LA TEORÍA DEL FLOGISTO Y LA REVOLUCIÓN QUÍMICA.
Joachim Becher sugirió en 1669 que las sustancias térreas sólidas estaban formadas por tres tipos de "terras": terra lapida, terra pringuis y terra mercurialis. La terra lapida era un componente fijo en todos los sólidos, que era el equivalente a la sal de los iatroquímicos. La terra pringuis estaba presente en todos los cuerpos combustibles, era el correspondiente al azufre. La terra mercurialis, correspondiente al principio del mercurio. Becher consideraba que solo las sustancias compuestas, que eran las que contenían terra pringuis, eran susceptibles de sufrir un proceso de combustión, en el cual los cuerpos compuestos se separaban en sus partes constituyentes. La terra pringuis se desprendía de su combinación con las otras tierras durante el proceso de combustión
George Ernst Stahl dio el nombre de "flogisto" a la terra pringuis, que era el elemento esencial de todos los cuerpos combustibles, de forma que se escapaba de los cuerpos cuando estos se quemaban. Suponían que los metales eran sustancias compuestas y que tras la calcinación se separaban en sus partes constituyentes, la cal pesada y el flogisto aéreo. El flogisto liberado podía pasar a la atmósfera o a formar parte de otra sustancia capaz de combinarse con el, con una cal para formar de nuevo un metal.
Según la teoría del flogisto, toda sustancia susceptible de sufrir combustión contiene flogisto, y en proceso de combustión consiste básicamente en la pérdida de dicha sustancia.
Dado que se sabía que sustancias como el mercurio aumentaban de peso durante la combustión se consideró que el flogisto tenía peso negativo. Gabriel Vernel sugirió en 1760 que el flogisto poseía ligereza positiva, por lo que en términos aristotélicos no se ve atraído hacia en centro de la tierra y tiende a subir, conllevando un aumento de peso en la formación de cales tras la calcinación y una disminución del mismo en la reducción.
Comparando la teoría del flogisto con la de los cuatro elementos de los griegos, la tierra ya no era considerada como un elemento, ya que se habían reconocido distintos tipos de tierra. Sin embargo los demás elementos; agua, aire y fuego seguían considerandose como elementos fundamentales, aunque a veces el flogisto era considerado como el elemento fuego, o al menos el agente activador del fuego.
Black demostró en 1754 que existía una sustancia gaseosa, el "aire fijado" o monóxido de carbono, que tenía propiedades diferentes del aire. Sus trabajos llamaron la atención hacia el problema de la naturaleza química de los gases y en 1766 Henry Cavendish escribió sobre el "aire inflamable" o hidrógeno. En 1777 Scheele un poco antes que Priestley descubrieron el oxígeno. Consideraron que el aire estaba compuesto por "aire fuego" u oxígeno y "aire impuro". Para Scheele la función del "aire fuego" era la de tomar el flogisto liberado de las sustancias que se quemaban, de forma que cuando el oxigeno de un espacio cerrado se saturaba y no podía recoger más flogisto la combustión ya no era posible y se detenía el proceso. Tampoco ahora el elemento aire de los griegos era considerado como elemento.
En 1772 Lavoisier consideró que el aumento de peso después de un proceso de calcinación de metales podría deberse a la absorción de aire y no, como pretendía Boyle, a la absorción de partículas de fuego. Lavoisier observó que en la calcinación solo se tomaba una parte de aire, y consideró que esto se debía a que esta parte poseía propiedades distintas de la fracción que no absorbía. Influido por Priestley consideró que en la calcinación absorbía oxígeno. Resolvió que la combustión y la calcinación eran reacciones de los cuerpos con el oxígeno, que la combustión era esencialmente un proceso en el cual el oxígeno se combinaba con otra sustancia.
En 1781 Priestley obtuvo agua a partir de oxígeno e hidrógeno. Cavendish repitió el experimento y comprobó que eran necesaria combinar dos partes de hidrógeno y una de oxígeno. Lavoisier concluyó que tampoco el agua era un elemento, sino un compuesto de hidrógeno y oxígeno.
En 1800 la mayoría de los químicos habían reconocido la validez de los experimentos de Lavoisier y la teoría del flogisto quedó definitivamente desautorizada. La nueva química de Lavoisier, basada en la teoría del oxígeno, cubría los hechos conocidos de la química de manera mucho más satisfactoria que la teoría del flogisto. Había muchos tipos de tierras; el fuego se componía de calor, luz y humo; el aire estaba compuesto de oxígeno y nitrógeno y el agua de hidrógeno y oxígeno. En 1784 Lavoisier amplió su revolución químicas introduciendo los nombres modernos de las sustancias (hidrógeno: que produce agua; oxígeno: que produce áccido), enumerando hasta veintitrés sustancias elementales. Con todos estos avances la química avanzó hasta configurarse como hoy la conocemos.