EL PRINCIPIO DE COOPERACIÓN EN LA PRAGMÁTICA
FILOSÓFICA.
H.P. GRICE (1913-1988).
INDICE.
1. INTRODUCCION.
2. PUNTOS DE PARTIDA.
3. SU TEORIA.
1. INTRODUCCION.
Aristóteles fue uno de los primeros pensadores que resaltaron
la importancia del lenguaje asignándole una función criterial
en la definición de la naturaleza humana; para él el lenguaje
define al hombre. Le interesó el uso del lenguaje en la producción
de conocimiento y resaltó la importancia del “sentido común”.
Condillac va ha a poner de relieve el papel activo del lenguaje en el desarrollo
del pensamiento individual y, a través de el, en el proceso del
conocimiento colectivo y social. También Humbold insistió
en su tesis de la relatividad lingüística y consideró
que el lenguaje no es solamente un sistema de representación de
ideas, sino que tiene una función esencialmente dinámica
en el desarrollo y la formación de estas.
La definición de conceptos como Lenguaje y Lengua es compleja. Para E. Sapir el Lenguaje es “un método puramente humano no instintivo para la comunicación de ideas, emociones y deseos por medio de símbolos producidos voluntariamente”. Para Bloch y Trager “la lengua es un sistema de símbolos vocales arbitrario por medio del cual opera un grupo social”. Para Chomsky es “un conjunto de oraciones, cada una de ellas finita en longitud, compuesta por un conjunto finito de elementos”. Se podrían definir los lenguajes no como tipos de cosas que se puedan observar, sino como abstracciones útiles. Lo único que es, en sentido estricto, observable son las proferencias, la emisión de palabras y sonidos, que en sí son actos humanos. Junto a las proferencias, los gestos que las acompañan juegan también un papel muy importante en la comunicación humana.
Para que una comunicación sea posible es necesario que haya un emisor o persona que tenga algo que decir y tenga la intención de hacerlo, y un oyente o receptor que esté dispuesto a escuchar, reconocer y entender el mensaje y la intención del hablante. Comunicar algo en si es transmitir información y obtener respuestas. Pero si el hablante no proporciona a su interlocutor pistas suficientes para que comprenda lo que quería decir, el reconocimiento del mensaje y de la intención por el interlocutor puede no lograse.
El término pragmática se debe a Morris aunque anteriormente
fue apuntado por Ch Pierce y W. James al introducir el “pragmatismo” en
filosofía. Morris dividió a la ciencia de los signos, la
semiótica, en tres ámbitos diferentes: sintaxis, semántica
y pragmática. La sintaxis estudia la relación formal de los
signos entre sí, la semántica estudia la relación
formal de los signos con los objetos a los que dichos signos son aplicados,
y la pragmática las relaciones de los signos con los intérpretes.
Considera que la pragmática se ocupa de las relaciones del signo
con la mente, con el organismo y la sociedad y que tiene como objeto central
la descripción de los factores que inciden en la formación
de las disposiciones de la conducta del intérprete. Pero la visión
original de la pragmática de Morris derivó en distintos usos
del término, unas veces desplazándose hacia la lingüística
y otras hacia la filosofía.
Si bién Morris apuntó que la pragmática ponía
en contacto el lenguaje con los intérpretes, el lenguaje con las
personas, con la sociedad, Sapir afirmó que: “Constituye una ilusión
imaginarse que no se ajusta a la verdad esencialmente sin el uso de la
lengua y que el lenguaje solo es un medio conveniente para la resolución
de problemas específicos de comunicación o reflexión.
El hecho es que en gran medida el mundo real se constituye inconscientemente
y de acuerdo con los usos lingüísticos del grupo”.
Se puede considerar que el origen de la pragmática filosófica está en las “Investigaciones Filosóficas” de L. Wittgenstein. Dio lugar a una nueva forma de considerar los fenómenos y su explicación, insertándolos en el hecho social que los da sentido. Se posiciona en la Pragmática al hablar de «El significado es el uso», juegos de lenguaje, reglas y convenciones lingüísticas
43. “Para una gran clase de casos de utilización de la palabra
“significar” – aunque no para todos los casos de utilización – puede
aplicarse esta palabra así: el significado de una palabra es su
uso en el lenguaje”.(Wittgenstein; Pag. 61; 1953)
El uso del lenguaje del que nos habla Wittgenstein es el uso individual
socialmente coordinado y regulado. Cuando nos habla de juegos del lenguaje
quiere destacar que el hablar un lenguaje es formar parte de una actividad
o forma de vida. Para Wittgenstein prima la subjetividad frente a la privacidad
lingüística.
A las catorce definiciones de pragmática propuestas por Levinson (1983) hoy sería posible añadir más, pero realmente estas definiciones son en realidad tematizaciones de aspectos particulares sobre la investigación que se desarrolla bajo el término “pragmática”. Actualmente se recogen indagaciones sobre la “naturaleza del lenguaje como medio de comunicación”, que no son de naturaleza exclusivamente lingüística, sino que se extienden a la filosofía del lenguaje, a la psicología, la sociología, la antropología, la Inteligencia Artificial y en general al conjunto de disciplinas que giran alrededor del concepto de comunicación.
Es en 1977, año en que se apareció en Holanda el primer número de “Journal of Pragmatics”, cuando se confirmó la institucionalización de la pragmática como campo de estudio, que ha ido adquiriendo gradualmente reconocimiento considerándola autónoma científicamente.
Para Levinson una de las razones del interés de la pragmática
se debió, en parte, a una reacción al tratamiento chomskiano
del lenguaje como un mecanismo abstracto, independiente de los usos, usuarios
y funciones, buscando los medios para poder minar los principios de la
semántica generativa por un cuerpo consistente de ideas filosóficas
que diera importancia al uso del lenguaje a la hora de comprender su naturaleza.
2. PUNTOS DE PARTIDA.
Si se puede decir que la pragmática comienza con Wittgenstein, es Austin quien desarrolló y profundizó esta vía. Revitalizó y se interesó por el estudio del lenguaje corriente y observó que este no es solo descriptivo, que los enunciados no tienen que ser solamente verdaderos o falsos. Para Austin ya no es válida la distinción entre los enunciados constatativos, que describen el estado de las cosas y evalúan en términos de verdad o falsedad, y los realizativos, ligados a las realizaciones de ciertos tipos de actos que no son ni verdaderos ni falsos, que solo pueden ser adecuados o inadecuados, estableciendo un vínculo entre lenguaje y acción.
