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Una Noche


La brisa viene de lejos y riza las aguas del fulgurante lago. Un murmullo de verdes palmeras y alas trémulas, embriaga la tarde que declina mansa y lenta sobre las hondas moribundas.

En el horizonte, se perfila ya, el fulgor vacilante de una estrella…

¡Algo penetra en el alma y nos aleja de toda sensación humana!

Es la hora de la marcha. El camino inescrutable de la sombra, se ha tornado ancho y claro para incitarnos al viaje. Deja el peso de tus inquietudes y entorna los párpados. Una mano de seda nos llevará al quimérico encuentro del lejano paraíso.

¡Qué emoción tan inmensa la del viaje!

En la punta luminosa de una estrella, enredóse el último jirón de nuestro traje; y cruzamos por la senda abierta, sin el peso de un hilo en nuestra marcha.

Y ahora, que hemos llegado a la cúspide de la real idealidad, dime ¡cómo describirías esta mágica visión del divino paraíso que una noche cruzamos en silencio?

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