Saber que mi viejo automovíl ( que aún tiene el aire de los neumáticos original ) no vale nada y que el último modelo por el que lo quiero cambiar tiene costos similares a los del trasbordador espacial.
Haber llenado un sencillísimo formulario de cincuenta y tres páginas blancas y ocho verdes, para obtener mi tarjeta de crédito; donde me preguntan por mi familia, enfermedades sufridas y deseadas, inversiones, una lista de quince conocidos, otra de familiares y una más de quienes en el transcurso de la vida habían sostenido conmigo alguna relación sexual o comercial, acciones en la bolsa de Nueva York, color de la orina al levantarme, participación en las conversaciones de paz, opiniones sobre la deuda externa.
Conseguir algunos cuantos papeles, para solicitar mi préstamo de vivienda : certificado de ingresos y retenciones, de buena conducta expedido por el DAS, de bachiller autenticado por notario, siete estampillas de timbre nacional, extractos bancarios de los últimos siete años, paz y salvo con el catastro y afines, registro civil actualizado y cuatro fotos tamaño cédula, de frente y donde se vieran las orejas.
Saber que las matemáticas son una ciencia que se dedica a quitar las ganas de estudiar, la tangente es el lugar por donde se salen los que no tienen nada que decir, la trigonometría un compendio de normas para medir los cuerpos tres veces, la integral de la diferencial de X es lo mismo que un rábano, que un conjunto es un grupo de personas o cosas que se reúnen para estar juntas y que el álgebra se la inventó, seguramente, algún nazi o miembro del Ku Klux Klan.
Que el día de mi cumpleaños me canten el "japi verde" y me pregunten la edad ( el último fue el del año pasado y desde entonces prometí que no lo volvía a hacer ).
Que suene quince o veinte veces diarias el teléfono de mi casa y no aparezca interlocutor alguno.
Saber que me rayaron el carro y que se trata de un pobre ser humano a quien se le ha extraviado su adorada madrecita y -en vista de que no quiere quedarse solito, pues nunca conoció a su padre- lo ha rayado para ver si así yo le digo de quien es hijo.
Recibir cada mes una carta llena de términos legales y amenazas en la que me recuerdan con lujo de detalles las divertidas consecuencias por las que tendré que pasar si un amigo mío, del que fui fiador para la compra de unos electrodomésticos, vuelve a colgarse en el pago de la cuota mensual de su deuda.
Llegar a tiempo y tener que esperar a los demás ( sólo los que no somos importantes llegamos a tiempo ) El que llega tarde recibe la atención de todos, hay que interrumpir, ponerse de pie, saludar efusivamente y, para rematar, hacer un detallado resúmen de lo que se ha tratado hasta el momento.
Levantarme con unas perspectivas arrolladoras. Sentir que ese rayo maravilloso de sol que entra por los cristales de la ventana, traerá buenas noticias, darle una miradita a los titulares de los periódicos. Y encontrarme con tres mil estudiantes muertos en China, treinta ahogados por sobrecupo de un planchón en el Chocó, los destrozados cadáveres de ciento cincuenta pasajeros de un jet en Surinám, cuatro asesinatos en pleno centro de Medellín, el mismo número en Bogotá -adornados con un secuestro-, varios muertos y un centenar de heridos en Cisjordania.