Bragança
ofrece un ejercicio interesante a quienes les gusten las curiosidades históricas.
Un breve recorrido entre la Rua Dieita y la Rua de Trás es como
un viaje en el tiempo.
La ciudad antigua quedaría en la zona donde hoy está ubicada la Catedral. Era una población militar y sirvió de base a una importante ciudad romana. Con las invasiones bárbaras y las guerras entre moros y cristianos, esta primitiva Bragança ha desaparecido totalmente. Cuando, en el 1130, fue restaurada, los hombres de esta época escogieron un lugar diferente en el que asentarse, en la cima de un otero, alejado del centro pocos centenares de metros. Ahí ha surgido la villa de Benquerenças y se ha edificado el castillo. Es dentro de ese conjunto en donde queda la famosa Domus Municipalis, precioso ejemplar de arquitectura civil portuguesa del siglo XIII. La Bragança de hoy es hermana gemela de la otra Brigantia celta y romana que aún puede ser descubierta en las costumbres, en la lengua y en la artesanía. Aunque siempre marcada por una importancia estratégica y militar, Bragança pocas veces ha sido capaz de generar indutrias nuevas. Sin perder sus raíces rurales, la ciudad procura modernizarse, beneficiada de la calidad de vida ofrecida por el cercano Parque Natural de Montesinho. La Praça da Sé constituye la primera y mejor referencia para quienes llegan a la ciudad. En el centro se alza un crucero contruido en 1689. Al frente está la Iglesia de la Catedral, de fachada simple, con portal renacentista, pero de influencia barroca, y un interior con retablo de entalladura dorada y arco triunfal dominado por el blasóm de la ciudad. Una vez visitado el interior de la iglesia, el viajero puede descender la antigua Rua Direita, hoy Rua dos Combatentes da Grande Guerra, y observar los edificios larguiruchos y coloridos, ejemplares de las construcciones medievales, con bellos herrajes en las portadas y puertas. Al desembocar en el Largo General Sepúlveda el viajero puede contemplar la parte norte de la plaza ocupada por la Iglesia de S~ao Vicente, de raíz románica. Dice la leyenda que fue en esta iglesia donde se casó clandestinamente el príncipe y futuro rey D. Pedro con la dama castellana Inés de Castro, de donde ha nacido uno de los temas más fuertes de la literatura portuguesa y universal. El viajero disfrutará sin duda subiendo por la "Costa Grande" y entrando en el laberinto de la ciudadela. Hay un cambio de escenario ya que el recorrido transcurre a través de calles de aspecto morisco y ambiente del medievo. Las murallas poseen quince torres. Toda la cerca es recorrida por el camino de ronda, con vista magnífica sobre los ríos Fervença y Sabor. Del lado poniente del castillo, en lo Largo de S~ao Tiago, hay una picota singular, por la introducción de una escultura zoomorfa, tosca y pesada.Es la llamada "Porca da Vila". El recorrido sigue por la iglesia de Santa María, de origen románica, pero con restauración del siglo XVIII y pasa por Domus Municipalis, edificio románico pero de difícil datación. La torre de homenaje del castillo contiene el Museu Militar. Después de la visita, el viajero podrá salir por la Porta da Traiç~ao y descender la Rua do Condestável, con muchos hogares típicos, hasta la Rua Abílio Beça, antígua Rua de Trás. Ahí las casas con portales anchos recuerdan la presencia de los judíos quienes, huídos de la Inquisición, se refugiaron en Bragança. En el número 27 queda el indispensable Museu Abade de Baçal, el que merece visita cuidada. Si
se pretende llevar un recuerdo de la ciudad, procure las miniaturas de
habitaciones de la región hechas en barro o las máscaras
de madera usadas en las fiestas tramontanas. Y pruebe la cocina regional.
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Ciudadela (66 kB) | Domus Municipalis (107 kB) |
Bragança (141 kB) | Castillo (63 kB) |
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