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La Noche


Muchos temen la noche sin saber por qué. Pocos son los que se despojan de las miserias del día para entrar en el arcano de la sombra. ¡Hasta para dormir necesitamos paz y alegría! Tenemos que ser como los niños cuando tienen un juguete nuevo, que se acuestan locos de contento y esperan con ansiedad "que sea mañana" para jugar con los soldaditos de plomo o el caballito de cartón que dejaron el el jardín.


Cuánto más alegre sea nuestra última hora de vigilia, más clarta será nuestra risa del día siguiente, más franco el gesto y más pura la palabra. Y hay razón para pensarlo así, pues el alma sin tormentas, logra en la misma proporción los placeres del día en relación a la última hora de percepción subjetiva.


¡Esta es tu página, maestro! Penetra en tu alcoba con la alegría ingenua de los niños que te rodean en el aula. Después sé como éllos, que cuando llega el día, marchan presurosos y radiantes a la glorieta del jardín donde esperan sus soldaditos de plomo o el caballito de cartón.


Esta es tu página, maestro. ¡El que siembra claridad tiene que vivir en la luz!


 

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