“Aquella expresión lingüística que no consiste en decir algo, sino en hacer algo, y que no es un informe verdadero o falso de algo” (Austin; Conferencia III, Pag. 67, 1962)
Esta oposición debe superarse mediante la asunción del “acto lingüístico” o “Acto de Habla” como unidad básica de análisis del lenguaje. Considera Austin que en la realidad las cosas son más complejas y que decir algo equivale a realizar tres actos simultáneos: acto locutivo, acto ilocutivo y acto perlocutivo, que poseen significado, fuerza y efecto respectivamente, pero un mismo acto de habla puede ser locutivo, ilocutivo y perlocutivo, dependiendo de cómo se mire el acto; no son tipos de actos diferentes. Ve gran relación entre los actos ilocutivos y los realizativos, y considera que el acto ilocutivo está previamente calculado por el emisor, mientras los perlocutivos no se pueden calcular. Las ideas de Austin ponen de relieve la importancia del lenguaje ordinario, el carácter cooperativo de la investigación filosófica y la necesidad de una ciencia autónoma del lenguaje.
Ejemplos:
Acto locutivo: Me dijo: “Dáselo a ella”. (Decir algo, la
emisión de sonidos)
Acto ilocutivo: Me aconsejó que se lo diera a ella.
(El interlocutor percibe lo emitido por el emisor).
Acto perlocutivo: Me convenció de que se lo diera a ella.
(El efecto causado en el oyente)
J. Searle desarrolló y sistematizó las ideas de Austin y construyó los fundamentos de la Teoría de los Actos de Habla.
“hablar un lenguaje consiste en realizar actos de habla” (Searle, Pag. 25, 1994)
Su teoría es una extensión de las ideas de Austin y es
fronteriza entre la semántica y la pragmática; entre el significado
de una oración y la fuerza ilocutiva. Se basó en la observación
del lenguaje común, por ello tiene una concepción del lenguaje
como actividad. Para Searle el Acto de Habla es la unidad mínima
de la comunicación lingüística, es la emisión
de una oración hecha en las condiciones apropiadas, sin embargo
las oraciones, en cuanto unidades abstractas no realizadas, no pueden ser
unidades básicas de la comunicación humana. Considera que
toda actividad lingüística es convencional y está regulada
por reglas.
“Hablar un lenguaje es tomar parte de una forma de conducta gobernada
por reglas”. (Searle, Pag. 25, 1994)
Piensa que hay dos convenciones; la del sistema lingüístico y la del uso, y considera que los infortunios son la no correcta aplicación de las reglas. Reelabora la tripartición de Austin del Acto de Habla recuperando la base proposicional del significado; divide el acto locutivo en Acto Expresivo (expresión de palabras) y Acto Proposicional (dandole a las palabras expresadas una predicación y una referencia); mantiene el acto ilocutivo y el perlocutivo en los mismos términos que Austin. Considera que la relación entre lenguaje y acción es muy fuerte y piensa que hablar una lengua es formar parte de una conducta.
H.P. Grice, que enseñó Filosofía del lenguaje en la Universidad de Berkeley, California, se sitúa decididamente en la pragmática. Sugirió un cierto desplazamiento de todos los enunciados hacia el terreno realizativo al considerar que hay una conexión entre el lenguaje y la acción, como ya puso de relieve Searle con la teoría de los Actos de Habla, y una intención por parte del hablante que trata de comunicarlo a su interlocutor mediante proferencias.
Grice se centró en el estudio de los principios que regulan la interpretación de los enunciados. No se preocupó de las relaciones entre la estructura gramatical y la fuerza ilocutiva sino que se interesó por lo dinámico, por la conversación; propuso un análisis de la lógica que rige en la conversación entre un hablante y su interlocutor. Mediante la lógica de la conversación Grice vincula la lengua con sus ámbitos de usos institucionales, relacionando objetivos e intenciones con los medios lingüísticos disponibles. Al igual que Searle, creyó que el uso del lenguaje está sometido a una serie de reglas, conscientes o no, que gobiernan cualquier emisión lingüística, a las que Grice denominó máximas conversacionales. Consideró que la diferencia entre semántica y pragmática es artificial y que no debe mantenerse. En este entorno es donde Grice introduce el Principio de Cooperación.
El concepto de implicatura ha tenido gran importancia en la pragmática filosófica, concepto que ha llegado a ser uno de los centrales de la pragmática, sobre todo la anglosajona. Quizá por ello desde 1978 se ha escrito mucho acerca de este concepto iniciado por Grice. Algunos de los libros más destacados que hablan acerca de este término pueden ser:
Penelope Brown y Stephen C. Levinson, Politenes: Some Universals In Language Use (Cambridge: Cambridge Univ. Press, 1988).
Dan Sperber y Deirdre Wilson, Relevance: Comunication and Cognition (Cambridge: Harvard Univ. Press, 1986).
Georgia M. Green, Pragmatics and Natural Language Understanding (Hillsdale, NJ: Erlbaum, 1989).
Y por supuesto el libro de nuestro autor, H.P. Grice, Studies
in the Way of Words (Cambridge: Harvard Univ. Press, 1989).
3. SU TEORÍA.
Con sus teoría Grice ejerció enorme influencia en la investigación pragmática a partir de sus primeros trabajos publicados en 1957. Con la teoría intencional del significado Grice ha delimitado los elementos esenciales de una teoría de la comunicación mediante el lenguaje. Propone una teoría pragmática del significado como un análisis de la lógica que actúa y rige en la conversación. El emisor trata y espera que el receptor reconozca la intención que motivó la comunicación.
Grice considera que en una conversación hay un mensaje y una intención que el hablante que trata de comunicar a su interlocutor mediante proferencias. Considera que hay dos tipos de proferencias:
. Exhibitivas, donde el hablante trata de impartir a su interlocutor una creencia suya (pensamiento, opinión, etc...)
. Protréptivas, donde la intención del hablante es la de modificar las creencias o conductas del oyente. Gran parte de la conducta lingüística de un hablante está constituida por este tipo de proferencias cuya intención
Para Grice la modificación de los conjuntos de creencias es el motor fundamental que hace progresar en una determinada dirección a un intercambio comunicativo, que hace avanzar una conversación en una u otra dirección.
