Carácter
(Karakter) es, ante todo, un intenso drama que relata,
en el Rotterdam de los años 30, la tensa y violenta relación
entre un padre, Dreverhaven (Jan Decleir), y su hijo ilegítimo,
Katadreuffe (Fedja van Huet). Sin embargo esta hermosa película
holandesa ganadora en 1998 del Óscar a la mejor película
de habla no inglesa no se limita tan solo a mostrar esa tensa relación
sino que, teniendo como fondo la dura lucha de un joven pobre y desgraciado
para mejorar su precaria situación social y económica, estudia
el complejo universo que rodea a unos personajes oscuros y enigmáticos...
indescifrables.
El director Mike van Diem sabe plasmar la oscura atmósfera del libro de 1938 dejándonos entrever rasgos de la personalidad de estos complejos personajes de forma sutil evitando siempre de forma elegante desvelar las motivaciones reales de cada personaje y creando siempre entorno a ellos un halo enigmático. La ambientación está realmente lograda y contribuye a reforzar la historia. La recreación del Rotterdam de los años treinta es simplemente perfecta al igual que el vestuario de la época plagado de colores negros y grises que unidos al ambiente lluvioso y oscuro pero grandioso de la ciudad de Rotterdam consiguen realzar lo violento e inquietante de la historia narrada. Es digno de mención el interior de la oficina de abogados y la acertada fotografía de la película que hace que Rotterdam se transforme y se amolde a la historia como un personaje más. Carácter es también la historia de una ambición sin límites, de un muchacho que debe luchar para salir de su precaria situación económica, luchando contra todo y llegando a convertirse en lo que siempre soñó dejando a un lado todo lo demás (incluso el amor) para conseguirlo. Es también la historia de un amor imposible o, mejor dicho, de extraños sentimientos entre dos personas muy distintas pero muy similares en algunos aspectos. Sin duda el personaje más logrado es el de Dreverhaven (Jan Decleir), el más temido alguacil de la ciudad, aparentemente frío e insensible, fuerte e implacable pero deshecho interiormente por la desesperación. Es un personaje tremendamente complejo, demasiado muerto para morir, sin relación alguna con la vida, únicamente unido a la existencia por su relación de amor/odio con su hijo Katadreuffe (Fedja van Huet) y la madre de su hijo, Betty Schuurman, relaciones que marcarán el desarrollo de la película en una violenta explosión de sentimientos ocultos bajo la oscura apariencia de frialdad e insensibilidad del alguacil y de la madre de su hijo. Es,
a mi modo de ver, una de las películas imprescindibles del año
cuyo único error (el no hacer creíble el interrogatorio que
más parece una charla entre amigos que un tenso interrogatorio tras
un homicidio), no desmerece para nada el relato del complejo universo de
las relaciones entre estos oscuros personajes. Genial.
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