No 2707
Lunes, 21 de junio de 1999
Reunión de mayo para responsables de sede central – Parte 2 de 3
SI TIENEN CORAJE, EL CAMINO SE ABRIRÁ
(A continuación se transcribe el discurso pronunciado por el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, durante la trigésimo tercera reunión para responsables de sede central de la Soka Gakkai, en conmemoración del 3 de mayo, Día de la Soka Gakkai. El encuentro se realizó en el Centro en Memoria del Presidente Makiguchi, Hachioji, Tokio, el 1° de mayo de 1999.)
Se inaugura la exhibición “Napoleón Bonaparte: El Hombre”
En estos momentos, en el Museo de Bellas Artes Fuji de Tokio, está abierta al público la muestra “Napoleón Bonaparte: El Hombre”, que ha merecido la aclamación de la opinión pública. Hay en exhibición casi quinientos objetos sumamente valiosos; entre ellos, tesoros nacionales franceses que se dan a conocer al público japonés por primera vez.
[La muestra estará abierta en Tokio hasta el 1o de agosto de 1999. Luego, recorrerá varias ciudades japonesas hasta el año 2001.]
Estamos de pie, en los albores del siglo XXI. Creo que esta muestra permitirá, a quienes la visiten, vislumbrar lo que es capaz de lograr un solo individuo, cuando se pone de pie con dedicación intransigente a un ideal, y en qué medida un hombre, así dispuesto, es capaz de escribir la historia y cambiar la época.
El doctor Jules Brassner, director de la Sociedad Napoleónica de los Estados Unidos, es presidente honorario del comité organizador de esta exposición. Le ofrezco mi humilde agradecimiento por su esfuerzo en la preparación de esta muestra.
¿Exactamente, qué podemos aprender de la vida de Napoleón? El gran pensador norteamericano Ralph Waldo Emerson —cuyas obras el señor Toda me exhortó a leer— dijo lo siguiente sobre el gran corso: “La lección que Napoleón enseña es lo que enseña infaltablemente el vigor, para el cual siempre habrá lugar”.
En su esfuerzo hacia el 3 de mayo, Día de la Soka Gakkai, este año el vigor y el coraje de los miembros de todo el Japón abrió el camino hacia el siglo XXI. ¡Los felicito! Su victoria es admirada por todos; es un triunfo que sólo podría haber logrado una organización directamente ligada a Nichiren Daishonin. Es una victoria milagrosa. Estoy seguro de que el Daishonin está elogiándolos a todos.
Emerson también hizo la siguiente observación sobre Napoleón: “Sus victorias fueron sólo puertas; nunca, ni por instante, perdió de vista su ruta interior, ni aún en el fragor de las circunstancias momentáneas”. Cuando Napoleón lograba una victoria, inmediatamente pasaba a contemplar la siguiente. No lo satisfacía el triunfo presente; no se permitía el descanso; no abandonaba la lucha más amplia. Ese es el secreto de ganar una batalla. Es importante hacer que una victoria sea la causa de la siguiente. Esa es la forma inteligente de luchar y la ruta que conduce a sucesivas victorias.
Los que se solazan en el triunfo tienden a volverse arrogantes, y eso termina conduciendo a la eventual derrota. El momento de la victoria es el preciso momento de comenzar a trabajar por un objetivo nuevo y más importante. Así se asegura el triunfo siguiente. Este espíritu de avance incesante es el “esfuerzo valiente y enérgico” —en japonés, yumyo shojin— del que nos habla el capítulo “Medios hábiles” del Sutra del Loto. Si examinamos cada uno de los caracteres chinos que integran el término, yu significa “coraje”; myo o “enérgico” es “aplicar nuestros recursos y sabiduría hasta el límite”; sho o “puro” significa “concentrado”, “perfecto” y “sin adulteración”; jin o “esfuerzo” quiere decir “avance incesante”. Este “esfuerzo valiente y enérgico” produce individuos que siempre triunfan; nos forja y nos fortalece para que nuestra vida sea siempre victoriosa.
