Dotado de enorme vuelo intelectual, era poeta, pero a la vez, un individuo de acciones vigorosas. Estaba íntimamente comprometido con la justicia que reclamaba el pueblo y se opuso con todas sus fuerzas a las autoridades arrogantes que oprimían a sus compatriotas.

Sin la menor duda, podemos afirmar lo mismo de los profesores y del personal de las Escuelas Soka.

Los estudiantes son la prioridad. Los verdaderos educadores consideran a sus alumnos aun más importantes que sus propios hijos, que su mismísima familia.

El joven Martí se consagró por completo a su maestro y absorbió ávidamente todo lo que este le enseñó. Leía todo el tiempo, con gran pasión; y llegó a desarrollar la maestría de un orador imbatible, de elocuencia arrolladora.

Además, Martí ayudaba al señor Mendive en su tarea; anotaba y coleccionaba todas sus disertaciones. La serie “Conversaciones sobre la juventud E—diálogo que mantengo con los responsables de los estudiantes de segunda enseñanza y que ya se ha publicado en forma de libro Ees también el resultado de un gran esfuerzo realizado en la sombra.

 

¡No tema, estoy aquí!

 

Cuando Martí tenía solo quince años, su amado maestro fue atacado arteramente, acusado y enviado a prisión. La escuela fue clausurada. Pero, en medio de toda esa agitación, el fiel discípulo no se dejó abatir. Iba todos los días a visitar a su mentor a la cárcel y también se preocupó por brindar aliento a la esposa de este, que estaba profundamente atemorizada: “No tenga cuidado, señora, que yo lo vengaré. ¡Ya verá! ¡Ya verá! E ¡Qué bien comprendo el sentir de Martí en esos momentos! Yo he servido al señor Toda con la misma devoción.

En diciembre del año pasado, cuando nos tomaron una foto conmemorativa, ustedes cantaron  E#060;I>Atsutamura E una canción que habla de la tierra del señor Toda, el poblado de Atsuta, en Hokkaido. Las voces de todos ustedes aún resuenan en mi corazón.

Hoy es 16 de marzo. Hace exactamente cuarenta años, poco antes de la muerte del señor Toda, se llevó a cabo una importante ceremonia. El señor Toda había invitado al primer ministro de Japón a concurrir, y este había prometido estar presente; sin embargo, llegó el día del acto, y el ministro no acudió. Pero hoy, yo, el discípulo del señor Toda, mantengo profundos lazos de amistad y de confianza con presidentes y ministros de todo el mundo. Hace apenas unos días, mantuve un encuentro con el primer ministro de la República de Sakha de la Federación Rusa, Vasily M. Vlasov, quien me entregó una invitación oficial del presidente Mikhail E. Nicolaev para que visitara su país.

Deseo que todos ustedes desplieguen también actividades en el escenario global. El pueblo japonés, con su estrecha “mentalidad insular E suele sentir envidia ante los logros ajenos. Por favor, no permitan que una nimiedad tan mezquina como esa los aflija en lo más mínimo.

 

Sean más fuertes que cualquier obstáculo o dificultad

 

El largo brazo de las autoridades represoras finalmente alcanzó al joven José Martí. Fue encarcelado, alejado de su tierra y exiliado a España. Todo eso le sucedió cuando aún no había cumplido veinte años, es decir, cuando era tan joven como ustedes, nuestros graduados del día de hoy. “¿Es realmente importante E podríamos preguntarnos, “que los maestros nos regañen de vez en cuando o que tengamos problemas con alguna materia, cuando comparamos todo eso con el gran sufrimiento de ser exiliado de su patria? E Resistir es la palabra clave. Solo después de resistir todas las pruebas y tribulaciones, y de sobrevivir a ellas, llega, por fin, la victoria.

Martí resistió y sobrevivió. Solía proclamar que la razón de la existencia era llegar a ser más fuerte que todos los obstáculos y las dificultades que aguardaban en el camino. Sostuvo que no había victoria posible sin una enorme determinación. Estaba firmemente convencido de la justicia y de que “un solo hombre con ella es más fuerte que una muchedumbre sin ella E

Hoy la sociedad parece un barco sin timón, sin una sólida filosofía ni principios que la guíen. ¡Por esa razón aliento a cada uno de nuestros estudiantes para que construyan una personalidad valerosa e indestructible! ¡Para que se pongan de pie y alcancen la talla del Monte Fuji!

Martí valoraba la amistad sincera más que nada en el mundo y la consideraba el mayor tesoro del corazón. Ese es uno de los valores eternos en la vida del ser humano. No estaba dispuesto a permitir que su existencia terminara perdiéndose en la oscuridad, como la de los traidores más viles; por el contrario, anhelaba vivir de cara al Sol, luchando como un hombre decente, hasta el fin. Ese fue el espíritu que lo animó durante toda su vida.

 

El miedo es sinónimo de derrota

 

El rector Zhou, que está presente en estos momentos en la ceremonia de Kansai, sufrió en carne propia la cruel brutalidad del ejército japonés, que invadió y ocupó su pueblo natal cuando él era un niño. Pero superó ese gran dolor y, más adelante, estudió en la Universidad de Tsinghua, en la China. Se ha dedicado siempre con ahínco a la paz global, lo que le ha ganado el respeto de todos, que lo estiman como una persona de sabiduría y de coraje.

Más o menos en la época en que el rector Zhou nació, quien sería primer ministro de la China, Zhou Enlai, y su esposa, Deng Yingchao, estaban embarcados en arduas luchas por su nación. Eran “soldados rasos Eque, junto a muchos otros, batallaban por una nueva China. Deng Yingchao solía alentar así a sus camaradas: “¡Hagamos todo lo posible! Poseemos los ideales y las convicciones de nuestra revolución. ¡No aceptaremos la derrota! Si nos dejamos ganar por el miedo, estamos perdidos. Tenemos razón. ¡Y la razón jamás será abatida! E

Estamos ya ante las puertas del nuevo siglo. Y todos ustedes son los soles de la Soka, que proclaman la alborada de la flamante centuria. Jamás deben sentirse solos, tristes o desanimados. Solo ansío que, ante cualquier circunstancia, actúen con firmeza, honestidad y rectitud, y que conviertan su noble vida en un esplendoroso triunfo.

¡Cabalguen sobre blancos corceles, al galope, por el largo sendero que se adentra en el siglo XXI, con excelente salud y alegría ilimitada! Esa es la oración que, día tras día, dedico a todos ustedes.

Si me permiten, quisiera concluir mis palabras con dos poemas que compuse en su honor:

 

Los talentosos alumnos

de nuestras escuelas

abandonan el nido.

 

*

 

Nuestros hijos

dejan atrás el nido

y alzan vuelo

hacia el firmamento de su misión.

 

Cada estudiante que egresa hoy recibirá el “Premio del Fundador E No existe la menor diferencia entre ustedes. Son todos jóvenes admirables, llenos de dignidad, y constituyen para mí el tesoro más grande, más preciado. ¡Cuando lleguen hoy a casa, cuenten con orgullo a sus padres que han recibido el “Premio del Fundador E

¡Muchas felicitaciones!

 

(Publicado en la edición del 17 de marzo de 1999 del Seikyo Shimbun, el periódico de la Soka Gakkai.)

 

 



 
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