Escritos de Nichiren Daishonin
La Ley Causal de la Vida
Gosho Zenshu, pág. 1114 (fragmento)
“Y sin embargo, en esta época turbulenta, cuando ni siquiera tienen sirvientes en quien confiar, usted ha enviado a su esposo hasta aquí [la isla de Sado]. Esto demuestra que su sinceridad es más profunda que la tierra, así que las deidades terrenales sin falta deben de estar conscientes de ello. Su sinceridad es más elevada que el cielo, así que las deidades celestiales Bonten y Taishaku también ya lo habrán notado”
Los Principales Escritos de Nichiren Daishonin, Vol I, pág. 208.
Antecedentes
Nichiren Daishonin escribió esta carta para la esposa de Shijo Kingo y se la entregó a éste, cuando recibió su visita en la isla de Sado, en el cuarto mes de 1272. Ella había recibido del Daishonin el nombre de Nichigen-nyo y, al igual que su marido, apoyaba con devoción sus enseñanzas. Por otro lado, el Daishonin había impuesto el nombre de Tsukimaro y de Kyo’o a las dos hijas del matrimonio.
Al comienzo de la carta, Nichiren Daishonin le pide que comparta su lectura con la esposa de Toshiro. Poco se sabe acerca de éste; se cree que fue uno de los colegas de Kingo dentro del ambiente gubernamental de Kamakura y que su esposa era amiga cercana de Nichigen-nyo.
En una sociedad feudal como aquella, la vida se tornaba difícil para las mujeres, pues su condición social era, en general inferior a la de los hombres. Sin embargo, en un momento en que no tenía a nadie en quien confiar, excepto su marido, Nichigen-nyo envió a éste a Sado, desde Kamakura, en un viaje tan difícil como peligroso. Por dicha razón, el Daishonin alaba su fe.
Esta carta, titulada aquí “La ley causal de la vida”, es más conocida con el nombre de “Gosho de Dosho y Domyo”, en referencia a los dos mensajeros celestiales que, según decía la tradición, permanecían encaramados a los hombros de las personas desde el mismo momento en que éstas nacían, para observar cada una de sus acciones. Simbolizan la ley de causa y efecto que actúa sobre la vida.
Puntos Principales
Explicación
Esta carta fue escrita el año siguiente a la persecución de Tatsunokuchi. Esta fue la persecución más terrible que tuvo que enfrentar el Daishonin y que lo puso al borde de la muerte. Mientras tanto, los discípulos del Daishonin que se encontraban en Kamakura fueron deportados, fueron deportados y encarcelados, además de ser obligados a pagar multas y sufrir la expropiación de sus tierras. Se dice que debido a esto más de la mitad de los discípulos que estaban en Kamakura abandonaron la fe.
Como Shijo Kingo era un samurai empleado por el señor feudal Ema, quien pertenecía al clan Hojo, no sufrió persecuciones. Sin embargo, en el año 9 de la era Bun’ei Kamakura se convirtió en campo de batalla, debido al “Alzamiento de Febrero”, donde se produjo una lucha interna en el gobierno,. En el momento en que Shijo Kingo viajó a la isla de Sado la situación social era inestable. Las persecuciones contra la Ley continuaban, y se vivía realmente en “un mundo convulsionado”.
El Daishonin brinda las mayores alabanzas a la fe de Nichigen-nyo, quien envió a su marido a la isla de Sado, cuando ella misma necesitaba de su protección, y la alienta diciendo que las deidades celestiales también conocen su sinceridad. El Daishonin expresa su máximo reconocimiento y pone de relieve el corazón de Nichigen-nyo, que está luchando valientemente y enfrentando las dificultades.
En los momentos de convulsión, Shijo Kingo y su esposa dieron prioridad a la protección del Daishonin, antes que buscar su propia seguridad. Lucharon hasta el final por el kosen-rufu, como figuras centrales de los creyentes de Kamakura. Aquí se menciona a Bonten y Taishaku, como deidades representativas. Al decir que las deidades del cielo y la tierra están informadas, significa que todas las deidades conocen el asunto. Las deidades celestiales protegen sin falta a las personas que se esfuerzan seriamente por el kosen-rufu, en un ambiente adverso. Acerca de esto, el Presidente Ikeda dice lo siguiente:
“’Proteger estrictamente a la persona de fe firme’. Este es el juramento hecho por las deidades celestiales. Si tenemos fe, las deidades celestiales nos protegerán sin falta; por eso no hay necesidad de apenarse o temer nada. Hagan suya la felicidad en esta vida con una fe firme, mientras invocan un daimoku vigoroso y enérgico. La fe hace que esto sea posible.”
Concluyamos este año de una manera espléndida y comencemos el año nuevo con una nueva determinación.
Daibyakurenge, diciembre de 1998, pág. 57 a 59.