La muestra sobre Napoleón incluye muchos objetos personales altamente preciados, que datan de los últimos seis años de su vida, durante el exilio en la isla de Santa Elena. Entre ellos, hay cinco tesoros nacionales de Francia, como el último trono de Napoleón. Muchos de los artículos de la muestra nunca se habían expuesto fuera de Francia hasta ahora, y hay una memoria manuscrita, de su puño y letra, que en verdad nunca antes se había mostrado al público de ningún lugar. La gente también podrá apreciar cuatro sables del mariscal Joachim Murat [uno de sus compañeros de armas más preciado], que se cuentan entre los tesoros nacionales franceses.
Siempre he creído que la vida de Napoleón despertaría un nuevo interés. Hace varios años que venía trabajando sobre la idea de una muestra como ésta. Cuando uno está seriamente abocado a una aspiración, encuentra las fuerzas y la sabiduría adecuadas. Por otro lado, si los que están en posiciones de poder no trabajan seria y sinceramente, estarán traicionando a las personas que los llevaron hasta ese lugar. Cuando falta sinceridad y dedicación, lo que se pone de manifiesto es pura arrogancia. Como dijo Cervantes: “La ingratitud es hija de la soberbia”.
Una nueva historia comienza a partir de aquí
“Aquí, y desde hoy, empieza una nueva época de la Historia universal”. Fueron las palabras del gran escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe, mientras observaba con admiración la victoria concretada por el pueblo durante la Revolución Francesa. El incidente al cual se refiere Goethe es la batalla de Valmy, que tuvo lugar en 1792. Valmy era el nombre de la colina sobre la cual se libró la contienda, pocos años antes de que Napoleón irrumpiera en la historia. Las naciones europeas intentaban detener la marea surgente de la Revolución Francesa. Habían incursionado en el territorio francés y se encaminaban hacia la capital parisina. La batalla de Valmy ocurrió en medio de dicha campaña.
Los historiadores ofrecen interpretaciones muy variadas de esa confrontación. Prusia marchaba al frente de las fuerzas que atacaban. En ese momento, era la potencia militar más poderosa de Europa. El ejército prusiano estaba integrado por aristócratas, y se hallaba muy bien provisto de armamentos. En cambio, las tropas francesas contaban con un gran número de voluntarios. Los prusianos despreciaban a sus oponentes que, para ellos, eran un ejército de “escoria”. Estaban seguros de que los voluntarios retrocederían ante la primera amenaza. Con arrogancia y desdén, se burlaban de los oponentes franceses, así como un universitario brillante podría reírse de alguien sin educación formal.
Los prusianos disparaban despiadadamente a los franceses, pero estos no flaqueaban. Sabían que si se dejaban derrotar, la revolución acabaría aplastada, los aristócratas volverían a dominar una vez más, y el pueblo nuevamente sería explotado. Tan bellos ideales de libertad, igualdad y fraternidad, hechos trizas... ¡No! La sola idea era insoportable... Este fervor los obligaba a luchar con bravura. Como héroes del pueblo, combatieron con espíritu revolucionario.
Para los miembros de la SGI, el “espíritu revolucionario” es la fe. Nuestra fe, nuestro corazón, determinan todas las cosas. Yo les pido, encarecidamente: “¡Vivan siempre armados de espíritu revolucionario!”. La SGI es un ejército de voluntarios nacidos de las filas del pueblo. Estamos armados de fe. La justicia y la verdad alimentan nuestro espíritu de lucha. Tenemos compañeros genuinos y fieles. Por eso, somos fuertes. Por eso, somos invencibles.
No hay lugar para cobardes
Al principio, parte de las tropas francesas, faltas de adiestramiento y asustadas por los cañonazos, vacilaron y parecieron estar a punto de retroceder. Pero su experimentado comandante de cincuenta y siete años, François-Christophe Kellermann, los exhortó a no dar un solo paso atrás. “¡Yo estoy aquí, al lado de ustedes!”, clamaba. Al frente de sus tropas, volvió a agrupar a los hombres y los condujo a emprender un nuevo ataque.
Un líder no se forja menospreciando a los demás. Los líderes deben alentar a los otros y luchar a su lado. Deben exhortarlos: “¡Luchemos juntos! ¡Si vamos a morir, yo lo haré con ustedes!”. La gente sólo se siente inspirada a luchar por una noble causa cuando existe esta clase de liderazgo.