Grice considera que el valor de los símbolos formales a los que recurre la lógica para formular modelos de inferencia válidos no corresponden completamente a sus equivalentes en el lenguaje natural. Los usos lingüísticos más comunes manifiestan formas de razonamiento y de inferencia que no son analizables por medio de la lógica convencional. De aquí la necesidad de formular otro tipo de lógica que se funde en los principios que rigen los usos comunes del lenguaje natural, capaces de explicar el tipo de razonamiento del hablante en una conversación.
Dos aspectos de los trabajos de Grice son particularmente relevantes; su teoría del significado y su teoría de la implicatura conversacional, ambas, estrechamente relacionadas. En su teoría del significado establece una distinción fundamental entre dos tipos de significados:
. Significado natural, lo que se dice, que es el contenido de las proposiciones, el significado literal de los enunciados. También se denomina “significado de la frase”.
. Significado no natural (significado-nn), lo que se comunica, que es el contenido implícito, toda la información que se transmite en el enunciado pero que es diferente del contenido proposicional incluyendo la noción de comunicación intencional. También se denomina “significado del hablante”.
Para Grice el significado enunciado corresponde a aquello que se dice, mientras que el significado del hablante corresponde a aquello que se comunica.
Lo que se comunica está constituido por lo que se dice más
lo que se implica. La relación entre los conceptos de significado
de la frase y significado del hablante conciernen a las relaciones entre
lenguajes de la lógica y lenguajes naturales.
Ejemplos:
. Significado natural: “El hombre es un animal racional”.
“Estas nubes significan lluvia”.
. Significacdo-nn: “Este hombre es un animal”.
“Su gesto quiere decir que está cansado”
Al significado-nn Grice lo denominó implicatura, que es el ámbito de significado en la definición de pragmática, la implicación pragmática. En esta teoría Grice esboza la noción de intención comunicativa apoyada en dos conceptos fundamentales: el querer y el creer. La noción de implicatura se desarrollará de forma mas detallada en su teoría de la implicatura conversacional, la clasificación de implicatura que a él le interesó verdaderamente.
Para Grice comunicar algo es querer decir algo y que se reconozca lo que se ha querido decir. Se trata de causar en el interlocutor una cierta respuesta por medio del reconocimiento de la intención del emisor.
Puso de relieve el carácter “coordinado” de la interacción
comunicativa; en una conversación los componentes suelen coordinar
sus acciones para facilitar el proceso de transmisión de información
de unos a otros y que puede expresarse en forma de reglas, a las que Grice
demominó Máximas Conversacionales, que detallaremos a continuación.
3. 1. EL PRINCIPIO
DE COOPERACION Y LAS MAXIMAS CONVERSACIONALES.
Un análisis de las conversaciones eficientes revela la
existencia de un principio, el Principio de Cooperación. En el desarrollo
de un proceso comunicativo el interlocutor debe reconocer la intención
del emisor y para asegurarse de que esto va a ser posible han de actuar
de forma coordinada, ha de actuar el Principio de Cooperación lingüística
entre el hablante y el oyente en una conversación. El Principio
de Cooperación, y las máximas conversacionales lo integran,
se constituye como un evento racional, cooperativo y dirigido a conseguir
unos objetivos comunes que pueden evolucionar en el tiempo y estar más
o menos definidos
En 1975, en Logic and Conversation Grice propone el Principio de Cooperación,
que luego desarrolló en 1978 en Further notes on Logic and
Conversation. El principio es el siguiente:
“ Haga que su contribución a la conversación sea,
en cada momento, la requerida por el propósito del intercambio comunicativo
en el que está usted involucrado.”
Se sigue el Principio de Cooperación porque es razonable. Según
el Principio de Cooperación y las máximas no es cuestión
de costumbre, es cuestión de raciocinio. El Principio de Cooperación
es un principio natural a nuestra existencia en cuanto que somos seres
humanos destinados a vivir en sociedad. En ello se supone que todos los
participantes conocen los términos de la conversación, de
qué se habla y cuales son los objetivos, y todos cooperan en ella,
en un intercambio de información. Este principio expresa el carácter
coordinado que debe tener, y tiene, la conducta lingüística
de los participantes en una conversación y tiene como objetivo asegurar
la transmisión de información eficaz, a diferencia de otros
principios, como la cortesía, que es una estrategia al servicio
de las relaciones sociales.
El Principio se apoya en una intuición de que la producción
y el reconocimiento de las intenciones se coordinan de forma racional según
procedimientos hipotetico-deductivos como constitutivos del funcionamiento
de la mente humana que se proponen de forma natural como universales. Los
conocimientos mutuos se identifican como principios de racionalidad que
van a facilitar la comunicación. Cuando los participantes no lo
siguen la conversación es inconexa y absurda.
El Principio de Cooperación se formula en un conjunto de condiciones
o máximas que representan la lógica subyacente en una
conversación. Grice propone una serie de pautas o guías que
rigen la coversación a partir de consideraciones racionales básicas
formuladas como líneas directrices para el uso eficiente del lenguaje
en la conversación. Grice formuló cuatro tipos de categorías
(al modo kantiano) o máximas conversacionales que determinan ciertos
aspectos de la cooperación:
? Cantidad; cantidad de información que se debe dar. Comprende dos máximas:
. M1: que la contribución sea lo más informativa posible.
. M2: que no sea más informativa de lo necesario.
? Cualidad o calidad; con una supermáxima: “intente que su contribución sea verdadera”, que se especifica de la siguiente manera:
. M1: no diga algo que crea falso.
. M2: no diga algo de lo que no tenga pruebas suficientes
? Relación o pertinencia; con una máxima: “diga cosas relevantes, haga contribuciones pertinentes”.
? Modalidad; modo de dar las cosas. Con una supermáxima: “sea claro”, y se complementa con:
. M1: evite la oscuridad de expresión.
. M2: evite la ambigüedad.
. M3: sea breve.
. M4: sea ordenado.
La formulación de las máximas en modo imperativo ha generado
malas interpretaciones sobre la naturaleza real de las mismas. Las máximas
conversacionales no deben considerarse como normas estrictas de conducta,
sino como principios descriptivos de acuerdo a los cuales se suele evaluar
el comportamiento lingüístico. Estas máximas no normativas
especifican lo que deben hacer los participantes para conversar de modo
más eficiente, racional y cooperativo. Todas estas máximas
se incluyen en el Principio de Cooperación y se espera que sean
observadas por todos los participantes de la conversación de buen
grado. El Principio de Cooperación es, en el fondo, un cierto
tipo de condición preparatoria que se espera que los participantes
observen.
