POEMARIOS DE JAVIER HERAUD
 

EL RIO
EL VIAJE
ESTACION REUNIDA
POEMAS A LA TIERRA
VIAJES IMAGINARIOS
ENSAYO A DOS VOCES ( Escrito con César Calvo)
POEMAS DE RODRIGO MACHADO
OTROS POEMAS DISPERSOS DE JAVIER HERAUD ( selección)
 
 

regresar a la página principal

 
 
El Río

                                                           " la vida baja como un ancho río "
                                                                                                                              Antonio Machado
 
 

El Río
Una piedra
Solo
Mi casa
Unas cosas
 
 
regresar a "poemarios de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 
 
 


 

             El Río

                 1

 
    Yo soy un río,
    voy bajando por
    las piedras anchas,
    voy bajando por
    las rocas duras,
    por el sendero
    dibujado por el
    viento.
    Hay árboles a mi
    alrededor sombreados
    por la lluvia.
    Yo soy un río,
    bajo cada vez más
    furiosamente,
    más violentamente
    bajo
    cada vez que un
    puente me refleja
    en sus arcos.

                    2

    Yo soy un río
    un río
    un río
    cristalino en la
    mañana.
    A veces soy
    tierno y
    bondadoso. Me
    deslizo suavemente
    por los valles fértiles,
    doy de beber miles de veces
    al ganado, a la gente dócil.
    Los niños se me acercan de
    día,
    y
    de noche trémulos amantes
    apoyan sus ojos en los míos,
    y hunden sus brazos
    en la oscura claridad
    de mis aguas fantasmales.

                      3

    Yo soy el río.
    Pero a veces soy
    bravo
    y
    fuerte
    pero a veces
    no respeto ni a
    la vida ni a la
    muerte.
    Bajo por las
    atropelladas cascadas,
    bajo con furia y con
    rencor,
    golpeo contra las
    piedras más y más,
    las hago una
    a una pedazos
    interminables.
    Los animales
    huyen,
    huyen huyendo
    cuando me desbordo
    por los campos,
    cuando siembro de
    piedras pequeñas las
    laderas,
    cuando
    inundo
    las casas y los pastos,
    cuando
    inundo
    las puertas y sus
    corazones,
    los cuerpos y
    sus
    corazones.

                  4

    Y es aquí cuando
    más me precipito
    Cuando puedo llegar
    a
    los corazones,
    cuando puedo
    cogerlos por la
    sangre,
    cuando puedo
    mirarlos desde
    adentro.
    Y mi furia se
    torna apacible,
    y me vuelvo
    árbol,
    y me estanco
    como un  árbol,
    y me silencio
    como una piedra,
    y callo como una
    rosa sin espinas.

                     5

    Yo soy un río.
    Yo soy el río
    eterno de la
    dicha. Ya siento
    las brisas cercanas,
    ya siento el viento
    en mis mejillas,
    y mi viaje a través
    de montes, ríos,
    lagos y praderas
    se torna inacabable.

                          6

    Yo soy el río que viaja en las riberas,
        árbol o piedra seca
    Yo soy el río que viaja en las orillas,
       puerta o corazón abierto
    Yo soy el río que viaja por los pastos,
       flor o rosa cortada
    Yo soy el río que viaja por las calles,
       tierra o cielo mojado
    Yo soy el río que viaja por los montes,
       roca o sal quemada
    Yo soy el río que viaja por las casas,
       mesa o silla colgada
    Yo soy el río que viaja dentro de los hombres,
        árbol  fruta
        rosa   piedra
        mesa corazón
        corazón y puerta
        retornados,

                        7

    Yo soy el río que canta
    al mediodía y a los
    hombres,
    que canta ante sus
    tumbas,
    el que vuelve su rostro
    ante los cauces sagrados.

                        8

    Yo soy el río anochecido.
    Ya bajo por las hondas
    quebradas,
    por los ignotos pueblos
    olvidados,
    por las ciudades
    atestadas de público
    en las vitrinas.
    Yo soy el río
    ya voy por las praderas,
    hay árboles a mi alrededor
    cubiertos de palomas,
    los árboles cantan con
    el río,
    los árboles cantan
    con mi corazón de pájaro,
    los ríos cantan con mis
    brazos.

                        9

    Llegará la hora
    en que tendré que
    desembocar en los
    océanos,
    que mezclar mis
    aguas limpias con sus
    aguas turbias,
    que tendré que
    silenciar mi canto
    luminoso,
    que tendré que acallar
    mis gritos furiosos al
    alba de todos los días,
    que clarear mis ojos
    con el mar.
    El día llegará,
    y en los mares inmensos
    no veré más mis campos
    fértiles,
    no veré mis árboles
    verdes,
    mi viento cercano,
    mi cielo claro,
    mi lago oscuro,
    mi sol,
    mis nubes,
    ni veré nada,
    nada,
    únicamente el
    cielo azul,
    inmenso,
    y
    todo se disolverá en
    una llanura de agua,
    en donde un canto o un poema más
    sólo serán ríos pequeños que bajan,
    ríos caudalosos que bajan a juntarse
    en mis nuevas aguas luminosas,
    en mis nuevas
    aguas
    apagadas.

                      Del poemario: "El Río". Lima. 1960.
 
 

regresar a "El Río"


 

         Una  Piedra

     Piedra fría,
     solenme piedra
     ¡si pudieras hablar
     en mi costado,
     si pudieras cantar en
     tu vertiente!
     Si desembocaras en un
     ancho río,
     Y trajeras la paz al
     mundo entero,
     al cantarte en tus
     aguas destiladas,
     alma serías en mi
     frente oscura,
     brazo serías
     de mi antigua
     cabellera.

                  Del poemario: " El Río". 1960. Lima.
 
 

regresar a "El Río"


 

      solo

     En las montañas o el mar
     sentirme solo, aire, viento,
     árbol, cosecha estéril.
     Sonrisa, rostro, cielo y
     silencio, en el Sur, o en
     el Este, o en el nacimiento
     de un nuevo río.
     Lluvia, viento, frío
     y azota.
     Costa, relámpago, esperanza,
     en las montañas o en el
     mar.
     Solo, solo,
     sólo tu sola risa,
     sólo mi solo espíritu,
     solo
     mi soledad
     y
     su
     silencio.

                   Del poemario: "El Río". Lima. 1960.
 
 

regresar a "El Río"


 

    mi casa

    1

    Mi cuarto es una
    manzana,
    con sus
    libros,
    con su
    cáscara,
    con su cama
    tierna para
    la noche dura.
    Mi cuarto es el
    de todos
    es decir,
    con su
    lamparín que
    me permite reir
    al lado de Vallejo,
    que me permite ver
    la luz eterna de
    Neruda.
    Mi cuarto, en
    fin,
    es una
    manzana,
    con sus libros,
    sus papeles,
    conmigo,
    con su
    coraazón.

            2

    Por mi ventana nace
    el sol casi todas
    las mañanas.
    Y en mi cara,
    en mis manos,
    en el dulce
    clamor de la luz pura,
    abro mis ojos entre la
    noche muerta,
    entre la tierna
    esperanza de
    quedar vivo un
    día más,
    un nuevo día,
    para
    abrir los
    ojos ante la
    luz eterna.

                    Del poemario: "El Río". Lima. 1960.
 
 

regresar a "El Río"
 
 
 
 
 
 
 


 

    Unas cosas

    Mariposas, árboles
    calles angostas y
    venideras, ¡cómo decirles
    que a la hora del crespúsculo
    sus ramas vivideras volverán
    a crujir en la tormenta!
    Si en la noche
    remontaran el más ancho río,
    ¡cómo negarles su candor
    sangriento,
    su pecho claro
    esclarecido!
    Mariposas, árboles en la
    tormenta, en el río claro
    merced vuestras alas al
    ruidoso viento
    que entre los dos saldrá
    la madrugada.

                  Del poemario: "El Río". Lima. 1960.
 
 

regresar a "El Río"
 
 
 
 
 
 
 

                EL  VIAJE

El viaje del descanso
           El deseo
           El poema
Recuento del año
Las estaciones
          Poema
           Invierno
            Primavera
           Verano
         Otoño
Mi casa muerta
Yo no me río de la muerte
Epílogo
 
 
 
 

                                            regresar a "poemarios de Javier Heraud"
 
 


 

           El viaje del descanso

      El deseo

   Qusiera descansar
    todo un año
    y volver mis ojos
    al mar,
    y contemplar el río
    crecer y crecer
    como un cauce,
    como una enorme
    herida abierta
    en mi pecho.
    Levantarme,
    sentarme,
    recostarme en
    las vertientes
    o
    en las orillas
    de los mares,
    recostarme en
    las crecientes,
    acomodarme
    suavemente en
    las aguas
    o
    en
    los
    manantiales.
 