Pero existe otra clase de líderes: los que dan órdenes desde arriba y explotan a las personas para acumular gloria y autoridad. Cuando llega la hora crucial, esta clase de dirigentes agobia a los demás con la peor parte del trabajo y se asegura de cuidar su pellejo a toda costa. Los cobardes de esta calaña representan lo más bajo del género humano.
“¡Viva el pueblo!”
La batalla de Valmy fue una contienda entre la nobleza y la gente común. Los soldados voluntarios, enardecidos de coraje, gritaban en medio de la batalla con un clamor que hacía temblar la tierra: “¡Viva la nación!” “¡Viva el pueblo!”. Por sobre el estruendo de los cañones, lanzaban su grito bronco con la fuerza del trueno.
Los aristócratas no comprendían... Atónitos, detuvieron su marcha. La alegría y el espíritu intrépido del pueblo eran el secreto de su victoria. Las tropas prusianas, afectadas por el mal tiempo, la enfermedad y la escasez de provisiones, finalmente se vieron obligadas a retirarse.
“La voz cumple la función del Buda.” Nuestra voz puede ser un arma. Puede ser una fuerza poderosa.
Una de las razones por las cuales cayó el ejército prusiano, se dice, es que sus líderes no tenían motivación para luchar y vencer. Probablemente las razones de esta falta de fibra hayan sido muchas, pero suele suceder que las personas aferradas al poder y a los privilegios se tornan cobardes. Están tan pendientes de resguardar su lugar, que no pueden consagrarse libremente a su causa. Y aquí yace su debilidad.
La batalla de Valmy no fue muy vasta, pero se la recuerda y valora como una importante victoria del pueblo. Lo mismo puede decirse de las luchas que ustedes están librando en su zona, como miembros de la SGI. Sé que los budas y deidades celestiales —las funciones protectoras del universo— estarán celebrando su noble esfuerzo.
Los franceses poseen esprit, temple espiritual. En cierto sentido, esto los vuelve más fuertes.
El fallecido historiador de arte francés René Huyghe solía hablar del esprit durante nuestros diálogos. Después de su muerte, recibí una carta firmada por su esposa, donde me comunicaba que su esposo siempre había hablado de mí de la forma más elogiosa. Y me decía que deseaba hacerme llegar algunos objetos personales de su difunto esposo, a modo de recuerdo.
El doctor Linus Pauling, pacifista y científico ganador del Premio Nobel, también me dejó muchos de sus efectos personales. Porque constituyen un valioso legado de toda la humanidad, hoy se exhiben en la muestra “Linus Pauling y el siglo XX”, que está recorriendo distintos puntos de los Estados Unidos.
“Presidente Ikeda, por favor venga a vivir a Francia”
Detrás de mi renuncia como presidente de la Soka Gakkai, hace veinte años, hubo una oscura conspiración iniciada por fuerzas a quienes parecía molestarles el poder y la influencia que representaba nuestro movimiento. Participaron en esa maniobra personas inescrupulosas, dispuestas a vender a su maestro. Su comportamiento realmente fue digno de lástima: siempre tenían una palabra hábil a flor de labios, pero cuando llegó la hora de actuar, no hicieron nada. En esas instancias críticas, algunos amigos me dijeron: “Presidente Ikeda, por favor venga a Francia. Tenemos un palacio a su disposición, desde donde podrá liderar el movimiento por el kosen-rufu”. Esos amigos fueron Philippe Moine, actual director del Centro Literario Víctor Hugo [sito en Bièvres, en las afueras de París] y su esposa, Masako.
Su sinceridad me conmovió. Afuera del Japón hay personas fuertes y valientes. Desde luego, no podía aceptar ese castillo, así que decliné la invitación con la mayor cortesía, muy agradecido por el espíritu que había inspirado su gesto.
Sin embargo, en ese momento, algunos me sugirieron que me marchara del Japón, una tierra gobernada por la envidia y el desprecio, y que me fuese a vivir al exterior. Mi esposa, entonces, me hizo notar: “Todavía están los alumnos de las escuelas Soka. Ellos necesitan aquí al fundador de su querido colegio”. Les estoy contando todas estas cosas porque quiero dejar constancia de lo que sucedió realmente en aquellos momentos.
