ALIANZA (SONATA) |
Ni el corazón cortado por un vidrio en
un erial de espinas, |
ni las aguas atroces vistas en los
rincones |
de ciertas casas, aguas como párpados y
ojos, |
podrían sujetar tu cintura en mis manos
|
cuando mi corazón levanta sus encinas |
hacia tu inquebrantable hilo de nieve. |
Nocturno azúcar, espíritu de las
coronas, |
redimida |
sangre humana, tus besos |
me destierran, |
y un golpe de agua con restos del mar |
golpea los silencios que te esperan
|
rodeando las gastadas sillas, gastando
puertas. |
Noches con ejes claros, |
partida, material, únicamente |
voz, únicamente |
desnuda cada día. |
Sobre tus pechos de corriente inmóvil, |
sobre tus piernas de dureza y agua, |
sobre la permanencia y el orgullo |
de tu pelo desnudo, |
quiero estar, amor mío, ya tiradas las
lágrimas |
al ronco cesto donde se acumulan, |
quiero estar, amor mío, solo con una
sílaba |
de plata destrozada, solo con una punta |
de tu pecho de nieve. |
Ya no es posible, a veces ganar sino
cayendo, |
ya no es posible, entre dos seres |
temblar, tocar la flor del río: |
hebras de hombre vienen como agujas, |
tramitaciones, trozos, |
familias de coral repulsivo, |
tormentas y pasos duros por alfombras |
de invierno. |
Entre labios y labios hay ciudades |
de gran ceniza y húmeda cimera, |
gotas de cuándo y cómo, indefinidas |
circulaciones: |
entre labios y labios como por una costa
|
de arena y vidrio, pasa el viento. |
Por eso eres sin fin, recógeme como si
fueras |
toda solemnidad, toda nocturna |
como una zona, hasta que te confundas |
con las líneas del tiempo. |
Avanza en la dulzura, |
ven a mi lado hasta que las digitales |
hojas de los violines |
hayan callado, hasta que los musgos |
arraiguen en el trueno, hasta que del
latido |
de mano y mano bajen las raíces. Pablo Neruda. |