|
BREVE BIOGRAFIA Federico nace el 5 de junio de 1898 en Fuente vaqueros, provincia de Granada. Es hijo primogé- nito de Federico García Rodríguez y Vicenta Lorca. En 1915 se inscribe en la facultad de derecho y letras. En 1921 publica su "Libro de poemas" En 1927 se estrena su obra Mariana Pineda en el teatro Goya de Barcelona. En 1929 se da la segunda edición de "Canciones". En 1931 se publica el "Poema del cante jondo". En 1932 se da la primera lectura de Bodas de Sangre. El 16 de agosto de 1936 el poeta es detenido por las fuerzas nacionales dependientes del gobierno civil. Es asesinado, al parecer, por orden del gobernador José Valdés, en la madrugada del 19 al 20, en Viznar, en las afueras de Granada, y enterrado, se conjetura, cerca de la fuente arabe Ainadamar (de las lágrimas).
LA CASADA INFIEL
Y yo me la lleve al rio creyendo que era mozuela pero tenía marido. Fue la noche de Santiago y casi por compromiso se apagaron las farolas y se encendieron los grillos. En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos, y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos El almidon de su enagua me sonaba en el oído como una piesa de seda rasgada por diez cuchillos. Sin luz de plata en sus copas los arboles han crecido y un horizonte de perros ladra muy lejos del río. Pasadas las zarzamoras, los juncos y los estribos bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo. Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver. Ella sus cuatro corpiños. Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de frío. Aquella noche corrí el mejor de los caminos montado en potra de nácar sin bridas y sin estribos. No quiero decir por hombre las cosas que ella me dijo. La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Sucia de besos y arena yo me la lleve al río. Con el aire se batían las espadas de los lirios. Me porté como quien soy. Como un gitano legítimo. Le regale un costurero grande raso pajizo y no quise enamorarme por que tenieno marido me dijo que era mozuela cuando la llevaba al río.PRENDIMIENTO DE ANTONIO EL CAMBORIO EN EL CAMINO DE SEVILLA
Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborios, con una vara de mimbre va a Sevilla a ver los toros. Moreno de verde luna anda despacio y garboso. Sus empavonados bucles le brillan entre los ojos. A la mitad del camino cortó limones redondos, y los fue tirando al agua hasta que la puso de oro. Y a la mitad del camino, bajo las ramas de un olmo, guardia civil caminera lo llevó codo con codo. * El día se va despacio, la tarde colgada a un hombro, dando una larga torera sobre el mar y los arroyos. Las aceitunas aguardan la noche de Capricornio, y una corta brisa, ecuestre, salta los monte de plomo. Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborios, viene sin vara de mimbre entre los cinco tricornios. Antonio ¿Quién eres tú? Si te llamaras Camborio, hubieras hecho una fuente de sangre, con cinco chorros. Ni tú eres hijo de nadie, ni legítimo Camborio. ¡Se acabaron los gitanos que iban por el monte solos! Están los viejos cuchillos tiritando bajo el polvo. * A las nueve de la noche lo llevan al calabozo, mientras los guardias civiles beben limonada todos. Y a las nueve de la noche le cierran el calabozo, mientras el cielo reluce como la grupa de un potro.MUERTE DE ANTOÑITO EL CAMBORIO
Voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir. Voces antiguas que cercan voz de clavel varonil. Les clavó sobre las botas mordiscos de jabalí. En la lucha daba saltos jabonados de delfín. Bañó con sangre enemiga su corbata carmesí, pero era cuatro puñales y tuvo que sucumbir. Cuando las estrellas clavan rejones al agua gris, cuando los erales sueñan verónicas de alhelí, voces de muerte sonaron cerca del Guadalquivir. * Antonio Torres Heredia, Camborio de dura crin, moreno de verde luna, voz de clavel varonil: ¿Quién te ha quitado la vida cerca del Guadalquivir? Mis cuatro primos Heredias hijos de Benamejí. Lo que otros no envidiaban, ya lo envidiaban en mí. Zapatos color corinto, medallones de marfil, y este cutis amasado con aceituna y jazmín. ¡Ay Antoñito el Camborio, digno de una Emperatriz! Acuérdate de la Virgen porque te vas a morir. ¡Ay Federico García, llama a la guardia Civil! Ya mi talle se ha quebrado como caña de maíz. * Tres golpes de sangre tuvo y se murió de perfil. Viva moneda que nunca se volverá a repetir. Un Angel marchoso pone su cabeza en un cojín. Otros de rubor cansado, encendieron un candil. Y cuando los cuarto primos llegan a Benamejí. voces de muerte cesaron cerca del Guadalquivir.ROMANMCE DE LA LUNA, LUNA
La luna vino a la fragua con su polisón de nardos. El niño la mira mira. El niño la está mirando. En el aire conmovido mueve la luna sus brazos y enseña, lúbrica y pura, sus senos de duro estaño. Huye luna, luna, luna. Si vinieran los gitanos, harían con tu corazón collares y anillos blancos. Niño, déjame que baile. Cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque con los ojillos cerrados. Huye luna, luna, luna, que ya siento sus caballos. Niño, déjame, no pises mi blancor almidonado. El jinete se acercaba tocando el tambor del llano. Dentro de la fragua el niño, tiene los ojos cerrados. Por el olivar venían, bronce y sueño los gitanos. Las cabezas levantadas y los ojos entornados. ¡Cómo canta la zumaya, hay cómo canta en el árbol! Por el cielo va la luna con un niño de la mano. Dentro de la fragua lloran, dando gritos, los gitanos. El aire la vela, vela. El aire la está velando.LA MONJA GITANA
Silencio de cal y mirto. Malvas en las hierbas finas. La monja borda alhelíes sobre una tela pajiza. Vuela en la araña gris. siete pájaros del prisma. La iglesia gruñe a lo lejos como un oso panza arriba. ¡Qué bien borda! ¡Con qué gracia! Sobre la tela pajiza, ella quisiera bordar flores de su fantasía. ¡Qué girasol! ¡Qué magnolia de lentejuelas y cintas! ¡Qué azafranes y qué lunas, en el mantel de la misa! Cinco toronjas se endulzan en la cercana cocina. Las cinco llagas de Cristo cortadas en Almería. Por los ojos de la monja galopan dos caballistas. Un rumor último y sorda le despega la camisa, y al mirar nubes y montes en las yertas lejanías, se quiebra su corazón de azúcar y yerbaluisa. ¡Oh!, qué llanura empinada con veinte soles arriba. ¡Qué ríos puestos de pie vislumbra su fantasía! Pero sigue con sus flores, mientras que de pie, en la brisa, la luz juega el ajedrez alto de la celosía.