 

regresar a "El Viaje"


 

        el poema

                 1

    He dormido todo
    un año,
    o tal vez he muerto
    sólo un tiempo,
    no lo sé.
    Pero sé que un año
    he estado ausente,
    sé que un año he
    descansado,
    sé que en ese tiempo
    las moras y las frutas
    secaban sus raíces
    triturándolas
    de sabor y regocijo.
    Yo descansé
    en la sierra,
    y felizmente mi
    corazón no se secó
    con la humedad
    del llanto,
    no sollozó,
    no reclamó tristezas
    pasadas.
    Todo sucedía como
    siempre:
    y yo descansaba
    descansando,
    los trenes aún pesaban sus rieles,
    los barcos naufragaban
    tarde y anoche,
    muchos peces
    agotábanse en el mar.

             2

    Pero ya estoy aquí.
    He vuelto sin embargo,
    con un raro sabor
    a tierra amarga,
    muchos sufrimientos
    tenía acumulados
    y es difícil olvidar
    en un año.
    Es difícil dejar
    todo abandonado,
    un año es siempre
    un año y nunca es suficiente.
    Es difícil dejar todo,
    pálidos arbustos
    cubren el corazón
    de odio,
    y arrancar es siempre
    dejar algo,
    un hueco,
    una raíz fina;
    el aliento
    del odio incansablemente
    habita
    en el corazón
    y en el sueño.

          3

    Hoy he vuelto
    mis caminos.
    Partí hace ya
    un año.
    Todo  podría negarlo
    ahora:
    no sé si he nacido,
    no sé si he leído
    alguna vez un libro.
    Habre tal vez hojeado
    un verso de Salinas
    que hoy quiero olvidar.
    Un año nunca es suficiente
    cuando se desea el descanso.
    Si he nacido
    es porque he de acabar
    con mis huesos
    en el mar:
    (el mar lo lava todo,
    el mar cubre
    las hierbas y los pastos,
    él llena los corazones
    de sal y de tinieblas).
    Pero yo acaso ya he muerto,
    un año es siempre un año,
    realmente no he
    descansado nada,
    ¿o es que quiero
    volver a recostarme
    en el lecho
    del descanso, en donde
    en sueños escuchaba
    el rumor
    de las vertientes
    del otoño?

    4

    He vuelto ya.
    Mamá, papá,
    he vuelto.
    Hermanos,
    aquí estoy
    como antes,
    cantando en
    las noches
    del invierno,
    con mi seco
    corazón
    de pan y piedra.
    Gustavo, tú
    has crecido.
    ¿Y ya no cuentas
    con los dedos,
    y ya no lees
    letra a letra,
    y ya no sueñas
    con los tigres
    y elefantes?
    Es cierto, padres,
    hermanos,
    aquí estoy.
    No sé‚ si he descansado,
    y es que en el camino
    encontré‚ un sauce que
    reía con el viento y
    con mis pasos,
    que reía con
    los dientes y las ramas,
    que reía de todo
    como un niño,
    y esto me ha
    hecho dudar.

    5

    He estado un largo
    año tendido en
    la hierba del olvido,
    cubierto por
    las hojas del amor y
    del otoño.
    Ya he descansado
    un poco, lo confieso,
    yo partí sin despedirme,
    pero es que en mi corazón
    no cabían ya mis flores,
    en mi corazón no entraba
    ya el duro secreto de la vida.

    6

    He vuelto lentamente
    ( Un poco de sueño
    es siempre necesario
    aunque sea corto como
    el silencio de las
    enredaderas).
    Por cada pueblo que pasaba
    de regreso,
    veía que sus puertas
    estaban abiertas
    para mí,
    que sus techos eran míos,
    que sus campos,
    sus oídos,
    todo me pertenecía.
    Yo caminaba y
    caminaba,
    no miraba atrás
    hacia mi lecho de hojas,
    un año es suficiente
    me decía,
    no es necesario morir
    mas si es que queremos
    abrir los brazos y decir:
    "hasta mañana, gracias,
    nada ha sucedido,
    y estoy como siempre
    entre los ríos,
    y estoy como nunca
    entre las piedras".
    Y seguía caminando,
    pensando en el pan
    caliente de la casa,
    saboreando el arroz
    preparado por mi madre,
    sintiendo a mi
    cama
    con
    sus
    sábanas
    felices.

                   7

    El canto de los
    ríos
    acompañaba a mis
    pies
    de tibio caminante,
    el río
    cantaba con mis brazos,
    en él
    yo miraba a la muerte y a
    la vida.
    Pero uno está siempre
    compuesto
    de un. trozo de muerte y de
    camino,
    y uno siempre es río,
    o canto,
    o lágrima cubierta.
 

                            8

    He vuelto. Dormí un
    largo año, descansé‚
    y estuve muerto, pero
    gocé de abril
    y de las flores blancas.

                             9

    Hoy he regresado por
    los campos,
    a ratos corriendo
    sofocado,
    a ratos descansando
    nuevamente al pie
    de un  árbol de
    hojas castañas.
    El sol arriba,
    (como siempre),
    entonando estruendosas
    canciones de triunfo
    o desafiándome a correr
    por todo el campo.
    Me detuve
    en las vertientes,
    hundía mis brazos
    en sus aguas,
    conversaba
    refrescando
    la cabeza.
    Y me vi de nuevo
    reflejado en
    el mar y aquí dudé
    de nuevo:
    yo no he sabido nada,
    todo un año he viajado
    por los pueblos
   de los sueños.
    no sé si soy tan sólo
    un muerto que golpea
    su cajón de asfixiado,
    no sé si en un pedazo
    de té pudiese recordar
    toda una vida perdida,
    pero sé que he estado
    dormido:
    un año es un siglo
    cuando es un año
    de sueños y de olvidos.

               10

    No me reprochen nada
    si he estado ausente
    todo un largo racimo
    de días apretados,
    es porque supuse
    que nunca se puede
    vivir tanto,
    mis manos ya eran
    manos sólo para
    el clamor y el refugio.
    Yo construía mis
    grutas con mis ojos,
    y las uñas no existían
    para el pan ni para
    el trigo.
    Nunca sabré‚ si he
    descansado,
    saber no es suficiente,
    un año es siempre un año,
    pero sé que he dormido,
    y allí donde dormía
    las flores cubrían
    mi cabeza,
    y no me preocupaba
    ni del río ni del valle,
    ni del mar ni las arenas.
    Hoy vuelvo,
    hoy retorno
    después de un año,
    después de un año
    de descanso o
    de perenne viaje
    hacia la vida.
    Pero el viaje
    del descanso,
    o el viaje sin descanso,
    o el viaje y el descanso,
    todo es un alivio para
    mis ojos muertos.
    Hoy regreso con la duda
    y la palabra,
    hoy retorno con
    la dicha en la garganta,
    sin descanso o con descanso,
    pero sin nuevos sueños.
    Sin un nuevo suño
    que me obligue a
    retornar a mi lecho
    de hierbas y de flores,
    sin un nuevo y largo
    sueño,
    podré construir
    nuevas palabras,
    tal vez sonreiré
    con cara alegre,
    alguna vez saludaré
    a la vida,
    y esperaré
    a la muerte alegremente,
    con mi seco corazón.
 
 

regresar a "El Viaje"


 

    Recuento del Año

     Una vez terminado
     el año,
     procedo a recoger
     mis cosas nuevas,
     procedo a reclamar
     papeles viejos,
     hago al compás
     de charlas amistosas
     el recuento del año,
     el recuento de mis
     365 días pasados:
     todo se fue
     rápidamente,
     no hubo tiempo
     para la cosecha,
     ni  para
     sembrar el trigo
     en los maizales.
     Los días volaron
     raudamente,
     estuve sentado,
     leyendo,
     o alguna vez
     escribiendo
     hasta la noche.
     No tuve miedo
     de la muerte,
     no pude sembrar
     el amor como
     quería,
     recogí algunas
     frutas caídas
     y supuse que
     al final moriría
     alguna tarde
     entre pájaros
     y  árboles.