Grice sugiere que las máximas no son convenciones arbitrarias,
sino que describen medios racionales para poder efectuar intercambios cooperativos
de información.
Como las máximas determinan ciertos aspectos de la cooperación,
no todos los interlocutores necesitan la misma cantidad de información
para captar el mensaje, ni tampoco la misma calidad, modo o relación.
Las máximas se pueden solapar unas con otras y a veces no es fácil
distinguir la frontera entre una y otra.
Aunque es sabido que es difícil hablar así en todo momento
y la mayor parte de los hablantes transgreden estas máximas Grice
considera que aunque contrario a las apariencias, estos principios están
siendo incorporados a algún nivel más profundo. La posición
de Grice no consiste en decir que observamos siempre estas máximas
a un nivel superficial, sino que siempre que sea posible la gente interpretará
lo que se diga de acuerdo con estas máximas, aunque sea en un nivel
más profundo.
Puesto que los intercambios comunicativos constituyen solo un caso especial del comportamiento racional, dirigido a un fin, es comprensible que estos principios tengan vigencia en la conducta humana en general. Parece que las máximas también rigen aspectos del comportamiento no lingüístico ya que la actividad lingüística no se presenta, para Grice, como algo separado y distinto del conjunto de las acciones que el hombre realiza.
Grice señala que puede haber otras máximas que completen el modelo propuesto por él, que generen otro tipo de implicaturas; se trataría de máximas de naturaleza ética, social, moral o de cortesía. También considera la importancia de la máxima de Relación, pero esto no hace que las demás máximas sean consideradas por debajo de ella. Es importante recordar que para Ortega “la claridad es la cortesía del filósofo”; esto podría indicar la importancia que debe tener, y tiene, la máxima de Modalidad.
La máxima de Cantidad es muy importante, con ella se da la cantidad de información necesaria. Su efecto es añadir, en la mayoría de los casos, una inferencia pragmática con el fin de que la declaración ofrecida sea lo más informativa posible que pueda ser en una determinada situación.
También Grice considera que siempre dos eventos pueden ser ordenados
secuencialmente y que la partícula “y” cumple una función
de secuencialización de eventos. Esto afecta a la concepción
de la máxima de Modo.
Ejemplos:
. “Metí la tarjeta en el cajero y pude sacar dinero”.
. “Esta ensalada solo tiene lechuga y tomate”
Si Grice considera de gran importancia la Maxima de Calidad que conciernen
a los actos de habla aseverativos y no aseverativos, Gazdar cree necesaria
la existe una condición adicional de gran importancia: que si alguien
asevera algo esto debe ser verdad y debería ser creído y
aceptado como conocimiento, que Grice considera implícita en la
máxima de Calidad.
Para considerar todas las máximas, tanto el hablante como su
interlocutor tienen que anticipar los efectos de su exposición;
dentro de la conversación ha de haber un plan para conseguir una
comunicación efectiva.
Las máximas asociadas con el Principio de Cooperación
son máximas como estrategia para un intercambio de información
objetivo, estrategia aplicable, según Grice, a toda comunicación.
Estas reglas sirven de base para conseguir un discurso fluido en una gran
variedad de campos científicos donde la comunicación clara
y eficaz es indispensable. Pechrick (1987) considera que el cumplimiento
de estos principios han servido y sirven de guía para los desarrollos
científicos, como pueden ser los biológicos.
3.2. LAS IMPLICATURAS.
El reconocimiento de la implicatura tiene consecuencias relevantes en la discusión de la relación entre semántica y pragmática. Con su teoría de las implicaciones pragmáticas, que distingue de las implicaciones semánticas, Grice tiene una herramienta para resolver ciertos problemas lingüísticos en la teoría de la percepción. Los significados-nn, las implicaturas, o implicaciones pragmáticas, se producen dentro de un determinado contexto y dependen parcialmente de él. Esta clase de inferencias pertenece a la clase de inferencias intencionadas, es decir, que conllevan una intención.
Se diferencian de las implicaciones estrictas, logico-semánticas, en que estas forman parte de lo que el hablante dice literalmente o se puede deducir lógicamente de ello. Cuando se emplea una expresión en sentido literal no implica conversacionalmente, no tiene sentido de hablar de implicatura de oraciones.
La implicatura o contenidos implícitos cubre la distancia que hay entre lo que se dice y lo que efectivamente se comunica. Las máximas generan implicaturas como inferencias que van más allá del contenido semántico de las oraciones enunciadas. Las implicaturas no son inferencias semánticas sino inferencias pragmáticas basadas tanto en el contenido de lo que se ha dicho expresamente, como en algunas asunciones específicas, implícitas y con carácter cooperativo.
Muchos enunciados de una conversación cualquiera no constituyen oraciones completas, le faltan algunos de sus elementos que están, de alguna manera, elípticos.
Ejemplo:
. Te lo devolveré la próxima semana.
. ¿Qué tal va el asunto de tu padre?.
. ¿Estás seguro de que podrás hacerlo?.
El significado de estas oraciones es el mismo que el de las oraciones completas de las cuales supuestamente derivan en determinadas condiciones de enunciado; cuando trabajamos con elipsis al recuperar los datos de los elementos elípticos puede ocurrir que no se recupere el mismo sentido lógico que el emisor trataba de comunicar. Estos problemas se han de tener en cuenta cuando se trabaja con contenidos implícitos, con implicaturas, que van a depender del contexto, de la interpretación del oyente y de la intención del emisor.
Cuando intentamos dar sentido a un enunciado que, en determinado contexto,
no parece que pueda ser interpretado literalmente, nos guiamos para su
interpretación por una serie de características que consideramos
básicas: el enunciado debe ser pertinente, informativo, verdadero,
etc... El significado que se obtiene es una implicatura, que es el resultado
de la observación del Principio de Cooperación y sus máximas,
entendido como principio de racionalidad que guía la interacción
verbal entre individuos componentes de una sociedad.
La razón por la que es posible encontrar sentido en una exposición
o discurso dentro de una conversación a pesar de la pérdida
u omisión de elementos en el mismo, elementos que estarán
implícitos, es debido al comportamiento cooperativo entre el hablante
y su interlocutor.
Grice considera que las implicaturas pueden ser de dos tipos:
. Convencionales, que derivan directamente de los significados de las palabras
. No convencionales, que derivan de factores contextuales o situacionales.
