Canto de Mi Mismo 5

 

Yo creo en ti, alma mía; mi otro yo no se humillará ante ti,
Y tú no te humillarás ante él.
Entrégate conmigo al ocio sobre la hierba, desembaraza tu garganta,
No quiero palabras, ni música, ni versos, ni costumbres, ni conferencias, ni siquiera las mejores,
Sólo quiero el arrullo, el susurro de tu voz suave.
Recuerdo cómo nos acostamos, una mañana diáfana de estío,
Cómo apoyaste tu cabeza en mis caderas, cómo te inclinaste dulcemente sobre mí,
Cómo me abriste la camisa sobre el pecho, cómo hundiste tu lengua hasta tocar mi corazón desnudo,
Y cómo te estiraste hasta palparme la barba, y cómo te estiraste hasta abrazarme los pies.
Velozmente eleváronse y me rodearon la paz y el conocimiento que rebasan a todas las disputas de la tierra,
Y sé que la mano de Dios es la promesa de la mía,
Y sé que el espíritu de Dios es hermano del mío,
Y sé que todos los hombres que han existido son también mis hermanos; y las mujeres, mis hermanas y amantes,
Y que el amor es el sostén de la creación,
Y que son Innumerables las hojas rígidas o lánguidas de los campos,
Y las hormigas morenas en sus pequeños pozos bajo las hojas,
Y las costras mohosas del seto, las piedras hacinadas, el saúco, el verbasco y la cizaña.

Walt Whitman.

 

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