     No estoy muerto.
     sin embargo,
     entre tarde y tarde
     cuando vibran
     los soplos
     del silencio,
     abro mi corazón
     al conjuro
     del viento
     y la palabra,
     y construyo
     casas,
     tierras,
     mares,
     nuevos albores,
     nuevas tristezas,
     y callo al final

          (como siempre
          recordando y
          recordando).
 
 

regresar a "El Viaje"
 
 
 
 
 
 
 


 

        Las Estaciones

    poema

    Oscuro es el tiempo y leves
    las sonrisas de los días.
    El día asume su palidez
    de infante: su regocijo se
    expresa en las noches
    del amor y la venganza.
    Es la hora de los muertos,
    ahí donde surgen los pálidos
    rostros de niños consumidos
    por el viento.
    Largo es el camino y oscuras
    las sonrisas de los días.
    (Las tumbas conservan sus
    viejos temores, los hombres
    sus viejos escritos
    y los niños nacen
    con nuevos
    rencores en los labios).
    Y allí donde el día se ofrece
    (oscuro regocijo de hierbas caídas)
    abro mis ojos a la luz del amor
    y de tus labios.
 
 

regresar a "El Viaje"


 

          invierno

    Agosto ha pasado ya.
    Duras primaveras
    acosan mis olvidados
    recuerdos.
    (Las cicatrices
    del tiempo y del olvido,
    lo cicatrices del odio
    y el amor,
    las llanuras de sangre
    abiertas con la mano,
    los campos desolados
    por la sed y el amor).
 
 

regresar a "El Viaje"


 

    primavera

    Es la hora de la sangre
    y del clamor.
    ahí donde vibraban
    los viejos clarines,
    allí donde sonaban
    los viejos sonetos,
    vibran y suenan
    los días oscuros
    del tiempo y del amor.
    Los muertos esperan
    felices los truenos
    pacientes,
    y los ríos congelados
    aguardan la llegada
    del verano.
    Verano, viejo sólido,
    nada podrás contra
    la ardiente tiranía
    de la primavera.
 
 

regresar a "El Viaje"
 
 
 
 
 
 
 


 

        verano

    Redoblados soplos del amor
    sacuden el corazón y los ojos.
    (Es la luz de la vida y
    de los días. Es el castigo de la
    muerte y de las noches).
    Recojo y siembro las semillas
    del amor;
    camino entre noches
    oscurecidas por
    el vino,
    pregunto a la tierra
    y a los montes,
    arranco montañas
    de odios y tumultos:
    ¿Qué son las tardes
    al lado de la paz,
    qué son los montes
    al lado de los sueños,
    qué son los ríos
    a lado de las lágrimas,
    qué son una sonrisa,
    un llanto,
    un estremecimiento,
    un
    rostro,
    una
    mano
    si día a día
    mueren
    las hierbas
    en los campos,
    si día a día
    caen en sus
    noches
    los  árboles
    del amor y
    del silencio?
 
 

regresar a "El Viaje"


 

        otoño

    En los ríos del otoño,
    mi sangre, mi muertos,
    mi amor, las hierbas caídas,
    mis labios, las cicatrices
                                   abiertas,
    se fundirán como
    una primavera,
    se unirán como niños
    jugando,
    en el eterno renacer
    de nuestros corazones.
 
 

regresar a "El Viaje"


 
 

mi casa muerta
1
No derrumben mi casa
vieja, había dicho.
No derrumben mí casa.
2
Teníamos nuestra pérgola,
y dos puertas a la calle,
un jardín a la entrada,
pequeño pero grande,
un manzano que yace seco
ahora por el grito
y el cemento.
El durazno y el naranjo
habían muerto anteriormente,
pero teníamos también
 (¡cómo olvidarlo!)
un árbol de granadas.
Granadas que salían
de su tronco,
rojas,
verdes,
el árbol se mezclaba
con el muro,
y al lado,
en la calle,
un tronco que
daba moras
cada año,
que llenaba de hojas
en otoño las puertas
de mi casa.
3
No derrumben mi vieja casa,
había dicho,
dejen al menos mis
granadas
y mis moras,
mis manzanas y mis
rejas.
4
Todo esto contenía
mi  pequeño jardín.
Era un pedazo de
tierra custodiado
día y tarde por una
verja,
una reja castaña y alta
que
los niños a la salida
del colegio
saltaban fácilmente,
llevándose las manzanas
y las moras,
las granadas
y las flores.
5
Es cierto, no lo niego,
las paredes se caían
y las puertas no cerraban
totalmente.
Pero mataron mi casa,
mi dormitorio con su
alta ventana mañanera.
Y no quedó nada
del granado,
las moras ya no
ensucian mis. zapatos,
del manzano sólo veo
hoy día,
un triste tronco que
llora sus manzanas
y sus niños.
6
Mi corazón se quedó
con mi casa muerta.
Es difícil rescatar
un poco de alegría,
yo he vivido entre
carros y cemento,
yo he vivido siempre
entre camiones
y oficinas,
yo he vívido entre
ruinas todo el tiempo,
y cambiar un poco
de árbol y de pasto,
una palmera antigua
con columpios,
una granada roja
disparada en la batalla,
una mora caída con un niño,
por un poco
de pintura
y de granizo,
es
cambiar
también algo
de alegría
y de tristeza,
es cambiar también
un poco de mi vida,
es llamar también
un poco aquí a la muerte
(que me acompañaba
todas las tardes
en mi vieja casa,
en mi casa muerta).
 
                           De: "El Viaje". 1961.
 
 
regresar a "El Viaje"
 
 
Yo no me río de la muerte
 
elegía
Tú quisiste descansar
en tierra muerta y en olvido.
Creías poder vivir solo
en el mar, o en los montes.
Luego supiste que la vida
es soledad  entre los hombres
y soledad entre los valles.
Que los días que circulaban
en tu pecho sólo eran nuestras
de dolor entre tu llanto. Pobre
amigo. No sabías nada ni llorabas nada
Yo nunca me río
de la muerte.
Simplemente
sucede que
no tengo
miedo
de
morir
entre
pájaros y arboles
Yo no me río de la muerte.
Pero a veces tengo sed
y pido un poco de vida,
a veces tengo sed y pregunto
diariamente, y como siempre
sucede que no hallo respuestas
sino una carcajada profunda
y negra. Ya lo dije, nunca
suelo reir de la muerte,
pero sí conozco su blanco
rostro, su tétrica vestimenta.
Yo no me río de la muerte.
Sin embargo, conozco su
blanca casa, conozco su
blanca vestimenta, conozco
su humedad y su silencio.
Claro está, la muerte no
me ha visitado todavía,
y Uds. preguntarán: ¿qué
conoces? No conozco nada.
Es cierto también eso.
Empero, sé que al llegar
ella yo estaré esperando,
yo estaré esperando de pie
o tal vez desayunando.
La miraré blandamente
(no se vaya a asustar)
y como jamás he reído
de su túnica, la acompañaré,
solitario y solitario.
 
                                                    De: "El Viaje". 1961.
 
 
 
regresar a "El Viaje"
 
Las llaves de la muerte
Ahora y siempre en mi rostro
conservo la inigualable voz,
la voz única que abrirá las
puertas incansables de la vida,
las puertas inagotables
de la muerte.
La única voz en mi rostro
eternamente conservo, mi
rostro que es inmediato
a la hora del mediodía,
que es susceptible de frente
al sol eterno, que es partitura
de llantos ante la muerte.
La voz única contiene
incansablemente
mi rostro. La inigualable voz
que es capaz de abrir las puertas
de la vida, que puede abrir
las puertas de la muerte.
Mi rostro y mi voz se
confunden en las puertas
de la vida,
se confunden en el alba
de la muerte,
ambos,
rostro
y
voz,
como
una
llave,
como
un
racimo
de llaves,
como
eternas
llaves
de
la
muerte.
                                                 De: "El Viaje". 1961.
 
 
regresar a "El Viaje"
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 

                                                     Epílogo
 

                                             Sólo soy
                                                       un hombre triste
                                                             que agota sus palabras
 
 

regresar a "El Viaje"
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 

Poemas de Rodrigo Machado
 
 
 
 
 
 
            Explicación
                 Poema especial
              I Explicación
II
                 III Este camino
 IV
           V  (Ellos)
                                                   VI  (Balada del Guerrillero que partió)
        Poema
             Arte poética
 
 
regresar a: "Poemarios de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 


 
 

Explicación
 
 
 

                Rodrigo Machado nació un día del mes de julio en La Habana, el año de 1962. ( Su edad no se sabe aún pues tiene la edad de la lucha de su pueblo). La guerra contra el imperialismo, a la que irá conjuntamente con 40 camaradas, dirá o callará los años que él ha de cumplir.