La independencia del contexto convierte a las implicaturas convencionales en un fenómeno limítrofe entre la semántica y la pragmática. Las implicaturas convencionales participan de algunas de las características de las implicaciones lógicas, pero no participan de otras.
Ejemplo.
. Implicatura convencional: “Era pobre pero honrado”.
“Quisiera bañarme en la playa pero hace frío”
. Implicatura no convencional: “Ten cuidado con el coche” (No corras,
le gusta correr)
La implicatura convencional es una inferencia de tipo verdadero condicional
no deducible por el Principio de Cooperación aunque si supeditada
por convención a determinados elementos léxicos. La noción
de implicatura convencional es útil para distinguir, por ejemplo,
“y” de “pero” que teniendo ambas el mismo significado verdadero condicional,
“pero”, con la implicatura convencional consigue un contraste.
También es interesante destacar que hay palabras a las que convencionalmente se las asocia una connotación negativa o positiva.
Ejemplo:
“rancho” Comida de reclutas, poco refinada.
Dentro de la clase de implicaturas no convencionales en las que hay dependencia contextual Grice distingue entre:
. Conversacionales o conversatorias, donde operan el principio de Cooperación y las máximas conversacionales. No pueden estar aisladas porque no depende solo de elementos léxicos, sino del contexto y del Principio de Cooperación.
. No Conversacionales, en las que no entran en juego ni el Principio
de Cooperación ni sus máximas, sino principios de otra naturaleza;
otra clase de máximas (éticas, sociales, morales, de cortesía,
etc...) que normalmente son observadas por los participantes en el intercambio
comunicativo.
Las implicaturas conversacionales son a las que Grice prestó
más atención y sin embargo las que han recibido mayor cantidad
de críticas.
La teoría de las implicaturas ha tenido gran difusión
y ha llegado a constituir uno de los componentes centrales de la pragmática,
sobre todo la anglosajona, a pesar de sus dificultades prácticas;
ha sido objeto de estudio de filósofos, lógicos y lingüístas.
3.3 LAS
IMPLICATURAS CONVERSACIONALES.
Otra aportación importante de Grice es la teoría de las
implicaturas conversacionales que es una teoría sobre como la gente
usa el lenguaje de forma dinámica, a modo de conversación.
Las implicaturas conversacionales son una subclase de las implicaturas
no convencionales; serían implicaturas no convencionales conversacionales.
La función pragmática de las implicaturas en el desarrollo de los intercambios comunicativos es similar a la de otras relaciones de implicación, la de contribuir a la consistencia máxima de los contextos. Esta función la desarrollan las implicaturas conversacionales en dos vías:
. Aportar nuevos elementos al conjunto de creencias que constituyen el contexto.
. Eliminar constituyentes del contexto que suponen inconsistencias internas o con las propias creencias del hablante.
En las implicaturas conversacionales los principios que operan son los mismos que regulan la conversación y se caracterizan por una conexión mas estrecha con el contexto y una relación más directa con las máximas conversacionales y el Principio de Cooperación, además del significado de las palabras. Esta es una clase bastante extensa que tiene en común con las implicaciones lógico-semánticas que dependen de la estructura de la expresión, pero a diferencia, no son de naturaleza veritativo-condicional
La naturaleza de las implicaturas conversacionales no es tan objetiva como el resto de las implicaciones porque para su interpretación exige no solo la competencia gramatical estricta, sino una competencia comunicativa más amplia que incluye la capacidad para comportarse de un modo coherente con un estado determinado del contexto y la de perseguir un objetivo comunicativo mediante medios adecuados.
Grice considera que las implicaturas conversacionales, para ser tales, se han de poder calcular y explicar en términos de razonamiento. El esquema general de inferencia que permite calcular una implicatura conversacional es el siguiente:
“El hablante ha dicho P; no hay motivo para creer que no se atiende
a las máximas, o al menos al Principio de Cooperación; tampoco
podría emitir P si no pensase Q; sabe (y sabe que yo se que el sabe)
que yo puedo entender que es necesaria la suposición de que el piensa
Q; no hace nada para impedirme que piense Q; intenta hacerme pensar, o
al menos está dispuesto a hacerme pensar Q; y, por consiguiente,
el enunciado P ha implicado Q”.
Grice distingue dentro de las implicaturas conversacional, según
el grado de dependencia del contexto:
. particularizadas, que dependen fuertemente del contexto. Generadas por la producción de un enunciado en un contexto concreto.
. generalizadas, que lo hacen débilmente. En las implicaciones generalizadas hay una mayor independencia del contexto que en las particulares, por ello, a veces, se pueden confundir con las convencionales.
Ejemplo.
. Implicatura conversacional generalizada: “Juan fue a cenar con una mujer”. Que seguro que no es ni su esposa, ni su hija ni su madre.
Las implicaturas conversacionales se comprueban por el significado, no por la forma, a excepción de las generadas por la máxima de Modo. Grice propone un análisis de los valores de “y” basado en la idea de que la implicación a que da lugar esta conjunción es conversacional y generalizada.
A partir de las diferentes maneras de obtener implicaturas Grice deduce una serie de propiedades esenciales de las mismas, que son en gran medida predecibles.
Las propiedades definitorias de las implicaturas conversacionales que aisló Grice son las siguientes.
. Cancelabilidad o defectibilidad. Es la más importante; la presentan
la mayor parte de las implicaciones pragmáticas.
. No separabilidad. Inferencia basada más en el significado
que en la forma.
. Calculabilidad.
. No convencionalidad.
. No deducibilidad lógica.
. Indeterminación.
Sadock considera que estas propiedades son más problemáticas de lo que a simple vista podría parecer. Todas estas propiedades tienen sus problemas y sus dudas.
La cancelabilidad y la no deducibilidad, según Grice, separan a las implicaturas conversacionales de las implicaturas lógicas. Las implicaturas conversacionales son siempre cancelables, mientras las implicaciones lógicas no. En general, las implicaciones pragmáticas son cancelables; el hablante puede añadir algo que cancele la implicatura. Esto no es posible hacerlo con las implicaciones semánticas.
Aunque las implicaturas conversacionales siempre son cancelables, la
cancelabilidad no separa a las implicaciones conversacionales de las no
conversacionales.
Grice diferencia a las implicaturas conversacionales por dos parámetros:
la cancelabilidad y la aislabilidad, Las implicaturas conversacionales
son siempre cancelables, las convencionales no. Una implicatura conversacional
no puede ser aislada porque no depende de elementos léxicos, sino
del Principio de Cooperación. Sin embargo la implicatura convencional,
contenida en un elemento léxico, si puede aislarse sustituyendo
el elemento léxico por otro. Por ejemplo, al sustituir “y” por “pero”
se pierden la implicatura relativa al contraste de las partículas.
