Libro del desasosiego (fragmento)

 
Nubes... Hoy tengo conciencia del cielo, pues hace días que
no lo miro pero lo siento, viviendo en la ciudad y no en la
naturaleza que la incluye. Nubes... Son ellas hoy la principal
realidad, y me preocupan como si el velarse del cielo fuese uno
de los grandes peligros de mi destino. Nubes... Pasan desde la
barra hacia el Castillo, de Occidente a Oriente, en un tumulto
disperso y desnudo, blanco a veces, se ven desharrapadas en la
vanguardia de no sé qué; medio-negro otras, si, más lentas, tar-
dan en ser barridas por el viento audible; negras de un blanco
sucio, si, como si quisiesen quedarse, ennegrecen más de la
venida que de la sombra lo que las calles abren de falso espacio
entre las líneas cerradas de las casas.
 
Nubes... Existo sin saberlo y moriré‚ sin quererlo. Soy el
intervalo entre lo que soy y lo que no soy, entre el sueño y lo
que la vida ha hecho de mí, la medida abstracta y carnal entre
cosas que no son nada, siendo yo también nada. Nubes... ¡Qué
desasosiego si siento, qué desconsuelo si pienso, qué inutilidad
si quiero! Nubes... Están pasando siempre, unas muy grandes,
pareciendo, porque las casas no dejan ver si son menos grandes
de lo que parecen, que van a ocupar todo el cielo; otras de
tamaño incierto, que pueden ser dos juntas o una que va a par-
tirse en dos, sin sentido en el aire alto contra el cielo cansado;
otras aún, pequeñas, que parecen juguetes de poderosas cosas,
bolas irregulares de un juego absurdo, sólo hacia un lado, en un
gran aislamiento, frías.
 
Nubes... Me interrogo y me desconozco. Nada he hecho de
útil ni haré de justificable. He gastado la parte de la vida que no
perdí en interceptar confusamente cosa ninguna, haciendo versos
en prosa a las sensaciones intransmisibles con que hago mío el
univeno desconocido. Estoy harto de mí, objetiva y subjeti~
mente. Estoy harto de todo, y del todo de todo. Nubes... Son
todo, desarreglos de lo alto, cosas hoy sólo ellas reales entre la
tierra nula y el cielo que no existe; harapos indescriptibles del
tedio que les supongo; niebla condensada en amenazas de color
ausente; algodones en rama sucios de un hospital sin paredes.
Nubes... Son como yo, un pasar desfigurado entre el cielo y la
tierra, al sabor de un impulso invisible, tronando o no tronando,
alegrando blancas u obscureciendo negras, ficciones del intervalo
y del error, lejos del ruido de la tierra y sin tener el silencio
del cielo. Nubes... Siguen pasando, siguen siempre pasando,
pasarán siempre siguiendo, en un enrollamiento discontinuo de
madejas empañadas, en un alargamiento difuso de falso cielo
deshecho.
 
                                     15-9-1931.
 

Bibliografía, copyrights y agradecimientos.
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