                ¿Se quedará en algún monte regado con una bala en el cuerpo? ¿ seguirá de viaje a la esperanza o lo enterraran en el lecho de algún río, entonces enteramente seco?

                No, pero los ríos de la vida, de la esperanza, seguirán afluyendo con torrentes cristalinos. Porque en el río está la vida de un hombre, de muchos hombres, de un pueblo, de muchos pueblos. Y Rodrigo Machado, de pie o acostado, seguirá cantando con un fusil al hombro, porque el fusil será uno de los medios para lograr la liberación. Y una vez liberados, los hombres dignos y honrados dirán la verdad a todo el mundo sobre nuestro pueblo, sobre sus luchas y su futura vida. Sólo entonces, Rodrigo Machado y con él los 40 que partieron hacia la vida ( de pie o debajo de la tierra) se sentirán felices y dichosos.
 
 

                                                                                                           La Habana, octubre 1962.
 
 
 

regresar a:  "Poemas de Rodrigo Machado"


 
 
 

 POEMA ESPECIAL*
 
 
 
Se trata ahora de escribir
 algo original, nuevo, sorprendente.
Mañana salgo de viaje.
(Iré a México como peruano,
turista que recorre las antiguas ruinas)
 y luego Bolivia,
 riéndome de perros policías
y canes presurosos.
Entraré junto con 30 compañeros
 furtivamente a mi patria.
Armados con palabras y fusiles,
armados con ansias nuevas
 de un Perú más joven,
 sembraremos en la sierra de los Andes
“semillas subversivas".
I
Pero esto tiene un origen más lejano.
Fue en Abril (cruel y blando abril)
cuando una mañana apareció
el Comandante.
Era el bravo Fidel en carne y hueso
que nos proponía levantarnos en armas
y cambiar de curso la Historia del Perú.
40 aceptamos.
Subimos al Turquino
2,200 metros de alto y durante
6 meses aprendimos la guerra de guerrillas.
El final lo conocerán todos.
(Me aburro y no termino este poema)
Pero voy al combate y a la guerra
por amor a mi patria, a mi Perú,
por amor a mi suelo, a mis paisajes,
por amor a los pobres de mi tierra,
por amor a mi madre, a sus cariños,
por amor a mi padre, a sus durezas,
por amor a hermanos y amigos,
por amor a la vida y a la muerte,
por amor a las cosas de los días,
por amor a los días del otoño,
por amor a los fríos del invierno.
No sé qué pasará conmigo y mis
hermanos en la lucha,
pero supe vivir y morir como
hombre digno,
queriendo respetar y salvar al que
todo lo sufre,
queriendo abrir nuevos soles salvadores.
"El final de la historia lo dirán
mis compañeros,
arriba, abajo, encima de la historia,
y contarán a mis hijos
historias verdaderas,
y para siempre vivirá la esperanza."
                                                      La Habana, Nov. 62
                                                             Javier Heraud   Gustavo Melgar   Rodrigo Machado
 
 
 
 
 
 
 
 

* Antes de partir de La Habana, Javier escribió este poema en noviembre de 1962. Lo tituló "Poema Especial" y en él explica el viaje, que haría y su decisión de entrar al Perú para abrir un frente guerrillero. Lo firma con tres nombres: Javier Heraud y sus seudónimos Gustavo Melgar y Rodrigo Machado. ( Gustavo se llamaba su hermano menor que siempre lo recordaba en sus cartas).
Una parte de este poema fue publicado en “Poesía completa”, bajo título de "Fragmento de Poema Especial". Esta es la versión del poema completo que Javier dejara a uno de sus compañeros que permanecieron en Bolivia para formar dicho frente guerrillero.
 
 

regresar a: " Poemas de Rodrigo Machado"
 
 
 
EXPLICACION
 
I
Antes hablé del río y las montañas,
canté al otoño, al invierno,
maldije al verano y a sus ritos.
Hablé, paseé, pisé otras tierras,
dije Paz en Moscú, en plazas,
 en calles y puentes.
Hoy hago otra cosa.
Algunos preguntarán de qué
se trata, qué ha pasado.
Nada ha pasado.
Un día conocí a Cuba,
conocí su relámpago de furia,
vi sus plazas llenas
de gentes y fusiles,
escuché sus gritos,
palpé, sentí, caminé Sierra Maestra,
pisé el Turquino,
vi al Apóstol en piedra
para siempre.
Vi a Fidel de piedra movediza,
escuché su voz de furia incontenible
hacia los enemigos.
Y recordé mi triste patria,
mi pueblo amordazado,
sus tristes niños, sus calles
despobladas de alegría.
Recordé, pensé, entreví sus
plazas vacías, su hambre,
su miseria en cada puerta.
Todos recordamos lo mismo.
Triste Perú, dijimos, aún es tiempo
de recuperar la primavera,
de sembrar de nuevo los campos,
de barrer a los miserables
"patriotas" explotadores.
Se acabarán, dijimos, las
fiestas palaciegas para los menos
y las mesas sin comidas
y con hambre.
Y un día nos juntamos unos cuantos.
"Es fácil manejar un fusil, disparar
esperanzas,
es más difícil contemplar inerme
la miseria" dijimos,
y con confianza iniciamos
una nueva vida,
una vida de futuros para
la patria.
Triste Perú, aguarda,
nacerán nuevos ríos,
primaveras nuevas serán
devastadas uevos otoños,
y en cada rostro brillará
la alegría rebosante
y la fortaleza del
pueblo reunido y santo.
 
 
 
 
regresar a: "Poemas de Rodrigo Machado"
 
 
 
 
II
Me paro y pregunto
¿quién sufre?
Responden: "TODOS".
¿Qué esperamos?, pregunto,
si ya los tiempos maduraron,
muchos murieron inútilmente
(pero no sin causa)
muchos cadáveres están esperando
su redención,
ahí está el cadáver de Juan
el campesino,
y de Pedro el pescador,
y de Mateo el leñador.
"Vamos todos juntos, decimos,
ahora y con armas en la mano.
Aquél tiene máuser
(camarada que había
pedido la palabra)
aquel otro una thompson,
todos tenemos dinamita
y mechas.
Basta esto para despertar
la conciencia dormida de Nuestro
Pueblo,
basta esto para volar las
entrañas del régimen burgués.
Ahora sí todo lo poseemos.
Somos fuertes y nobles,
los ríos serán nuestros
y las aguas doradas de
los mares,
nuestros serán el pan,
el trigo, la espada y
los campos asoleados.
Todo nos pertenece.
A la alegría vamos".
                                                         Bolivia 1963.
 
 
 
 
 
regresar a: "Poemas de Rodrigo Machado"
 
 
 
 
 
 
 


 
 

III
este camino
Fidel señala el camino.
Es fácil pero difícil,
hay mucho por hacer,
muchos quedan atrás,
retroceden,
pero la mayoría avanza
hacia el porvenir.
 
 
 
 
regresar a: "Poemas de Rodrigo Machado"
 
 
 
 
 
 
IV
Preguntó:
¿Quién detiene al pueblo
en su avance hacia el futuro?
Todos responden "Nadie".
Y entre humo y pólvora
y fusiles,
se le ve avanzar
de frente a la Historia.
 