Ejemplo:
. “Juan va a cenar con una mujer, la suya”.
La primera parte es conversacional, la segunda añade información que cancela la implicatura, en lógica, no sería necesaria.
Las implicaturas también pueden negarse sin que genere problemas de coherencia, pueden negarse directa y manifiestamente sin que parezca contradictorio.
Ejemplos:
. “Dicen que Andrés tiene tres millones, pero yo no creo que
los tenga”
. “Andrés tiene tres millones, y puede que más”
Pero según observaciones de Berucelli (1996) la calculabilidad no es exclusiva de las implicaturas conversacionales. Por ejemplo: “ir a baño”, convencionalmente usado para una función, puede calcularse independientemente del contexto.
Aquí la implicatura se genera por la máxima de Calidad. La información dada puede no ser demasiado fiable y por es posible la negación.
A diferencia de las implicaciones convencionales, las conversacionales no son ni desmontables ni sustituibles. Tampoco han de ser necesariamente unívocas. Otra propiedad de las implicaturas es que, a excepción de las debidas a la máxima de Modo, son, según Grice, no separables; esto indica que están ligadas al contenido semántico de lo que se dice.
A pesar de todo Grice considera que no deberían hacerse sentencias débiles, que dificultan la comunicación y el entendimiento, a no ser que haya una buena razón para hacerlo.
Ejemplos:
. “Esta chaqueta me parece azul” (pero no lo es).
. “Mi hermano está de vacaciones en Sevilla o Córdoba”
(lo sé pero no te lo digo).
La calculabilidad o inferenciabilidad de las implicaturas conversacionales
es una de las características que las distinguen de las implicaturas
convencionales.
3.4 LOS INCUMPLIMIENTOS
DE LAS MAXIMAS.
Las implicaturas pueden surgir para tender un puente necesario entre la aparente violación de una máxima y la presunción de que el principio de cooperación aún está vigente, para preservar la asunción de la cooperación. Solo mediante esto, y en contra de las indicaciones superficiales, pueden las implicaturas aparecer en un primer plano.
El comportamiento cooperativo opera incluso si las máximas conversacionales están aparentemente rotas. El incumplimiento de cualquier máxima del Principio de Cooperación no significa que haya una ruptura de la comunicación. Cuando el hablante rompe o incumple una máxima deliberadamente y, en el espíritu de cooperación, el oyente entiende que la máxima ha sido rota, este problema se puede subsanar mediante lo implícito, pero si el oyente no percibe que el hablante ha roto una máxima deliberadamente, o el oyente percibe que el hablante ha roto la máxima y éste continua con el discurso asumiendo la máxima rota, entonces se puede considerar que el hablante ha violado la máxima.
Grice considera diferentes tipos de incumplimientos de las máximas:
. Violación encubierta, discreta y sin abstentación de
alguna máxima.
. Conflicto o colisión en el cumplimiento de diferentes máximas.
. Violación abierta de alguna máxima, no de todas, no
se rompe el dialogo.
. Supresión abierta, ruptura del dialogo.
También es interesante ver quien juzga la ruptura de una máxima. En algunos casos es el hablante quien sabe que la máxima ha sido incumplida (una pequeña mentira no detectada, si el hablante no está siendo cooperativo con el oyente, etc...). En otras ocasiones es el oyente quien decide que una máxima ha sido incumplida. También puede ocurrir que sean ambos, hablante y oyente, quienes conozcan la ruptura de una máxima particular, que sería la situación ideal donde el comportamiento cooperativo está completamente operativo.
No todas las máximas son igual de fáciles de romper. Si un hablante quiere ser cooperativo con su interlocutor la máxima de Relación es, probablemente, la más difícil de romper.
La violación, o explotación, de la máxima de Relación se realiza para cambiar de tema, bien porque viene otra persona, bien porque no nos interesa el mismo.
La violación de la máxima de Modo se hace por la excesiva
proligidad, significando lo contrario. También se viola esta máxima
con las insinuaciones. La violación de la primera máxima
de Modo (evite la oscuridad de expresión) se hace con las metáforas
(labios de rubí); con la ironía (bonita faena me has hecho);
con la hipérbole (es el mejor que he comido en toda mi vida). La
ironía y la metáfora son para Grice las dos formas estándar
de implicaturas de explotación o burla de máximas.
La violación de la máxima de Calidad ocurre cuando enunciamos
falsedades evidentes.
A: ¿Aranjuez está en Toledo?
B: Y Sabadell en Sevilla.
Las máximas pueden entrar en conflicto entre sí puesto que es difícil delimitar las fronteras de las mismas. A veces para salvar una máxima es necesario romper otra, que tenga una menor importancia desde el punto de vista del hablante o del contexto.
A: ¿A qué hora es la película?
B: A media tarde.
A: ¿Cuánto cuesta este coche?
B: Bastante
B rompe el principio de cooperación o hay un conflicto entre las máximas de cantidad y cualidad, primando la máxima de cualidad.
A: ¿Dónde está Juan?
B: Hay un coche rojo en la puerta de Luisa.
A: ¿Qué te dijo el médico?
B: Me mandó una aspirina.
En ambos casos la respuesta de B parece romper la máxima de Cantidad y la de Relación, pero hay cooperación a un nivel más profundo.
A: Su hijo tiene Hipertensión Mitral.
Aparentemente se está violando la máxima de Modo que aconseja evitar expresiones oscuras. No todo el mundo entenderá la expresión “Hipertensión Mitral”. Pero si se da una explicación exhaustiva se rompería la máxima de Cantidad, pero un interlocutor no entendido en terminología médica lo agradecería pues, de otro modo no. Esta explicación habría que interpretarla no como la ruptura de la máxima de Cantidad, sino como un privilegio concedido a la máxima de Modo para cumplir el Principio de Cooperación.
También se transgrede la máxima de Cantidad en tautologías que se considera que no aportan información.
A: Las mujeres son las mujeres.
Pero no todas las tautologías rompen la máxima de Cantidad.
Algunas si comunican información salvando la ruptura de la máxima
mediante una implicatura.
A: ¿Qué hora es?.
B: (Silencio).
A: Gracias de todas formas.
