A Florencia
hay que tomarla como lo que es: un fenómeno de la Historia. Pocas
naciones, y mucho menos ciudades, pueden enorgullecerse de haber tenido
una creación intelectual semejante en el orden literario, artístico
o político. Los nombres de algunos de los más eminentes hijos
de Florencia (Dante, Boccaccio, Giotto,
Donatello, Botticelli, Leonardo, Miguel Ángel, Cellini, Maquiavelo)
son conocidísimos en todo el mundo, credenciales más que
notables para una ciudad cuyo periodo de explendor duró menos de
tres siglos.
Las guías turísticas suelen comparar a la Florencia renacentista con la Atenas del siglo V; sin embargo, mientras del antiguo explendor griego sólo quedan ruinas espectaculares, Florencia es mucho más que un museo de piedra, mármol y bronce. Sus históricos palacios, sus grandes iglesias y sus innumerables obras de arte no son reliquias polvorientas. Esta ciudad sorprendente puede literalmente llegar a producir dolor de cuello al que deambula por sus calles y encuentra tanto a donde mirar simultáneamente y a diferentes niveles: una hilera de escaparates, un patio entrevisto desde el portal de un palazzo, un blasón de piedra desgastado por el tiempo, una placa conmemorativa, cadenas seculares de hierro enmohecido, viejas esculturas de portadores de antorchas y, arriba, rematando todo ello, las masas de piedra de los palazzi, desde fortalezas medievales y mansiones renacentistas hasta ornamentados edificios del siglo XVII con nombres de resonancia histórica como Acciaiuoli, Rucellai, Strozzi, Pazzi, Salviati o Médicis. En Florencia nadie tiene la impresión de que se haya detenido el tiempo. La animación del centro, su tráfico -ruidoso y sofocante pese a las restricciones impuestas- son inconfundiblemente del siglo en que vivimos. Y, sin embargo, casi todas las calles principales son estrechas y tienen el empedrado irregular de antaño; los palazzi han cambiado poco y las voces que se oyen -melodiosas o ásperas pero siempre con el inconfundible acento florentino- tendrían todavía un sonido familiar para Dante o Miguel Ángel. Por el centro de la ciudad pasa el río Arno, verde y fangoso, bordeado de los anchos lungarni, o muelles, que se construyeron en el siglo pasado para evitar inundaciones. A caballo sobre el río está el Ponte Vecchio, uno de los más antiguos e insólitos del mundo, conocido desde el siglo XVI por sus tiendas de joyeros. |
La tradición
artesanal, aspecto fascinante de la vida de Florencia, es reveladora del
genio de la ciudad para combinar lo bello con lo práctico. Cada
distrito tiene sus artesanos: cordeleros, encuadernadores, bordadores,
herreros.
El turista se sentirá decepcionado al ver lo "poco italianos" que son los florentinos. En general, su actitud es menos abierta que, por ejemplo, la de los napolitanos o romanos. Son corteses con los extranjeros pero rehúsan la familiaridad excesiva. Trabajador, ingenioso, agudo de expresión, tales son las cualidades que siguen caracterizando al florentino. Y completando todo ello, un sentido innato de la dignidad, una elegancia sobria, un ingenio acerado y a menudo cruel, un orgullo soberano por su Florencia natal y un poder de adaptación ante la adversidad que sólo se encuentra en los pueblos acostumbrados a enfrentarse con ella. La catastrófica inundación de noviembre de 1966 (la peor de las 50 que ha padecido la ciudad) ofreció un ejemplo excepcional de ese poder de adaptación. Una noche, engrosado por lluvias torrenciales, el Arno rebasó los muelles arrastrando todo a su paso. En algunas partes de la ciudad, el agua alcanzó una altura de 7 metros. Centenares de cuadros, frescos y esculturas, y más de un millón de valiosísimos libros, sufrieron daños incalculables. El pueblo de Florencia no se dejó amilanar. Incluso antes de que las aguas bajaran, se inició el cuidadoso salvamento de las obras de arte de la ciudad e inmediatamente se emprendió su restauración, difícil y larga tarea que todavía no ha terminado. Mientras que algunos
trabajos de restauración continúan aún sus delicados
quehaceres, la mayor parte de las obras han vuelto a ocupar sus lugares
en las galerías y museos florentinos, después de haber sufrido
los tratamientos apropiados. Así, Florencia, ciudad de las artes
desde el siglo XV, está hoy preparada de nuevo para darnos la bienvenida.
|
Fotos de Florencia
(pulsa sobre la fotografía para ver una versión
ampliada)
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
|
Puedes visitar también una Web-cam
situada en la cúpula de Brunelleschi de la catedral de S. Maria
del Fiore (Duomo).
Esta página está en permanente construcción,
vuelve pronto y encontrarás interesantes novedades.
[Home Page] |