 
 
 
regresar a: "Poemas de Rodrigo Machado"
 
 
 
 
 
 
V
 
ellos
¿Dónde quedarán los traidores
a sueldo, los vendidos, los pobre
diablos?
¿A dónde irá la bazofia del país,
ellos que hablaron de "libertad",
de "justicia", de "igualdad",
cuando miles morían en los campos,
(comuneros, campesinos, indios
desarmados) bajo las balas
del petróleo, de los latifundios,
de los explotadores?
Dejemos nomás que escuchen
los primeros tiros.
Dejemos nomás que vean al
primer campesino armado.
Dirán "es fácil". Y mandarán
sus oficiales de plomo y de huiski.
Morirán éstos. Mandarán otros.
Y casi, casi al final
se irán arrojando abajo
de las camas.
Se irán a las embajadas.
No importa. Los sacaremos de
sus inmundos huecos,
a todos juntos los juzgará
el pueblo.
Nadie podrá pedir clemencia para
ellos,
pues están solos.
Morirán ante el tribunal
del pueblo.
Nadie los llorará.
Pronto serán olvidados.
La Paz, 1963
 
 
 
regresar a: "Poemas de Rodrigo Machado"
 
 
 
 
 
VI
 
balada del guerrillero que partió
 
 
Una tarde díjole a su amada
"Me voy, ya es tiempo de lluvias.
todo está anegado
la vida se me envuelve en la garganta
no puedo resistir mas opresión.
Mientras mis hermanos
mueren en las sierras por balas
asesinas,
yo no debo quedar pensativo,
indiferente,
Adiós me voy a los montes
con los guerrilleros"
Se despidió y partió
Y un día ya estaba
arriba, de brazo con los guerrilleros.
Fue su mano espada de plata fina,
aró, sembró, cosechó
la tierra,
disparó con su fusil rayos
de esperanza.
y otro día ya estaba muerto,
sobre el hombro.
Pensativo y triste
aún recuerda a su amada
inmemorial por largo tiempo.
Y ella lo espera junto al río,
en el puente en donde lo vio partir.
Y acaricia su vientre con tristeza,
pensando en él, en todos,
con su ojos hermosos
y radiantes
mira haca el puente, al río,
a la vida.
Y siente en su corazón
la esperanza, la nueva
alegría que su amado juntó
                                                                  en la tierra.
 
 
regresar a:"Poemas de Rodrigo Machado"
 
 
 
 
 
 
 


 
 

                   Poema
 
 

    Ahora debe ser, Juan, empuña tu fusil,
    Pedro, coge tú la treinta.
    Ahora hablaremos con las armas.
    Antes era fácil, nos cogían con los gritos
    en la mano, nos metían en las cárceles.
    Somos menos, no importa. Estamos
    armados y con la fe en el pueblo:
    campesinos, obreros, estudiantes:
    ahora es el momento
    levantémonos todos
    para sembrar en la tierra,
    en nuestro Perú
    una nueva vida con machetes,
    fusiles, hoces y martillos.
    ¿Quién podrá  detenernos,
    si ahora somos menos
    pero seremos todos
    contra el puñado que gobierna..
 
 

regresar a: "Poemas de Rodrigo Machado"
 
 
 
 
 
 


 
 

        arte poética
 
 
 

    En verdad, en verdad hablando,
    la poesía es un trabajo difícil
    que se pierde o se gana
    al compás de los años otoñales.

    (Cuando uno es joven
    y las flores que caen no se recogen
    uno escribe y escribe entre las noches,
    y a veces se llenan cientos y cientos
    de cuartillas inservibles.
    Uno puede alardear y decir
    "yo escribo y no corrijo,
    los poemas salen de mi mano
    como la primavera que derrumbaron
    los viejos cipreses de mi calle").
    Pero conforme pasa el tiempo
    y los años se filtran entre las sienes,
    la poesía se va haciendo
    trabajo de alfarero,
    arcilla que se cuece entre las manos,
    arcilla que moldean fuegos rápidos.

    Y la poesía es
    un relámpago maravilloso,
    una lluvia de palabras silenciosas,
    un bosque de latidos y esperanzas,
    el canto de los pueblos oprimidos,
    el nuevo canto de los pueblos liberados.

    Y la poesía es entonces,
    el amor, la muerte,
    la redención del hombre.
 
 

              Madrid, 1961         La Habana, 1962.
 
 

regresar a: "Poemas de Rodrigo Machado"
 
 
 
 
 
Otros poemas dispersos de Javier Heraud
 
 
 
 
 
 
 
 

Prologo
Nadie te molesta, hermano
Poema a una amigo
Los visitantes de la noche
Imagen nueva
Krishna o los deseos
Poema
Poema
Poema
Poema
Dos preguntas
Balada escénica sobre la revolución cubana
Plaza Roja 1961
En la plaza Roja
Palabra de guerrillero
Poema a Rafael Alberti
Poema en las calles de La Habana
Oda a Pablo Neruda
Refugienme como siempre en vuestros pechos
Poema en el avión
Poemas en las calles de Madrid
¿Dónde está Combray?
Canción del amigo
 
 

regresar a: "Poemarios de Javier Heraud"


 
 

    prólogo

    Ha llegado ya el
    hombre de los mares
    Señor, abre tu puerta
    Señor, abre tu corazón
    que ha  llegado ya
    el hombre de los mares..

                              Gabier Eró
                                  1960
 
 

regresar a "otros poemas dispersos de Javier Heraud"


 
 
 

    Nadie te molesta, hermano
 
 
 
 

    Nadie te molesta,
    hermano.
    Hoy duermes en tu cuna
    Y en tu leche,
    hoy duermes en tu sueño
    y en tu noche.
    ¿Qué espantos, qué
    miedos te cogerán
    en madrugada y
    te sacudirán en
    viernes o en sábados
    o en sábados convulsos?
    No. Aquí estoy yo,
    hermano,
    velando tu tranquilidad
    y tus noches,
    mirando tus manos
    enlazadas con
    la luna,
    mirando tu rostro
    hundido en tus
    sus otoñales.

    Invierno. Y aquí
    está  tu hermano,
    tu colcha, tu
    sábana, y
    tu almohada,
    y tu hermano
    para evitar que
    ángeles perversos
    paseen por tus
    ojos
    para coger tus
    sueños y arrullarlos
    fieramente.
    Hoy, durmiendo,
    cuidando tu muerte
    por momentos,
    evitaré que nuevos
    soles nazcan en tu
    frente, evitaré
    las tinieblas y las
    ruinas,
    las miserias y,
    los males,
    (que hoy se vislumbran
    en mis ojos)
    para hacer de ti,
    hermano,
    un nuevo hombre
    nacido aquí en
    la aurora.

       Junio. 1960.
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"


 
 
 

    poema a un amigo
 
 
 

    Jueves, día último de la
    infancia
    Jueves, viernes días dulces
    y amargos para el oído
    qué sombra que luces
    qué soles
    descansaban
            en
            tu
            f rente
    qué soles te acercaban
    al pasado,
    jueves,
    doce,
    último, día de
    los lunes
    poesía,
    martes de la
    semana.
    Luis, hermano,
    hoy la humanidad
    me sabe fuerte
    hoy descanso
    en mis ojos
    y en mi voz.

                 28 de junio 1960
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"

 
 
 

        los visitantes de la noche
 
 
 

    Me has dado de beber
    en tus manos el agua
    que sale de la fuente,
    la fuente para aplacar,
    mi sed de caminante,
    mi sed que corría por
    los campos cubiertos y
    tejidos de sol,
    la fuente para calmar
    mi sed de vida y muerte.
    mi sed de tus manos frescas,
    la fuente clara,
    la fuente que reía con Machado,
    la fuente que me adentraba con sus besos
    Esta fuente ha llenado de piedras
    mi seco corazón,
    la fuente y tus manos.
    el agua que me ofreciste
    a beber aquella tarde de
    Pájaros entre el desierto,
    la fuente y la piedra,
    el amor destruye como la muerte,
    el amor llena de agua fresca mi
    rostro y mi aliento,
    la fuente como un día en tus manos,
    la fuente de la tarde y de la noche,
    la fuente y mi sed,
    tus manos y la fuente de la tarde.
 
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"


 
 
 

    imagen nueva
 
 
 
 

                    Para  Armando Zubizarreta

       A veces me parezco un poco
       a la imagen de la muerte
       que mi madre descubría
       entre sus cuentos.
       Con mis ojos hundidos y
       mis manos señalando
       blancas calles
       me suelen confundir
       con la muerte devoradora,
       y entonces,
       para jugar,
       penetro en algunas
       casas,
       aliviando a carpinteros y
       artesanos del dolor,
       cogiendo tierras
       y hundiéndolas
       en el mar.
       Soy la muerte a ratos,
       y a ratos conservo mi belleza
       y mis vestimentas
       y asusto perros, gatos,
       y al final,
       como siempre,
       a la higuera estéril y solitaria
       la quemo con el rayo de mis manos

                                25, Octubre, 1960
 
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 
 
 
 

    krishna o los deseos
 
 
 
 
 

                                        A. C. B., interminable amigo.

                                        Keshava, ¿con qué objeto mataría
                                        a los míos? No deseo la victoria,
                                        los reinos ni los placeres.
                                                                         Bhagavad-Gita. I, 31
 
 

                      I

    No deseo la victoria.
    La victoria es siempre pasajera,
    no queda después  sino la muerte,
    el regocijo, el gozo falso de la vida:
    una hierba caída sobre el hombro,
    un refugio que aguarda su retorno,
    un escondido llanto después de la
    batalla y la victoria.
    Un vaso palpitante,
    un cuerpo en perpetuo movimiento,
    un cenicero vacío eternamente
    son más efímeros quo la victoria,
    efímera y vana, cansada y agotante.
    Difícil es remar a  remo suelto,
    difícil llenar el vaso lleno,
    difícil cambiar el tiempo ajeno.
    No deseo la victoria ni la muerte,
    no deseo la derrota ni la vida,
    sólo deseo el  árbol y su sombra,
    la vida con su muerte.