El silencio de B puede parecer una respuesta poco cooperativa pero es posible que B no haya oído la pregunta, que nos haya respondido con un gesto diciendo que no lo sabe, que sea descortés o que no tenga ganas de hablar. El silencio hace que el individuo A busque una interpretación a lo dicho – y lo no dicho – de donde extraer información que le oriente en un comportamiento futuro.
La ruptura de una máxima puede necesitar de algún tipo de mecanismo de marcha atrás cuando se rompe una máxima para mantener otra donde “lo siguiente” puede ser más relevante que “lo anterior”. La ruptura de la comunicación puede ser reestablecida incluso si el hablante no es muy cooperativo; el oyente tiene la oportunidad de preguntar al hablante para confirmar lo que había entendido, así es posible recuperar la comunicación dañada o solucionar un malentendido.
La cortesía frecuentemente está en contra de todas las máximas ya que puede ser considerada como un principio superior que explica y hace legítima esta transgresión de las máximas (cuando se comunica una enfermedad grave, cuando se anuncia la muerte de un ser querido, etc...). Su principal interés no es la comunicación eficiente, sino las relaciones sociales.
Si se toman al pie de la letra las metáforas son conversacionalmente inadecuadas. Grice las concibe como un tipo de violación abierta de la primera máxima de Cualidad (no digas algo que creas falso). Pero si se quiere mantener la suposición de que el emisor está siendo cooperativo se ha de buscar la implicatura que restaure la vigencia de esta máxima violada. Probablemente hablante y oyente saben que lo literal no es relevante en esta situación y tienen que buscar un significado alternativo conforme a la norma de sinceridad para su interpretación. Pero no todas las metáforas violan esta máxima, no todas las metáforas son falsedades evidentes, algunas pueden violar la primera máxima de Cantidad (que su contribución sea todo lo informativa que requiera el propósito del diálogo). También es posible que se viole la máxima de Relación (diga cosas relevantes). Una metáfora no detectada rompe la máxima de Calidad.
Ejemplos de metáforas.
. Viola la M1 de Cualidad: “Tiene labios de fresa”. (Tiene labios sensuales)
. Viola la M1 de Cantidad: “Juan es un animal”. (Juan es un bruto)
. Viola la Relación: “En la reunión las espadas estaban
en alto”. (En la reunión todos estaban a la defensiva)
Cuando la expresión metafórica es más relevante
que la verdad literal se puede romper la máxima de Relación
si no se usa la expresión metafórica adecuada.
Grice considera que el Principio de Cooperación se aplica tanto
a las interpretaciones conflictivas como a conversaciones armoniosas.
4. ALGUNAS CRÍTICAS.
La obra de Grice es hoy un punto de referencia necesario, y constituye el punto de partida de muchos enfoques posteriores. Sus primeros trabajos han influido notablemente en Cole y Morgan, Rogers, Wall y Murphy, Gazdar, Pullum y Klein.
Su teoría de las Implicaturas Conversacionales ha sido criticada, defendida y revisada por algunos autores. Hora, Levinson, Sperber y Wilson, entre otros, han tratado de simplificar el aparato conceptual reduciendo el número de máximas. Gordon y G. Lakoff han intentado formalizar la teoría de Grice para insertarla dentro de una gramática generativo-semántica.
Keenan considera, desde un punto de vista antropológico, que las máximas conversacionales de Grice no pueden ser universales. Griffin hace notar que muchos niños y adultos tienen problemas al tratar de reconocer las implicaturas, aun estando inmersos en el contexto. Este hecho se pone de manifiesto especialmente si son lectores y las implicaciones conversacionales están impresas en papel entre lineas.
Brown y Levinson, al contrario que Keenan, han coincidido en la universalidad de las máximas de Grice, pero han pretendido completar su modelo modificando las máximas, como Horn, y añadiéndole la faceta impersonal que consideraban le faltaba a Grice.
Leech han tratado de establecer otros principios y máximas, proponiendo un principio de cortesía que desarrolla en una serie de máximas, como complemento de los principios conversacionales de Grice. Aunque este, a su vez, ha recibido algunas críticas en el sentido que las recibió Grice, que la proliferación de máximas puede resultar excesiva. Estas críticas de Leech llevaron a Grice a considerar y analizar más profundamente el problema de la cortesía.
Sperber y Wilson, en un intento de simplificar el aparato conceptual consideran que la máxima de relevancia reúne, de hecho, a todas las demás máximas. Además han reelaborado el término de implicatura dándole un sentido ligeramente diferente al de Grice. Para estos autores la implicatura es una representación de un hecho del mundo real que el emisor trata de comunicar a su interlocutor sin expresarlo explícitamente, y procede del contexto directamente, del conocimiento enciclopédico almacenado en la memoria o es deducible por inferencia a partir de otras implicaturas dentro de un contexto.
Karttunen y Peters han interpretado la noción de implicatura
convencional en términos de presuposición pragmática.
Recanati y Carston has discutido la distinción que hace Grice de
“lo dicho” y “lo implicado” como pertenecientes a la semántica y
a la pragmática respectivamente.
Gazdar señaló que Grice no dio con una definición
explícita de implicación conversatoria y piensa que Grice
ofreció pocos ejemplos de implicaturas convencionales; considera
que Grice no distinguía claramente las implicaturas convencionales
de las presuposiciones, y las consideraba como una extensión de
las mismas. Kempson afirmó que solo existen algunos candidatos a
tal categoría. Estas críticas a Grice han puesto de relieve
que las propiedades de las implicaturas conversacionales pueden no ser
suficientes para determinar la existencia de estas.
Sadock considera que las máximas, en su formulación original,
no proporcionan una explicación de los procesos de comprensión.
Tampoco compartió la distinción de Grice entre actos convencionales
y no convencionales de una expresión. También considera que
la cancelabilidad no puede considerarse necesaria y suficiente para la
distinción entre implicaturas conversacionales y no conversacionales,
ni que la calculabilidad sea exclusiva de las implicaturas.
También ha recibido críticas en el sentido de que su
teoría proporciona un enfoque reduccionista. Hablar no consiste
en proporcionar sin ambigüedad la cantidad precisa de datos necesarios
y verdaderos, que sería el resultado de la aplicación estricta
de las máximas que integran el principio de cooperación.
hablar es una actividad bastante más compleja.
