El veneno
Revestir sabe el vino los más sórdidos antros
De un milagroso lujo,
Y hace surgir más de un pórtico fabuloso
Entre el oro de su rojo vapor,
Como el sol que se pone en un cielo nublado.
Agranda el opio aquello que no tolera límites,
Lo ilimitado alarga,
El tiempo profundiza, los deleites ahonda,
Y de placer triste y oscuro,
Anega y colma al alma rebasada.
Mas todo eso no vale el veneno que fluye
De tus ojos, de tus verdes ojos,
Lagos donde mi alma tiembla y se ve invertida...
Llegan mis sueños en tropel,
Para abrevar en esos dos abismos amargos.
Mas todo eso no vale el prodigio terrible
De tu mordiente saliva,
Que sume en el olvido a mi alma impenitente
Y, el vértigo arrastrando,
La trae desfallecida a orillas de la muerte.
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