    II

    No deseo los reinos.
    Un reino es siempre mensurable:
    tantos metros y distancias,
    tantos bueyes y caballos lo
    separan de otros reinos pasajeros.
    No deseo ningún reino:
    mi único reino es mi corazón cantando,
    es mi corazón hablando,
    mi único reino es mi corazón llorando,
    es mi corazón mojado:
    mi reino es mi seco corazón  (ya lo dije)
    mi corazón es el único reino
    indivisible,
    el único reino que nunca nos traiciona,
    mi reino y mi corazón,
    (ya tengo el corazón)
    no deseo los reinos si tengo mi
            pecho y mi garganta,
    no deseo los valles ni los reinos.

    III

    No deseo los placeres.
    No existe el placer sino la duda,
    no existe el placer sino la muerte,
    no existe el placer sino la vida.
    (El mar lavará  mi espíritu en las arenas,
    lo lava todos los días en el recuerdo,
    lo ha lavado con palabras,
    el mar no es un placer sino una vida).
    El mar es el reino de la soledad y el naufragio.

    IV

    No deseo sino la vida,
    no deseo sino la muerte.

    V

    Descansar en el valle
    que baña el río todas las tardes,
    en las arenas que cubre el. mar
    todas las noches,
    en el viento que sopla en los ojos,
    en la vida que alienta ya sin fuego,
    en la muerte que respira el aire lleno,
    en mi corazón que vive y muere diariamente.

                                  Noviembre, 1960.
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"


 
 
 
 
 

      poema
 
 
 
 

    El valle de
    Tarma es grande.
    Pero más grande
    es mi corazón
    cuando lo miro,
    pero más amplio
    es mi pecho cuando
    aspiro aire, y aire,
    cielo y cóndor,
    martes y jueves,
    más grande que el
    río es el hombre,
    más grande que el
    valle son los ojos
    de tantos caminantes
    de costado.
 
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 
 
 

    poema
 
 
 
 
 

    Un eucalipto, alto,
    espigado, contiene
    para siempre mi corazón.
    Eucalipto,
    alto germen de la
    tierra, espiga y
    piedra de ríos,
    fruto eterno y sagrado
    de los hombres.
    Bosques, valles,
    campos y quebradas,
    quebradas que bajan
    como un hombre,
    quebradas que bajan
    en los pechos,
    sombras que descienden
    como cuerpos
    sombras que descienden
    como sombras.
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 


 
 
 
 

       Poema
 
 
 
 

    Lentamente caminé‚
    por la ciudad
    Y por sus calles.
    Cálidas piedras sostenían
    mis zapatos,
    sostenían mi cuerpo
    tiernas manos anochecidas
    como estrellas.
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 
 
 

     poema
 
 
 
 
 

     Mil países que
     yo no conozco
     mil est:rellas y
     túneles,
     mil países y pueblos,
     mil y un puentes
     incontables,
     desconocido país:
     en tus puertas ya
     me siento torturado,
     en tu boca ya me
     siento masticado,
     en tus ríos ya
     me siento ahora
     y siempre y nunca
     ahogado.
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 
 
 

        dos preguntas
 
 
 
 

    primera pregunta

    "¿En qué lugar de Lima, la dorada,
    vivían los que la coristruyeron?"
                                     (Bertolt Brecht)

    segunda pregunta

    ¿Por qué será  que todavía existen
    infelices que nos hablan de una Lima
    señorial, antigua, colonial y bella?
    ¿Por que quedan  todavía desgraciados
    que anhelan sin cesar la ciudad de los Reyes,
    las tapadas, los balcones, la alameda,
    si de eso sólo queda un basural de hambre,
    de miseria y de mentira?
    Ciudad de los Reyes
    de la explotación y el hambre,
    tres veces coronada por la sumisión,
    ciudad triste, hambrienta, mísera
    por todos lados,
    salvo pequeños rinconcitos
    donde se canta "la flor de la canela"
    "viva el Perú y sereno" y se bebe whisky
    con hielo y cocacolas.
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 
 
 
 

         balada escénica sobre
         la revolución cubana
 
 
 
 

    Personajes: un norteamericano y
                      un miliciano cubano.
    Aparece un funcionario yankee
      mascando chicle - Habla.

    Hablo entre las lunas llenas
    de comunistas.
    Han ocupado el Caribe
    hemos perdido una isla.
    Pero con nosotros no se atreven.
    ¿Recuerdan todavía que hicimos
    hervir a 300 mil japoneses, já?

    Pero ay la libertad,
    la democracia, la justicia,
    la igualdad entre los hombres
    han sido victimados por tanques rusos.

    Castro, ah sí, es un barbudo loco,
    debe morir en la cámara de gas,
    ¿por qué no se afeita?

    Debemos poner a Cuba de rodillas,
    y por eso yo también me arrodillo,
    porque mi nuevo pesidente es católico,
    cree en el dios único existente,
    y tiene además una esposa  bonita y hacendosa.
    (aparte)
    me perdonan ustedes por un instante,
    pero me han venido ganas de orinar.
     (aparece una puerta portátil
    que lleva un letrero:
                   'For white men, only"
    (A lo lejos se escuchan voces. Se van acercando.
    Aparecen funcionarios, de diferentes países Latinoamericanos
    y periodistas a sueldo vestidos de saltimbanquis. Se ponen en
    fila y repiten a coro lo dicho por el yankee).
                          Salen.

    Aparece un miliciano con su uniforme verde olivo y un fusil.-
    Habla:

    Porque mi patria es hermosa
    corno una espada en el aire,
    y más grande ahora y aun
    más hermosa todavía,
    yo hablo y la defiendo
    con mi vida.
    No me importa lo que digan
    los traidores,
    hemos cerrado el pasado
    con gruesas lágrimas de acero.
    El cielo es nuestro,
    nuestro el pan de cada día,
    hemos sembrado y cosechado
    el trigo y la tierra,
    y el trigo y la tierra
    son nuestros,
    y para siempre nos pertenecen
    el mar
    las montañas y los pájaros.

                                         (Sale)

                                                  (1961)
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"


 
 
 
 

    plaza roja 1961
 
 
 
 

    Plaza Roja 1961.
    verano de Otoños incendiados.
    Palomas que circundan el aire
    a cada Paso nuestro.
    Hombres que se detienen.
    Aire libre y puro y sano.

    (San Basilio canta su hermosa
    balada de colores).
    Lenin, dormido,
    vigila la marcha de su pueblo.
    (Allí está. Pueden verlo.
    No es engaño).

    Adoquines y pasos.
    Gente que se reúne:
    Gagarín que regresa de su vuelo
    con una flor que arrancó a las estrellas.
    (Titov besa a las mujeres y a los niños).

    Plaza Roja 1961
    El Kremlin reposa con su muralla
    exprimida del fondo de los siglos.
    Gorki en la pared
    canta a los niños su historia
    (En los jardines del Kremlin
     los niños juegan con helados
    de frutas y con globos)

    Los enamorados se besan
    bajo árboles frondosos.
    La campana rota calla su sonido.
    (Del cañón salen palomas
    que juegan a los trinos).

    Plaza Roja 1961.
    Aquí yo he estado en el centro del incendio,
    en plena Plaza Roja y varias veces,
    tragándome mis penas
    y forzando mi pequeñísima alegría.
    He dicho Paz en rojo, en calles,
    en plazas y jardines.