La esperanza de una nueva canción progresista
“La Marsellesa”, el himno nacional de Francia, fue compuesta por un joven apasionado y entonada con valentía por los ciudadanos, durante la Revolución Francesa. Un general de aquellos años comentó que había podido triunfar en la batalla porque tuvo a su lado a “La Marsellesa”, al frente de las tropas. Los héroes de la Resistencia francesa, que lucharon contra el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, también se inspiraron en “La Marsellesa”. Recuerdo con cariño la vez que marché junto a los jóvenes de la SGI de Francia entonando esta canción.
A nosotros nos brindan inspiración las canciones de la Soka Gakkai. Hace poco [en la serie “Reflexiones sobre La nueva revolución humana], propuse que compusiéramos nuevas canciones de avance, nuevas marchas y melodías triunfales, que nos acompañaran en nuestra ruta hacia el siglo XXI. Espero con ansiedad la aparición de nuevas canciones, que todos los miembros puedan aceptar y cantar espontáneamente.
Momento de grandeza
Este año se cumple el 250o aniversario del nacimiento de Goethe [nacido el 28 de agosto de 1749]. En una de sus obras, Goethe escribió los siguientes versos para celebrar el arribo de una nueva época:
¡En pie, hermanos! ¡Arriba
para salvar el mundo!
Surca el cielo un cometa;
llegó el tiempo oportuno.
¡De los tiranos crueles
la trama destrozad!
¡Adelante! ¡Adelante!
¡La obra se cumplirá!.
Si interpretamos las palabras de Goethe desde el punto de vista de nuestras actividades e ideales, “salvar el mundo” significa concretar la paz mundial. “Surca el cielo un cometa” significa que el cielo nos observa. “¡De los tiranos crueles la trama destrozad!” quiere decir partir en dos la arrogancia de las autoridades. “La obra” significa, para nosotros, definir el triunfo de esta empresa titánica que es el kosen-rufu.
En otra estrofa, Goethe escribió:
No detendrán nuestro paso
[...]
¡Adelante, valientes!
¡Marchemos sin cesar!
Que nuestra magna obra
cumplida quedará.
No nos detengamos. Pues donde no hay avance hay retroceso. Avanzar siempre... He aquí el secreto de la victoria. La bandera tricolor de la victoria que identifica a la SGI flamea en todos los rincones del globo. Cuando voy conduciendo y veo esa bandera aquí y allá, envío daimoku a los miembros de todos esos lugares. Quiero viajar por todo el Japón y por todo el mundo, en este período en que estamos consolidando los cimientos del kosen-rufu para incursionar de lleno en el siglo XXI.
Un monumento a la victoria, para la posteridad
En sus últimos años, mientras vivía exiliado en la isla de Santa Helena, Napoleón reflexionó sobre su vida turbulenta, signada por una sucesión interminable de críticas y de insultos. Escribió: “Una victoria, un monumento. He aquí la respuesta mejor y la más verdadera. La falsedad pierde consistencia y se desvanece con el tiempo; lo que perdura es la verdad. Los sabios, especialmente los de la posteridad, pronunciarán su juicio basados en los hechos”. Así de firme era la convicción de Napoleón en el futuro. Las acusaciones infundadas y falsas desaparecen con el tiempo. Lo que queda es sólo la realidad de la victoria.
Hay otras palabras muy conocidas que dejó Napoleón: “Marchad a la vanguardia de las filosofías que imperan en vuestro tiempo, y veréis que esas filosofías os seguirán y apoyarán”. En este momento se está librando una feroz batalla por determinar qué filosofía, qué fuerzas liderarán el siglo XXI. ¿De qué dependerá el resultado? De los valores humanos, de las personas de capacidad. Es esencial que surjan individuos de personalidad bien templada, de fortaleza e integridad. Y el objetivo de la SGI está en forjar seres humanos así.
Uno puede ser muy brillante, pero no tener principios. Uno puede ser muy famoso, pero no tener una filosofía clara de vida. Uno puede rebosar de pasión, pero no tener inteligencia o resistencia a la adversidad. Uno puede ser tremendamente popular, pero no, sincero. Ninguno de estos individuos posee una personalidad bien templada. Sus cualidades permanecen fragmentadas y separadas unas de otras. No forman un todo integrado y sublime. Esa integridad es la cualidad especial de los que practican el Budismo de Nichiren Daishonin. Eso se debe a que Myoho-renge-kyo lo tiene todo: virtudes, fuerza vital, inteligencia, buena fortuna y filosofía.
