DERROTA |
1963 |
Yo que no he tenido nunca un oficio |
que ante todo competidor me he sentido
débil |
que perdí los mejores títulos para la
vida |
que apenas llego a un sitio ya quiero
irme (creyendo que mudarme es una solución) |
que he sido negado anticipadamente y
escarnecido por los más aptos |
que me arrimo a las paredes para no caer
del todo |
que soy objeto de risa para mí mismo
que creí |
que mi padre era eterno |
que he sido humillado por profesores de
literatura |
que un día pregunté en qué podía
ayudar y la respuesta fue una risotada |
que no podré nunca formar un hogar, ni
ser brillante, ni triunfar en la vida |
que he sido abandonado por muchas
personas porque casi no hablo |
que tengo vergüenza por actos que no he
cometido |
que poco me ha faltado para echar a
correr por la calle |
que he perdido un centro que nunca tuve |
que me he vuelto el hazmerreír de mucha
gente por vivir en el limbo |
que no encontraré nunca quién me
soporte |
que fui preterido en aras de personas
más miserables que yo |
que seguiré toda la vida así y que el
año entrante seré muchas veces más burlado en mi ridícula ambición |
que estoy cansado de recibir consejos de
otros más aletargados que yo («Ud. es muy quedado, avíspese, despierte») |
que nunca podré viajar a la India |
que he recibido favores sin dar nada en
cambio |
que ando por la ciudad de un lado a otro
como una pluma |
que me dejo llevar por los otros |
que no tengo personalidad ni quiero
tenerla |
que todo el día tapo mi rebelión |
que no me he ido a las guerrillas |
que no he hecho nada por mi pueblo |
que no soy de las FALN y me desespero
por todas estas cosas y por otras cuya enumeración sería interminable |
que no puedo salir de mi prisión |
que he sido dado de baja en todas partes
por inútil |
que en realidad no he podido casarme ni
ir a París ni tener un día sereno |
que me niego a reconocer los hechos |
que siempre babeo sobre mi historia |
que soy imbécil y más que imbécil de
nacimiento |
que perdí el hilo del discurso que se
ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo |
que no lloro cuando siento deseos de
hacerlo |
que llego tarde a todo |
que he sido arruinado por tantas marchas
y contramarchas |
que ansío la inmovilidad perfecta y la
prisa impecable |
que no soy lo que soy ni lo que no soy |
que a pesar de todo tengo un orgullo
satánico aunque a ciertas horas haya sido humilde hasta igualarme a las piedras |
que he vivido quince años en el mismo
círculo |
que me creí predestinado para algo
fuera de lo común y nada he logrado |
que nunca usaré corbata |
que no encuentro mi cuerpo |
que he percibido por relámpagos mi
falsedad y no he podido derribarme, barrer todo y crear de mi indolencia, mi |
flotación, mi extravío una frescura
nueva, y obstinadamente me suicido al alcance de la mano |
me levantaré del suelo más ridículo
todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final. Rafael Cadenas. |