    Y digo paz en Moscú, en Tashkent,
    o en el corazón herido de mi pueblo.
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 
 
 
 


 
 

    en la Plaza Roja
 
 
 
 
 

    A estas horas, en estos días,
    estuve en Moscú,
    y desde mi piso 23 del hotel Ucraína
    vi al río Moscu de noche
    y a una ciudad de noche
    que vive y duerme en la paz
    de sus auroras.
    A estas horas, Arturo y Mario
    pasearán Moscú.
    Pero es diferente.
    Ellos hablarán con Marcos Ana,
    hablarán de España,
    verán en los ojos más abiertos
    de su pueblo
    el renacer y la esperanza
    (Pero es diferente
    estamos en 1962
    Nicolaiev y Popóvich
    suman más de 100 vueltas,
    Ellos caminarán por la Plaza Roja,
    hablarán de mí entre adoquines.
    Yo también quisiera hablar
    con Marcos Ana,
    contarle de mi pueblo y de su lucha.
    Pero ahora
    (no es demagógico decirlo)
    hay otras luchas que hacer,
    y Arturo y Mario hablarán por mí
    con las palomas.
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"


 
 
 

        palabra de guerrillero
 
 
 
 

    Porque mi patria es hermosa
    corno una espada en el aire,
    y más grande ahora y aun
    más hermosa todavía,
    yo hablo y la defiendo
    con mi vida.
    No me importa lo que digan
    los traidores,
    hemos cerrado el pasado
    con gruesas lágrimas de acero.
    El cielo es nuestro,
    nuestro el pan de cada día,
    hemos sembrado y cosechado
    el trigo y la tierra,
    y el trigo y la tierra
    son nuestros,
    y para siempre nos pertenecen
    el mar
    las montañas y los pájaros.
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"


 
 

POEMA A RAFAEL ALBERTI
 
(Compuesto en su presencia, el 5 de mayo de 1960, en el Instituto José Carlos Mariátegui).
 
 
 
Rafael,
Alberti,
déjame llamar a tu voz
desde mi voz,
a tu canto desde mi canto
naufragado,
déjame aprender en tus ojos
la palabra ardiente,
la poesía viva y despejada.
Rafael,
Marinero en tierra y cielo,
marinero y ángel
marinero y tierra,
tierra y cielo,
Alberti y rafael.
Alberti,
a tu cielo, a tu voz,
a tu rostro
emocionado,
ahora, he de cantar
en la voz de las palomas.
Hueso en el árbol, pedro,
federico, rafael,
venidos de tan lejos y
tan cerca.
Alberti,
que tus aguas vengan puras
a tu cielo, que tu
lluvia caiga suave
hoy en mi
pecho,
que tu cielo llueva fértil
en España,
que tu voz riegue en América,
y en la tierra dé sus
frutos, de flor en los océanos,
siembre árboles en los
hombres. Llene de flores
este mundo.
Nada podrá la muerte
contra tí.
Rafael,
la muerte ya no existe
en tus praderas,
ya no reina en tus campos
azules,
el olvido ya no te olvidará
en sus aguas tormentosas.
Alberti,
rafael,
en la palabra, en el rostro
de tu poesía,
pusiste tu voz y tu garganta,
dejaste tu alma y tu sangre
abierta,
Rafael en tu voz
te quedaste tú.
Eternamente.
 
 
 
 regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 
 
 
                                                                             "Partir por mi patria sometida
                                                                                y por ti, mi bien"
                                                                                                             Vals "Melgar".
 
Un día me alejé de casa
Dejé a mi madre en la puerta
con su adiós mordiéndome los ojos.
(Mi hermano, el pequeño,
no comprendía nada y creía
que volvería pronto).
Yo sabía que ese viaje era
para mucho
y por eso abracé bastante
a mi padre y saludé
futuros matrimonios de mis hermanas.
El carro ya partía,
me fui, me marché, me largué
rápido de casa,
cumpliendo amenazas pasadas
que yo profería.
No quise despedirme de Amaranta
porque "el tiempo del amor no vuelve más".
Yo lo sabía,
y así entre amargura y desconsuelo,
me marché una tarde,
abandoné todo,
mi patria, mi país, mi casa,
"el mundo que a escondidas miro".
Y así llegué a La Habana,
recordando episodios transcurridos
entre cantos y risas.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

* Este poema fue escrito por Javier en La Habana en 1962. El habla de su partida de Lima en marzo del mismo año.
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 
ODA A PABLO NERUDA
 
I
Viniste a mí como un
rápido corcel. Me traías
uñas duras y doradas,
uvas secas e
invisibles.
Eras enredadera en
tu pelo, te mezclaste
árbol, te volviste
oro, alma te tornaste
en mi alma.
 
II
Ahora eres la rosa
de hoy en el anuncio.
Luego fuiste la voz
seca del roble
endurecido.
De nuevo eres la
luz y la luz
esclarecida.
 
III
Tú eras canto en el
mundo ofrendado. Tú
eras pan y piedra
agujereado. Eras
fresco, innumerable,
escribiendo en el
corazón, en el
pájaro, en el
agua rugosa.
 
IV
A ti, enjambre
nunca entendido, a
 ti padre Vegetal,
a ti semilla
germinada,
yo canto,
yo árbol,
yo cielo.
 
V
En ti la muerte es
piedra recostada
en la vertiente,
canto puro, tornasolado
llanto, hoja mojada
en el río perpetuado.
La voz del viento era
dulce en tus oídos.
El mar en olas te
traía a diario geranios
en su boca,
las moras florecían
en árboles cuando
tú las nombrabas.
 
VI
Empero la vida,
la luz y las corrientes,
no te hacían feliz.
Luchabas en tu
patria, o patria,
volvías hacia ella la
sangre, acercabas
tu mejilla a su
alma, a su nombre
de nieve.
Querías dormir en su
substancia, querías
mudar de sombra.
Escoge las flores duras
del nitrato.
Hila el estambre
glacial de la campana,
teje tu ramo
a la belleza.
 
VII
Eran los ríos, ríos
arteriales, humedad,
espesura y trueno.
El viento no te
olvidará, ni el
silencio cubrirá
tu rostro.
América, amor
américa te llenó
de frutos, te dará
la cosecha, el trigo,
la espada y empuñadura.
Tu nombre está
escrito en las secas
arterias de tu América.
 
VIII
Si solamente escondieras
tu armadura,
si solamente callaras
tu boca ante el
sonido de la flecha,
no habría ni Pablo,
ni canto, ni verso,
ni esperanza.
 
IX
Como un fantasma
desencadenado, como
una huella en la
orilla, como
presencia pura extendida
al mar,
serás toda la
vida,
costa,
lluvia,
relámpago
esperanza.
 
X
Te cansabas de
ser hombre en las
camisas,
la sangre chorreaba
por sus puños
y llorabas.
Reías al son
de la guitarra.
No, no duermes
todavía.
No, no sueñes
victoria,
esconde tus puñales,
muerte,
nada podrás contra
la roca
despejada.
Pura poesía,
aladak
húmeda.
 
XI
Durmiendo en
cenizas apagadas
eras ciudad en
los crros de la
noche de hojas,
no detuviste el
mar en tu agonía,
dormías bajo el
bosque de las
hojas verdes,
a la estrella de
la eternidad.
 
XII
A veces pregunto,
¿cómo te llamas?
¿fundaste tu
piedra en la
lágrima, o en
la madera,
o en la abeja,
o en la piedra
misma?
¿Fundaste tus
libros en tu
alma, en tu
corazón, o sentiste
estremecerte ante
el influjo del
llanto?
 
XIII
Tú, americano de
las torres altar,
tú, americano
de la muerte
oscura, tú
americano,
de la puerta
eterna.
 
 XIV
En el canto
que edificaste
a los pétalos,
en el canto
edificado a las
puertas de Varsovia,
el fuego, el
árbol,viven en
tu alma de
nogales.
Devuélvete la
torre, abre tu
corazón ya tan
abierto,
y renuévate
al nido de tu
luz sagrada.
 
XV
Era en ti España
dulce consuelo.
¿ A quién pudiste llamar
sino
a su boca?
¿ a quién imploraste
sino a su sangre
clara?
¿ a quién le
pediste sino
a sus labios?
 
XVI
Eras arena de
España en los
osarios,
eras rosa desatada,
eras tú
solo,
pueblo espantado
en la *
alborotada.
                                                        * Palabra no descrifada en
                                                     el manuscrito original.
 
XVII
Serás feliz con
el canto de las
aguas.
Serás feliz con
el pecho endurecido
con las rodillas y la
arena.
El mundo es hoy
tu alma,
es hoy tu boca,
en el aire, en
la tierra,
en la piel
de tu frescura.
 
