Estoy esperando a alguien que no conozco.
Que conocí y no viene.
Que llega pero no sacia.
Que sacia pero se va.
Que se va y no vuelve.
Y comienza la espera que tiene forma de carta que no llega.
De teléfono , que no suena.
De timbre, que nadie toca.
De puerta, que no golpean.
Te espero como enfermo para curarse, y un soldado la licencia.
Como escolar el fin de curso y obrero el día de fiesta.
Te espero con la fantasía de un niño, con la ilusión de miles de jóvenes.
Con desesperación al sentir que envejezco y con la seguridad con que espero la muerte.
Y te espero... con la angustia del insomne, con ansiedad y con miedo.
Con el recuerdo que se desdibuja.
Como alguien que fue herido y pide que le alivien el dolor.
Y cuando ya parece que lo esperado no viene, lo esperado llega.
Pero nunca, nunca lo que llega es igual a lo esperado.
Lo esperado siempre es mejor.
Entonces la espera termina para dejar lugar a una nueva espera.
Estoy esperando a alguien que no conozco.