Japón ya había sido establecido como candidato y se benefició de la temprana publicidad mucho antes de que la República de Corea irrumpiera vigorosamente en el escenario para lanzar una impresionante campaña similar y dejar abiertas todas las posibilidades.
Se escribió, leyó,
dijo y escuchó mucho sobre las declaraciones y objetivos de ambos
candidatos y sería imposible reproducir aquí los detalles
de sus amplias carpetas particularmente en vista de que una inminente decisión
final está prevista para el 1º de junio de 1996. Lo que sí
podemos señalar en estas líneas es que la dedicación
con que Japón y la República de Corea han llevado sus campañas
refleja contundentemente su determinación a triunfar y esto, a su
vez, puede ser interpretado como un reflejo positivo de la importancia
de la Copa Mundial como manifestación deportiva de gran envergadura.
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Pese a toda la euforia que reina,
mencionemos unas palabras de advertencia. La campaña para la Copa
Mundial 2002 ha señalado a la FIFA que el inevitable incremento
de la atracción económica y del prestigio de la Copa Mundial
requerirá en el futuro una regulación más exacta del
procedimiento de candidaturas con directrices claras que garanticen la
preservación de la dignidad misma.
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