 XVIII
Caminaste cerca
de cincuenta años
con ella,
poesía.
La derramaste poco
a poco en tu
agua inagotable,
en tu
corazón
quemado,
reviviendo
desde las
cenizas.
 
XIX
El tiempo poco
a poco te
convertirá en
tierra y
dejará correr
eternamente
las aguas
de tu
río, en
poesía
sin muerte
retomada,
en nuevos
albores del
ocaso entristecido.
 
XX
El tiempo es tu
amigo inseparable,
no te separará
del alma de
las primaveras,
ni de la
tierra semejante.
Sobre tu tiempo,
los hilos de las
briznas, dejarán
la huella nunca
borrada: una
madreselva frangante
y viviente como
el fuego.
El tiempo borrará
la identidad
que te separa,
y el mismo
que elevó dos
llamas como
espigas,
te dará la
victoria, eterna
y serás un solo
ser final bajo
la tierra.
 
 
regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
REFUGIENME COMO SIEMPRE
EN VUESTROS PECHOS
 
ES IMPOSIBLE
                                                (A mis amigos)
Sólo quiero conocerme
a fondo como siempre,
sólo quiero
descansar en tierra muerta y en olvido.
Yo podría vivir solo
en el mar,
o en los montes,
pero siempre
necesitaría
de unos cuantos,
de un puñado,
de un racimo
de amigos
para pasar las
noches al lado
del café y del
silencio.
Refúgienme
como siempre
en vuestros
pechos,
corazones
alertas.
No sé si
podré
escribir
más
pues
ya
no
puedo
arreglar
este poema
librarme de esta
mesa, librarme
de
esta sidra.
 
 
regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
POEMA EN EL AVION*
Si acaso me preguntan
dónde estuve
y si insistentes, quieren
averiguar los sitios que he pisado,
les diré.
"Tres meses son tres años,
tres años son tres días,
tres días son tres horas,
y en verdad, en verdad hablando
sólo salía dar una vuelta
por el parque,
entré al cinema
me tropecé con otras gentes en otras
partes.
Y ya estoy aquí,
nada le ha pasado a nadie,
yo sigo como siempre
admirando los ríos del otoño,
yo sigo como siempre
esperando al verano para maldecirlo,
y conversando con mis viejos
objetos adorados:
y no pregunten más,
que de mí no habrá ya más respuestas".
Bien, yo deberé decirles
a mis amigos "lo he hecho.
Estuve en Moscú.
Aquella vez que volví a casa
me sentí muy derrotado."
 
 
 
 
 
 

*Poema escrito a su regreso de su viaje a Moscú y Europa
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 
¡Qué difícil,
volcar mi corazón ahora,
en plena España,
en el corazón
sangrante de Madrid,
cuando las palomas
de la paz y del otoño
vuelan hacia los altos
edificios del futuro
y aquí la primavera
muere sin nacer,
váse sin venir!
¡Qué difícil decir:
vengo de Moscú,
del Asia,
he visto surgir a Samarkanda
con sus altas ermitas
que los años construyeron,
qué difícil
repito, repetirle
a los océanos sus
símbolos marchitos,
y decir luego:
He estado en España
y allí mi corazón sangró
inmediatamente
como si trabara contacto
con el viento que
corta las rosas en invierno!
Pero es cierto.
Esta es Madrid,
este es mí corazón
sangrando,
este es nuestro camino,
y seguiré gritando la
verdad de los
bosques apagados,
la verdad de las rosas
caídas,
la verdad de España
y sus historias.
 
                                                                              Escrito en Madrid. Octubre, 1961.
 
 
 
regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
L: ¿DÓNDE ESTÁ COMBRAY?*
                                                            J: En el jardín de Swann, en otoño.
Son hojas que recogí del jardín de Swann
un ocho de octubre en Combray o Illiers,
 da lo mismo.
Habíamos tomado el tren hacia Chartres
 Lucho, Rachel, yo y Amaranta.
Allí hacía mucho frío,
pero nos consoló una lluvia
que nos obligó a tomar unos coñacs.
Claro, y también estaba la catedral
mostrándonos claras estampas,
 sucios laberintos y blancos campesinos
(no pagamos nada por ellas y aún las conservo.)
No había tren para Illiers
pero estaba el autobús esperándonos.
Y mucho frío también en Combray,
pero había un hotel de la imagen
con cuartos perfectos y edredones de plumas.
Y la paloma aquella que comimos,
y el vino tinto de la aldea,
y el queso natural que allí fabrican,
y el claro pan y el postre de manzana.
Sí, son hojas que recogí del jardín de Swann,
sobre una colina, sobre un puente pequeño
y un arroyo navegable,
pero Lucho se mareaba en la barca y no subimos.
No sé si el pueblo era hermoso,
pero allí estaban la casa de Marcel,
y la magdalena de la tía Leonie,
y la foto de Francisca la dulce,
y el acostumbrado libro de Ruskin,
y Enrique el olvidadizo de Prusia.
¿Qué más había?
Tal vez un retrato de Proust,
tal vez una ventana con vidrios de colores,
tal vez una azucena, un huerto,
un rosal, algunas rosas y estas hojas.
                                                               (1961)
 
 
 
 
 
 
 
 

*Antes de dejar París, Javier tuvo una gran satisfacción. El había realizado un paseo de dos días a un pueblito al sur: Illiers, donde vivió uno de los escritores que más admiraba: Marcel Proust. Durante ese viaje corto, Javier escribió este poema.
 
 

regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
CANCION DEL AMIGO
 
                                                                                                   A Degenhart Briegleb,
                                                                                                   dégale para algunos
 
1
Caminamos
mucho tiempo
juntos,
juntos llegábamos
al colegio,
juntos dejábamos
la bicicleta,
peleábamos juntos,
hablábamos,
jugábamos,
reíamos
juntos
como siempre
y como ahora.
 
2
 Es imposible
 situarte
 exactamente.
 No
 recuerdo el
 preciso momento
 en que nos
 vimos,
 seguramente
 fue en las
 aguas mutuas de
 la infancia.
(Un banco, una
pequeña carpeta,
no sé).
Pero mucho tiempo
hemos andado juntos:
años que parecen
otoños fríos,
días como rayos,
fuegos como
imágenes.
 
3
Pero ya no me
acuerdo de ti.
Es claro
todos pueden
decirme,
que si lo
conocí tanto
tiempo, no
puede
haberse alejado
de mi lado,
aunque esté
ausente como
ahora.
Pero para mí no es así.
He visto rostros
levemente y
los recuerdo aún.
Pero dégale
pocas veces
aparece en mis
recuerdos:
hoy camino solo,
claro,
tengo
amigos
pero ninguno
como él.
 
  4
Compartimos muchas
cosas en el colegio:
a la vez empezamos
a escribir algunos
versos que luego
se hicieron poemas con
el tiempo.
El debe seguir
escribiendo como yo:
yo en mi suelo,
y él desterrado
voluntariamente
(bebiendo
fríos,
escupiendo nieve,
adelantando
el aliento por
el tiempo.)
 
5
Si tú supieras
qué difícil
es vivir entre
cadáveres,
qué difícil
caminar con
los ojos cerrados,
poque ya no se puede mirar.
Y aquí ( tenías
razón, toda la
vida seré un
niño)
olvido tus
pesares:
yo vivo entre
cadáveres
pero vivo entre
los míos
( lo cual es
siempre un
consuelo)
y tú sin embargo
recoges y bebes
el polvo de la
distancia.
 
6
Cuando tú te
fuíste leíamos
a Machado,
a Vallejo,
con fervor
descubrimos a
Darío,
Höelderlin
nos lo dio
a leer Carlos
Espinoza,
Juan Ramón
nos alegraba
y sonreía.
Hoy Juan
Ramón yace
olvidado,
Darío es siempre
un poeta lo sé,
pero ya no
me
toca.
Conservo,
(seguramente
también tú)
vivo a Vallejo
y a Machado,
pero hay
otros que
surcan mi
cabeza,
otros que
bajan en las
noches a
tocar la ventana
de mi cuarto.
 
7
Poco te recuerdo:
Sin embargo ahora,
quiero elevar un
canto enorme de
palomas y
cantar a tu
regreso,
que
presiento
durará un
tiempo.
Dos años
ya es mucho,
mucho tarda tu
retorno.
 
 
regresar a: "otros poemas dispersos de Javier Heraud"
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  Counter 1