Mead considera que la concepción de Grice, fundada en la idea de un hablante aislado que tiene una intención independientemente de su capacidad de comunicar, no es del todo correcta, que más adecuada es su concepción basada en la actitud de un hablante-oyente donde la anticipación de la reacción de los participantes es el punto esencial del esquema. Considera Mead que para Grice la anticipación de las consecuencias y de los resultados de las declaraciones que se hacen puede ser arbitraria y que no es necesariamente un atributo del concepto hablante. Mead considera que el marco de trabajo de Grice está en una variante mentalista de la comunicación teórica..
Schmerling considera reduccionista a la postura de Grice porque considera
que no todos los casos del uso de “y” asimétrico pueden reducirse
a un “y” como simple conjuntor con noción de secuencialidad, como
propone Grice.
Levinson y Kempson han investigado la posibilidad de aplicar las máximas
conversacionales a algún área de la sintaxis, así
como sus relaciones con la retórica.
Castelfranchi considera que nada garantiza la cooperación. Pueden
existir diferentes intereses no conciliables y que no funcione el Principio
de Cooperación que Grice presupone que opera. Debe de haber una
motivación para que haya cooperación y participe en la sociedad
y el grupo.
Se ha criticado a Grice de poco riguroso en términos de lógica
matemática. En palabras de Gazdar:
“ The must influential work on pragmatics, that of Grice an Searle, is self-consciously informal. Thomason has comented that Grice’s patterns of explanation have much more in common with the best and most rigurous literary criticism than with the mathematical logic”.(Gazdar, 1979)
También la naturaleza pragmática de la negación ha generado conflictos. Se ha criticado a Grice porque consideró que la negación del lenguaje natural podía ser identificada con la lógica. En palabras de Gazdar:
“Cohen argues, against Grice than natural language negation cannot
be identified with the truth-funcional ? “. (Gazdar, 1979)
5. CONCLUSIONES.
La pragmática ha adquirido hoy un gran reconocimiento en los
últimos años, quizá no tanto como una reacción
anti chomskiana, como consideró Levinson, sino como una evolución
natural con referencias a otros ámbitos del saber.
La definición de pragmática como ciencia de las relaciones entre los signos y sus intérpretes y la asignación a esta de fenómenos psicológicos, biológicos y sociales relacionados con el uso de los signos tiene lugar en el contexto de un debate filosófico que va desde el pragmatismo al empirismo lógico. También el significado de este término evoluciona y es frecuente que sea considerada como un conjunto de estudios sobre el modo y las formas que se utiliza la lengua en los procesos de comunicación. Hoy los medios de comunicación, en sus más variadas formas, ocupan amplios espacios de nuestra vida y por ello no es difícil entender que actualmente la pragmática esté preoupada por “la naturaleza del lenguaje como medio de comunicación”.
La pragmática ha tenido grandes influencias teórica en otros campos a demás de la filosofía. Hasta hoy, la mayoría de los conceptos de la pragmática se han sacado directamente de la filosofía del lenguaje, aunque se pudiera considerar la pragmática más lingüística, social, psicológica o ética que filosófica. En Psicología, el conductismo; los actos de habla son hechos y conductas. Los actos son hechos empíricos y las conductas son los efectos, con grandes implicaciones éticas, porque lo censurable éticamente es la conducta manifiesta.
Sabemos que la conversación es una empresa cooperativa y social y los niños necesitan de esto como parte del proceso de socialización y adquisición del lenguaje. Se ha observado que una madre y un hijo se comunican a través de una conversación continua. Hollyday ha sugerido que los niños aprenden a significar a través de las respuestas que dan los adultos. Estas sugerencias parten, en gran medida, de los desarrollos aportado por las teorías que Grice partiendo de la comunicación conversacional.
La visión intencional de los actos de habla de Grice parece adecuada
para la descripción de la adquisición del lenguaje a través
de la conversación. Podemos asumir que la conducta lingüística
consiste básicamente en la ejecución de los actos de habla
por parte del hablante animado por intenciones en el sentido de Grice.
La formación de estas intenciones está determinada por las
creencias que el hablante tiene acerca de la situación comunicativa.
Las creencias que el hablante mantiene, las que comparte con la audiencia,
ocupan un lugar importante.
La relación entre pensamiento y lenguaje se pone de manifiesto
en la Teoría del Conocimiento. En análisis del significado
desde el punto de vista conceptual no puede prescindirse de la teoría
de Grice. Atribuye al hablante un papel no de simple usuario, sino de intérprete,
de individuo capaz de atribuirle al enunciado una interpretación
lingüística, asignando al uso lingüístico una dimensión
creativa. La teoría de Grice relaciona el lenguaje con el conocimiento.
Cuando una interpretación de lo dicho no coincide con lo que ya
sabemos debemos reinterpretar el significado de aquello que se ha dicho
o pertenece a nuestro conocimiento. Sin reinterpretación ni malentendidos
no es posible realizar ningún descubrimiento ni progreso.
Si bien es posible que la pragmática tenga más connotaciones sociológicas y psicológicas que filosóficas, estas últimas son evidentes. Las implicaturas, al activar un comportamiento, tienen enormes resonancias éticas como han puesto de manifiesto algunos autores:
“La precisión y la moral están igualmente a favor de la expresión común según la cual la palabra empeñada nos obliga” (Searle, Conferencia I, Decir y Hacer, Pag. 51)
Además de implicaciones éticas también son importantes otro tipo de implicaciones. Tanto el lenguaje como la pragmática tienen implicaciones en el derecho; “lenguaje jurídico”. De hecho las palabras producen efectos jurídicos.
Ejemplo:
“Os declaro marido y mujer”
En el terreno de la Inteligencia Artificial, la adopción de una
visión cooperativista y armónica de la interacción
ha creado modelos no autónomos poco operativos, mientras que sistemas
múltiples con agentes autónomos, donde existe la competitividad,
puede resultar superior. Como vemos no todas las investigaciones dan la
razón a Grice, aunque esto no quiere decir que no la tenga.
6. BIBLIOGRAFÍA.
BIBLIOGRAFIA DEL AUTOR.
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BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA.
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- Bustos Guadaño, Eduardo. Filosofía Contemporánea del Lenguaje II (Pragmática Filosófica). Cuadernos de la UNED C.U. 111, 1994
- Bustos Guadaño, Eduardo. Introducción Histórica
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Cuadernos de la UNED C.U. 031, 1994
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- Austin, J.L. Como hacer Cosas con Palabras. Paidós, Barcelona, 1990.
- Searle, J.R. Actos de Habla. Cátedra, 1994.
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- What Are We Doing When We “Talk Science”.
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