La filosofía de Napoleón era dar oportunidades a las personas de talento. El señor Toda nos pedía que educáramos y capacitáramos a los sucesores, para que ellos pudieran superarnos. Las personas capaces determinarán la victoria y crearán nuestro futuro. Por eso, la SGI está consagrada a nutrir personas capaces. Y esa consagración es lo que le dará el triunfo.
En un editorial que el señor Toda escribió para el Daibyakurenge del 1o de mayo, hace cuarenta y cinco años, dijo que los que trabajaban por el kosen-rufu eran emisarios del Buda, y que estaban acometiendo la tarea del Buda. Afirmó que eran héroes infinitamente superiores a Napoleón o a Alejandro Magno.
Los que propagan la Ley Mística y participan en las actividades de la SGI son verdaderos héroes. Son las personas más nobles que pueda haber.
(Continuará.)
(Publicado el 5 de mayo de 1999 en el Seikyo Shimbun, diario de la Soka Gakkai.)
No 2708
Lunes, 21 de junio de 1999
Breves orientaciones del presidente Ikeda
El 16 de junio, por la noche, el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, participó de una reunión en la que se congregaron responsables de división del área metropolitana de Tokio y de la SGI de los Estados Unidos y de Bolivia. El encuentro que se realizó en Shinjuku, Tokio, contó asimismo, con la presencia del director general de la SGI, Eiichi Wada, y de la responsable de la División de Damas, Eiko Akiyama.
El presidente Ikeda se refirió a las grandes esperanzas que personas de todo el mundo depositaban en la SGI, así como al reconocimiento y las distinciones que la organización recibía constantemente. Al expresar su anhelo de que los responsables se embarcaran en grandes desafíos que les permitieran crecer y convertirse en espléndidos líderes de la nueva centuria, el presidente Ikeda manifestó: “Es mi gran deseo que ustedes sean personas que con un enorme corazón, lleno de generosidad, abracen y ensalcen cálidamente a todos y cada uno, al tiempo que les brinden esperanza e inspiración para que lleguen a ser grandes líderes que luchen por el kosen-rufu”.
El presidente Ikeda elogió los denodados esfuerzos de los miembros diciendo: “¿Cuáles son las personas más dignas de alabanza? Aquellas que luchan con todas sus fuerzas por el kosen-rufu. Aquellas que dedican íntegramente su vida a la Ley Mística. Las que se centran en la Ley y no en sí mismas. Ante los ojos del Buda, son miles de millones de veces más admirables que quienes solo van en pos de la fama y de la posición social. Son los genuinos emisarios del Buda”.
(Publicado en la edición del 17 de junio del Seikyo Shimbun, periódico de la Soka Gakkai)
No 2713
Miércoles, 7 de julio de 1999
Breves orientaciones del presidente Ikeda
Una fuerza vital que vibre eternamente
El 30 de junio, por la tarde, el presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, mantuvo una reunión informal con miembros que participan del curso de capacitación de la SGI, en Shinjuku, Tokio. Estuvieron presentes en la ocasión, además, el presidente adjunto de la SGI, Einosuke Akiya; el director general Eiichi Wada y la responsable de la División de Damas, Eiko Akiyama. En la oportunidad, el presidente Ikeda realizó las siguientes observaciones.
El Budismo nos enseña cómo lograr una fuerza vital eternamente joven y vibrante. Nichiren Daishonin declara: “Usted se volverá cada vez más joven”. Por favor, con un espíritu siempre vivaz, dedíquense, cada uno en su respectiva región, a propagar los ideales del Budismo, para la felicidad y la paz de todas las personas. Acumulen en su vida infinitos beneficios, que perduren eternamente, como resultado de su lucha.
Las verdaderas enseñanzas del Budismo de Nichiren Daishonin no se encuentran en las formalidades o en el autoritarismo. Solo podemos hallarlas en la fe y en la práctica de quienes se esfuerzan con toda su vida por el kosen-rufu a lo largo de su existencia.
(Publicado en la edición del 1o de julio del Seikyo Shimbun, el periódico de la Soka Gakkai.)